6
Riéndose con tanto entusiasmo que tuvo que sujetarse el estómago, Corran acabó sentándose de golpe. Sólo consiguió aterrizar parcialmente sobre el banco, y terminó en el suelo a los pies de Emetrés.
—Oh, eso carece de importancia —dijo, y alzó las manos para secarse las lágrimas que se deslizaban por su cara—. Ya lo había olvidado por completo.
El gandiano bajó la mirada hacia él.
—Ooryl no estaba al corriente de que el asesinato fuese algo tan gracioso.
Nawara Ven se cruzó de brazos.
—Y no lo es.
Más o menos en el mismo momento en que Rhysati dio un paso hacia atrás, imponiendo de esa manera la presencia de Emetrés entre su persona y Corran, éste comprendió que había destruido muy, rápidamente todo lo que pudiera haber conseguido mediante su labor de relaciones sociales anterior. El joven corelliano se apresuró a levantarse y se puso muy serio.
—Puedo explicarlo. De veras, puedo explicarlo…
El ahogado twi'lek agitó la punta de una de sus colas cefálicas delante del rostro de Corran.
—He oído decir eso anteriormente.
—Sí, bueno, pero a diferencia de lo que probablemente decían tus clientes, esto es la verdad. —Corran volvió la cabeza hacia el androide.
—¿Puedes acceder a archivos de registro desde aquí?
—Soy perfectamente capaz de llevar a cabo una amplia gama de funciones concernientes a ese…
—Me alegro. A ver si puedes acceder a los archivos de defunción correspondientes a los nombres de los informes sobre esos asesinatos, y luego intenta correlacionarlos con los bits de nacimiento. —Los ojos del androide empezaron a parpadear, y Corran se volvió hacia sus compañeros del escuadrón—. Voy a daros la versión abreviada, ¿de acuerdo? En la Fuerza de Seguridad de Corellia teníamos un oficial de enlace imperial que era lo suficientemente ambicioso como para soñar con llegar a ser un Gran Moff, y que además estaba dotado del talento suficiente en lo que respectaba a manipular los reglamentos y la burocracia como para llegar a convenirse en un severo problema. Ese oficial quería que acabáramos con todas las actividades de contrabando rebelde en el sistema, pero nosotros estábamos más interesados en perseguir a la clase de piratas que realmente le hacían daño a la gente, como los contrabandistas de brillestim y similares. Loor, que así se llamaba el oficial de inteligencia, amenazó con acusarnos de estar ayudando a la Rebelión. Los imperiales que huyeron a Corellia después de la muerte del Emperador le proporcionaron un considerable apoyo al Diktat, y eso significaba que de repente los oficiales imperiales disponían del poder suficiente para respaldar sus amenazas.
»Mi jefe, Gil Bastra, decidió crear nuevas identidades para él, mi compañera Iella Wessiri, su esposo Diric y yo, pero sabía que Loor empezaría a sospechar en cuanto se diera cuenta de que pasábamos mucho tiempo juntos fuera del trabajo. Gil y yo creamos los registros de esos contrabandistas, incluimos indicios de que existían y eran realmente terribles, y luego enviamos informes de que habían sido asesinados. Loor vio todos los informes…, y el leerlos fue lo más cerca que llegó a estar jamás de una auténtica investigación de campo. En una escena cuidadosamente ensayada, Gil me acusó de haber ejecutado a los contrabandistas y yo dije que no los había matado, y que de todas maneras él no podía demostrar que lo hubiese hecho. Organizamos una gran discusión con un montón de gritos, y Loor dio por sentado que nunca más volvimos a vernos después de aquello. Pero nos vimos, y lo organizamos todo de tal manera que pudiéramos alejamos del Imperio. —Corran suspiró—. Loor y yo no nos llevábamos nada bien. Me amenazó con una marca de muerte por todos esos asesinatos si llegaba a hacer algo que no le gustara. Cuando me largué, cuando Loor me tendió una trampa y no consiguió matarme… Bien, el caso es que cumplió su palabra, y de ahí ha salido la marca de muerte.
El twi'Iek extendió las manos y miró al androide.
—¿Dispones de los registros, Emetrés?
—Sí. Incluyen los bits de nacimiento.
—Gil hizo un buen trabajo. Convierte los datos temporales de sus nacimientos al tiempo militar. Invierte los valores para los minutos y las horas, y luego compáralos con la fecha de nacimiento de la siguiente persona por orden alfabético…, utilizando el básico, por supuesto.
El androide inclinó la cabeza hacia la derecha.
—Existe una progresión. La fecha de nacimiento de uno es el mes y el día del nacimiento del siguiente, pero la pauta no llega a completarse.
—Lo hace si añades el día y la hora de mi nacimiento. —Corran sonrió—. —Y además, el hospital en el que nacieron no existe…, y la ciudad en que se supone que se encuentra ese hospital tampoco existe.
Rhysati salió de detrás del androide, extendió el brazo hacia Corran y le dio unas palmaditas en el hombro.
—Me alegra saber que eres inocente, pero ¿no podríais haber encontrado otra cosa aparte de la muerte para engañar a vuestro imperial?
—Bueno, cuando estás en la Fuerza de Seguridad ves tantas muertes que o te las tomas a broma o acaban contigo. Además, ver cómo Loor leía los informes ficticios y reaccionaba a ellos resultó realmente muy divertido.
—En ese caso supongo que el informe de la muerte de Gil Bastra le parecería bastante divertido, ¿no?
Corran se quedó boquiabierto.
—¿Qué?
La cabeza del androide volvió a erguirse.
—También hay una notificación de la muerte de Gil Bastra. Apareció cuando solicité los datos referentes a todos los nombres del informe.
—Eso es imposible.
—Me temo que no, señor. —La cabeza de Emetrés se inclinó hacia la izquierda—. Iba unida a la transmisión número A34920121 de la red holográfica imperial.
El piloto meneó la cabeza y deseó no sentirse tan inexplicablemente vacío por dentro. «¿Gil, muerto?».
—No. No lo creo… Gil no puede haber muerto.
El twi'lek le ayudó a sentarse en el banco.
—¿Qué grado de fiabilidad tiene el informe de su muerte?
Los ojos del androide emitieron una rápida serie de destellos.
—Responder a esa pregunta podría poner en peligro las operaciones de recogida de datos de inteligencia.
—¿Y qué más da, Nawara? —Corran se pasó las manos por la cara—. Era lo bastante fiable para ser emitido por la red holográfica.
Nawara esbozó una sonrisa meticulosamente medida, aunque la visión de sus afilados dientes contenía una sombra de amenaza.
—No, Corran: lo único que sabemos es que el informe de una muerte fue emitido por la red holográfica. Eso no nos dice absolutamente nada acerca de la fiabilidad de la información en la que se basaba el informe. Ese informe podría estar basado en algo que hizo tu Gil, o incluso en algo que vuestro Loor hizo a fin de localizarte.
«Tiene razón…».
—El que seas capaz de detectar esa clase de inconsistencia significa que debías de ser un gran abogado.
El twi'lek le dio una palmada en el hombro.
—Si hubieras intentado establecer un caso contra uno de mis clientes te lo habría hecho pasar muy mal, Corran…, y eso tanto si mi cliente estaba mintiendo acerca de su inocencia como si decía la verdad. Bien, Emetrés, ¿hasta qué punto es fiable ese informe? ¿Existen otros informes que lo corroboren?
—No dispongo de ningún informe relacionado.
—Y el que dispusieras de alguno no cambiaría en nada las cosas, por lo menos si se trataba de informes procedentes de la Fuerza de seguridad de Corellia. Gil tenía pleno acceso a esa base de datos. De la misma forma en que creó nuevas identidades para él mismo, mi compañera, su esposo y para mí, hubiese introducido todos los datos necesarios a fin de que todo pareciese lo más real posible. Os aseguro que hizo un trabajo realmente concienzudo: disponíamos de identidades temporales que nos permitirían viajar a los mundos en los que había creado identidades muy sólidas detrás de las que podríamos escondernos. En mi último destino, me hizo trabajar como ayudante personal del Prefecto Militar local.
Rhysati clavó sus ojos color avellana en el rostro de Corran.
—¿Nos estás diciendo que no eres Corran Horn?
—No, no… Soy Corran Horn. Utilicé las identidades que Gil creó para mí cuando tuve que huir y necesité esconderme, pero me uní a la Rebelión bajo mi verdadera identidad. —Corran respiró hondo, y después dejó escapar un prolongado suspiro—. Escuchad, todo lo que os he dicho acerca de mí es verdad, pero… Bueno, no os lo he dicho todo. No es que no haya confiado en vosotros, pero hay muchas cosas de las que no quería hablar y…
Rhysati extendió el brazo y le apretó suavemente el hombro.
—Eh, todos tenemos malos recuerdos.
—Gracias, Rhys. —Corran estaba sintiendo una extraña opresión en el pecho, pero cuando empezó a hablar notó que una parte de la tensión se iba disipando poco a poco—. Había muchas cuentas pendientes entre Loor y yo, y al saber que iba a largarme de allí empecé a desafiarle realmente en serio. Loor decidió darme una lección. En lo que pensaba sería mi última misión, cogí un ala-X del depósito de aparatos que habíamos capturado y reconvertido para nuestro uso. Se suponía que tenía que someter a una inspección sorpresa a los pequeños contrabandistas que estaban llegando al sistema. Silbador y yo subimos al ala-X: la unidad R2 había estado conmigo en las operaciones de campo, y yo disponía de todos los nuevos expedientes de identidad que Gil había creado para mí. Sin que Loor lo supiera, Silbador ya había computado un cierto número de saltos desde Corellia Porque había planeado llevármelo conmigo cuando me fuera.
»Cuando llegué al sitio en el que se suponía que estaban los contrabandistas, encontré restos de naves y dos escuadrillas de cazas TIE con muchas ganas de guerra. Iluminé a un par de los cazas con mis cañones láser, y luego salté al hiperespacio. Ese es el principio de una larga historia sobre el cómo y el por qué estoy aquí ahora.
Emetrés, los ojos reluciendo como estrellas en su negro rostro, bajó la mirada hacia él.
—¿Dispone de copias de los archivos de identidad del señor Bastra y los demás, señor?
—No. Gil era la única persona que tenía un juego completo, y estoy seguro de que los destruyó. Sólo dispongo del mío, y está guardado en la memoria de Silbador.
—Si pudiera proporcionarme sus expedientes, señor, entonces quizá podría examinar nuestras bases de datos y ver si puedo localizar otros expedientes que hayan sido manipulados de manera similar, lo cual me permitiría determinar si la nueva identidad del señor Bastra nos es conocida.
—Ooryl percibe la sabiduría de este plan.
Corran volvió la cabeza para dirigirle una sonrisa por encima del hombro al gandiano.
—Yo también. No veo en qué puede perjudicarnos.
—Si me lo permite, señor, entonces solicitaré dicha información a su unidad R2 e intentaré resolver este misterio.
Corran asintió.
—Haz todo lo que necesites hacer.
—Sí, señor, lo cual me recuerda una cosa… —El androide entregó a cada piloto una delgada tira de plástico provista de una cinta magnética negra—. Son las asignaciones de sus alojamientos. El señor Horn y el señor Qrygg seguirán estando juntos. Señor Ven, usted se alojará con el señor Jace, y la señorita Ynr compartirá una habitación con la señorita Dlarit.
El corelliano volvió la mirada hacia el gandiano.
—Por lo menos sé que no roncas —dijo, mientras pensaba que en realidad ni siquiera sabía si respiraba.
Los tejidos blandos del interior de la boca de Ooryl ondularon durante unos segundos.
—Ooryl cree que tú tampoco roncas. Ooryl no duerme de la misma manera que la mayoría de los demás, por lo que tu producción ocasional de sonidos rítmicos de naturaleza nocturna no supone ningún problema. De hecho, Ooryl incluso la encuentra un poco relajante y tranquilizadora.
—Es la primera vez que la oigo describir como «relajante y tranquilizadora». —Corran se sonrojó, y después se levantó y le dio unas palmaditas en el brazo—. De hecho, amigo mío, me parece que no hay absolutamente nada en tu compañero de habitación que pueda ser descrito empleando esas palabras.
Los rojizos ojos de Nawara se oscurecieron levemente.
—No voy a enfrentarme a Jace en una lucha por el espacio reflectante para exhibirme, por lo que creo que nuestros conflictos serán mínimos…, lo cual va a ser un gran alivio. Rhysati, en cambio, tendrá más problemas con la otra thyferraniana.
—¿Por qué? ¿Piensas que voy a perder el tiempo preocupándome por mi aspecto para impresionaros? Ni lo sueñes. —Rhysati se cruzó de brazos—. Voy a dedicar todo mi tiempo a convenirme en el mejor piloto del escuadrón, así que el amor no ocupa un puesto muy alto en mi lista de prioridades.
Corran sonrió.
—Y además no necesitas esforzarte para estar hermosa, Rhys.
—Ah, claro. Recuerda eso cuando convierta tu ala-X en un montón de chatarra medio fundida.
—Oh, espero que no haga eso, señorita Ynr… —Una nota quejumbrosa se infiltró en la voz de Emetrés mientras agitaba los brazos—. Los impresos que tendría que rellenar, el consejo de guerra y las solicitudes para los sistemas y las piezas de repuesto… Sería un trabajo realmente interminable.
—Tranquilízate, Emetrés. Sólo estaba bromeando.
—Ah. Oh… Sí, claro. Por supuesto. —Los brazos del androide negro descendieron hasta quedar pegados a sus costados—. Si no me necesitan para nada más, localizaré a ese Silbador suyo, señor Horn, y veré qué puedo hacer para averiguar algo más sobre el destino de su amigo.
—Gracias, Emetrés. —Corran reprimió una sonrisa mientras el androide giraba sobre sus pies y echaba a andar hacia la puerta con pasos tan cortos como cautelosos—. ¿Tuviste que tratar con androides de protocolo en los tribunales, Nawara?
Las puntas de las colas cefálicas del twi'lek retrocedieron levemente.
—Funcionaban como asesores paralegales, pero no se les permitía entrar en el tribunal sin pernos de sujeción. En una ocasión un juez le tiró su mazo a uno.
—Espero que no fuera al tuyo.
—No. Mi presencia no era excesivamente bienvenida en los tribunales imperiales, por lo que cualquier androide que hubiera podido permitirme emplear tampoco habría podido tener acceso a los tribunales.
Rhysati frunció el ceño.
—Pero entonces no había ninguna posibilidad de que la defensa que ofrecías a tus clientes fuese tan eficiente como hubiera debido ser. Eso no es justo.
—La ley y la justicia rara vez se ven servidas al mismo tiempo —replicó Nawara, y se encogió de hombros—. La búsqueda de la justicia ha acabado llevándonos a todos a la Alianza, ¿verdad? Rhys, tú quieres justicia por el traslado forzoso de tu familia cuando el Imperio la obligó a huir de Bespin. Yo estoy buscando la clase de justicia que no pude conseguir para mis clientes. Corran quiere la justicia negada a personas inocentes oprimidas por los funcionarios imperiales. —Nawara hizo una pausa y se volvió hacia el gandiano—. ¿Y tú, amigo mío? ¿Cuál es la justicia que andas buscando?
Los párpados acorazados de Ooryl se unieron durante un segundo sobre sus ojos multifacetados.
—Ooryl no cree que pudieras entender del todo qué es lo que Ooryl busca. La aceptación que Ooryl ha conocido aquí ciertamente es un alivio muy bienvenido después de los prejuicios del Imperio. Eso bastará como la justicia de Ooryl.
—No cabe duda de que es una búsqueda realmente noble, Ooryl —le aseguró Nawara.
Corran fue el primer integrante del cuarteto en salir de la sala de reuniones. La ruta hacia sus nuevos hogares los sacó del complejo principal a través de un túnel y los condujo hasta un conjunto de habitaciones y suites más pequeño. En un pasado ya un tanto lejano la base rebelde había sido un enorme complejo minero de Folor, la luna más grande de Commenor. El sistema de Commenor había sido elegido debido al elevado nivel de tráfico comercial que lo atravesaba, y a causa de su proximidad a Corellia y los mundos del Núcleo.
Corran permitió que su mano derecha se deslizara sobre la lisa superficie de las paredes del túnel.
—¿Realmente buscamos la justicia, Nawara, o en realidad queremos venganza?
—¿O se trata de un caso, Corran, en el que la venganza y la justicia son dos aspectos de la misma cosa? Todos queremos ver caer al Imperio. La muerte del Emperador supuso un progreso para nuestra causa, pero no hasta para conducir el conflicto a la conclusión que deseamos. Tres de cada diez mundos se encuentran en un estado de rebelión declarada y puede que otro veinte por ciento preste un apoyo nominal a nuestra lucha, pero la mitad de los mundos siguen estando firmemente aliados contra nosotros. Cuando el Emperador disolvió el Senado, entregó el control de sus provincias a los Moffs. No creo que Palpatine pensara que esa acción constituyese una barrera protectora contra el desastre, pero ha acabado conviniéndose en eso.
—Lo sé. Si no fuera porque algunos de los Moffs intentan alzarse con el poder e imponerse a los demás, ahora estaríamos a punto de vernos expulsados del Núcleo. —El corelliano frunció el ceño—. Pero con Vader y el Emperador muertos y las Estrellas de la Muerte destruidas, me pregunto si la Rebelión no ha perdido una parte de su apasionado ímpetu inicial.
—Estoy de acuerdo contigo. —Rhysati pasó a la primera fila del cuarteto, y después se volvió para retroceder por el pasillo hasta detenerse delante de ellos—. Vader era un símbolo, al igual que el Emperador, y cuando murieron el alivio fue palpable. Pienso que entonces mucha gente creyó que la Rebelión había alcanzado todos sus objetivos. Me parece que la revitalización del Escuadrón Rebelde es un signo de que por lo menos el comandante Antilles y el almirante Ackbar no comparten esa creencia.
El twi'lek tomó una de sus colas cefálicas entre dos dedos y se la echó hacia atrás, extendiéndola por encima de su hombro izquierdo.
—Al derrotar al Emperador en Endor, la Rebelión demostró que era un auténtico poder con el que había que contar dentro de la galaxia. Un mes después de Endor, el Consejo Provisional de la Alianza emitió su Declaración de una Nueva República. La Rebelión se convirtió en un gobierno, aunque se tratara de un gobierno cuyos recursos reales eran muy reducidos, y presentó una alternativa al Imperio. Los mundos que se unen a la Nueva República lo están haciendo bajo sus propios términos, y esas negociaciones distan mucho de ser tranquilas y rápidas. Destruir al Emperador hizo que muchas naciones se unieran al bando de la Rebelión, pero las que lo hicieron fueron básicamente aquellas que se sentían más oprimidas o amenazadas.
Corran reflexionó durante unos momentos antes de hablar.
—Lo que estás diciendo es que la victoria de Endor transformó una insurrección militar en una entidad política.
—No es exactamente eso, pero se le acerca bastante. La política siempre formó parte de la Rebelión, pero mientras se estaba librando la guerra, ese aspecto permaneció considerablemente dormido, Con la muerte del Emperador se volvió más importante, porque permitía que la Rebelión dispusiera de más mundos sin tener que recurrir a la conquista militar. —Nawara extendió un dedo terminado en una garra para señalar hacia atrás—. La gira victoriosa del comandante Antilles muestra lo importante que era y es la política para la Rebelión, porque un líder militar clave fue apartado del servicio y obligado a desempeñar funciones diplomáticas.
—Y además está todo lo que se cuenta sobre Luke Skywalker y la posibilidad de restablecer los Caballeros Jedi —dijo Rhysati, y sonrió—. Los Jedi ya habían sido aniquilados cuando nací, pero mi abuela solía contarme historias sobre ellos y las Guerras Clónicas.
—Mi abuelo luchó en las Guerras Clónicas.
El twi'lek miró a Corran.
—¿Tu abuelo era un Jedi?
—No, sólo era oficial de la Fuerza de Seguridad, igual que lo fuimos mi padre y yo. Conoció a algunos Caballeros Jedi y combatió junto a ellos en un par de acciones libradas cerca de Corellia, pero nunca llegó a ser un Jedi. Su mejor amigo lo era y murió en las guerras, pero el abuelo apenas hablaba de esos tiempos. —Corran bajó la mirada—. Cuando Vader empezó a perseguir a todos los Jedi, los recursos de la Fuerza de Seguridad fueron utilizados para localizarlos…, y a mi abuelo eso no le gustó nada.
—La clase de resentimiento que esa acción imperial engendró entre la gente constituye precisamente el medio, gracias al que la Alianza puede incorporar nuevos mundos. La princesa Organa y el ejército de diplomáticos que trabajan para la Alianza han hecho más para fortalecer la Nueva República de lo que podría hacer toda la flota Katana…, suponiendo que esa leyenda fuera una realidad y que dispusiéramos del control de dicha flota. Aun así, hay un límite a lo que los diplomáticos pueden llegar a hacer.
—De ahí la reconstitución del Escuadrón Rebelde.
—Eso creo, Corran.
Rhysati frunció el ceño.
—¿Qué se me está escapando?
Corran señaló a Nawara con una inclinación de la cabeza.
—Está diciendo que los diplomáticos ya han extraído prácticamente todo el mineral que pueden llegar a proporcionarnos. Los mundos que quieren unirse a nosotros lo han hecho y aquellos que no quieren unirse a nosotros no lo han hecho, y los que no están muy seguros de lo que quieren hacer necesitarán algo que los convenza. Thyferra, por ejemplo, es la fuente del noventa y cinco por ciento del bacta de la galaxia. En estos momentos Thyferra es neutral y obtiene grandes beneficios vendiendo bacta a todos los bandos, pero queremos tenerlos con nosotros. Introducir a un par de thyferranos en el Escuadrón Rebelde les envía el mensaje de que nos parecen muy valiosos, al igual que ocurre con el hecho de tener bothanos en el escuadrón, —Y la unidad está mandada por un corelliano y cuenta con otro piloto corelliano.
—Nawara se golpeó el pecho con la mano—. En cuanto a mí, o represento a los twi'leks o a los abogados.
Rhysati se rió.
—En ese caso, supongo que yo represento a los refugiados.
Ooryl chasqueó un trío de dedos sobre su tarjeta de datos.
—Ooryl representa a Gand.
—Entonces, y si esta unidad es un símbolo que está lleno de símbolos, se supone que debemos hacer algo muy simbólico para conseguir que más mundos se unan a la Nueva República. —Corran sonrió—. Mientras eso signifique que tendré ocasión de hacer caer el peso de la justicia sobre unos cuantos pilotos imperiales, estoy totalmente a favor.
—Oh, creo que dispondrás de esa oportunidad, Corran. —Los ojos de color rosado del twi'lek se oscurecieron hasta adquirir el color de la sangre seca—. Me parece que el Escuadrón Rebelde dispondrá de la más grande de esa clase de oportunidades.
—¿Crees saber cuál será nuestro próximo objetivo, Nawara?
—Es pura lógica, Corran. —Las colas cefálicas del twi'lek temblaron al unísono—. Antes de que transcurra mucho tiempo deberemos enfrentarnos al mayor de todos los símbolos. Esperemos que nos adiestren muy bien, porque el Escuadrón Rebelde va a ser la punta de la lanza que la Alianza hundirá en el corazón del Imperio.
Un escalofrío helado descendió por la columna vertebral de Corran.
—¿Coruscant?
—Cuanto más pronto caiga, más pronto se desintegrará el Imperio.
—Nunca he querido ir a Coruscant. —El piloto corelliano sonrió—. Pero si he de ir, hacerlo dentro de la cabina de un ala-X rebelde servirá para que la visita resulte muchísimo más memorable.