11

Wedge Antilles sonrió cuando vio que el almirante Ackbar asentía.

—Creo que verá que el escuadrón está haciendo considerables progresos, señor.

El mon calamariano levantó la mirada del cuaderno de datos que había encima de su escritorio.

—Las cifras de ejecución y las puntuaciones obtenidas en los ejercicios son buenas. Su gente es mejor que algunas unidades operacionales.

—Gracias, señor.

—Pero su nivel de disciplina no es el de esas unidades de primera línea, almirante.

Wedge volvió la mirada hacia el general Salm. La irritación que había en su voz hacía juego con la expresión sombría del rostro del hombrecillo. Salm había ascendido a su rango actual desde las filas de los pilotos de ala-Y, y no se sintió nada complacido cuando el Escuadrón Rebelde escenificó un ataque de adiestramiento contra toda un ala de bombarderos ala-Y. Aunque aprobó el ejercicio y lideró uno de los escuadrones, estaba claro que Salm no había esperado que las cosas fueran tan mal para sus alumnos. El Escuadrón Rebelde había perdido cuatro de sus cazas, pero logró destruir a todos los ala-Y salvo seis. Salm fue uno de los supervivientes, lo que Wedge pensaba era una suerte porque, de hecho, si se le hubiese ocurrido antes les habría pedido a sus pilotos que no intentaran abatir a Salm. A pesar de eso, la relación de casi ocho a uno establecida en lo referente a las bajas era mejor de lo que incluso Wedge había imaginado posible y había puesto realmente furioso a Salm.

—Agradezco la opinión de mi escuadrón expresada por el general, pero se trata de pilotos de elite. Pienso que una cierta tolerancia hacia su impetuoso entusiasmo estimula la moral. —Wedge levantó el mentón—. Mi gente tiene que enfrentarse a muchas exigencias y…

—Y en estos momentos —resopló Salm—, no está sabiendo hacer frente a las exigencias marcadas por la reputación de su unidad.

—Le ruego que me disculpe, general, pero creo que está siendo demasiado duro con el Escuadrón Rebelde. —«¡Y la razón es que conseguimos que esos escuadrones suyos llamados Guardián, Vigilante y Campeón merecieran llamarse Lisiado, Enfermo y Moribundo!». El piloto de caza volvió la mirada hacia Ackbar—. No se ha producido ninguna clase de incidentes, dejando aparte el ejercicio en el que el general Salm participó de manera voluntaria, en los que el Escuadrón Rebelde haya hecho nada reprochable.

El líder militar de Mon Cal dejó el cuaderno de datos encima del escritorio.

—Me parece que el general Salm está preocupado, y con cierta razón, acerca de los códigos de ordenador modificados que fueron introducidos en los ordenadores de sus ala-Y. Tengo entendido que dichos códigos hicieron aparecer la insignia del Escuadrón Rebelde en el monitor primario de su unidad después de que sus ala-Y fueran derribados por sus pilotos.

Los ojos de Salm echaban chispas, y Wedge tuvo que hacer un considerable esfuerzo para no ceder a la tentación de sonreír. Gavin Darklighter había creado la insignia y con la ayuda de Zraii, había introducido una imagen digitalizada de ella en los paquetes de arranque y comunicaciones del escuadrón. La insignia, que consistía en una estrella roja de doce puntas con el símbolo de la Alianza en azul ocupando su centro, contaba con un ala-X en cada punta de la estrella. Aunque la imagen no había sido aprobada oficialmente por la Alianza, los astrotécnicos habían empezado a pintarla en los ala-X del escuadrón, y Emetrés ya había solicitado un envío de blasones con aquel diseño.

Wedge no había podido determinar si fue Corran, Nawara, Shiel, Rhysati o alguna combinación de ellos quien convenció al jefe técnico verpiniano de que añadiera la imagen al paquete de Programas de Resolución de Ataque Objetivo-Agresor, pero sí sabía que la unidad R2 de Horn se había encargado de una parte del trabajo de codificación. Cuando el paquete RAOA informaba a los pilotos de los ala-Y eliminados de su situación dentro del ejercicio, tal como había observado Ackbar, la insignia del Escuadrón Rebelde aparecía de repente para gran irritación de los pilotos de los bombarderos.

—He iniciado una investigación sobre esa situación, señor, y he impuesto ciertas restricciones a los períodos de descanso y entretenimiento de la unidad hasta que averigüe quién hizo exactamente qué en todo este asunto.

Salm no pareció quedar muy impresionado por la explicación.

—Lo que ha hecho es permitir que su escuadrón utilice las instalaciones de recreo de manera exclusiva. Ahora pueden pasar más tiempo en el gimnasio que en cualquier momento anterior, y la sala de reuniones del escuadrón cuenta con más equipo de recreo que la Sala de Oficiales de este complejo. Lujayne Forge pasa más tiempo ejerciendo de secretaria social para su jauría que entrenándose.

—Estoy creando un escuadrón al que se le asignarán misiones muy difíciles, general, y eso significa que necesito que todos confíen en los demás. Si eso supone que tienen que acabar conviniéndose en una especie de grupo cerrado…, bien, que así sea.

Ackbar se levantó de su asiento y fue hasta el globo de agua azulada suspendido en el interior de una jaula de haces repulsares. El aparato negaba el efecto gravitatorio, permitiendo que el agua formara un globo perfecto. En su interior un banco de pececitos con franjas azul neón y oro nadaba de un lado a otro. El mon calamariano los estudió durante un momento, y después dirigió una inclinación de cabeza a Salm.

—General, que yo recuerde, sus primeras quejas acerca de las irregularidades cometidas en lo referente al RAOA no tenían nada que ver con la forma en que el Escuadrón Rebelde distribuía su tiempo de descanso y recreo.

—No, señor, pero todo esto resulta altamente indicativo de las dificultades que están creando sus pilotos. Tengo tres escuadrones de bombarderos adiestrándose aquí, así como otros dos escuadrones de cazas. La moral de mis tropas se resiente de que los pilotos del Escuadrón Rebelde estén siendo recompensados por ignorar las reglas operacionales.

Ackbar clavó sus enormes ojos en Salm.

—¿Y cuáles son sus quejas específicas acerca del RAOA?

Los ojos castaños de Salm casi parecían chisporrotear.

—La capacidad para alterar los paquetes de programación de Alto Secreto de que ha dado muestra el Escuadrón Rebelde presenta serias ramificaciones de seguridad, especialmente con Tycho Celchu ocupando el puesto de oficial ejecutivo de esa unidad.

Wedge sintió que se le aflojaba la mandíbula.

—Almirante, en primer lugar Tycho no tuvo absolutamente nada que ver con el incidente, y en segundo lugar Tycho no ha hecho nada que demuestre que deba considerársele como un riesgo.

Ackbar entrelazó las manos detrás de su espalda.

—Estoy de acuerdo con usted en ambos puntos, pero me pregunto si está dispuesto a admitir que las preocupaciones del general Salm tienen un cierto grado de validez.

El líder del Escuadrón Rebelde titubeó, y al final no llegó a expresar en voz alta la apasionada negativa que había preparado mientras escuchaba las palabras del almirante. Wedge no dudaba de la lealtad de Tycho, pero también era consciente de que no sería nada prudente correr riesgos.

—Sí, señor.

—Excelente, porque voy a hacerle una petición de naturaleza un tanto extraordinaria.

—Sí, señor.

—El Escuadrón Rebelde pasará a la fase operacional antes de que termine la semana.

—¿Qué? —exclamó Wedge, sintiéndose como si acabaran de envolverle en una red aturdidora stokhliana—. Sólo ha transcurrido un mes desde que se formó la unidad, señor. Normalmente el entrenamiento avanzado dura seis meses…, cuatro, haciéndolo todo lo más deprisa posible. No estamos preparados.

Ackbar volvió a su escritorio y golpeó suavemente el cuaderno de datos con la punta de una mano-aleta.

—No es eso lo que sugieren sus cifras.

—Almirante, usted ya sabe que una unidad depende de algo más que de las cifras. Mis chicos son buenos pilotos, pero todavía están muy verdes. Necesito más tiempo.

Salm cruzó los brazos delante de su pecho.

—El Escuadrón Rebelde ya ha entrado en combate anteriormente con menos adiestramiento.

—Sí, y perdí a muchos hombres y mujeres magníficos a causa de ello. —Wedge extendió los brazos en un gesto de súplica dirigido a Ackbar—. Almirante, ni siquiera he llevado a cabo ningún ejercicio de hipersalto con esos pilotos…

—Ah, pero yo creía que todos los pilotos eran sometidos a un examen previo para determinar su nivel de capacidad en lo referente a la astronavegación.

—Y todos lo superaron, pero… —Wedge iba a decir que Gavin Darklighter necesitaba más horas de astronavegación, pero Lujayne le había estado supervisando y había informado de que Gavin poseía un don natural para ese tipo de vuelos. «Igual que su primo… Maldición, esto no me gusta nada»— aun así, preferiría disponer de un poco más de tiempo para someterlos a más ejercicios de adiestramiento.

—A todos nos gustaría poder disponer de ese lujo, comandante, pero tenemos que prescindir de él. —Salm frunció el ceño—. Mis ala-Y, esa ala de bombarderos a la que ustedes derrotaron tan elegantemente, pasarán a la fase operacional dentro de dos semanas.

Wedge no dijo nada. «Mi gente se encuentra mucho más cerca de estar preparada para entrar en combate que la de Salm. Como siempre, las necesidades de la Rebelión están por encima de las necesidades de su gente… Pero supongo que ya lo sabíamos cuando decidimos unimos a la Rebelión, ¿no?».

—Almirante, ¿puedo organizar al menos unos cuantos ejercicios de astronavegación para que mi gente esté en condiciones de actuar conjuntamente cuando salga del hiperespacio?

—Por supuesto, comandante. De hecho, dispongo de la misión perfecta para que la utilice con vistas a ello. —Ackbar rozó la pantalla de su cuaderno de datos en dos o tres puntos y las luces de su despacho empezaron a perder intensidad. Al mismo tiempo, un disco de estrellas apareció entre el techo y el suelo. La imagen quedó en posición vertical y un círculo verde aumentó lentamente una sección hasta mostrar Commenor, localizándolo justo al lado de la densidad del Núcleo Galáctico—. Voy a trasladar al Escuadrón Rebelde a Talasea, en el sistema de Morobe.

Los ojos de Wedge se entrecerraron incluso antes de que otro círculo verde pudiera aparecer para indicar la situación del nuevo sistema.

—Eso queda yendo hacia el Núcleo desde aquí.

Ackbar asintió.

—En el Consejo Provisional se han mantenido muchas discusiones acerca de cómo deberíamos proceder en la guerra contra el Imperio. Una gran parte de lo que hemos discutido ha tenido su paralelo en las conversaciones mantenidas por la inmensa mayoría de ciudadanos, tanto rebeldes como imperiales.

—¿Vamos a ir a por Coruscant? ¿Quiere decir que el Centro Imperial pasará a ser el objetivo?

Las pequeñas espinas faciales del mentón de Ackbar temblaron de manera casi imperceptible.

—En realidad no tenemos mucho donde elegir si queremos acabar con los últimos restos del Imperio…, aunque tampoco debemos olvidar que esa meta puede tardar generaciones en ser alcanzada. Muchos de los Moffs están adoptando una actitud de «esperar y ver» con respecto a la Nueva República. Otros, como Zsinj, se han autoproclamado señores de la guerra y están haciendo cuanto pueden para consolidar sus dominios a expensas de los de los vecinos más débiles. Cualquiera de esos señores de la guerra podría decidir volver sus fuerzas hacia Coruscant y, después de conquistarla, proclamarse heredero al trono de Palpatine.

—Lo cual significa que debemos llegar allí antes que ellos.

—O por lo menos dar la impresión de que estamos decididos a hacerlo, desanimando así a otros de cualquier intento de usurpar nuestro lugar en la galaxia. —Salm intentó hablar despacio y con calma, pero su deseo de ver a los rebeldes en el poder hizo que las palabras salieran de sus labios con un cierto apresuramiento—. Esos aspirantes no tardarán en descubrir que no hemos luchado durante tanto tiempo sólo para darles una oportunidad de saquear sistemas enteros.

Wedge estaba totalmente de acuerdo con los sentimientos del general, pero sabía que conquistar Coruscant distaría mucho de resultar sencillo.

—Pues me parece que una alternativa bastante cómoda para nosotros sería la de permitir que algunos Moffs dieran un paso hacia adelante y permitir que Corazón de Hielo se encargara de ellos.

—Su opinión también ha sido oída en nuestras reuniones. Se acabó decidiendo que el dejar abandonado a alguien, fuese quien fuese, a las delicadas atenciones de Corazón de Hielo constituiría un crimen de enormes proporciones.

Ysanne Isard había llenado el vacío de poder dejado por la muerte del Emperador. La hija del último Director de Seguridad Interna de Palpatine había crecido en la corte del Emperador. Wedge había oído rumores de que fue amante del Emperador durante un tiempo, pero no tenía ninguna forma de verificar la historia. Lo que sí sabía era que había traicionado a su padre ante el Emperador, afirmando que estaba a punto de unirse a la Alianza. Su padre fue ejecutado inmediatamente, y se decía que la misma Isard disparó el haz desintegrador que puso fin a su vida. El Emperador la nombró sustituta de su padre, y en su ausencia Isard había demostrado poseer una notable capacidad para mantener unido el núcleo del Imperio.

El guerrero de Mon Calamari señaló el diagrama galáctico.

—Desde Talasea, el Escuadrón Rebelde proporcionará escolta a naves que se irán internando cada vez más y que crearán mundos fortificados y depósitos de suministros. Su gente sólo será una unidad entre las muchas que sondearán las defensas centrales del Imperio.

—Quieren averiguar con qué fuerza responderá Corazón de Hielo, ¿verdad? ¿Evaluarán la intensidad de su respuesta a través de la rapidez con que reaccione y cuál sea la naturaleza de esa reacción?

—Sí, y también determinaremos cuáles son las rutas de suministro más adecuadas para iniciar un proceso de disrupción.

Wedge pensó que el plan no podía ser más lógico. Aunque el espacio proporcionaba un número ilimitado de formas de ir desde un punto hasta otro, había ciertas reglas básicas bastante simples que regían el cómo y adónde viajaban las naves. Una nave alcanzaba la velocidad y la dirección antes de saltar a la velocidad lumínica, y después mantenía la velocidad en el hiperespacio. Una nave que se moviera lo suficientemente deprisa podía evitar fenómenos como los agujeros negros, ahorrándose así algunos de los parsecs que la hubiesen obligado a recorrer una ruta más segura y menos arriesgada.

Los objetos con masa —las estrellas, los agujeros negros, los planetas y los cruceros imperiales de la clase Interdictor— ejercían una cierta influencia sobre el hiperespacio, lo cual significaba que había que dar un rodeo para esquivarlos. Su presencia podía abortar un vuelo hiperespacial y, en el caso de un agujero negro o una estrella, podía suponer el desastre para cualquier nave que se les acercara demasiado. Viajar por el hiperespacio exigía cálculos muy precisos que aprovechaban la velocidad y la masa de una nave para llevarla intacta hasta su destino.

Los riesgos para la navegación disminuían el número de rutas calculables entre lugares, por lo que el comercio tendía a desplazarse a lo largo de corredores predecibles. Dado que viajar por entre las estrellas era bastante caro, los comerciantes elegían rutas que les permitieran visitar los sistemas más susceptibles de proporcionar beneficios durante el trayecto. Esas rutas, que incluían sistemas en los que las naves emergían del hiperespacio para alterar sus vectores de recorrido, eran ampliamente conocidas y la piratería era relativamente común.

Interferir el tráfico de las rutas de aprovisionamiento imperiales tendría un doble efecto para la Rebelión. No sólo privaría a las guarniciones imperiales de los materiales necesarios para librar la guerra, sino que también proporcionaría esos mismos materiales a la Rebelión. La Nueva República y el Imperio usaban distintos modelos de cazas y navíos de guerra, pero suministros como los desintegradores, las raciones y el bacta podían ser empleados sin ninguna dificultad por cualquiera de los dos bandos.

Wedge deslizó una mano a lo largo de su mandíbula, sintiendo el roce del comienzo de la barba.

—Comprendo la misión, y también comprendo lo apremiante de su naturaleza. Pero tengo una pregunta.

Ackbar asintió.

—Adelante, comandante.

—El Escuadrón Rebelde hará el trabajo, pero me estaba preguntando si se nos ha propuesto para él porque somos la unidad que puede llevarlo a cabo o si estamos siendo usados como un símbolo.

—Tan franco como de costumbre, ¿eh? —La coloración del mon calamariano se intensificó hasta volverse de un rosa asalmonado en la cúpula de su cabeza—. Me opuse a emplearlos tan pronto, pero otros observaron que si no eran enviados allí ahora mismo, entonces nuestras operaciones quizá no dispusieran del tiempo necesario para tener éxito…, y no les faltaba su parte de razón. El Escuadrón Rebelde es todo un símbolo dentro de la Alianza, y al emplear a sus pilotos para ejercer una fuerte presión contra el Imperio demostramos que estamos decididos a liberar a todos los que viven en el Imperio.

Wedge sintió que se le secaba la boca.

—Pero sólo hay una forma de que nuestro uso pueda servir como símbolo, y es dándole una considerable publicidad. Y esa publicidad tiene que llegar hasta los señores de la guerra a los que espera asuste nuestra presencia.

Los hombros de Ackbar se encorvaron de manera casi imperceptible.

—Sus palabras son como ondulaciones de las discusiones que he mantenido con el Consejo. Borsk Fey'lya es muy persuasivo, y Mon Mothma tiende a hacerle caso en muchos asuntos.

Wedge miró a Salm.

—¡Y a usted le preocupa el que Tycho pueda ser un riesgo para la seguridad!

—Tycho Celchu no arriesgó su vida para informar a la Alianza de la situación de la segunda Estrella de la Muerte.

—No, sólo arriesgó su vida para destruir esa Estrella de la Muerte.

Ackbar se interpuso entre sus subordinados.

—Caballeros, por favor… Si quiero oír peleas y discusiones, siempre puedo asistir a más reuniones del Consejo. Ya sé que necesitan airear sus discrepancias, pero no estoy dispuesto a permitir que libren una y otra vez las mismas viejas batallas.

—Lo siento, señor. Le presento mis disculpas, general.

—Aceptadas, comandante. Le ruego que me perdone, almirante.

Ackbar asintió lentamente.

—Comandante Antilles, en un esfuerzo por reducir al mínimo los daños causados por el perfil público otorgado a su misión, mantendremos en secreto su destino. Eso quiere decir que sus pilotos no sabrán dónde van a ser estacionados, y que sólo se les dirá que van a tomar parte en un ejercicio de adiestramiento bastante largo. El personal de logística y del cuerpo de aprovisionamiento ha preparado listas de equipo que incluyen todo lo que su unidad no podrá llevar consigo durante el viaje. Disponemos de una lanzadera imperial que el capitán Celchu utilizará para transportar suministros durante su viaje.

—¿Y mis pilotos recibirán los datos de navegación correspondientes antes de cada salto?

—Exactamente. Debería proporcionar a sus líderes de vuelo numerosas rutas para las que computarán soluciones de navegación, y luego usted elegirá la adecuada y hará que sea comunicada a su escuadrón en cada cambio de curso. —El mon calamariano señaló la representación de Talasea que estaba mostrando el diagrama, y ésta fue sometida a una rápida ampliación—. El sistema de Morobe es un binario rojo-amarillo, y Talasea es el cuarto planeta en órbita alrededor de la primaria roja. El mundo es frío y húmedo, y tiene vida indígena insectil y reptiliana. También hay mamíferos: son los descendientes salvajes de los animales que fueron llevados hasta allí para una antigua colonia agrícola. Su base se encuentra en el continente-isla de mayor tamaño. La atmósfera presenta una alta saturación de gases y las nieblas son comunes, pero no es un planeta peligroso.

—¿Qué fue de la colonia agrícola?

—A lo largo de los siglos la mayoría de los hijos de los primeros colonos emigraron a mundos en los que podían ver las estrellas y no tenían que trabajar tan duro. El último grupo de habitantes de la colonia cometió el error de ofrecer refugio a un Jedi después de las Guerras Clónicas, y Lord Vader los destruyó como ejemplo. En su isla hay ruinas de los emplazamientos originales, pero según los informes de nuestra gente ya no queda nada de interés en ellas.

—Hogar, dulce hogar… —Wedge sonrió—. ¿Cuándo tenemos que estar allí?

—Dentro de una semana.

—No es mucho tiempo.

—Ya lo sé —dijo Ackbar—, pero es todo lo que he podido conseguirles. Que la Fuerza los acompañe, comandante Antilles. Espero que no lleguen a necesitarla.