28
Kirtan Loor alzó una mano para protegerse los ojos de la pequeña tormenta de polvo causada por las toberas de descenso de la lanzadera. La Sifario descendió en un aterrizaje impecable, con sus luces de descenso creando parpadeos estroboscópicos en el anochecer de Borleia. El zumbido de los motores llenó el aire, ocultando los sonidos de la pasarela que estaba surgiendo de la quilla de la nave.
El agente de inteligencia volvió la cabeza hacia el general Derricote, que acababa de subir el tramo de peldaños de la plataforma de descenso, y le sonrió.
—¿Ha venido a despedirme? Me siento muy honrado.
Derricote le devolvió la sonrisa.
—Su presencia aquí no me ha resultado tan insoportable como tal vez se esté imaginando, agente Loor. —El general le alargó una botella—. Un recuerdo de su visita.
Kirtan la aceptó.
—Whisky corelliano…, y Reserva de Whyren, nada menos. —Examinó el tapón y el holograma impositivo—. Parece auténtico. ¿Lo es, o pretende envenenarme y eliminar así a alguien que podría acabar creándole problemas?
Derricote extendió las manos.
—Si quiere abrirlo y beber un sorbo, le acompañaré. Es auténtico, y altamente costoso, pero cuento con ciertas conexiones que han hecho que me resultara posible obtenerlo. Ah, y no está envenenado porque se lo entrego en señal de agradecimiento. Si usted no hubiera venido aquí, los rebeldes quizá me habrían pillado desprevenido. Creo que el resultado final hubiera sido bastante parecido al que presenciamos, pero… Bueno, nunca se sabe. El que haya utilizado las influencias de que dispone para transferir un escuadrón de cazas estelares TIE del Eviscerador hasta que mis cazas puedan ser sustituidos también se merece un cierto agradecimiento.
La franqueza del general dejó un poco sorprendido a Kirtan.
—¿No cree que el que me hayan ordenado volver al Centro Imperial supone una amenaza para su pequeña operación secreta?
Derricote se encogió de hombros.
—Soy demasiado realista para imaginar que podría mantenerla en secreto eternamente. Confío en que utilizará lo que sabe acerca de ella en beneficio propio, lo cual debería significar que no seré sacrificado meramente porque sí. Esta operación tiene su utilidad, evidentemente. De hecho, me inclino a pensar que Ysanne Isard tal vez la considere más valiosa que cualquier lección que pueda proporcionar a otras personas destruyéndonos a ella y a mí. —Los ojos de Derricote se endurecieron—. Y además, si realmente le considerase una amenaza…, bueno, en ese caso habría muerto durante el ataque rebelde.
«No lo dudo», pensó Kirtan mientras asentía lentamente.
—Acepto su regalo con el mismo espíritu con el que ha sido ofrecido.
«Pero haré que lo analicen antes de tomar el primer trago…».
—También espero que sepa enfocar esta invitación desde el punto de vista del espíritu con el que es ofrecida. —Derricote extendió los brazos como si quisiera abarcar el planeta entero—. El Imperio ha muerto. No sé qué surgirá para sustituirlo, pero el Núcleo se irá calentando poco a poco y el Centro Imperial acabará asándose vivo. Los rebeldes, los señores de la guerra. Cualquiera de ellos podría encargarse del trabajo. El viejo Borleias ya ha pasado por su prueba de fuego, y yo seguiré aquí cuando el Centro Imperial ya no exista. Si necesita un refugio cuando todo empiece a derrumbarse, recuerde que estoy aquí.
Kirtan irguió la cabeza.
—Gracias, general. No le olvidaré, créame… Espero que no tenga que utilizar su invitación, pero en caso de que deba terminar recurriendo a ella, ahora ya sé dónde encontrarle.
—Que tenga un buen viaje al Centro Imperial, agente Loor.
Kirtan alzó la botella en un gesto de saludo.
—Hasta que volvamos a vernos.
**
Wedge estaba sintiendo un aleteo de nerviosa impaciencia en el estómago que no había vuelto a experimentar desde los días de Endor. Volvió la mirada hacia el general Salm, que estaba sentado al otro lado de la mesa de reuniones y tenía los ojos cerrados y asentía para sí mismo mientras ensayaba lo que le iba a decir al almirante Ackbar. El plan que habían trazado a lo largo de la semana podía dar resultado, pero era arriesgado y altamente dependiente del tiempo.
La puerta de la sala de reuniones se abrió y Ackbar cruzó el umbral. Dirigió una inclinación de cabeza a los dos hombres y después ocupó el asiento situado en la cabecera de la mesa ovalada.
—¿Qué es lo que han tramado, señores?
Salm sonrió y pulsó unas cuantas teclas en su cuaderno de datos. El pequeño aparato envió información al disco de proyección holográfica instalado en el centro de la mesa, y un panorama estelar empezó a relucir y a girar lentamente por encima de ella.
—Hemos encontrado una forma de tomar Luna Negra.
El mon calamariano se recostó en su asiento.
—No recuerdo que se les haya dicho a qué mundo corresponde ese nombre en código.
Wedge meneó la cabeza.
—No se nos ha dicho. Tal como estipulaban las órdenes, las coordenadas fueron introducidas en todos nuestros androides astromecánicos y ordenadores de navegación antes de la operación y fueron borradas después. Infortunadamente para la seguridad operacional, uno de los androides astromecánicos de mi unidad dispone de un paquete especial de circuitos forenses y de investigación criminal. Ese sistema va recopilando pruebas y evidencias y, en este caso, el material acumulado incluía una carta estelar del área.
Un leve temblor recorrió las espinas faciales de Ackbar.
—Habrá que hacer algo para corregir esa situación.
—Estoy totalmente de acuerdo con usted, almirante —dijo Salm—, pero ese androide del escuadrón del comandante Antilles nos ha proporcionado una información preciosa que deja muy claro por qué fuimos derrotados y cómo podemos tomar Borleias.
—Y hay más, señor. —Wedge señaló el panorama estelar—. Ordenador, aísla la tríada.
El panorama estelar creció y las estrellas fueron desapareciendo de los bordes de la imagen. Tres estrellas empezaron a brillar con más intensidad en el centro, y delicadas líneas verdes surgieron de la nada para unirlas. Una pequeña flecha que apuntaba hacia abajo en el punto inferior del triángulo indicaba la dirección que había que seguir para llegar al Núcleo y a Coruscant.
—Estos tres sistemas son, por orden descendente, Mirit, Venjagga y Pyria. El del centro, Venjagga, está siendo utilizado como base de operaciones por el Eviscerador. El navío emplea Jagga-Dos como base, y se encuentra allí para proteger las instalaciones de producción de cohetes de alta potencia explosiva. El nivel de producción está considerado como pequeño para los patrones imperiales, pero el hecho de que ese mundo esté produciendo dichos cohetes lo hace digno de ser protegido.
Salm señaló el sistema situado más arriba, el que se encontraba al final de una línea prácticamente recta iniciada en Borleias.
—Ord Mirit se encuentra en el sistema de Mirit. El Imperio abandonó esa base poco después de la batalla de Endor, y trasladó a la guarnición a Corellia para que contribuyera a defender sus astilleros. En realidad, Ord Mirit se encuentra demasiado lejos de cualquier cosa verdaderamente sustancial desde nuestro punto de vista para que pueda ser utilizado en calidad de base, tal como hemos hecho con Ord Pardron. Aun así, forma parte del sector que se le ha encomendado defender al Eviscerador.
»Y finalmente tenemos Borleias. —Salm presionó un botón de su cuaderno de datos, y el panorama estelar se disolvió para ser sustituido por la imagen del planeta—. Cuando estuvimos allí, descubrimos que las estimaciones del nivel de generación de energía efectuadas para el planeta se habían quedado cortas por un mínimo de la mitad y dos escuadrones de cazas, formados nada menos que por interceptores, aparecieron sin ninguna advertencia previa. Todos los datos acerca del planeta de que disponíamos habían sido robados de los archivos imperiales por los descifradores bothanos. Desgraciadamente para nosotros, dicha información era incompleta.
Wedge asintió.
—Lo que hicimos fue retroceder en el tiempo y consultar viejos ficheros sobre Borleias, y esos datos nos proporcionaron las respuestas a preguntas que nunca llegaron a formularse antes de la primera operación. Antes de que el Imperio existiera, Biótica de Alderaan estableció un centro de investigaciones en el otro lado del planeta. Dicho complejo incluía una central generadora geotérmica y un espaciopuerto local. Todo se encontraba situado en la parte norte del planeta, por lo que las instalaciones fueron construidas en el subsuelo a fin de evitar las complicaciones que hubiese ocasionado la dureza de los inviernos. Localizar todas esas estructuras desde el espacio hubiese requerido llevar a cabo una serie de exámenes sensores del planeta.
—Lo que dice el comandante Antilles es totalmente cierto, señor…, y el esfuerzo necesario para localizar esas bases desde el espacio hubiese revelado nuestro interés por el planeta al Imperio.
El mon calamariano recibió el comentario de Salm con una inclinación de cabeza.
—¿Y por qué no había ninguna información sobre ese sitio en los archivos imperiales, general?
—La instalación fue clausurada hace años. Sospechamos que el actual comandante de la base, Evir Derricote, volvió a abrirla y que la ha estado utilizando para producir artículos, principalmente alimenticios, que luego son vendidos a la población refugiada de Alderaan a través del mercado negro. Como mínimo sus superiores imperiales considerarían que eso supone proporcionar ayuda y consuelo al enemigo, por lo que el ocultarles la existencia de las instalaciones parece la solución más lógica.
—¿Sospechan que esas instalaciones y su generador fueron la fuente de la energía utilizada para reforzar los escudos de la base?
—Sí, señor. —Wedge señaló una línea roja que unía la base militar con el complejo biótico—. Un túnel de un kilómetro y cuarto de longitud une los dos grupos de instalaciones, conectándolas por debajo de la superficie del planeta. Existe un valle en el que un conducto de ferrocreto une el túnel de un lado a otro. Ése es el punto débil: el generador está enterrado a tal profundidad que los torpedos protónicos no podrían afectado, y si tenemos intención de adueñarnos del planeta entonces resulta evidente que el destruirlo no tendría ningún sentido.
Ackbar asintió, y después se acarició el labio inferior con la punta de una mano-aleta.
—Si cortan la conexión con la base militar, nos devuelven a las estimaciones originales de las defensas obtenidas por los bothanos. Si volvemos a enviar nuestras naves al objetivo, deberíamos ser capaces de derribar los escudos tal como hicimos antes. Podríamos tomar la base, pero después el Eviscerador aparecería y la destruiría.
Salm meneó la cabeza.
—No si el Eviscerador llega demasiado tarde. Nuestro plan consiste en llevar a cabo una finta en Jagga-Dos. El Emancipador y el Liberador entran en el sistema, utilizando un vector que los llevará al perímetro exterior del pozo gravitatorio creado por el séptimo planeta, un gigante gaseoso. Despliegan mi Ala Defensora y otra ala de cazas, igualando así la dotación de cazas de que dispone el Eviscerador. El Eviscerador desplegará sus cazas y, protegido por su pantalla, avanzará para entablar combate con nuestros navíos.
»Incluso a velocidad máxima, harán falta dos horas para que nuestras naves puedan entablar combate. Nuestros cazas no estarán viajando a la velocidad máxima, y nuestros Destructores Estelares estarán retrocediendo. El Eviscerador creerá que estamos huyendo ante su aproximación o, como mínimo, que tratamos de evitar el tener que combatir. Cuando el Eviscerador llegue a la posición intrasistémica que le permitiría entablar combate, nuestros navíos pasarán a la velocidad lumínica. Los Destructores Estelares pondrán rumbo hacia Ord Mirit, mientras que los cazas se dirigirán hacia Borleias. Su posición dentro del sistema y la presencia de planetas que actuarán como cruceros lnterdictores naturales harán que el Eviscerador no pueda seguir inmediatamente a nuestros Destructores.
Ackbar entrecerró los ojos.
—Y entonces el Eviscerador pondrá rumbo hacia Borleias.
—¿Sin sus cazas? —Salm meneó la cabeza—. Los TIE no pueden entrar en el hiperespacio por sí solos de la manera en que sí pueden hacerlo nuestros cazas. Tendrán que ser recuperados, y eso exigirá cierto tiempo. Borleias puede defenderse, y además resultará obvio que la finta llevada a cabo en el sistema de Venjagga pretende mantener alejado de Ord Mirit al Eviscerador.
El almirante le lanzó una mirada impenetrable.
—¿Y qué razón podría tener el capitán del Eviscerador para llegar a creer que había algo de valor en Ord Mirit?
Wedge sonrió.
—Hemos pensado que algunos de los descifradores bothanos estarán dispuestos a hacer lo que sea con tal de borrar su error. Queremos que entren en las redes imperiales y que introduzcan información capaz de sugerir que una instalación, anteriormente secreta y que acaba de ser descubierta en Ord Mirit, quizá contenga la clave que podría permitir localizar la flota Katana.
Apenas vio el efecto que sus palabras habían tenido sobre Ackbar, Wedge sintió cómo un escalofrío helado descendía por su columna vertebral. Hubo un tiempo en el que la flota Katana había sido totalmente real, pero ya se había convertido en una leyenda antes de que empezaran las Guerras Clónicas. Formada por más de cien navíos conectados por circuitos esclavos, la flota entró en el hiperespacio y nunca volvió a ser vista. Con el Imperio desmoronándose, la posesión de esa flota convertiría a su poseedor en el auténtico gran poder de la galaxia. Si la Alianza lograba dar con ella, la Nueva República se volvería invencible. Si era encontrada por un oficial imperial, verían nacer a un nuevo Emperador.
—Ningún oficial que esté en su sano juicio creerá que la flota Katana pueda ser encontrada. —La boca de Ackbar se abrió para formar una sonrisa—. Pero ningún oficial que esté en su sano juicio puede permitirse rechazar la posibilidad de que pueda ser encontrada. El Eviscerador tendría que ir a Ord Mirit y Ord Mirit se encuentra a…, ¿a doce horas de Borleias yendo a velocidad de flanqueo, quizá?
—Añada las cuatro horas necesarias para ir desde Venjagga hasta Ord Mirit, y disponemos de un mínimo de dieciséis horas para tomar Borleias. —Wedge asintió solemnemente—. El inicio de la incursión contra Borleias será muy sencillo. El Escuadrón Rebelde llega y destruye el conducto. Esperarnos que nuestra aparición y nuestra retirada atraigan una considerable cantidad de atención, porque mientras estemos combatiendo el teniente Page y sus comandos, así como varias unidades similares más, utilizarán el conducto para entrar en la base de Borleias y dejarla incapacitada. También atacarán el espaciopuerto de la estación de biótica. Si lo hacen todo bien, los pilotos de los TIE enviados para detenernos no se enterarán de que la propiedad ha cambiado de manos hasta que vuelvan a casa. En cuanto los comandos hayan logrado acceder a sus objetivos, mi gente se irá.
—La llegada de mi Ala Defensora y de los otros cazas de Venjagga proporcionará una distracción lo suficientemente grande a la base de Borleias para que la gente de Page pueda tomar el control rápidamente, sin necesidad de dañar nada de cuanto utilizaremos posteriormente para defender la base.
Las espinas faciales de Ackbar temblaron de manera casi imperceptible.
—Este regreso a Luna Negra exigirá adoptar unas medidas de seguridad realmente excepcionales.
—Sí, señor, pero contamos con ciertas ventajas en ese terreno. La luna se encuentra en tal posición que obstruye nuestra ruta de escape, por lo que Derricote no se imaginará que vayamos a volver. Estamos preparando un paquete simulador que oculta la identidad de nuestro objetivo. El vuelo sobre la superficie lunar será disfrazado como la travesía de un campo de asteroides, lo cual hará que nuestra gente crea que vamos a atacar un planeta rodeado de anillos. —Wedge sonrió—. Esta vez nuestros pilotos no sabrán adónde van a ir, pero por lo menos sí sabrán con qué van a encontrarse cuando lleguen allí. El mon calamariano asintió.
—Tendrá que ocultar su situación a su oficial ejecutivo.
—Lo sé, y él también lo sabe. No forma parte de la operación, por lo que ha aceptado esa ignorancia forzosa.
El mon calamariano se levantó.
—Creo que es un buen plan, y todavía puede ser mejorado. Pero hay una cosa que me preocupa, comandante Antilles. Es algo que tiene que ver con su Escuadrón Rebelde y con los comandos.
—¿Sí, señor?
—Si las operaciones son iniciadas de manera simultánea, y debo suponer que así será para impedir que una posible alarma dada por el Eviscerador no coloque a Borleias en un estado de alerta máxima a tiempo de echar a perder todos sus esfuerzos, transcurrirán como mínimo cuatro horas antes de que podamos hacer llegar más contingentes a Borleias. Los sistemas de apoyo vital de un traje de vuelo disponen de energía para tres horas, y eso significa que quien quede a la deriva en el espacio morirá.
—Lo sé, señor.
—¿Y su gente lo sabe?
Wedge meneó la cabeza.
—Pero lo sabrán antes de despegar. Cuento con seis naves en condiciones de operar, así que la misión será de naturaleza voluntaria.
—Y terriblemente arriesgada. —El almirante Ackbar asintió con lenta solemnidad—. Volvamos a repasar el plan para estar totalmente seguros de que los beneficios justifican su probable coste. Me parece que ahora ya podría convencer al Consejo Provisional de que lo aprobara, pero unas cuantas modificaciones asegurarán dicha aprobación. Y si las cosas van bien, el camino hacia Coruscant por fin quedará abierto para nosotros…