1 Todos los comentaristas interpretan este «servicio» como las obligaciones adquiridas por Beethoven hacia el archiduque Rodolfo a cambio de su renta. Evidentemente, es posible, pero en ese caso no comprendemos del todo la relación con el resto de la nota, pues visiblemente el «deseo más querido» no se refiere a Rodolfo y está todavía menos indicado, puesto que Beethoven se prepara para un viaje que le liberará del archiduque.
2 Evidentemente, el mismo proyecto que en la carta de julio. Todo el año de 1812-1813 Beethoven preparará un viaje a Inglaterra en compañía de Maelzel, del que se hablará más adelante.
3 El mismo tono que en la carta a Gleichenstein de mayo de 1810; cf. supra, texto núm. 263.
4 ¿Es en realidad una «A» lo que hay que leer? La escritura de Beethoven es ya poco legible; aquí ha sido transcrita –en caracteres latinos– por un copista que jamás conoció a Beethoven en su vida y que ha trazado una inicial muy poco clara. Es, pues, más prudente no construir una novela sobre la «A». Si es verdaderamente una A, se podría pensar en Amalia Sebald (más que en Antonia Brentano, que deja Viena al terminar 1812); en ese caso, las dos notas se fecharían antes de lo que hemos hecho, a finales de septiembre, y la segunda podría significar que Beethoven rechaza la posibilidad de felicidad conyugal que le ofrecía Amalia y pide a Dios la fuerza de vencerse y renunciar, como si se tratara de una tentación. Pero esta explicación no nos parece la mejor. Sin querer imponer nuestros puntos de vista, pensamos que si el copista ha transcrito equivocadamente la inicial y si la identificación de Josefina como la amada inmortal es válida, podríamos tener en esta nota la reacción de Beethoven a la noticia del inesperado regreso de Stackelberg a su hogar, el 4 de diciembre de 1812. Pero nos cuidaremos muy bien de olvidar la distancia que existe entre un condicional y un indicativo.
5 En su edición del manuscrito Fischhoff, Leitzmann escribe aquí: «Riemann encuentra con razón en esta nota la prueba de la composición entrecortada, irregular, el hilo de la melodía pasando bruscamente de una voz a otra; era una marca distintiva, una manera de hacer de Beethoven de la que él era plenamente consciente». Podemos preguntarnos, ya que Beethoven no aplica a su vida una comparación sacada de su arte, si en este caso «la unión perfecta de muchas voces» no se refiere a la unión perfecta de dos seres. De todas formas, la conclusión de Riemann es acertada en cuanto a la poética musical de Beethoven.
6 No queremos sobrecargar los textos con glosas demasiado numerosas; no haremos, pues, notar cuántos pasajes del diario de Beethoven se explicarían si se pudiese identificar a la amada inmortal como Josefina. Contentémonos con señalar aquí que Minona, la hija de Josefina, ha nacido el 9 de abril, ha sido bautizada el 16 de abril y que sólo unos días más tarde Teresa se la lleva para educarla casi a escondidas. Todo esto nos lleva muy cerca del 13 de mayo.
7 Hemos encontrado ya a Nanette Streicher en 1787; su padre era Stein, ese fabricante de pianos de Augsburgo en cuya casa Beethoven se había detenido al volver de Viena. Casada con otro fabricante de pianos, Andreas Streicher, que trabajó mucho siguiendo las indicaciones de Beethoven, Nanette había llegado también a Viena. En los años venideros desempeñó con mucha abnegación el papel ingrato y generoso de ama de gobierno benévola junto a Beethoven, sobre todo después de que la adopción de Karl plantease a Beethoven una serie de problemas domésticos en los que siempre estaba perdido. Un día, al llevar a su hijita a visitar la casa de fieras, Nanette y su marido encontraron a Beethoven mirando a un león. Al ver a la niña, Beethoven la besa ávidamente y se escapa deprisa gritando: «¡Ah!, qué personas tan felices sois!».
8 La última parte de la Batalla desarrolla el tema del himno inglés. Es interesante anotar que si Beethoven escoge, para representar al ejército inglés, el Rule Britannia y el God save the King (sobre los que había escrito ya variaciones en 1803, en plena composición de la Heroica), es Mambrú se va a la guerra (Malborough s’en vat’en guerre) la que elige para referirse al ejército francés vencido. De un lado, dos tonadas verdaderamente típicas de Inglaterra y a las que los mismos ingleses reconocen un valor de símbolo; del otro lado, una canción popular de nulo valor simbólico y procedente del régimen anterior. Es evidente que Beethoven lo ha querido así conscientemente; nada, en esta derrota napoleónica, debía recordar la epopeya revolucionaria de los ejércitos de la Convención. Romain Rolland se equivoca al asombrarse: «Puede que Beethoven ignorase La Marsellesa hasta el punto de caracterizar a los franceses, aún en 1813, por la marcha grotesta de Malborough» (Goethe y Beethoven, pág. 171). ¿No será más cierto que Rolland haya ignorado la historia –o las ideas de Beethoven– para creer que éste podía confundir los voluntarios del Año Dos con las tropas encargadas de exterminar a los guerrilleros españoles? ¿Por qué creer que Beethoven podía caracterizar un ejército imperial por medio de un canto revolucionario? Bastaba a Romain Rolland, para comprenderle, con releer en la narración de Ries las reacciones de Beethoven ante el anuncio de la coronación de Napoleón.
9 Anton Schindler (1796-1864) fue hasta 1820 erudito en el estudio del doctor Bach. A continuación fue primer violín y después director de orquesta del teatro Josephstadt. Después de la muerte de Beethoven fue sucesivamente maestro de capilla en Münster; después, director de la música en Aquisgrán. Fue el biógrafo oficial del «Maestro». En sus tarjetas de visita ponía simplemente: «Anton Schindler, amigo de Beethoven». Tenía la pretensión de ser el único. Hizo todo lo posible por enemistar a Beethoven en vida con todos los demás y por desacreditar los testimonios de otros sobre Beethoven muerto.
10 Varnhagen y Rahel, que acaban de casarse, han ido a Viena para el Congreso. En esta fecha, las relaciones de Varnhagen y de Beethoven se han deteriorado tanto que Varnhagen no quiere volver a verle; se decide, a pesar de todo, a hacerle una visita, para hacer un favor a su amigo el príncipe Radziwill. Varnhagen escribió en sus Memorias que Beethoven le pareció más sordo, más fiero, más encerrado en su música que nunca. Y añade:
360 bis / No quería tener nada que ver con los nobles y explicaba su aversión con violencia […]. Por eso renuncié a conducir de nuevo al artista huraño hasta Rahel, pues la sociedad le ponía de mal humor.
VARNHAGEN
Es posible, como supone Kaznelson, que este planteamiento de los hechos no sea fiel y que los celos de Varnhagen le hayan inducido a limitar los encuentros entre Beethoven y Rahel, pero lo que dice Varnhagen de la aversión de Beethoven por las aristócratas y de su negativa a verlos se refiere a Radziwill (con el cual Beethoven, por lo demás, terminará entendiéndose bien) y para nada a Rahel; hay, pues, muchas posibilidades de que sea verdadero del todo.
11 El mismo tono en una carta a Kanka, del 8 de abril de 1815, donde el regreso de la isla de Elba se comenta en términos mucho más irónicos que entusiastas o indignados. «¡Finalmente –parece decir Beethoven–, todos los tiranos se salvan!».
361 bis / ¡Todo es ilusión! Amistad, Reino, Imperio, no son más que nubarrones que un golpe de viento empuja y hace cambiar de forma […]. ¿Queréis haber (compuesto por mí) el monólogo de un rey que ha huido, o el perjurio de un usurpador, o (un motivo más personal)?
BEETHOVEN
Sin embargo, esto no impide a Beethoven componer en julio, para la segunda caída de París, después de Waterloo, un nuevo coro: «Es ist vollbracht!».
12 Kalischer sitúa, en su edición de la Correspondencia, en marzo de 1811, una carta, bastante insignificante por lo demás, de Beethoven a María Erdödy. No estamos convencidos del todo de que la fecha sea correcta.
13 Hemos dicho ya que, según Schindler, Beethoven llamaba a María Erdödy «su padre confesor». La expresión nos parece ajustarse mal a las relaciones de Beethoven y de María en 1808-1809 y puede referirse a las cartas de 1815-1817. Sería un indicio que nos permitiría confirmar nuestra idea: María Erdödy no fue la « amada inmortal», pero se convirtió en la amiga más íntima para la que Beethoven reservaba sus confidencias más secretas y a la que posiblemente pedía consejos.
14 A comienzos de noviembre, Beethoven escribió lo mismo a Antonia Brentano:
366 bis / Mi hermano tiene muchas necesidades, necesita un caballo y un carruaje para poder vivir; su vida es para él muy valiosa,¡tanto como sería para mí perder la mía!
BEETHOVEN
15 Sobre el posible sentido de esta alusión, bastante oscura para nosotros, cf. infra, textos núms. 521 y 522.
16 De todo esto dan testimonio las cartas a Kanka:
368 bis / (24 de febrero). Hoy estoy todavía un poco cansado, pues he tenido que cargar al pobre Pasqualati con un montón de cosas que me abruman mucho más que las grandes composiciones. Es un suelo extranjero que no debería cultivar en absoluto.
BEETHOVEN
368 ter / (Fin de octubre). Desde el 15 de octubre tengo un catarro del que todavía me resiento, y mi arte también. Pero hay que esperar que esto mejore y que pueda de nuevo ser rico en mi pequeño reino de los sonidos; para todo lo demás soy pobre, ¿por los tiempos?, ¿por la pobreza de espíritu?, ¿o por qué?
BEETHOVEN
17 Maelzel, con el que Beethoven ya se había reconciliado, intentaba poner a punto este año un aparato acústico.
18 Esta carta debe de hacer referencia a los altercados anteriores a la muerte del hermano, viendo la cantidad de notas que llenan el diario de 1815 y el hecho de que algunas de estas notas tengan fecha del verano.
19 Muy probablemente se trata del contrato de renta de 1809 con los príncipes.
20 381 bis / Y si esto es realmente prudencia, entonces se presenta en lo más profundo de mí otro anhelo. Si es una ilusión (creo que no es mejor, y sin embargo no doy esta ilusión a cambio de vuestra verdad, a cambio de vuestro cielo sin alegría), el Maestro también se ha sacrificado gratuitamente, y prefiero quemarme en una bella ilusión para no morir de frío en vuestra verdad.
Cita de Los hijos del valle, de Zacharias Werner, copiada por BEETHOVEN
21 Será el motivo de un largo y nuevo enfado con Stephan von Breuning, que, si debemos creer a Schindler, había desaconsejado enérgicamente la adopción del sobrino, lo que hirió mucho a Beethoven. Según Gerhard von Breuning, que pudo recoger de su padre recuerdos más precisos, fue en vida de su hermano Karl cuando estalló la gran discusión. Breuning había advertido a Beethoven de algunas indelicadezas cometidas por Karl; Beethoven había dicho a su hermano por quién se había enterado; el hermano tuvo una escena con Breuning, y éste, furioso, rompió con todos los Beethoven. La versión de Gerhard es admisible y concuerda con la afirmación de Ries, según la cual Beethoven se enfadaba con sus amigos antes que con sus hermanos. ¿Pero se trata realmente de la misma discusión? Conocemos ya dos: la de 1804 y la de 1815; no es del todo imposible que entre las dos hubiera una tercera. Lo que es seguro es que entre 1815 y 1825, Beethoven y Breuning no se vieron, y esto es lamentable, pues durante esta década la amistad poco comprensiva pero práctica y devota de Breuning habría sido más relajante y más eficaz para Beethoven que los buenos oficios de un Schindler más incomprensivo todavía.