CAPITULO XIII
Todo esto no lo sabía yo entonces; amaba las bellezas de orden inferior, me iba a lo profundo y decía a mis amigos: "¿Amamos algo, acaso, que no sea bello? Pero, ¿qué es la hermosura y qué cosas la tienen? ¿Qué es lo que atrae nuestro ánimo hacia las cosas cuando las amamos? Pues si ninguna gracia ni hermosura tuvieran no nos moverían". Bien advertía yo que en los cuerpos se da una integridad en que reside su hermosura; pero algo muy distinto es su aptitud y la decencia con que se acomodan a algo, como los miembros del cuerpo, que se acomodan y proporcionan al todo. Y muchas otras cosas hay que así son. Esta consideración brotó en mi ánimo desde muy hondo y escribí sobre el tema de lo bello y de lo apto dos o tres libros, no lo recuerdo con exactitud. Tú, Señor, sabes cuántos fueron; yo no los conservo, pues no sé cómo se extraviaron.