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He aquí, grosso modo, mis conclusiones sobre el caso:
Célie, la doncella francesa, y la esposa del vicario son una misma persona. Ha estado conviviendo con Walter, el asesino, o por lo menos mantiene relaciones con él, y sabe lo suficiente para ser peligrosa. Walter está enterado de que ella ha ido a ver a su ex esposo (para pedirle consejo o con otra finalidad cualquiera) y la sigue, dispuesto a un segundo crimen. (Acaso se propone, por medio de él, distraer las sospechas de su propia persona haciéndolas recaer sobre el reverendo Mount, o acaso no le lleve otro propósito que el de impedir que la mujer pueda delatarle.)
Célie llega a la Vicaría y comprueba que su esposo ha salido, así como las criadas. (Esto es una auténtica casualidad. El vicario les había dado un día de asueto, y todos estaban en una exposición de flores realizada a cierta distancia, o en alguna fiesta en las cercanías.) Ella ha escrito también a los Holland dándoles cita allí con fines de consulta.

Ella, que ignora si la ausencia del vicario se prolongará, da unas cuantas vueltas por el jardín, recoge las ciruelas, vuelve a la casa y se encuentra con Walter. Se produce una discusión; el hombre le da muerte, dispone las cosas para que parezca que se ha suicidado, y sale apenas unos minutos antes de que llegue el inspector. Cree que no lo ha visto nadie, pero ulteriormente trascenderá que un campesino se ha fijado en él. Tiene un pretexto magnífico: ha ido a ver al vicario en cumplimiento de sus deberes profesionales como periodista y, al igual que los otros, ha encontrado vacía la casa.
Pero el inspector sabe que Célie ha estado en el jardín no más de diez minutos antes de llegar él (los huesos de ciruela húmedos y el pañuelo así lo prueban), y que por lo tanto tiene que haberse encontrado con Walter, quien habría contado con el tiempo justo para asesinarla y huir, sin darse de manos a boca con Rudge.
(Si hiciera falta más tiempo, el pañuelo y los huesos de ciruela podrían encontrarse en la sombra, donde hubieran tardado más en secarse.)
La pista de las ciruelas verdes es importante, además, por otro motivo, ya que gracias a ellas deduce el inspector (antes que el campesino haya reconocido a Walter) que una mujer que se pasea animadamente por un jardín comiendo ciruelas, no es verosímil que se suicide tres minutos más tarde.
La tarjeta de duelo es una pista falsa. Su autor es en realidad una de las criadas o el mismo vicario, y representa un mensaje auténtico para cualquier visitante eventual. O puede ser también un mensaje falsificado por Walter, imitando la letra del vicario, para evitar que se descubra el asesinato hasta pasadas unas cuantas horas.
No sé cómo explicar la participación o la no participación de los Holland en el crimen que nos ocupa.
Para mí es completamente incomprensible y por eso he procedido como si fueran dos personas perfectamente inocentes, y las pruebas que los acusan puramente accidentales...
A decir verdad, no tengo la menor idea de lo que puede haber ocurrido, y he tratado de escribir un capítulo con el que cualquiera pueda probar lo que mejor le parezca.