Vampirismo en otras culturas

El símbolo de la sangre y del muerto que se revitaliza a través de ella no es tema exclusivo de los pueblos balcánicos. En todas partes encontrarnos el mismo mito, desglosado, mezclado con otros o en la misma acepción por nosotros conocida.

El ser de ultratumba, sea un difunto, un espíritu (que no necesariamente haya pertenecido alguna vez al mundo de los vivos) o un monstruo (generalmente asociado a un ave de rapiña), aparece relacionado con las fuerzas del mal, unas veces por tratarse de un hechicero, otras, incluso, por ser la encamación del mismísimo demonio (de la cultura correspondiente). El mundo subterráneo (como son las cuevas, los cementerios) suele ser su habitad natural y los fluidos humanos (especialmente la sangre, pero también el semen o la leche materna) su alimento más preciado.

Son muchas las culturas donde se conserva la tradición de casos concretos que ilustran la actuación de dichos vampiros y dichas historias forman parte de lo que nosotros, en un acto de etnocentrismo, acostumbramos en clasificar como mitología, olvidándonos que ellos podrían hacer lo mismo, con nuestras historias más cotidianas. Y tampoco debemos olvidar las otras historias, mucho más recientes (incluso casi contemporáneas), que fueron estudiadas por occidentales (única condición aceptada masivamente, como si éstos, nosotros, fuéramos los únicos dignos de verosimilitud). Desmintiendo parcialmente al doctor Gómez Alonso [Gómez Alonso, 1991], la rabia no lo explicaría todo puesto que con los Balcanes y el siglo xvii la historia de los vampiros solamente adquiere notoriedad: ni nace allí ni se crea entonces.

He aquí, pues, una relación de seres vampíricos de todas las épocas y culturas conocidas. Probablemente existan más, pero habrán sabido esconderse de nuestro estudio y… de los métodos para su exterminio.