Capítulo 7

Gajendra despierta con una sombra delante de la luna. Coloso está de pie. Agita la trompa débilmente de un lado a otro.

Mira, creías que estaba acabado, ¿verdad?

Gajendra siente ganas de reír a carcajadas. En lugar de eso va corriendo al río. Lo importante ahora es el agua. Despierta a patadas a los muchachos, les ordena que vayan a por cubos de manzanas. Dentro de pocos días tendrán que marchar, y para entonces Coloso tiene que recuperar las fuerzas. Lo que parecía imposible ahora es difícil, nada más.

La mañana siguiente llega un joven oficial macedonio a caballo, engreído y sudoroso. Alejandro en persona va a venir a hacer una visita. Le preocupa lo que han estado contándole. ¿Va a perder a su mejor elefante?

Gajendra manda a los muchachos que limpien a Coloso con trapos para quitarle las manchas de los cuartos traseros. A otros los pone a pintarlo con henna para darle aspecto de fiereza. No tarda en estar limpio como un recién nacido y engualdrapado de rojo y ocre.

El propio Gajendra se pone delante del animal y les da nuevas instrucciones. ¡Quiero que parezca listo para el ataque!, les dice a sus chicos. Dadle al marfil, pintad las puntas de colorado. ¡Trenzadle la cola!

Coloso tiene un aire hosco.

—No me mires así. Si ve que te tambaleas te dejará aquí o te descuartizará para comerte. Míralo bramando. Patalea. No dejes que te vea débil. Él desprecia la debilidad. ¡Una vez libró una batalla con una flecha hincada en el pecho!

Alejandro entra dando fuertes zancadas, vestido con su dorada coraza.

—He oído decir que la bestia había muerto —dice.

—Como veis, señor, los rumores de su muerte eran muy exagerados.

Oxatres está detrás del rey. Parece de lo más descontento.

—No quiero perderlo. No tienen de éstos allá adonde vamos.

—Él solo matará a diez mil de vuestros enemigos —responde Gajendra.

Observa a Coloso, que oscila peligrosamente como un árbol a punto de venirse abajo. Sus ojos se encuentran. Juraría que el animal le hace un guiño.

Alejandro mira a su capitán de los elefantes.

—Me temo que has ascendido por encima de tu capacidad —le dice, y sale.

Ya está. La audiencia ha terminado. Se van todos a Cartago.

Gajendra busca un melón. Coloso abre la bocaza rosa. Gajendra se lo tira dentro y se ríe a carcajadas. Le entran ganas de abrazarlo.

La expresión del rostro de Oxatres.