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Elin desciende con cuidado por el empinado camino de tierra que lleva a Åre para recoger a la enfermera de Vicky. Ha bajado una ventanilla y el aire fresco inunda el coche. El alargado lago reluce lúgubremente. Las montañas descansan una al lado de la otra como enormes tumbas vikingas, suavemente abovedadas y cubiertas de vegetación.
Piensa en la forma en que Vicky le ha apretado la mano. Todo parece estar dando un giro para volver a la calma.
El camino sigue por debajo de un saliente rocoso y, mientras Elin lo atraviesa, le empieza a sonar el móvil en el bolso. Avanza un poco más, despacio, se mete en una pequeña área de descanso y detiene el vehículo. Con una sensación desagradable en el cuerpo saca el teléfono, que sigue sonándole en la mano. Es Joona Linna. En realidad Elin no quiere oír lo que tenga que decirle, pero aun así abre el aparato con dedos temblorosos.
—¿Hola? —contesta Elin.
—¿Dónde está Vicky? —pregunta el comisario.
—Está aquí, conmigo —dice Elin—. Tengo una casa en Duved que…
—Lo sé, pero ¿la estás viendo en este momento?
—No, he…
—Quiero que vayas ahora mismo a recoger a Vicky, que os subáis juntas al coche y vayáis a Estocolmo. Tú y Vicky solas. Hazlo ahora, no cojas nada, meteos en el coche y…
—¡Ya estoy en el coche! —grita Elin y siente el pánico creciéndole en el pecho—. Vicky está con Daniel en la casa.
—Eso no nos ayuda —dice Joona y Elin percibe el tono de su voz, un tono que le provoca náuseas de angustia.
—¿Qué ha pasado?
—Escúchame… fue Daniel quien mató a Miranda y a Elisabet.
—No, no puede ser —susurra ella—. Daniel se iba a quedar con Vicky mientras yo bajaba a la estación de autobús.
—Entonces lo más probable es que ya no siga con vida —dice Joona—. Tú procura salir de ahí, es mi consejo como policía.
Elin mira al cielo por el parabrisas. Ya no está blanco. Las nubes vuelan bajo a lo largo de las crestas montañosas. Son negras, cargadas de lluvia y otoño.
—No puedo abandonarla —se oye decir a sí misma.
—La policía va en camino, pero pueden tardar un rato.
—Voy a regresar —dice ella.
—Lo entiendo —responde Joona—. Pero ve con cuidado… porque Daniel Grim es muy, muy peligroso y estarás completamente sola con él hasta que llegue la policía…
Pero Elin ya no puede pensar en nada, da media vuelta con el coche y empieza a retroceder, subiendo por la cuesta y escupiendo grava con los neumáticos.