1825

Se pone rápidamente otra vez al trabajo, y en enero de 1825 una serie de documentos nos muestran la actividad de su espíritu en las direcciones más diversas. El 12 de enero toma de nuevo el tema del Credo y de la Misa en re mayor para hacer un canon sobre las palabras corales de Lutero: «Gott ist eine feste Burg». El 15 de enero le escribe al inglés Neate, y esta vez su eterno proyecto de viaje a Londres se ve tan próximo que hasta llega a pedir la dirección de un hotel. Aproximadamente en la misma fecha escribe en un apartado de un Cuaderno:

701 / Otros aparatos para los oídos. – Kanne a propósito del ora - torio. Hoy, lluvia. – Granizo. – El sur de Francia [Südliches Frankreich] – ¡Allí!, ¡allí!

BEETHOVEN

También por la misma época lee un artículo cuyo autor rebajaba a Haendel (y a Beethoven) en beneficio de Rossini. En el mismo Cuaderno muestra su furor:

702 / Aunque no sean más que picaduras de mosquitos, reconozco enseguida a estos mosquitos que me atacan; – queda por saber si han encontrado en mí una roca, bajo algún punto de vista… Todo esto no es más que arena, mal corazón. Haendel Biarée [sic; Beethoven, sin duda, ha querido comparar a Haendel con Briareo4, el gigante con cien brazos de la mitología], – un verdadero maestro del arte, no repara en él.

De estas picaduras de mosquitos, ¡reconozco los mosquitos que han escrito esto! – ¡Quiera el cielo que no tenga yo también un diario donde se cuestione a un hombre tan honorable!

El señor R.[ossini], que no tiene forma, porque no puede crear una, se equivoca, no porque quiera, sino porque no puede obrar más que como un chapucero5.

BEETHOVEN

Este mes se siente muy feroz. El 22 de enero envía a Schott tres cánones para su periódico, el Caecilia, de Maguncia. Añade un «suplemento de una biografía romántica de Tobias Haslinger». Ya hemos citado el comienzo relativo al Gradus ad Parnassum, de Fux, y a los «esqueletos musicales» de Albrechtsberger (cf. supra, texto núm. 60). Este célebre texto termina así:

703 / […] Tobias se encorajina de nuevo, se vuelve un mal bicho, y se desarrolla en la tercera parte, con objeto de reaparecer por tercera vez en este mundo. Apenas brotadas sus alas, le llevan hacia el callejón Paternoster6; se convierte en director de orquesta de la Paternoster; después de pasar por las notas de cambio, no retiene más que las operaciones de cambio […] y al final se hace miembro de varias sociedades vacías [geleert : vacío; juego de palabras sobre gelehrt : sabio] del país. Si se lo pedís, permitirá la aparición de esta biografía. – Con toda prisa y velocidad, vuestro

BEETHOVEN

Beethoven está contento, piensa que ha gastado una broma a Schott, y no se preocupa más por ello. Pero Schott no aprecia la malicia; encantado de tener un texto de Beethoven, publica la carta, a la vez que los cánones en su Caecilia. Furor de Haslinger. Beethoven, bastante contrariado, se decide a escribir a Schott el 13 de agosto de 1825:

704 / Advierto con asombro que […] habéis publicado […] una broma que os había comunicado amistosamente y que fácilmente podría ser tomada por un hiriente insulto, cuando no era ésa mi intención, ya que está en contradicción con mi costumbre de no atacar a nadie, quienquiera que sea.

Como artista, no he protestado nunca por lo que se haya escrito o publicado sobre mí; pero como hombre opino de forma completamente distinta […].

L. V. BEETHOVEN

Beethoven se explica así en su retractación pública, pero a su sobrino Karl le escribe sobre el mismo asunto, ¡y dos meses antes!, en junio de 1825:

705 / No estaba previsto que la maguntina [Caecilia] actuara de esta forma, pero ya que ha ocurrido, no tiene remedio. Nuestra época necesita espíritus robustos para zaherir a estas molestas, hipócritas, penosas y miserables almas humanas. – Por mucho que mi corazón se subleve ante la idea de hacer sufrir a un hombre.

BEETHOVEN

Mientras trabaja en los Cuartetos 15.º y 13.º, se puede constatar cierto renacer en la estimación de sus antiguas obras. Schuppanzigh, el 23 de enero, hace que se aplauda el 11.º Cuarteto; el 24 de febrero se interpreta la Quinta Sinfonía. Pero el 6 de marzo la primera ejecución del 12.º Cuarteto por el conjunto de Schuppanzigh es un fracaso, a pesar de que Beethoven les intentara galvanizar dirigiéndoles la siguiente proclama:

706 / ¡Amigos míos! Cada uno de vosotros cuatro pondrá todo su empeño y cumplirá con su deber; cada uno debe comprometerse por su honor a comportarse lo mejor posible. Y cada uno de los que participen en esto pondrá aquí su firma.

BEETHOVEN

Pero la convicción de Schuppanzigh, de Holz, de Weiss y de Linke no consigue captar la adhesión de un público desorientado ante la novedad del Cuarteto. Y, parece ser que injustamente, Beethoven escucha las calumnias de su hermano Johann, siempre intentando sembrar la discordia. Tienen una discusión con Schuppanzigh, y los Cuadernos nos han conservado el eco de la indignación con que Mylord Falstaff se defiende.

707 / SCHUPPANZIGH.–Dije que no lo tocaría hasta que no marchase perfectamente bien. – ¿Cómo podéis creer esto de mí, después de que lo he considerado como el más bello Cuarteto, con toda seguridad? – Es verdad que lo hemos dado demasiado pronto y que no ha salido como debería, pero la culpa no es sólo mía, sino de todos nosotros – ¿Entonces creéis todo lo que dice vuestro hermano? […]. – ¿Quién os adora más que yo? […]. – Que vuestro hermano venga a decírmelo a la cara […]. – No tiene dificultades de técnica, simplemente lo que lo hace difícil es la originalidad, que no se puede captar a la primera […]. – Esta cerdada es un chisme imbécil más de vuestro hermano.

A pesar de todo, Beethoven le retira su obra a Schuppanzigh y la confía al cuarteto rival, el de Böhm; la segunda ejecución, a fin de marzo, no estará mucho más coronada por el éxito, y Beethoven no renueva su infidelidad; es de nuevo Schuppanzigh el que tiene la primicia y casi el monopolio de los siguientes Cuartetos. Böhm recuerda la intensa atención con que Beethoven asistía a los ensayos: «Sus ojos no abandonaban el menor movimiento de los instrumentos; se percataba de la más pequeña flexión en el tiempo o en el ritmo». Y Böhm recordará durante mucho tiempo también la incomestible cena a la que Beethoven le convidó con motivo de esta colaboración7.

Por una vez, a pesar de algunos tropiezos, Beethoven ha pasado el invierno en un estado de salud aceptable; pero a finales de marzo, algunos días después de la ejecución del 12.º Cuarteto por Böhm, cae gravemente enfermo; sangra al toser, sangra también por la nariz, catarro, problemas pulmonares, dolores estomacales e intestinales. La crisis es dura, pero relativamente corta, puesto que el 4 o el 5 de mayo puede trasladarse a Baden, en un relativo estado de convalecencia, y el 17 de mayo puede volver a escribir un poco, como le anuncia a su sobrino Karl. Durante esta nueva enfermedad, en lugar de Staudenheimer, su médico de costumbre, Beethoven llama al doctor Braunhoffer. Los Cuadernos nos dan una muestra de su opinión en su primera visita:

708 / BRAUNHOFFER.–Nada de vino, nada de café, nada de legumbres. Yo me entenderé con vuestra cocinera […]. – Es preciso que estéis ocupado durante el día para poder dormir por la noche. Si queréis que todo vaya bien y vivir todavía mucho tiempo, es necesario vivir de acuerdo con la naturaleza […]. – Apuesto a que si tomáis algún licor caeréis de agotamiento y debilidad durante varias horas.

En este momento, cuando está padeciendo más, Beethoven recibe varias veces la visita de un joven poeta berlinés, Ludwig Rellstab (que estúpidamente bautizará «Sonata al claro de luna» el opus 27, núm. 2, muchos años después de la muerte de Beethoven, aunque Schubert llevará algunos textos de él a la inmortalidad). Rellstab va a su encuentro con una carta de Zelter, y tiene como principal empeño que uno de sus poemas sea adaptado como libreto de ópera por Beethoven. En la larga e insípida relación que dejó de sus entrevistas con Beethoven, aparecen algunos detalles de cierta importancia.

709 / Intenté hacerle comprender por gestos que ningún trabajo susceptible de satisfacerle me resultaría demasiado penoso. Con un movimiento de cabeza me hizo ver amablemente que comprendía. Volví a coger los cuadernillos y quise escribir: «¿Qué género de poema os resultaría más agradable?». Pero al llegar a la palabra «género» Beethoven prosiguió: «Por el género me ocuparía poco si el tema me gusta, pues es necesario que pueda tratarlo con amor y sinceridad. No podría componer óperas como Don Giovanni o Fígaro: siento aversión por ese género. No habría podido elegir nunca tales temas –continuó–, son demasiado ligeros para mí»8.

RELLSTAB

RELLSTAB

RELLSTAB

RELLSTAB

Ya en Baden, Beethoven se siente mejor, a pesar de que su convalecencia está llena de recaídas y de una gran debilidad. «Sería magnífico tener fuerza para sentarse a trabajar», escribe al doctor Braunhoffer el 13 de mayo, en una carta humorística de nuevo y que se termina con un canon sobre las palabras siguientes: «El doctor cierra la puerta a la muerte; las notas [Note] también nos desembarazan [Noth]». Escribe nuevamente para sí mismo en un cuaderno:

713 / Mi médico me ha salvado, pues no podía escribir más música, y ahora escribo algunas notas que pueden alejarme de esta situación.

BEETHOVEN

BEETHOVEN

Se ha reconocido ya el título del tercer movimiento del 15.º Cuarteto, «en modo lidio». En el tercer margen de los borradores Beethoven escribe:

715 / ¡Ah, noche, tú me has dado de nuevo fuerzas para encontrarme!9

BEETHOVEN

Por la misma época Beethoven compone la Cavatina del 13.º Cuarteto. El 15.º se terminará en agosto, y el 13.º, en octubre. A la vista de esta producción, es bueno recordar las impresiones del estúpido de Rellstab al separarse de Beethoven en el mes de abril:

716 / Bajo este cielo oscuro, bajo esta atmósfera pesada y agobiante, todas mis esperanzas de una nueva obra maestra se desvanecen. No es posible que este espíritu enfermo, profundamente abatido, aun si por un milagro se produjera la curación, tome una resolución viril, capaz de suscitar una fuerza creadora duradera.

RELLSTAB

En junio, otro amigo de Zelter, Gottlieb Freudenberg, joven organista de Breslau, va a su vez a visitar a Beethoven a Baden. Encuentra un Beethoven en buena forma, pero la visita es breve. A Rellstab le había costado mucho trabajo confesar que no había entendido nada del 12.º Cuarteto. Freudenberg, que no es tampoco ningún genio, pone el dedo en la llaga:

717 / Beethoven era amistoso y dulce, pero en un momento dado se enfadó mucho: cuando le declaré que sus últimas sinfonías eran incomprensiblemente barrocas10. Con la expresión de sus ojos y de su cara me contestó: «¿Qué entiendes tú, palurdo, y vosotros, Señores Asnos, que criticáis mis obras?».

FREUDENBERG

Ciertas observaciones de Beethoven, que Freudenberg recogió, son más interesantes:

718 / Creía que Rossini, entonces ensalzado, sería objeto de burla por parte de Beethoven; en absoluto: estaba de acuerdo en que Rossini era hombre de talento y un compositor muy melódico; su música era frívola y sensual, como el espíritu de la época, y su facilidad para producir le hacía componer una ópera en unas semanas, lo que a un alemán le habría llevado años.

FREUDENBERG

FREUDENBERG

FREUDENBERG

Lo único que impide a Beethoven volver a encontrarse en una forma tan leonina como el verano precedente son las disputas con Karl, que alcanzan un diapasón más alto que nunca. Karl tiene ahora dieciocho años, casi diecinueve; realiza unos mediocres estudios que le destinan al comercio; prefiere seguramente ir al café, jugar al billar y cortejar a las chicas antes que trabajar. Pero sobre todo no quiere renunciar a ver a su madre12. De ahí una serie de cartas fulminantes de Beethoven; algunos extractos nos dan el tono general:

721 / Baden, 22 de mayo.

Hasta aquí no tenía más que sospechas, a pesar de que alguien me había asegurado que había de nuevo entrevistas secretas entre tu madre y tú. ¿Debo sufrir una vez más la más terrible ingratitud? No, ¡si el lazo debe romperse, que se rompa!, y tú serás odiado por todos los hombres imparciales que conocen esta ingratitud […]. Si el pacto te pesa, por Dios, yo te abandono a la Divina Providencia. He cumplido con mi deber y puedo comparecer ante el más alto de todos los jueces. No temas venir mañana; todavía no tengo más que sospechas.

BEETHOVEN

BEETHOVEN

Desgraciadamente, tu padre; o mejor,

TU NO PADRE

BEETHOVEN

TU FIEL PADRE

Para estar cerca del lugar donde estudia Karl, Beethoven se dispone a cambiarse de casa una vez más. Durante uno de sus viajes a Viena para ocuparse de ello, en agosto, tropieza inopinadamente con… Stephan von Breuning, al que no veía desde hacía diez años13, acompañado de su hijo Gerhard, que tiene entonces doce años y es quien cuenta la escena:

726 / Vimos acercarse a nosotros con paso rápido a un hombre solo; el encuentro estuvo acompañado de un saludo recíproco y lleno de alegría […]. Su paso era enérgico, su ropa poco elegante, pero había algo en su conjunto que denotaba cierta clase. Habló casi sin parar, preguntó por nuestra salud, por nuestra vida actual, por nuestra familia renana y por muchas otras cosas. Sin casi esperar las respuestas de mi padre, al que no había visto hacía mucho tiempo, nos hizo saber […] con particular alegría que pronto se trasladaría a vivir cerca de nosotros, a la Schwarzspanierhaus14 […]. Pensaba venir a nuestra casa con frecuencia, y nos rogó a continuación que mi madre fuera a poner un poco de orden en su hogar y a vigilarlo después.

GERHARD VON BREUNING

El 2 de septiembre, Holz, Haslinger, Seyfried y el compositor danés Kuhlau fueron a ver pasar el día con Beethoven en Baden. Beethoven les recibió alegremente y les arrastró a una larga caminata. Este día, el hombre que escribía unas semanas antes en una carta a Piringer: «Verdaderamente, la vida me resultaría insoportable si no tuviera un precio más alto», se parece menos que nunca al Pater Dolorosus imaginado por Schindler y por Rellstab. Acaba de terminar el 15.º Cuarteto, y se siente libre…

727 / Delante, como el director de una banda, iba el maestro bullanguero, y detrás, siguiéndole no sin dificultad en su carrera, el trío ciudadano, a los que el maestro se divertía fatigando. Tuvieron que visitar todos los lugares con los que se había encariñado, y ninguno se encontraba en los caminos frecuentados. Tan pronto eran caminos de cabras que subían hasta el Rauhenstein o a las ruinas de Rauheneck […]; tan pronto el intrépido guía, cogiendo a uno de sus compañeros con mano firme, bajaba una pendiente casi en pico con la rapidez de un reno, para divertirse ante la mirada angustiada de los que le seguían, entre caminos de piedras. Pero un desayuno que les aguardaba en el admirable Helenenthal les compensó ampliamente de todos estos peligros, y la casualidad –encontrándose solos nuestros fatigados viajeros– contribuyó especialmente a aumentar los placeres de la sociedad. Cuando el Sillery espumoso había cumplido de sobra con su deber; el Vöslauer de la mejor cosecha, derramándose en los vasos, terminó, en casa de Beethoven, el trabajo empezado.

SEYFRIED

En realidad debieron de sentirse todos muy desmadejados, porque al día siguiente Beethoven siente la necesidad de excusarse. Kuhlau había hecho un canon para Beethoven, y Beethoven, sobre las notas del nombre de Bach, había improvisado otro canon, que era un juego de palabras sobre el nombre de Kuhlau (Kühl: frío, y lau: tibio): «Frío no es templado». El 3 de septiembre escribe a Kuhlau:

728 / Debo confesar que a mí también se me subió anoche el champaña a la cabeza, y he comprobado una vez más que esto disminuye mi fuerza creadora más que estimularla, pues si de ordinario soy capaz de responder en el acto, no podría decir, sin embargo, lo que escribí ayer.

BEETHOVEN

Después de esto, Maurice Schlesinger, editor en París, que venía a Baden para obtener la edición del 15.º Cuarteto, escribe el 4 de septiembre en el Cuaderno:

729 / SCHLESINGER.–He oído decir que habéis pasado una excelente jornada anteayer. – Kuhlau me ha dicho: «No sé todavía cómo he podido llegar a mi casa y acostarme». Así, no hacéis como Hoffmann, que vaciaba de seis a ocho botellas de champaña por día. – [Beethoven debe de decir que existe la embriaguez del aire del campo, además de la del vino]. – Es el mejor, el entusiasmo divino, el de la naturaleza.

Algunos días después de esta memorable borrachera, Schlesinger organiza en el cabaret El Hombre Salvaje, en el Prater, la primera ejecución del 15.º Cuarteto, el 9 de septiembre de 1825. La víspera, en el ensayo, el comerciante de paños Johann Wolfmayer, uno de los más antiguos y más fieles amigos de Beethoven, «llora como un niño», escribe Holz, durante la audición del Heiliger Dankgesang. El día de la ejecución Beethoven llega expresamente desde Baden. Se quita la chaqueta para dirigir, a causa del calor, y sus ojos vigilan todos los movimientos de los instrumentos. Al llegar a un determinado pasaje, descontento de la forma de tocar de Holz, le arranca el violín de las manos y toca él mismo algunos compases.

A diferencia del 12.º, el 15.º Cuarteto obtiene a la primera tal éxito ante los seleccionados oyentes que lo habían escuchado que Schuppanzigh, Holz, Weiss y Linke lo tocan de nuevo al día siguiente, 11 de septiembre, con motivo de un almuerzo ofrecido por Schlesinger15. Después de la comida, y que nosotros sepamos por última vez16, Beethoven accede a improvisar al piano durante veinte minutos.

Al volver a Baden, Beethoven se dispone a terminar el 13.º Cuarteto (y la Gran fuga, que era primitivamente el último fragmento). Pero este trabajo, que no debería haberle ocupado mucho tiempo, le retiene todavía algunas semanas, debido a las discusiones con Karl, que, tras haberse aplacado desde el mes de junio, vuelven ahora con más fuerza.

730 / [14 de septiembre]. […] No deseo ya que vengas a mi casa el 19 de septiembre. Es mejor que termines tus estudios. Dios no me ha abandonado nunca, y ya habrá alguien que cuando llegue el momento cierre mis ojos. Tengo la impresión de que ha habido engaño en todo lo que ha sucedido, y que mi señor hermano ha jugado su papel. Sé que más adelante no desearás vivir conmigo. El domingo último le pediste prestados 1 fl. y 15 kr. a la gobernanta, una vulgar cocinera, y yo te lo había prohibido. Y así con todo; con un solo traje de calle, yo puedo salir dos años; claro que tengo la mala costumbre de llevar en casa una ropa muy usada, ¡pero el señor Karl! ¡Puah!, ¡qué vergüenza!; ¿se puede saber por qué? ¡La bolsa de escudos del señor L. v. Beethoven está únicamente para eso! No necesitas venir este domingo […].

TU FIEL Y BUEN PADRE

731 / [5 de octubre]. Recibo tu carta, y al instante, lleno de angustia, decido correr hoy mismo a Viena. Gracias a Dios no es necesario. Obedéceme simplemente, y el amor, como la dicha del alma, unido a la felicidad humana, estarán de nuestro lado, y podrás unir una existencia interior a la exterior. Pero vale más que la primera sea para ti antes que la última […]. Te estrecho junto a mí y te beso mil veces, hijo mío, que no se ha perdido, pero que acaba de volver a nacer […].

TU QUERIDO PADRE

Parece ser que después de esta carta estalla una nueva discusión. Karl desaparece durante varios días. A menos que haya que invertir el orden de los documentos y que la carta siguiente, que sella una precaria reconciliación después de la huida y que no tiene fecha, deba ser colocada antes que la precedente.

732 / ¡Mi querido hijo!:

Esto se ha terminado, ven a mis brazos, no volverás a oír una palabra dura; ¡oh Dios!, ¡no agotes tu miseria! Como siempre, serás recibido con amor; charlaremos afectuosamente de todo lo que hay que hacer de ahora en adelante. Te prometo por mi honor que no volverás a oír reproches por mi parte –además, ahora no tendrían ninguna utilidad–, sino solamente la ayuda y el interés más afectuosos.

Ven nada más. Ven al corazón afectuoso de tu padre,

BEETHOVEN

[Escrito en francés en el sobre.] Si no vienes, me matarás seguramente. Lee la carta y quédate en tu casa o ven a abrazar a tu padre; puedes estar seguro de que lo que hagas quedará entre nosotros.

[En alemán.] Por amor de Dios, vuelve hoy a casa; quién sabe los peligros que puedes causarte; ¡rápido, rápido!

A estos alocamientos un poco incoherentes sucede un buen humor que no es de la mejor calidad. Faltaríamos a nuestro deber de biógrafos si no reprodujéramos aquí todos los textos que nos parecen más característicos de la realidad humana de Beethoven; pero, francamente, la manera de hablarles a sus sirvientes y cómo los trata no le engrandece17.

733 / ¡Es Satanás quien llega! Hoy su rabia ardiente y su locura han cedido un poco; pero si quiere dirigirse a ti, envíala pasado mañana a mi casa. Toda la semana me ha tocado sufrir y tener paciencia como un santo. ¡Basta ya de esta chusma! ¡Qué reproche para nuestra civilización que nos sean tan necesarios y que debamos tener tan cerca de nosotros a los que tanto despreciamos! […].

[En francés.] ¡Ah!, al diablo con estos bribones, marchaos, sea mi hijo, mi hijo muy amado.

TU PADRE, SINCERO COMO SIEMPRE

El 15 de octubre Beethoven vuelve a Viena y se instala en su nuevo alojamiento de la Schwarzspanierhaus. Así como Karl decepcionaba cada vez más su sueño paternal y familiar, los Breuning, en cambio, convertidos en sus cercanos vecinos, son para él un precioso sostén natural y moral. Y el adolescente Gerhard, al que él llama su «Ariel» y también su «cascabel» (nombre que también daba a Karl en 1816), compensa un poco con su afecto el distanciamiento, e incluso casi la aversión, de Karl.

734 / El abandono en la vestimenta que le caracterizaba daba a la apariencia de Beethoven en la calle un aspecto muy sorprendente. Casi siempre absorto en sus pensamientos y rumiándolos para sí, gesticulaba con los brazos cuando andaba solo. Si iba con alguien, hablaba con una gran vivacidad y alto, pero como su interlocutor se veía siempre obligado a escribir en su Cuaderno, él se paraba con frecuencia en su caminar, lo que ya era singular, pero más singular era todavía el hecho de que las respuestas se expresaran casi siempre con signos.

Sucedía que la mayor parte de las personas que se encontraban se volvían a su paso, los chiquillos de la calle hacían comentarios sobre él en voz alta. Por este motivo su sobrino Karl detestaba salir con él y le dijo un día que le avergonzaba acompañarle por la calle, a causa de su aspecto de loco. Beethoven se sintió muy herido y se acercó más a nosotros. Sin embargo, yo, al contrario, estaba muy orgulloso de que me vieron con este hombre ilustre.

GERHARD VON BREUNING

Una cosa característica era la vivacidad con la que hablaba de todo lo que le interesaba; así, un día, yendo y viniendo por la habitación con mi padre, durante una conversación animada, escupió sin darse cuenta sobre un espejo que había tomado por la ventana.

GERHARD VON BREUNING

Realmente, la «Stimmung» de Beethoven al acabar el año 1825 es de una alegre vitalidad. Ha terminado el 13.º Cuarteto, esboza los temas del 14.º, empieza a trabajar en su Décima Sinfonía (¿cómo se pueden escribir estas palabras sin que se encoja el corazón?). El 16 de diciembre, aniversario de sus cincuenta y cinco años, recibe la visita de un musicólogo de Québec, Theodor Molt, que ha venido a traerle el testimonio de la admiración de los canadienses. Beethoven compone para él un canon sobre la alegría de vivir: «Freudich des Lebens, Freudich Freudich des Lebens, des Lebens, des Lebens».

En lugar de alegrarse, Schindler, en su biografía, se entristece. Y echa toda la responsabilidad sobre Holz-«Mefistófeles».

736 / Según su propia confesión, Holz ha llevado a Beethoven a todos los restaurantes, e incluso a otros lugares de placer [!?] durante el invierno de 1825-1826. Pero Beethoven empezaba a estar cansado por culpa de su vulgaridad18, y también a causa del aumento de sus gastos. [Por otra parte, Schindler añade este detalle atroz: ¡saber que a Beethoven y Holz les gustaba beber un vaso de vino juntos!] En estas condiciones, Beethoven no podía dar muy buen ejemplo a su sobrino [sic].

SCHINDLER

Para perjudicar mejor a un rival aborrecido, Schindler llega a calumniar a Beethoven sin apenas darse cuenta. Dejemos a los médicos el trabajo de determinar si la herencia alcohólica de su abuela y de su padre pudo haber desempeñado un papel en la enfermedad que le llevó a la muerte, y que es, sin ninguna duda, la cirrosis. Lo que es seguro es que Beethoven no despreció jamás el vino, pero no parece que abusara nunca de él. Desde este mismo punto de vista, los testimonios de sus amigos, escalonados en los años, se recortan claramente, salvo el del triste Schindler. En su artículo sobre Beethoven, publicado en noviembre de 1823, Johann Sporschil escribe, después de haber hablado de los platos preferidos de Beethoven:

737 / Bebe vino con moderación. Cuando vive en Viena, en invierno, le gusta, después de comer y antes de dar un paseo, ir al café, leer los periódicos tomando una taza de café, fumar en pipa, y también entretenerse con sus amigos.

SPORSCHIL

Más tarde, el joven escritor Braun von Braunthal describe así a Beethoven:

738 / En una pequeña posada de Viena vi a Beethoven, en los últimos años de su vida, en el transcurso de númerosas veladas de invierno. Cuando él entraba, todos le demostraban el mayor respeto. Era un hombre de talla mediana, el cuerpo rechoncho, y sus cabellos grises parecían la melena de un león; los ojos vivos, inteligentes, miraban sin cesar a su alrededor, dudando como si anduviera en un sueño. Entraba así, se instalaba ante su vaso de cerveza, fumaba una gran pipa y cerraba los ojos. Interpelado, o mejor llamado con grandes gritos por algunos de sus amigos, abría los párpados como un águila asustada sacada de su sueño y, sonriendo tristemente, tendía a su interlocutor un cuaderno de papel y un lápiz que sacaba del interior de su chaqueta, ordenándole escribir lo que quería preguntarle, con esa voz aguda característica de algunos sordos. Después escribía la respuesta amablemente, o la daba de viva voz.

BRAUN VON BRAUNTHAL

El siguiente testimonio de Braun von Braunthal es más importante aún, desde otro punto de vista, pues era amigo de Franz Schubert, y a través de él oíamos a Schubert hablar de Beethoven, aproximadamente en el momento de la composición del 14.º Cuarteto.

739 / Algunas veces sacaba un segundo cuaderno más grueso del bolsillo interior del lado izquierdo de una levita gris y escribía con los ojos semicerrados. «¿Qué es lo que puede escribir?», pregunté un día a mi vecino Schubert. «Compone –me respondió–. Pero él escribe palabras, no música. Es su costumbre, anota con palabras normalmente la continuación de las ideas destinadas a tal o cual fragmento y señala también algunas notas aquí y allá. Toca todavía muy bien el piano, y cuando se le escucha, nadie creería que no oye, tal es la pureza y seguridad con que toca. El arte es para él ahora una ciencia: sabe lo que puede, y la imaginación obedece a su meditación inagotable».

BRAUN VON BRAUNTHAL

Schubert hablaba siempre con esta seriedad, este buen sentido, esta razón y esta precisión.

SCHUBERT, según BRAUN VON BRAUNTHAL

1826

En el mes de enero, sin embargo, sobrevienen nuevos dolores y vuelve a ser atacado por su dolor de ojos. En febrero se añade a todo una gran fatiga. De nuevo, el doctor Braunhoffer acude a verle alrededor del 23 de febrero.

741 / BRAUNHOFFER.–Si quiere curarse pronto debe observar la dieta prescrita el año pasado, de otra manera no puedo precisar cuánto tiempo durará esto. – Nada de vino, nada de kaffeh [sic]… – El kaffeh aumenta exageradamente la actividad de los nervios, que es justamente vuestro mal. – Sopas.

Esto no impide a Beethoven escribir, el 6 de febrero, una calurosa carta a uno de sus adversarios más virulentos, el abate Maximilian Stadler. Beethoven no ignoraba su animosidad, pero Stadler acababa de publicar un trabajo donde defendía la memoria de Mozart contra los ataques de cierto Gottfried Weber, director del famoso Caecilia de Maguncia.

742 / Habéis obrado muy bien al hacer justicia al espíritu de Mozart en vuestro agudo y magnífico escrito, y tanto los eruditos como los profanos, lo mismo que todos los músicos o los que puedan ser considerados como tales, os deben estar agradecidos […]. Siempre me he contado entre los más grandes admiradores de Mozart, y seguiré siéndolo hasta mi último aliento.

BEETHOVEN

Pero Stadler no debió, a pesar de todo, de atenuar su oposición a la música beethoveniana, ya que un poco más tarde –posiblemente en el transcurso de este mismo mes de febrero– Beethoven le envía este canon burlesco sobre palabras ítalo-alemanas.

743 / Signor Abbate, io son ammalato [señor Abate, estoy, enfermo]. – Santo Padre, date mi la benedizione [Santo Padre, dadme vuestra bendición]. – ¡Que el diablo os lleve si no venís!

BEETHOVEN

En marzo, un fagotista llamado Mittag va a ver a Beethoven desde Dresde y le comunica el enorme éxito que la Novena Sinfonía está obteniendo en Leipzig. En lugar de interesarse por ello, Beethoven le pide detalles técnicos sobre la ejecución del fagot.

744 / MITTAG.–Allí el entusiasmo por vos no tiene límites: mil quinientos estudiantes no quieren oír más música que la vuestra.

HOLZ.–Mittag ha dicho que Breitkopf y Härtel han ganado dinero con vuestra Sinfonía en re. Ha aparecido el mismo día en todos los formatos y el primer día se ha agotado la tirada de dos mil ejemplares.

Si en Viena la gloria de Beethoven se discute todavía debido a la admiración excesiva que despierta Rossini, por una parte, y al último cuadro de los reaccionarios musicales del tipo de Stadler, por otra, en cambio, en Alemania del norte y del centro creen ciegamente en él. Beethoven se da cuenta y esto le ayuda a soportar la forma con que es recibido, el 21 de marzo, el 13.º Cuarteto en su primera ejecución. El público no lo entendió, y sólo demostró entusiasmo por los dos fragmentos más sencillos, el Presto y la Allemande. Como en tiempos pasados, cuando se burlaba de las críticas del Allgemeine Musikalische Zeitung, Beethoven llama a los oyentes «bueyes» y «asnos». No obstante acepta, a instancias de Artaria, separar la Gran Fuga del resto del Cuarteto y publicarla por separado, y después trasladarla a piano para cuatro manos.

Está metido de lleno en la composición del 14.º Cuarteto, pero acepta otros proyectos. Su viejo amigo el poeta Cristoph Kuffner (1780-1846), que le proporcionó el texto de la Fantasía opus 80 en 1808 y con el que colaboró en una Tarpeya en 1813, va a verle en abril, llevándole dos proyectos de oratorios con los que Beethoven parece entusiasmado; primero un Saúl y David (no parece disgustar a Beethoven la idea de medirse en este tema a su Dios, Haendel); a continuación, un oratorio sobre los Elementos. En el transcurso de una larga conversación, aparentemente desordenada, Kuffner aborda cantidad de ideas muy queridas por Beethoven.

745 / KUFFNER. [Beethoven ha debido de decirle que decididamente ya no compondrá La victoria de la Cruz]. –Bernard ha escrito en idioma antiguo, porque es incapaz de escribir en el moderno; no ha progresado con el espíritu de los tiempos. – […]

Haydn no tenía una gran cultura intelectual. – En la actualidad la censura prohibiría hasta la ópera Don Giovanni, si se hubiera escrito recientemente. – […]

Los ligorianos [redentoristas] no pagan; pero bien que quieren recibir dinero.

Nada entorpece el espíritu de la época, y cuando la luz se hace en todo un distrito, no se puede decir: aquí, en este lugar, será de noche. No nos dejemos levantar una muralla de China. Dios ha dicho: «¡Hágase la luz!»; de acuerdo. Ahora se podría decir mejor: «¡Hágase la noche!». Y la luz se hizo – y ahora no se podría hacer del todo la noche. ¡Amén! – […]. Llegará un tiempo en que serán necesarios los cerebros. ¿Pero de dónde sacarlos? Los cerebros no brotan en una noche, como los champiñones. – […]

¿Recordáis todavía la casa del pescador, en Nussdorf, cuando estábamos por la noche sentados en el balcón, a la luz de la luna, y ante nosotros el murmullo de los prados y el Danubio hinchado por las aguas? Allí también fui vuestro huésped [en 1817]. – […]

Genz [el alma condenada de Metternich] es un individuo funesto que para satisfacer su estómago se vende y vende a la nación. – […]

No abandono la idea del oratorio de los Elementos. Pero creo que no debe ser una pintura musical, sino una pintura animada de la vida del hombre, hijo, esclavo y dueño de los elementos. – […]

Aquí los chapuceros de la política están a su negocio; como ignoran la enfermedad, no hacen más que experimentos, prescriben hoy un purgante, mañana una transfusión, y si el Estado no tiene el temperamento de un caballo, no le queda más remedio que desaparecer. –

Porque la muerte no es nada, y no se viven en la vida más que los momentos más hermosos. Lo que verdaderamente es eterno en el hombre; lo que pasa no tiene ningún valor. Todo lo que esta vida puede hacer bello y grande es la imaginación, una flor que se abre por completo, pero sólo en el otro mundo. – […]

Los trágicos franceses, en lugar de las pasiones que tratan, no tienen más que una metafísica analítica de las pasiones. – Rousseau ha crecido sobre suelo francés, pero no pertenece, como todo espíritu grande, a ninguna nación en particular; es decir, pertenece a todo el mundo. – Él era un poco hipocondríaco; ¿pero quién no lo es cuando se vive en una época que no os puede comprender? – […]

Todo conduce al gran objetivo. – Las palabras son censuradas; felizmente los sonidos, que representan las palabras y les dan su fuerza, son todavía libres.

El 10 de mayo, Beethoven responde a un músico, Karl August von Klein, que le había presentado una composición rogándole aceptar la dedicatoria y criticar la obra al mismo tiempo.

746 / Deseáis dedicarme una obra; por pequeñas que sean mis pretensiones a este respecto, aceptaré con placer la dedicatoria de vuestra bella obra. ¡Pero queréis también que haga la crítica sin pensar que yo mismo he de ser criticado! Pienso, con Voltaire, que «algunas picaduras de moscas no pueden frenar a un caballo en su ardiente carrera», y sobre este punto os invito a hacer lo mismo que yo. Dicho esto, y para conducirme con vos sin disimulo, pero con franqueza, como hago siempre, os indicaría tan sólo que en vuestras próximas obras pongáis más atención a la independencia entre las partes.

BEETHOVEN

Este año, a pesar de la llegada de la primavera, Beethoven se queda en Viena. La razón principal es que Karl tiene que pasar unos exámenes a finales de año y que Beethoven quiere estar con él para alentarle en su trabajo. La intención es loable, pero Beethoven no se da cuenta que así él se transforma en un vigilante, y en el mes de junio las escenas entre Karl y él se multiplican.

747 / KARL.–Si continúo trabajando cuando estás en mi casa no es por terquedad, sino porque creo que tú no te vas a molestar, si no me dejo distraer por tu presencia en mis trabajos, que me abruman literalmente en este momento. Sobre todo nos vemos mucho aquí [en tu casa], donde tenemos tanto tiempo para hablar de cosas útiles; te equivocas también si piensas que estoy esperando que vengas aquí para ponerme a estudiar […].

En otros momentos; Karl intenta bromear más o menos hábilmente a propósito de la sordera de Beethoven:

748 / KARL.–Justamente es lo que hace más grande tu gloria: todos se asombran, no porque tú escribas así, sino porque escribes así a pesar de esta desgracia. – Creería incluso que esto contribuye mucho a la originalidad que reina en tus obras. – Creo, sin embargo, que en un genio, por grande que sea, oír las composiciones de los demás puede, de vez en cuando, inspirar inconscientemente un pensamiento ajeno, lo que no es tu caso, porque tú no extraes más que de ti mismo.

En otros momentos es Beethoven el que intenta emplear un tono menos agresivo:

749 / No creas que porque has venido conmigo todo está olvidado y perdonado. Hablaremos hoy personalmente de esto, con tranquilidad. Piensa que en mí no existe otra preocupación que no sea tu propio bien, y juzga mi conducta según esto; no des un paso que pueda hacerte desgraciado y quitarme la vida antes de tiempo; no he podido dormir más que tres horas, toda la noche he estado tosiendo. – Te abrazo con todo mi corazón, y estoy seguro de que pronto no me reconocerás, así es como interpreto tu conducta de ayer. Te espero, sin falta, hoy a la una; no me causes más problemas ni angustias; mientras tanto, adiós.

TU VERDADERO Y FIEL PADRE

Estaremos solos, ya procuraré que Holz no venga, pues no quiero que trascienda la historia de ayer; ¡ven, te lo suplico, no hagas sangrar mi pobre corazón!

En este mismo mes de junio recibe la noticia de la muerte de Karl Maria von Weber. Podemos imaginarnos qué pensamientos le produce esta noticia. ¿Se imagina que no le quedan más que nueve meses de vida? En caracteres asombrosamente distintos y legibles escribe en su cuaderno: Weber todt in 40 Jahr. El hombre que esto escribe y que va a morir a los cincuenta y seis años está a punto de terminar el 14.º Cuarteto (lo principal del trabajo se terminó a finales de mayo, los últimos retoques duran hasta julio), y empieza el 16.º Cuarteto a finales de junio o comienzos de julio.

A primeros de julio, Grillparzer va a hacerle una nueva visita; sin duda será la última. El tono es sensiblemente el mismo que en 1823 y en los años siguientes:

750 / GRILLPARZER.–La censura me ha matado. – Habrá que ir a América del Norte para poder dar libre curso a los pensamientos. – Hace algún tiempo tuve una historia de lo más agradable con la policía. – […] El mundo ha perdido su inocencia, y sin inocencia no se crea ni se aprecia ninguna obra de arte. – […] Me he vuelto escéptico. – El músico no tiene censura. – Pero a la vez los escritores extranjeros están prevenidos contra todo lo que viene de Austria. – Subsiste, a decir verdad, en Alemania, unanimidad contra los escritores austriacos. – A pesar de todo, yo no intereso más que a la mitad de Austria. – En suma, mis obras están gustando cada vez menos – ¿Habéis leído Ottokar? – Tengo la desgracia de ser hipocondríaco. Eso explica muchas cosas. Mis obras no causan ningún placer. – ¡Si yo tuviera la milésima parte de vuestra fuerza y de vuestro carácter! – ¿No ha habido ningún momento en que los acontecimientos de la vida os hayan perturbado en vuestro trabajo? – ¿Asuntos de amor, por ejemplo?

Imaginamos sin esfuerzo las vigorosas respuestas de Beethoven a las lamentaciones de Grillparzer (él continuará lloriqueando hasta su muerte, a los ochenta y dos años, en 1872). Desborda energía. No solamente sigue componiendo los Cuartetos –y al final del 16.º (Muss es sein? Es muss sein!) reanuda la lucha de siempre con su Destino–, sino que también empieza el andante de un Quinteto que Diabelli le ha encargado; tiene además el proyecto de un oratorio sobre Saúl y David; con Kauffner prepara unas variaciones sinfónicas sobre la marcha fúnebre de Saúl, de Haendel, y tiene la intención de hacer entrar más voces en la conclusión de estas variaciones. Además piensa más que nunca en el Réquiem que Wolfmayer le encomendó seis años antes. Dos confidencias hechas a Holz nos dicen claramente con qué espíritu reflexionaba.

751 / Un Réquiem debe ser una conmemoración melancólica de los muertos; con el Juicio Final no se debe hacer nada demasiado agradable. […] Debe ser una música distendida [ruhig]; no hay ninguna necesidad de la trompeta del Juicio Final; la conmemoración de los muertos no requiere ningún alborozo.

BEETHOVEN, según HOLZ

No ha olvidado su proyecto de Fausto. En lo que trabaja más activamente, a lo que se consagra más profundamente, desde el final de 1825 o el comienzo de 1826, es a la Décima Sinfonía. Todos los testimonios están de acuerdo en decir que la obra está ya muy avanzada. Pero donde no concuerdan es en su contenido: ¿se trata o no de una nueva sinfonía con coros? En un Cuaderno de Conversación encontramos las siguientes indicaciones:

752 / HOLZ.–¿Tendremos entonces una nueva sinfonía con coros? – [Beethoven debe de exponer su plan]. – Es un hermoso contraste: el jubiloso lied resalta más alegremente. – ¡El salto brusco es tan sorprendente…! – Me alegro, como un niño, ante la sinfonía.

En los recuerdos que escribió a continuación, Holz precisa:

753 / Para la Décima Sinfonía estaba la introducción en mi bemol mayor, un fragmento dulce y un poderoso allegro en do menor, que tenía por entero en su cabeza y que interpretó para mí. Beethoven tocaba la Décima Sinfonía completa al piano; todas las partes estaban trazadas, pero eran imposibles de descifrar por otro que no fuera él.

HOLZ

Veamos, en cambio, el testimonio de Gerhard von Breuning:

GERHARD VON BREUNING

La inmensidad de sus trabajos iniciados y de sus proyectos da que pensar. Toda muerte es un accidente y no un punto final. Tenemos tendencia a ver en los últimos Cuartetos las últimas palabras de Beethoven. Últimas palabras, si se quiere, y por el más desgraciado de los accidentes, pero no un testamento.

No son los últimos pensamientos de un anciano que ve llegar su fin. Son los primeros pasos hacia un nuevo vuelo de un hombre cada vez más vigoroso, más joven y vivo. Un hombre cuya fuerza es tan grande que el joven Grillparzer querría tener la milésima parte. En este mismo verano de 1826, cuando Beethoven le dice a Holz que sus últimas sonatas para piano son las mejores, añade:

755 / Pero el piano sigue siendo un instrumento insuficiente. En el futuro escribiré, cada año, según el modelo de mi maestro Haendel, solamente un oratorio y un concierto para un instrumento de cuerdas o de viento, – sin perjuicio de haber terminado antes mi Décima Sinfonía y mi Réquiem.

BEETHOVEN, según HOLZ

En este momento estalla el drama. El sábado 29 de julio (según Thayer) o el sábado 15 de agosto (según otros), Karl se dispara dos balazos en la cabeza.

Hemos querido extraer de una considerable cantidad de textos los documentos más significativos. Podemos darnos cuenta, a través de ellos, de que si Beethoven había puesto lo mejor de sí mismo en la educación de Karl, para éste no resultaba muy cómodo ser todos los días el hijo adoptivo de Beethoven. Se le ha acusado de haber intentado matarse por la desesperación de haber fracasado en sus exámenes, y finalmente casi por querer causar un dolor a su tío. Seamos serios. Karl no era ni un alumno extraordinario ni un entusiasta del trabajo, pero, en opinión de sus profesores, era capaz de tener éxito. Si no quiso presentarse a sus exámenes fue porque estaba decidido a matarse. Y estaba decidido a matarse porque no era más que un muchacho mediocre, desequilibrado y hostigado por todas partes.

Le gustaban el billar, la bebida y las chicas. Además, tenía deudas. Debido a sus propias dificultades económicas, y también por principio, Beethoven le tenía financieramente apretado. No es del todo imposible que Karl le sustrajera pequeñas sumas de dinero de vez en cuando. Pero no le bastaban, y no veía la manera de salir de la situación.

Por otra parte, al examinar los Cuadernos de Conversación, nos sentimos a disgusto ante la atmósfera de espionaje que reina alrededor de él. El hermano Johann, Schindler, Holz, todos se unen para denunciar sus menores faltas a Beethoven. Holz llegará incluso a presumir de haberle hecho beber para conocer sus secretos. Se le prohíbe ver a su madre; se le reprocha su amistad con muchachos a los que aprecia; pretenden acompañarle a los bailes de máscaras de carnaval para vigilar su conducta. Karl termina por forjarse la mentalidad de un prisionero. Tan pronto intenta explicarse tranquilamente, como monta en cólera.

Holz, un día, al entrar, le ve sacudiendo violentamente a Beethoven, al que tiene agarrado por la ropa. Unas veces presume ante sus amigos de llevar a su tío por donde quiere; otras habla de él como de un viejo loco. Finalmente, termina odiándole.

Había dejado ver su intención de matarse. Su posadero, Schlemmer, registra entre sus cosas, confisca dos pistolas que encuentra y previene a Beethoven. Beethoven, con Holz, se pone en camino, da con él y le encierra bajo la vigilancia de Holz. Karl le dice a Holz: «¿Para qué retenerme? Si no me escapo hoy será en otra ocasión, pero lo haré». Con un falso pretexto se marcha y mientras Beethoven, asustado, pone a la policía tras sus pasos, él vende su reloj, compra otras dos pistolas, se hace conducir a Baden, sube novelescamente en plena noche a las ruinas de Rauhenstein y dispara. Una de las dos pistolas falla; la otra le hiere superficialmente en la sien.

De madrugada, un carretero le encuentra en el suelo y le lleva, a petición suya, a casa de su madre. Y a este lugar aborrecido tienen que acudir Beethoven y Holz para verle. Karl está consciente, pero más hostil que nunca. Escribe en el Cuaderno:

756 / KARL.–Ahora ya está hecho. No me molestes con tus reproches y tus lamentos; se ha terminado. Después todo se arreglará.

Beethoven, desesperado ante el mutismo y la rabia de Karl, se humilla hasta escribir:

757 / Si tienes alguna pena oculta, házmelo saber por tu madre.

BEETHOVEN

Pero Karl sigue furioso, y Holz, recordando sus palabras, echa más leña al fuego:

758 / HOLZ.–Ha dicho que quería tan sólo terminar con vuestros reproches. – […] Al marchar os ha dicho: «¡Si por lo menos no volviera más!» – […] Schlemmer está indignado por las injurias de Karl. – […] Creo que dijo todo esto para haceros sufrir. Y también comentó que volvería a hacer lo mismo en semejantes circunstancias20.

Diez años de profunda ternura, a veces torpe, violenta, injusta, preocupada por nimiedades; tantos sacrificios de este tipo para llegar a esto… Schindler, que encuentra a Beethoven poco después, dice que parecía «un septuagenario sin voluntad, expuesto al menor soplo». Pero ya conocemos su tendencia a deformar a Beethoven en este sentido. Más importante es la opinión de la familia Breuning.

759 / Esta noticia conmocionó a Beethoven. El dolor que le causó fue indescriptible: estaba abatido como un padre que ha perdido al hijo más querido. Mi madre le encontró, totalmente trastornado, en la explanada: «¿Sabéis lo que me ha ocurrido? ¡Mi hijo Karl se ha suicidado!». – «Y… ¿ha muerto?». – «No, se ha herido solamente, vive todavía; tenemos la esperanza de salvarle. ¡Pero la deshonra que me ha causado! Y, sin embargo, le he querido tanto…».

GERHARD VON BREUNING

Todos a su alrededor le obligan a abandonar la tutela; Beethoven al fin consiente, y Stephan van Breuning se ocupa de todo. Pero no ha concluido todo en este pleito, ya que en Austria el catolicismo es la religión del Estado y toda tentativa de suicidio está perseguida por la ley de la misma manera que un crimen. Hay que evitar sanciones demasiado severas y obtener de Beethoven, pese a su hostilidad hacia la profesión militar, que Karl sea autorizado a ingresar en el ejército, lo que solucionaría todo.

760 / La policía declaró que la falta de instrucción religiosa había sido la causa de la desgracia ocurrida, y que Karl debía perfeccionarse inmediatamente en el conocimiento de la religión, puesto que su padre adoptivo «había sido muy negligente a la hora de darle la educación moral necesaria». […]

Beethoven se sintió tan profundamente herido por esta injerencia de la policía que su salud se resintió.

GERHARD VON BREUNING

Ante la policía, en la investigación, Karl, al que habían llevado desde la casa de su madre al hospital, declara: «Mi tío me ha sujetado demasiado y por eso he intentado matarme».

Pero como desgraciadamente el infeliz muchacho no consiguió matarse, la policía de Viena, muy contenta de poder ajustar viejas cuentas con Beethoven, le envía cada día un reverendo redentorista encargado de catequizarle.

Beethoven también va a verle al hospital. Continúa sometiendo a Karl a la ducha escocesa. Unas veces declara al médico que Karl es un canalla («No quería venir a verle, no lo merece, me ha hecho sufrir mucho»); otras veces escribe a su sobrino una carta tan indulgente que Schindler, que reaparece por un breve espacio de tiempo, le reprende en el mismo tono que antaño. Algunas líneas después, Beethoven escribe en el Cuaderno, sin que se pueda saber si es en respuesta a Schindler o un aparte:

761 / No quiero tener otra meta que su mejoría; si se le abandonase ahora podría ocurrirle algo terrible.

BEETHOVEN

Y al consejero municipal Czapka, que intenta arreglar las cosas con la policía, escribe en este mismo mes de agosto:

762 / Estad persuadido de que la humanidad, aun en su caída, para mí es siempre sagrada.

BEETHOVEN

Pero, al mismo tiempo, intenta de nuevo separar a Karl de su madre; el joven protesta con mucha dignidad.

763 / KARL.–No quiero oír nada malo sobre ella, no soy yo quien debe juzgarla. Si pasase en su casa el poco tiempo que tengo que estar todavía aquí, no sería más que una pequeña reparación por todo lo que ella ha sufrido por mi culpa. – […] En ningún caso le demostraré la misma frialdad que le he demostrado hasta ahora; y pueden decir lo que quieran. – […] No puedo tampoco, estos días, negarme a sus deseos de tenerme cerca de ella, teniendo en cuenta que tardaré mucho tiempo en volver aquí; pero no hay ni que decir que esto no impedirá que nos volvamos a ver siempre que lo desees.

Se podría esperar que Beethoven no se repondría de semejante conmoción. Pero no parece, de momento, que su ritmo vital se alterara gravemente.

Posiblemente las consecuencias se dejarán sentir en la enfermedad que le va a llevar a la tumba muy pronto, pero por el momento las breves notas que dirige a Holz y a Haslinger a finales de agosto o primeros de septiembre están entre las más graciosas y distendidas. En una carta del 9 de septiembre a Holz, después de una serie de bromas sobre los amores y el matrimonio de este último, escribe unas pocas líneas doloridas:

764 / […] además, no me gusta nada la vida militar; si estás ahí, todo debe hacerse rápidamente; estoy cansado y la alegría tardará aún mucho en volver; estos grandes gastos actuales y futuros me preocupan mucho; ¡renunciar a toda esperanza de poder tener cerca de mí a un ser en el que esperaba ver renacer mis mejores cualidades!; divertíos mucho ahí y aprended a conocer la abundancia y el encanto de la naturaleza

Vuestro siempre agradecido,

BEETHOVEN

No parece tampoco que sea debido a oscuros presentimientos por lo que escribe, algunos días antes, el 30 de agosto, el siguiente papel:

765 / Doy con satisfacción a mi amigo Karl Holz la seguridad, solicitada por él, de que le considero el indicado para la futura edición de mi biografía, suponiendo que la deseen, y tengo plena confianza en él para dejar a la posteridad, sin desfigurarlo, todo lo que le he comunicado con esta intención.

LUDWIG VAN BEETHOVEN21

Terminado el mes de agosto, o en los primeros días de septiembre, el bibliotecario real de Berlín, Spiker, recibe el manuscrito de la Novena Sinfonía que Beethoven finalmente se ha decidido a dedicar al rey de Prusia22. El recuerdo que Spiker conserva de Beethoven no se parece nada al del anciano septuagenario que nos pintaba Schindler:

766 / Era excepcionalmente alegre, reía a carcajadas, con el buen humor de un hombre sin malicia y que se fía de todo el mundo. Nunca me podía haber imaginado esto del Beethoven que la opinión general describía como hosco y feroz. […] Demostraba una vitalidad inaudita e inesperada. […] El brillo de su mirada tenía algo extraordinariamente vivo, y la vivacidad de toda su persona jamás haría pensar que la muerte estaba tan próxima.

SPIKER

La creación musical sigue su ritmo, tanto como su exuberancia vital. Al final de agosto, cuando el editor Schlesinger (el padre, el de Berlín; no el hijo, el de París, que había ido el año anterior) va a verle, Beethoven ha terminado ya los dos primeros y el último fragmento del 16.º Cuarteto. En el transcurso de septiembre compone el lento que se intercalará entre ellos y al que titula «Dulce canto de descanso, canto de paz». Y vuelve a hablar con Schlesinger del proyecto de sus obras completas.

Se diría que, pasada la primera sacudida, la tentativa de suicidio de Karl le alivia, probablemente de un modo inconsciente, liberándole de una responsabilidad que le obsesionaba. Breuning hace las gestiones necesarias para que Karl se incorpore al regimiento del coronelbarón Von Stutterheim, al que Beethoven en agradecimiento va a dedicar el 14.º Cuarteto que destinaba a Wolfmayer; éste tendrá en compensación el 16.º Cuarteto.

Karl vuelve a vivir de nuevo una temporada en casa de su tío, cuando sale del hospital, y se ocupan juntos de fijar la metronomización de la Novena Sinfonía. «Descanso…, paz».

El 26 de septiembre, cumpleaños del joven Gerhard, Beethoven es invitado a almorzar en casa de los Breuning.

767 / Durante la comida nos contó que había sido nombrado ciudadano de Viena por el ayuntamiento; como le hicieron observar que todavía no era realmente ciudadano de Viena, sino ciudadano de honor, él respondió: «No sabía que en Viena hubiera ciudadanos de deshonor». Por la tarde fuimos todos juntos a Schoenbrunn, a pie […]. Beethoven se expresaba así respecto a los jardines con alamedas podadas como muros, a la francesa: «¡Arte puramente artificial; como los antiguos trajes de miriñaque! ¡No estoy bien más que cuando estoy en la libre naturaleza!». Un soldado de infantería pasó cerca de nosotros. Al verle, hizo esta sarcástica observación: «¡Un esclavo que ha vendido la libertad por cinco monedas al día!».

GERHARD VON BREUNING

Por primera vez en muchos años no había salido de Viena en verano. Sufre. Además es necesario que Karl se oculte de la policía vienesa porque su cicatriz en la sien es todavía visible. El hermano Johann, «propietario-terrateniente», proponía cada año a Beethoven ir a su propiedad de Gneixendorf, cerca de Krems, a orillas del Danubio. Cada año Beethoven rehusaba por antipatía hacia su cuñada. Esta vez acepta, y el 28 de septiembre, en compañía de Karl, cambia Viena por Gneixendorf. Pasarán allí dos meses.

El primer mes todo va de maravilla. La cuñada se desvive en atenciones con él e intenta hacerle olvidar sus prevenciones. Puede volver a sus largos paseos en solitario, en plena naturaleza. Da los últimos retoques al 16.º Cuarteto y compone el Rondó que sustituye a la Gran Fuga como décimo final del 13.º Cuarteto. Una ligera indisposición le retiene en cama, y aprovecha, el 7 de octubre23, para dictar (sin duda a su sobrino) una respuesta a Wegeler, que le había escrito, lo mismo que Eleonora, en el mes de diciembre, para invitarle a ir a su casa (cf. supra, textos núms. 34 y 59).

768 / ¡Mi querido y viejo amigo!:

Qué placer me ha causado tu carta y la de Lorchen, no puedo expresarlo. La respuesta debía haber seguido con la rapidez de una flecha, pero en general soy un poco negligente para escribir, ya que pienso que los mejores hombres no lo necesitan para conocerse. A menudo, tengo toda la respuesta en mi cabeza, pero cuando quiero transcribirla tiro mi pluma lejos, la mayoría de las veces, porque no soy capaz de escribir lo que siento. Recuerdo todo el cariño que me has demostrado siempre, como por ejemplo cuando me diste una buena sorpresa haciendo blanquear mi habitación. [Me acuerdo] también de la familia Breuning. Es el curso de los acontecimientos el que ha querido que nos separemos: cada uno debía perseguir el fin asignado e intentar alcanzarlo. Pero los principios eternamente inquebrantables del día nos mantienen siempre firmemente unidos. Hoy, desgraciadamente, no puedo escribirte tanto como querría, pues estoy en la cama; quiero responder solamente a algunos puntos de tu carta.

Me dices que se me considera en algunas partes como el hijo natural del difunto rey de Prusia; ya me han hablado de ello hace mucho tiempo, pero me había hecho el propósito de no escribir sobre mí ni de responder a nada que se haya escrito de mí. Te confío de buen grado la tarea de hacer conocer al mundo la honorabilidad de mis padres, y en particular de mi madre. – Me hablas de tu hijo; no necesito decirte que si viene aquí encontrará en mí un amigo y un padre; y que si puedo servirle o ayudarle en lo que sea, lo haré con alegría.

Tengo siempre la imagen de tu Lorchen; ya puedes ver cómo todo lo que ha existido de bueno y querido en mi juventud es precioso para mí.

Respecto a mis diplomas [Wegeler en su carta había enumerado sus propias distinciones], te diría brevemente que soy miembro honorario de la Sociedad Real de Ciencias de Suecia, de la de Ámsterdam, «ciudadano de honor» de Viena. [Beethoven habla a continuación de la visita de Spiker y de la dedicatoria de la Novena Sinfonía]. Me han hablado también de algo como la Orden del Águila Roja de 2.ª clase; no sé lo que quiere decir, porque no he buscado nunca estas distinciones honoríficas; sin embargo, en nuestra época, y por otras razones, esto no me hubiese disgustado.

Por lo demás, me atengo siempre a Nulla dies sine linea, y si dejo dormir la Musa es solamente para que se despierte más fuerte. Espero dar todavía al mundo algunas grandes obras, y después, como un viejo niño, iré a terminar mi carrera terrestre entre algunas buenas personas.

Recibirás pronto varias composiciones para los hermanos Schott, de Maguncia. El retrato que te adjunto es sin duda una obra de arte, pera no es el último que me han hecho. – A propósito de distinciones honoríficas, que sé te complacerá, te anuncio que el fallecido rey de Francia me envió una medalla con esta inscripción: «Dada por el rey al señor Beethoven»; estaba acompañada de una carta muy atenta del primer gentilhombre del rey, duque de Chartres.

Mi querido amigo, conténtate con esto por hoy.

El recuerdo del pasado me entristece y no recibirás esta carta sin [que me haya hecho soltar] muchas lágrimas. El primer paso está dado; pronto recibirás otra carta, y cuanto más me escribas más me alegraré. Nuestra amistad no es problema ni para ti ni para mí. Así que adiós. Te ruego beses en mi nombre a tu querida Lorchen y a tus hijos, y piensa en mí. Dios sea con todos vosotros.

Como siempre, tu fiel y verdadero amigo que te aprecia,

BEETHOVEN

Algunos días después, el 13 de octubre, Beethoven escribe a Schott:

769 / Empleo el resto del verano para reponerme en el campo, pues este año me ha sido imposible dejar Viena. […] Espero que hayáis recibido el nuevo cuarteto. En lo que se refiere a la edición de mis obras completas, desearía conocer vuestra opinión y os ruego que me la comuniquéis cuanto antes. […] El lugar donde me encuentro ahora me recuerda a las comarcas del Rin, que tan ardientemente deseo volver a ver, pues las abandoné en mi juventud.

BEETHOVEN

Pero este comienzo idílico de la estancia no dura mucho. Su hermano y su cuñada irritan a Beethoven por su vulgaridad, y ellos terminan por cansarse de fingir en su convivencia con él. Terribles escenas estallan entre ellos, y otras no menos terribles también con Karl. Todo exaspera a Beethoven, incluso la simpleza de un joven criado, Michel Krenn. Sobre su cuaderno escribe:

770 / ¡No hay un buen buey hervido ni tampoco una oca! ¡El cielo venga en ayuda de mi hambre!24.

BEETHOVEN

Un contemporáneo, el doctor Lorenz, pudo recoger algunos testimonios anecdóticos sobre esta estancia de Beethoven en Gneixendorf; su valor aumenta por el hecho de que son los últimos concernientes a Beethoven en libertad; enseguida Beethoven será enclaustrado por la enfermedad y por la agonía.

771 / [Johann, acompañado de Ludwig, va a visitar a un amigo, cirujano de los alrededores]. Su mujer se sintió extremadamente halagada con la visita del digno propietario e hizo poner sobre la mesa todo lo mejor que tenía; entonces, su mirada recayó sobre un hombre que estaba modesta y silenciosamente sentado en un banco al lado de la estufa. Creyendo que era un criado, llenó un cuenco de barro y se lo ofreció al compositor, diciéndole alegremente: «¡Tomad, bebed también vos un trago!». Cuando el cirujano volvió a su casa, por la noche, adivinó enseguida, por la descripción que le hizo su mujer, quién era el hombre sentado cerca de la estufa. «¡Querida esposa –gritó–, el músico más grande del siglo ha venido hoy a nuestra casa, y es así como le has tratado!».

LORENZ

LORENZ

Ludwig van Beethoven
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