En el campo educativo nos reconfortan otros buenos datos.
Se puso en marcha un plan llamado maestro + maestro para disminuir la repetición de grado y el abandono de la escuela que afecta a millares de alumnos. La situación alcanza sus niveles más críticos, por supuesto, donde las aulas contienen más cantidad de estudiantes, las cooperadoras se revelan anémicas y la infraestructura desata el llanto.
Este plan ha comenzado en los establecimientos de los barrios más pobres de la Capital Federal. Consiste en agregar al maestro de grado un docente auxiliar que tiene varias funciones: trabajar en forma personal con los niños que muestran más dificultades, hacerse cargo del aula cuando el otro maestro sale a capacitarse o acompañar al docente principal en el desarrollo de las clases. En lugar de excluir a los chicos con problemas de aprendizaje y estigmatizarlos como repetidores, se trabaja con ellos en la misma escuela para hacerles remover los obstáculos, que a menudo no son graves.
El método tiene otros aspectos importantes: incluir a los padres, a quienes se les enseña cómo estimular a sus hijos, relacionar la lectura con el placer y fomentar la participación de todos mediante el aporte de materiales para la biblioteca y juegoteca, aunque sea con guías telefónicas, revistas, folletos y objetos fuera de uso.
En dos años esta innovación consiguió que el fracaso promedio del 17% bajase a la mitad.
Por otro lado, el Ministerio de Educación acaba de lanzar un programa que llegará a 14.000 escuelas y beneficiará a 1.200.000 chicos en todas las provincias. Repartirá 1.100.000 mochilas con libros de texto, cuadernos, lápices y mapas. El material será distribuido en camiones, helicópteros y hasta a lomo de mula donde sea necesario, con el apoyo de unidades del ejército en regiones de acceso difícil.
Más de 30.000 niños que hayan abandonado los estudios recibirán subsidios para volver a la escuela media y capacitarse para su inserción laboral.
De inmediato comenzará la reparación y ampliación de 1.325 escuelas. Además, otras 2.000 escuelas serán remodeladas con el trabajo de padres desocupados que recibirán una retribución por sus tareas.
El monto destinado a este operativo es de 220 millones de pesos. Pero, además, se acompaña de la decisión política de garantizar por ley 180 días de clase anuales, para dar un espaldarazo a los valores que el país necesita: constancia, esfuerzo y responsabilidad. En otras palabras, ni los materiales ni las tareas docentes permanecerán divorciados, como era la norma, sino que se unirán y potenciarán.
Con el mismo criterio se ha comenzado a elaborar el sistema de «padrinazgo científico». Es un comienzo de respuesta a las amargas y justificadas críticas que se formulan por el escaso interés que la ciencia posee en nuestro país. No hay duda de que falta una mejor presencia del mundo científico en la escuela primaria y secundaria. Urge promover el amor a la investigación. Para ello se reunirá a profesores del área ciencia de los colegios con investigadores de reconocido prestigio a fin de actualizar sus conocimientos y fomentar su entusiasmo. Además, se interesará a cien científicos argentinos de primer nivel para que dicten cien clases magistrales por televisión. Es una apuesta valiosa que, como tantas otras, no necesitó ser inventada aquí. El ministro de Educación en persona pudo verificar que en los Estados Unidos eximios investigadores concurren a los colegios primarios y secundarios para narrar su fascinante mundo.