90
Elin y Daniel siguen a Almira y entran en una vieja cocina con fogones de leña, ollas de cobre forjadas a mano, alfombras de retazos en el suelo y una despensa en la esquina. A una mesa de madera están sentadas Lu Chu e Indie comiendo helado a cucharadas directamente del bote y hojeando viejos cómics.
—Qué bien que hayas venido —dice Indie cuando ve a Daniel—. Tienes que hablar con Tuula. Está mal de la cabeza, creo que tendríais que volver a darle la medicina.
—¿Dónde está Solveig? —pregunta Daniel.
—Se ha ido a no sé dónde —responde Almira y coge una cuchara de un cajón.
—¿Cuándo? —pregunta Daniel con escepticismo.
—Justo después de comer —masculla Lu Chu sin levantar la mirada del tebeo.
—¿Sólo está el personal de vigilancia?
—Anders —dice Almira sentándose en el regazo de Lu Chu—. Sólo estuvo aquí las dos primeras noches.
—¿Qué? —pregunta Daniel consternado—. ¿Me estás diciendo que estáis aquí solas?
Almira se encoge de hombros y empieza a comer helado.
—Tengo que saberlo —continúa Daniel.
—Solveig iba a volver —dice Indie.
—Joder, pero si son las ocho —dice Daniel y saca su teléfono móvil.
Llama al consorcio de salud y allí le facilitan un número de guardia. Al ver que no se lo cogen y que salta el buzón de voz Daniel deja un irritado mensaje recordando que las alumnas siempre deben tener a alguien en el puesto, que hay cosas en las que no se puede ahorrar, que el consorcio tiene una responsabilidad.
Mientras Daniel habla por teléfono Elin observa a las chicas. Almira está comiendo helado en las rodillas de una de sus compañeras, una adolescente mona con rasgos asiáticos y acné en su cara redonda. Ésta va pasando hojas de un antiguo cómic Mad y le da besitos a Almira en la nuca.
—Almira —dice Elin—. ¿Dónde crees que se esconde Vicky?
—No sé —responde mientras chupetea la cuchara.
—Pero si Vicky está muerta —dice Indie—. ¿No os habéis enterado? Se mató ella sola y de paso a un niño pequeño.
—Shit —exclama Lu Chu señalando a Elin con una sonrisa en la cara—. Te conozco… ¿Tú no eres la más rica de Suecia o algo así?
—Déjalo ya —dice Daniel.
—Joder, lo juro —continúa Lu Chu repicando en la mesa hasta que grita a viva voz—: ¡Yo también quiero dinero!
—No tan alto.
—Sólo la he reconocido —dice Lu Chu en seguida—. A ver si no puedo decir que la he reconocido.
—Puedes decir lo que quieras —dice Daniel para tranquilizarla.
—Queremos saber si tenéis idea de dónde tenía pensado esconderse Vicky —dice Elin.
—Casi siempre estaba sola —dice Daniel—. Pero a veces hablabais con ella y no hace falta ser muy buenas amigas para conocerse un poco… quiero decir, yo sé cómo se llama tu ex novio, Indie.
—Volvemos a estar juntos —dice ella con una pequeña sonrisa.
—¿Desde cuándo? —pregunta él.
—Lo llamé ayer y estuvimos hablando —le cuenta Indie.
—Qué bien —sonríe Daniel—. Cómo me alegro.
—Las últimas semanas Vicky sólo iba con Miranda —dice Indie.
—Y con Caroline —añade Daniel.
—Porque iban juntas a ADL —responde Indie.
—¿Quién es Caroline? —pregunta Elin.
—Una de las mayores —contesta Daniel—. Ha hecho sesiones de vida cotidiana con Vicky.
—No entiendo a quién le importa Vicky —dice Almira alzando la voz—. Destrozó a Miranda como si fuera un cerdito.
—Eso no es seguro —intenta decir Elin.
—Que no es seguro —repite Almira con malicia—. Tendrías que haberla visto, estaba más muerta que muerta, te lo juro, estaba todo lleno de sangre por todas partes…
—No grites —dice Daniel.
—¿Qué pasa? ¿Qué coño quieres que digamos? ¿Que no ha pasado nada? —continúa Indie subiendo también el volumen—. ¿Quieres que digamos que Miranda está viva, que Elisabet está viva…?
—Lo único que digo…
—¡Si tú ni siquiera estabas allí! —grita Almira—. Vicky le reventó la cabeza a Elisabet con un puto martillo, pero tú te crees que sigue viva.
—Intentad hablar de una en una —dice Daniel conservando la calma.
Indie levanta la mano como una escolar.
—Elisabet era una yonqui de mierda —dice—. Odio a los yonquis y…
Almira se ríe burlona:
—Porque tu madre se metió un…
—De una en una, Almira —la interrumpe Daniel secándose rápidamente las lágrimas de las mejillas.
—Me la suda Elisabet, por mí ya se puede quemar en el infierno, no me importa —dice Indie.
—¿Cómo puedes decir eso? —pregunta Elin.
—La oímos por la noche —miente Lu Chu—. Estuvo gritando y pidiendo ayuda un montón de rato, pero nos quedamos en la cama escuchando.
—No paraba de gritar —sonríe Almira.
Daniel les ha dado la espalda y está de cara a la pared. La cocina se ha quedado en silencio. Daniel se queda así un momento, luego se seca los ojos con la manga y se vuelve tranquilamente.
—Como comprenderéis, es bastante feo por vuestra parte decir esas cosas —les dice a todas.
—Pero divertido —dice Almira.
—¿Te parece?
—Sí.
—¿Y tú, Lu Chu?
Ella se encoge de hombros.
—¿No sabes?
—No.
—Hemos hablado de situaciones como ésta —dice Daniel.
—Vale…, perdón, ha sido muy feo.
Daniel intenta sonreírle tranquilo, pero es obvio para todas que está destrozado.
—¿Dónde está Caroline? —pregunta Elin.
—En su habitación —responde Lu Chu.
—¿Nos enseñas dónde está?