Prehistoria
Actualmente, la historia de las religiones ha convenido en denominar con la palabra griega «khtonios» a cualquier ser sobrenatural o divinidad relacionada con el mundo subterráneo o del más allá. En la prehistoria los santuarios rupestres tenían a un guardián o brujo, especie de señor de la vida ultraterrena, hierofante de los misterios de la gran madre (la cueva) y adoradores de figurillas de diosas madres de aspecto fúnebre, como la encontrada en Çatal Hüyük (Anatolia) que va acompañada de una especie de buitre, la rapaz que descama a los cuerpos abandonados. A lo largo de las primeras civilizaciones del Oriente Próximo y Medio, las divinidades ctónicas se fueron sucediendo en los diferentes santuarios, desde los «tholoi» (construcciones circulares de piedra) mesopotámicos hasta las calificaciones de numerosos dioses griegos, como la Deméter Ctonia o Deméter subterránea, expresión de la vida en su estado latente. En general, eran los dioses o demonios de los inflemos. Miguel G. Aracil [Gómez Aracil, 1986b] apunta que dicho término quiere decir, más o menos, «espectro amigo de la sangre»; otros lo traducen como «el que vive en tierra».