Asturias

Aquí es la «güaxa» quién hace menguar la salud de los tiernos infantes, mediante su único diente con el que extrae su sangre. Es esta bruja una vieja seca y fea con ojos llenos de fuego

[114]. Se la identifica con ciertas coruxas
[115] (búho), que se come a los rapaces traviesos; sin embargo no es lo mismo, existiendo una relación semejante a la que se establece entre el vampiro y el murciélago
[116].

Se cuenta que un matrimonio tenía un niño muy lozano y rozagante, y debido a la falta de dineros duerme entre sus padres; el problema es que aparece cada mañana bajo la cama llorando. El padre decidido a desfacer el entuerto se queda una noche en vela, notando en la procelosa oscuridad una presencia que le roza; se enciende rápidamente la luz y ¿quién aparece?, una vecina que ante la evidencia, confiesa ser bruja y ofrece al padre un traje todos los años si no lo denuncia, la miseria de la familia y su benigna piedad le llevan a aceptar y no denunciarla ante las autoridades.

Según la tradición asturiana, eran muchos los infantes que morían en manos de las «güaxas», al chuparles la sangre como en el caso de Constanza Pazo

[117]. Eso explica la suspicacia de Tuxa sobre la bruja Rosenda, ante la pérdida de vigor de su retoño sin que mediara causa aparente alguna:

Diz… q’anda de noche

por todo el llugar

chupando los neños

que gordos están…

[118]