Agradecimientos
Mis más sinceras gracias a Alexis Hurley, mi amigoagente (de acuerdo, me he inventado la palabra, pero es acertada). Creíste en mí cuando lo único que tenía yo era un manuscrito en ciernes y una idea extravagante. Muuuaaá.
Merci beaucoup también a mi editora, May Chen, por destrozar de arriba abajo mi trabajo con las más dulces palabras y hacer que fuera muchísimo mejor, y a Carrie Feron, por haber previsto que esto pasaría.
Gracias con falda escocesa y tocando la gaita para Emir, Blythe, Iain, Aileen y Sara: los escoceses especiales que me ayudaron a celebrarlo cuando me enteré de que este libro se iba a publicar.
Inmensas gracias con franjas moradas y rosa para mi familia: mi humanitaria hermana Sho (por los pasteles de virutas de chocolate y el mucho tiempo que pasó ayudándome a corregir); mi taimada hermana Shmefy (la inminente criminóloga que me aconseja cómo matar a los personajes de mis historias); mi primo y colega de café Dido (la única persona del mundo que baila como un tonto conmigo cuando Louis Armstrong canta «I wanna be like you»); mi primo artista Omer (por sus espléndidas sonrisas y por tener tantísimo talento: comprobadlo en annanne.com); mi adorable primo Kerimi (por darme los abrazos más fuertes y recordarme que debía tranquilizarme); mi tío Amco (por su optimismo sin fondo); mi tía Gulgun Teyze (por no separarse de mí aunque sabía que me había perdido… pero al final encontramos el monumento, ¿verdad?); mi abuelo Dede Man (por su maravillosa y contagiosa sonrisa); mi bella madre (por darme ánimos en todo momento: gracias por seguir acompañándome cuando tengo que ponerme una vacuna; ¡detesto seriamente las inyecciones!); y a mi padre, el Babo (por hacerme ver películas de vampiros cuando era pequeña y porque le gustan los osos de peluche tanto como a mí). Gracias a todos por creer en mí y hacer la vida mucho más interesante.
Y por último, y no por ello menos sentidas, gracias con lunares a vosotros, Acelya, Ali y Dodo (alias los Tres Mosqueteros, aunque no llevan armas ni van vestidos de mosqueteros), que ríen conmigo, se ríen de mí (siempre en mi cara) y por lo general me alegran el corazón.