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—¿Creéis que Kelly informará nuestra misión? —preguntó Duncan.
Los tres estaban en la parte delantera del 707. La tripulación de la Fuerza Aérea no les prestaba demasiada atención. El despegue de la Isla de Pascua había sido tranquilo y ahora se dirigían hacia la base aérea de Osan, en Corea del Sur, para llegar lo antes posible.
—No, no lo hará —respondió Nabinger.
—¿Por qué está tan seguro? —quiso saber Duncan.
—No nos pondría en peligro.
—Me pareció que su visión del asunto es que nosotros somos los que nos ponemos en peligro a nosotros mismos —observó Duncan mirando a Turcotte, que no había dicho palabra desde que embarcaran—. ¿Y tú qué opinas?
—No lo sé. No creo.
—Puedo ordenar que la aíslen del mundo exterior —afirmó Duncan—. Puedo pedir que la tengan custodiada.
—¿Entonces cuál sería la diferencia entre nosotros y Majestic-12? —preguntó Turcotte.
—Sí, lo entiendo —afirmó Duncan—. Solo me preocupa un poco, ¿no es lógico?
—Yo también estoy preocupado —afirmó Turcotte. No quería seguir hablando de Kelly Reynolds y de la manera en que había actuado últimamente—. ¿Cuándo pasará la Viking encima de Cydonia?
Duncan miró su reloj.
—En cinco minutos. —Señaló la parte de atrás del avión—. Podemos acceder al enlace seguro de la Viking y obtener las imágenes que transmita. Al menos estaremos al día con eso.
Turcotte y Nabinger la siguieron por el pasillo, pasaron por una puerta y llegaron al sector de comunicaciones. Había hileras de ordenadores y la luz era tenue, lo que resaltaba el brillo de las pantallas. Turcotte reconoció el avión como una versión de comando y control que la Fuerza Aérea había desplegado en todo el mundo.
—Por aquí —indicó Duncan, conduciéndolos a un ordenador específico. Allí había una joven teniente de la Fuerza Aérea y lo único que se veía en la pantalla era un cursor.
—Conéctenos con el enlace de bajada de la NASA para la Viking, teniente Wheeler —indicó Duncan.
—Sí, señora. —Wheeler tecleó varias palabras en código. Apareció una advertencia en la pantalla que informaba a quien hubiera llegado tan lejos que estaba violando la legislación federal si accedía a esa pantalla sin acceso autorizado e indicaba que se detuviera en ese momento.
Luego, la advertencia desapareció.
>JPL: REPOSICIONAMIENTO CASI COMPLETO — T5 MINUTOS
—¿Es hora nuestra o de Marte? —preguntó Turcotte.
Duncan no comprendió, pero la teniente Wheeler captó lo que quiso preguntar.
—Nuestro tiempo, cinco minutos —afirmó. Miró a Duncan—. Se necesitan dos minutos y medio para que una transmisión de radio o de datos llegue desde Marte a la Tierra. Cinco minutos para nosotros son dos minutos y medio para la Viking, más dos minutos y medio para que llegue la transmisión.
>JPL: T3 MINUTOS. PRÓXIMAMENTE VERIFICACIÓN DE SISTEMAS DE IMÁGENES.
>UNAOC: TODAS LAS ESTACIONES EN LÍNEA. ESPERANDO ENLACE DE BAJADA.
>JPL: REEMPLAZANDO ENLACE DEL VIKING A TODAS LAS ESTACIONES.
>VIKING: SISTEMAS DE IMÁGENES AUTORIZADOS.
—¿No te preguntas por qué la NASA nunca investigó la región de Cydonia antes? —le preguntó Turcotte a Duncan—. Evidentemente, podían mover el orbitador Viking fácilmente hasta allí.
—Investigué un poco el tema —respondió Duncan—. Por lo que pude ver, no había demasiado combustible. Creo que con esta misión han usado todo el que quedaba. Con ese combustible hubiera mantenido su órbita por unos años más.
—¿Siguiendo la misma ruta, año tras año? —quiso saber Turcotte—. Quizá el Majestic-12 algo tuvo que ver con eso.
—Eso es muy posible. Pero ahora lo estamos viendo —respondió Duncan.
>VIKING: ÓRBITA ESTABLECIDA EN COORDENADAS DESIGNADAS.
Se produjo una pausa.
>VIK1NG: TODOS LOS SISTEMAS ACTIVADOS. INICIANDO IMÁGENES.
La pantalla se puso en blanco y luego Duncan y Turcotte se inclinaron hacia delante cuando apareció el dibujo del Rostro sobre la superficie de Marte. La imagen era dos veces más grande que la que habían visto desde la Surveyor.
—Joder —masculló Turcotte—. ¿Cómo pueden haber dicho que eso era una formación natural?
No había forma de confundir la imagen.
—Mirad las orejas —observó Nabinger—. Los lóbulos son largos, como los megalitos de la Isla de Pascua.
—Bueno, al menos sabemos qué aspecto tienen —acotó Duncan.
—Allí. —Turcotte señaló con el dedo un objeto rectangular sobre la pantalla—. Ese es el Fuerte.
—¿Qué es eso en el centro de los paneles? —preguntó Lisa Duncan.
—Aún no puedo distinguirlo —respondió Turcotte.
>VIKING: ESCANEANDO.
La imagen comenzó a ampliarse cuando, de repente, se produjo un resplandor brillante en el centro de los paneles solares. La luz se agrandó. Al principio, Turcotte pensó que estaba consumiendo los paneles, pero luego se dio cuenta de que se hacía más grande porque se acercaba a la cámara. La luz se amplió hasta convertirse en toda la imagen, y luego lo único que apareció en la pantalla fue lluvia estática, como si se tratara del comienzo de La dimensión desconocida.
>JPL: ENLACE CAÍDO.
>JPL: ENLACE CAÍDO.
>JPL: INTENTANDO RECUPERAR ENLACE.
>JPL: ENLACE CAÍDO.
>JPL: INTENTANDO RECUPERAR ENLACE.
>JPL: NO SE PUEDE REESTABLECER ENLACE.
SE PERDIÓ CONTACTO CON VIKING.
—Se perdió —observó Turcotte.
—¿Esto no se estaba transmitiendo en vivo a los medios? —preguntó Lisa Duncan.
—No, señora. La NASA lo estaba liberando con un retraso de cinco minutos. —Wheeler apagó el ordenador.
—¿Qué creéis que ha pasado? —preguntó Turcotte, pero no obtuvo respuesta.
Mientras se dirigían a la parte delantera del avión, Nabinger se detuvo en una de las centrales de ordenadores. Se unió a ellos unos minutos después con información.
—Cing Ho fue un almirante chino en el año seiscientos cincuenta y seis antes de Cristo. El emperador le encomendó liderar una expedición a Medio Oriente. Viajaron hacia el Mar Arábigo y el Golfo Pérsico. Según los historiadores, la expedición regresó misteriosamente y los chinos nunca volvieron a organizar una expedición naval.
—Así que Cing Ho llevó la esfera de rubí al Valle del Rift y luego volvió a casa —sugirió Turcotte.
—Parece que sí.
—Me pregunto por qué —dijo Duncan—. Eso fue miles de años después de que terminara la rebelión de los Airlia. ¿Qué pasó en el año seiscientos cincuenta y seis antes de Cristo que hizo que los chinos emprendieran esa expedición?
—Esperemos averiguarlo en la tumba —acotó Turcotte—. Y después de lo que sucedió con la Viking, creo que es aún más importante que lo averigüemos.
En el JPL estaban concentrados en la Viking y se hacían la misma pregunta. Larry Kincaid sabía la respuesta: la sonda había desaparecido. El cómo y el porqué eran dos preguntas distintas, y la segunda se asentaba sobre la idea de una acción deliberada como respuesta a la primera.
Había visto la imagen de seguridad del IMS y el resplandor de luz que brotó de la superficie de Marte y envolvió a la Viking. Cuando la luz desapareció, no había nada allí, al menos nada que el IMS pudiera detectar.
Se sentó al fondo de la sala de conferencias mientras los mandamases del JPL seguían preguntándose qué había pasado. El problema más inmediato era qué hacer con la cinta del incidente. Aún no se había dado a conocer públicamente, y las emisoras ya estaban poniendo el grito en el cielo, pues tuvieron que extender su programación previa mientras esperaban las primeras imágenes del complejo de los Airlia en Cydonia a través de la sonda Viking II. Hasta el momento, la única decisión había sido retener la cinta y emitir un comunicado que informara que se habían producido desperfectos técnicos y que debían esperar a que la sonda completara otra órbita y volviera a estar sobre la misma zona, es decir, unas tres horas. Las emisoras no estaban muy satisfechas con esa noticia, pero al menos podían volver a sus programaciones habituales.
La cúpula del JPL tardó otros quince minutos en hacer lo que siempre hacían: recurrir a Kincaid. Este había dedicado ese tiempo a reflexionar sobre los otros aspectos del incidente que atormentaban su mente.
—La Viking II ya no existe, caballeros —afirmó cuando finalmente le preguntaron—. No importa si sufrió un grave desperfecto, o si se destruyó, pues hemos perdido toda la telemetría con la sonda. Aunque siga allí arriba y continúe en órbita sobre Cydonia, no nos servirá de nada. Nuestros instrumentos terrestres y en el espacio, incluido el IMS del Surveyor, registraron una luz brillante que brotaba del centro del conjunto de paneles solares en Cydonia cuando la Viking pasaba por encima.
—¿Qué era la luz? —quiso saber alguien.
—No lo sé —respondió Kincaid.
—¿Su mejor sugerencia? —pidió el director del JPL.
—Me parece que debe haber sido una liberación de energía del procesador del panel, que lógicamente estaría en el centro del conjunto. Sería un estallido como el que brota a veces del sol, aunque en una escala mucho menor. El pulso electromagnético hubiera bastado para freír todos los circuitos de la Viking. Si era un pulso muy fuerte, puede haberla destruido materialmente. Si ese es el caso, simplemente fue mala suerte que estuviera pasando por encima justo cuando sucedió.
—¿Y si no lo es? —preguntó una nueva voz ubicada a la derecha de Kincaid. Se volvió. Allí había un hombre de pelo canoso, de pie. No tenía arrugas, lo que hacía que no fuera fácil determinar su edad. Usaba gafas oscuras, a pesar de estar en un lugar cerrado, y vestía pantalones negros, una camisa y una chaqueta deportiva, sin corbata, con el cuello abotonado. Tenía una identificación colgada de la chaqueta de un color que le indicaba a Kincaid que el hombre venía con la autorización más elevada que existía.
Kincaid eligió con cuidado sus palabras.
—Si no fue una coincidencia, entonces la destrucción de la sonda Viking fue intencional.
Ante esa frase, la conmoción invadió a todos los presentes.
—¡Un momento! —gritó finalmente el director del JPL para llamar la atención de todos—. No nos apresuremos. Lo más probable es que haya sido una coincidencia, pero incluso si no fue así… Incluso si no fue así —repitió por encima del bullicio que se creó—, debemos recordar que el mensaje que recibimos de Marte provino de un ordenador guardián, y no de Aspasia. El mensaje decía que Aspasia se despertaría, no que estuviera consciente. ¿Y qué hace un ordenador guardián? Es un guarda. Quizá cuente con un sistema de defensa que se activó automáticamente cuando se abrió la pirámide y quedaron expuestos los paneles solares. ¿Y si la sonda Viking activó el sistema cuando pasó por encima? No creo que haya sido un acto deliberado, y esa será mi postura frente al Presidente. En cuanto a los medios, continuaremos con la versión de que se produjo un desperfecto técnico, que es, en esencia, la verdad. Les diremos que el desperfecto se originó al cambiar la órbita de la Viking.
«Que es una mentira», pensó Kincaid, pero no dijo nada. Había trabajado en el JPL demasiado tiempo como para decir algo en voz demasiado alta. Además, el extraño hombre de pelo canoso que estaba en el fondo de la sala lo perturbaba. El hombre miraba al jefe de Kincaid con un atisbo de sonrisa en sus labios pálidos.
—También les diremos a los medios que el desperfecto fue tan severo —continuó el director del JPL— que no podremos recibir más transmisiones de la Viking. —El hombre se interrumpió y miró a Kincaid—. ¿Hay algo que podamos hacer?
—Tenemos la Mars Surveyor —dijo Kincaid con reticencia.
—Pensé que no teníais control sobre Surveyor.
—Estamos solucionando el problema —afirmó Kincaid—. Como sabéis, hemos estado usando el IMS como respaldo del orbitador Viking.
—¿Cuánto tiempo se necesita para que la Surveyor alcance una órbita estable?
—Nos llevará unos días —respondió Kincaid. Miró a la derecha al sentir la mirada intensa del hombre canoso clavada en él. El hombre se dio vuelta y salió de la habitación con la misma brusquedad con la que había entrado.
—Eso es todo, caballeros.
Todos los miembros administrativos y burocráticos de la cúpula del JPL comenzaron a salir, pero Kincaid permaneció sentado. Tenía la sensación de que quizá el hombre de pelo canoso lo estaría esperando en el pasillo, pero no tenía ningún deseo de acercarse a ese tipo. Además, no quería encontrarse con nadie de la prensa. Sabía que algunos que él conocía de pasada estarían fuera, y él se vería obligado a mentirles.
Por eso, simplemente se quedó sentado, pensando. Cuanto más pensaba, peor se sentía.