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Corran mantenía el rostro medio escondido detrás de la mano derecha, y sólo se atrevía a contemplar el holograma flotante del mundo mítico de Phenaru Primera con el ojo izquierdo. Aparte de la adición de un anillo de asteroides y un océano allí donde estaba el continente del sur, y de algunos ajustes en los perfiles costeros, era exactamente igual a Borleias. El mundo proyectado por el ordenador giraba lentamente por encima del cilindro en el pozo de la sala de reuniones de los pilotos. Tenía un aspecto tranquilo y casi apacible, especialmente sin las superposiciones de las corrientes de aire que Silbador acostumbraba a proyectar sobre él.
«Pero por muy apacible que parezca, no es el sitio en el que quiero morir…»., pensó Corran.
Wedge prosiguió con su exposición.
—Nuestro objetivo es un conducto de ferrocreto de aproximadamente cuatro metros de diámetro y cuarenta metros de longitud. Está reforzado, y dispone de cables de suspensión que ayudan a sostener su peso. Un solo torpedo protónico debería bastar para destruirlo, pero no estamos muy seguros de hasta qué punto aparecerá con claridad en los ordenadores de puntería. Suponiendo que consigamos obtener una fijación de blanco para hacer el disparo, probablemente habrá que efectuarlo a una distancia muy reducida.
Nawara Ven se acarició lentamente el extremo de una de sus colas cefálicas.
—¿Meterse por ese valle tan estrecho y acertarle a algo que tiene un tercio del tamaño de un ala-X, y eso sin poder contar con la ayuda de un ordenador de puntería? No puede hacerse.
Gavin meneó la cabeza.
—Eso no es nada. En el Cañón del Mendigo…
El joven se apresuró a callarse en cuanto Wedge le dirigió un enarcamiento de ceja.
—Creo que ningún piloto procedente de Tatooine ha pensado jamás que una misión pudiera ser realmente difícil de llevar a cabo, especialmente cuando la misión consiste en volar por el interior de un cañón.
—Bueno, señor… Realmente el objetivo no es tan, tan pequeño, ¿verdad?
Corran se echó a reír.
—Par de metros más o menos, el objetivo tiene el tamaño de un hutt acostado. Y además, el conducto probablemente podrá moverse bastante más deprisa que un hutt.
Incluso Wedge celebró el comentario con una carcajada, pero Corran sabía que la reacción de hilaridad general no se debía al más bien escaso humor que contenían sus palabras. Todos los presentes en la sala —los nueve pilotos del Escuadrón Rebelde que seguían con vida y Tycho Celchu— sabían que la misión que les estaban presentando era muy difícil. El origen de las carcajadas había que buscarlo en la tensión nerviosa que producía el mirar a la muerte cara a cara, y en el hecho de saber que la muerte era la que tenía más probabilidades de salir vencedora en aquella nueva partida.
—El auténtico problema de esta misión es el tiempo de que dispondremos sobre el objetivo —dijo—. Vamos a utilizar una lluvia de meteoros como cobertura para nuestra inserción en la atmósfera. Eso significa que tendremos que maniobrar a través de los asteroides tanto para llegar a Phenaru como para salir de allí. También tendremos que recorrer un vector bastante largo hasta que nos sea posible alcanzar la velocidad lumínica, a fin de poder ejecutar el salto que nos sacará del pozo gravitatorio. Todo eso significa que dispondremos de algo así como media hora encima del objetivo. Si consumimos demasiado tiempo y demasiado combustible combatiendo con el enemigo, entonces nunca saldremos de allí.
Bror Jace se rascó el inicio de barba de un rubio casi blanquecino que cubría su mentón.
—Eso supone unos márgenes de maniobra realmente muy estrechos, ¿verdad? El recorrido por el valle debería consumir una tercera parte de ese tiempo. Si sólo seis de nosotros vamos a ir, eso equivale a una pasada por cada elemento de vuelo.
—Jace tiene razón, comandante. —Rhysati frunció el ceño—. ¿No podríamos disponer de algunos depósitos de combustible auxiliares para nuestros T-65?
Wedge volvió la mirada hacia Emetrés, que permanecía inmóvil en un rincón de la sala.
—Según la última comprobación llevada a cabo sobre nuestro inventario no disponíamos de ninguno, y una consulta al sistema de peticiones de la Alianza indica que hay un montón de solicitudes pendientes de ser atendidas en la lista de espera. Eso es lo que dijiste, ¿verdad, Emetrés?
—Sí, señor. —El androide levantó una mano e inclinó la cabeza hacia un lado—. Pero ahora disponemos de unos cuantos, señor.
—¿Qué estás diciendo? —Wedge frunció el ceño—. Creí entender que habías dejado muy claro que el solicitarlos sólo serviría para perder el tiempo.
—Cierto, señor. —El androide llevó a cabo un encogimiento de hombros que no tenía nada de mecánico, y que consistió básicamente en hacer que su cabeza subiera y bajara sobre su cuello—. Vi que los necesitábamos, así que me los agencié.
—¿Te los «agenciaste»?
—Costaron un par de las armaduras de las tropas de asalto que todavía nos quedaban de Talasea, el equipo para climas fríos que no estamos utilizando en Noquivzor, y unas cuantas piezas sueltas y sistemas de repuesto para los que hay muy poca demanda.
El comandante del escuadrón contempló en silencio al androide durante unos momentos.
—¿Cuántos depósitos has conseguido? —preguntó por fin.
—Media docena.
Wedge meneó la cabeza.
—¿Y sólo conseguiste seis depósitos de combustible auxiliares a cambio de todo eso?
—Señor, cuando se interna obtener mercancía utilizando esa clase de métodos puedes conseguirla rápidamente, en buen estado o barata…, pero sólo tienes derecho a elegir dos de esas opciones. —La cabeza en forma de concha del androide volvió a su posición habitual—. Los depósitos se encuentran aquí, y Zraíi ya está preparado para instalarlos en las naves. Además, los está equipando con un dispositivo de eyección rápido para que los pilotos puedan lanzarlos al espacio en cuanto hayan quedado vacíos. Tal acción les librará de tener que cargar con un cierto peso muerto cuando se estén enfrentando con los bizcos, y esos depósitos auxiliares aumentarán en un cincuenta por ciento el tiempo que podrán pasar encima del objetivo.
Cuarenta y cinco minutos sonaban como una eternidad, y en algunos aspectos lo eran. Dentro de una atmósfera los motores consumían mucho más combustible que en el espacio debido a la fricción y la resistencia del aire. Como cazas, los ala-X eran bastante superiores a los TIE en un combate atmosférico, pero los dos escuadrones de TIE estacionados en la superficie proporcionaban una superioridad numérica de cuatro a uno al enemigo. «Las probabilidades estarán en nuestra contra, y ya agotamos todas las reservas de suerte durante nuestra visita anterior a Luna Negra…».
Rhysati levantó una mano.
—¿Y ese valle dispone de alguna clase de defensas?
Wedge meneó la cabeza.
—Que nosotros sepamos no, pero es posible que haya unas cuantas. Quien entre el primero tendrá que ir con mucho cuidado. Es muy improbable que la primera pasada consiga quedarse con el gran premio.
—No me cuesta nada creerlo. —Corran se rascó la nuca—. ¿Qué va a hacer la gente de Page? ¿Descenderán mientras estamos llevando a cabo nuestras pasadas?
—Suponiendo que fueran a hacerlo, teniente, la respuesta a esa pregunta estaría considerada como alto secreto. —Wedge titubeó durante un momento, y después asintió—. Pero es el curso de acción que parece más lógico, ¿verdad? De todas maneras, si alguno de nosotros tiene que quedarse allí, entonces… Bueno, el caso es que lo pasará francamente mal, porque tanto el combustible como la suerte se le habrán terminado antes de que se inicie el ataque para el que se nos ha encargado llevar a cabo los trabajos de preparación.
Bror Jace asintió lentamente.
—Es una misión suicida.
—No, y eso es precisamente lo único que no quiero que sea. Todos los hechos disponibles indican que va a ser una misión muy peligrosa. —Wedge entrelazó las manos—. Tenemos seis naves y ocho pilotos. Lo siento, Ooryl pero me temo que hasta que no dispongas de una prótesis adecuada no puedo considerarte lo suficientemente recuperado como para tomar parte en esta misión.
El compañero de ala de Corran se hundió un poco más en su asiento. Los androides médicos habían provisto al gandiano de un extraño artilugio que recubría su muñón con lo que parecía —y olía— como un puchero de bacta hirviendo. Debajo de él, un rudimentario brazo protésico terminaba en unas pinzas que se abrían y cerraban.
—Qrygg presenta disculpas por el fracaso de Qrygg.
—Entendemos tus sentimientos, Ooryl. —Wedge se cruzó de brazos—. Tres de vosotros pueden volar, pero no disponen de nave. El ala-X de Lujayne se encuentra en condiciones de volar. Si todos os ofrecéis voluntarios para esta misión, elegiré a uno de vosotros al azar para que pilote esa nave. Si alguien más no quiere ir, recurriré a vosotros. ¿Todos queréis ir?
Los tres pilotos asintieron.
—Efectúa una elección aleatoria, Emetrés —ordenó Wedge.
El androide emitió un suave zumbido.
—Nawara Ven —dijo después.
Shiel soltó un gruñido, y Erisi le dirigió un encogimiento de hombros a Rhysati.
Wedge sonrió.
—Bienvenido a bordo, señor Ven. Volará con el señor Jace, suponiendo que él se ofrezca como voluntario.
El thyferrano le lanzó una rápida mirada de soslayo a Erisi y después sonrió.
—Será un gran placer para mí contribuir a la gloria del pueblo thyferrano como representante suyo en esta misión.
—En cuanto a usted, señor Darklighter, le recuerdo que esto no es el Cañón del Mendigo…
—Ya lo sé, señor. Es más grande, y no vamos a ir ahí para divertirnos. —Los labios de Gavin se curvaron en una lenta sonrisa—. Quiero tomar parte.
Wedge volvió la cabeza hacia Rhysati.
—Y usted, Ynt…
—Alguien tiene que aportar un poco de variedad al club de los muchachos, ¿no?
Wedge se volvió hacia Corran.
—¿Hace falta que se lo pregunte?
—¿Quiere saber si estoy dispuesto a ir a un planeta dominado por el enemigo en el cual tendré que volar a través de una especie de zanja creada por la erosión para destruir una cañería de alcantarillado mediante un torpedo protónico mientras los interceptores zumban a mi alrededor, debiendo hacer todo eso sin ninguna esperanza de ser rescatado en el caso de que cometa algún error?
—Eso es exactamente lo que quiero saber —replicó Wedge en un tono lleno de gélida calina.
Corran sintió un extraño sabor amargo en la boca, y notó que se le formaba un nudo en el estómago. A pesar de las protestas de Gavin, Nawara Ven estaba en lo cierto: aquella misión era totalmente imposible. Llevar a cabo alguna de las hazañas mencionadas quizá fuera posible, pero ejecutarlas todas obligaría a los pilotos a dar el máximo de sí mismos. El que alguno fracasara era inevitable, y lo único que todavía no estaba claro era cuántos y quiénes fracasarían.
Todos lo sabían. Lo sabían tan bien como él, y aun así todos se habían ofrecido voluntarios sin pensárselo dos veces. La misión tenía que ser llevada a cabo, y la llevarían a cabo. No se trataba de una cuestión de supervivencia, sino de cuál era la mejor forma de asegurar el éxito de la misión. Todos habían decidido que eran capaces de hacer lo que se les pedía, y finalmente le había tocado el turno a Corran de llegar a la misma conclusión.
—Un enemigo abrumadoramente superior en número, un objetivo difícil, escasas probabilidades de supervivencia… La típica misión para el Escuadrón Rebelde, ¿eh? —Corran asintió—. Iré, pero con una condición.
—Tome parte en la misión o quédese aquí, señor Horn, pero no habrá acuerdos especiales.
—Pues entonces véalo como una consideración táctica. —Corran se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en las rodillas—. Seré el primero en entrar en el valle.
Wedge meneó la cabeza.
—Esa posición ya se encuentra ocupada.
—Necesita un hombre de ala, comandante. —Corran señaló a los otros pilotos con el pulgar—. Ellos han tenido ocasión de adquirir una cierta práctica en el uso de la telemetría obtenida por otra nave para llevar a cabo una misión, y yo no. Haremos la primera trayectoria juntos.
Wedge apartó la mirada de su rostro durante unos momentos, y después sus ojos volvieron a clavarse en Corran.
—Me alegro de tenerle con nosotros, señor Horn. Shiel, Dlarit: trabajarán con el capitán Celchu, y se encargarán de servirnos de oposición mientras llevamos a cabo las prácticas con el simulador. Tendrán que hacer cuanto puedan para matarnos antes de que partamos. Si no consiguen acabar con nosotros…, bueno, en ese caso quizá consigamos regresar para agradecerles todos sus esfuerzos.