No es por ambición por lo que hemos escrito este libro; es porque hubiéramos deseado encontrarlo ya hecho para nuestro uso personal.

Se han escrito muchos libros sobre Beethoven; algunos excelentes, otros muchos útiles, pero ninguno nos ofrece el instrumento de trabajo, casi habría que decir el manual, que necesitábamos para comprender mejor a Beethoven. Unos, y casi siempre eran los más notables, sólo nos informaban sobre su vida, sobre un aspecto de su carácter, sobre un género musical dentro de la obra. Otros eran demasiado sucintos, o demasiado vagos, o estaban demasiado novelados. En algunos, en fin, las licencias o las interpretaciones del autor nos resultaban enojosas.

Con lo que soñábamos era con un libro donde se encuentren unidos los datos históricos más serios y más auténticos sobre toda la vida y toda la obra de Beethoven, envueltos en un mínimo de comentarios personales, y presentados en un orden determinado que facilite su clasificación.

Hemos empezado este trabajo para nosotros mismos, y a continuación nos hemos dicho que posiblemente no fuéramos los únicos a los que les podía resultar útil; así es como ha nacido este libro.

La primera, que no interesará más que medianamente al lector, es que sabemos que no estamos suficientemente cualificados para un trabajo propiamente musicológico.

La segunda es que una investigación puramente histórica nos ha aportado ya resultados bastante abundantes y –nos parece– suficientemente interesantes como para llenar un gran libro, que fácilmente podría haber sido aún mayor: un estudio musicológico, con los ejemplos musicales, el catálogo temático completo, las comparaciones con otros músicos, que exigiría un libro más amplio, quizá también más útil, pero de una utilidad distinta.

La tercera razón es que hemos pensado, al emprender este trabajo, en todos los oyentes de la radio, de los discos, de los conciertos, que aman a Beethoven y que no conocen nada de la música, aun queriéndola apasionadamente. Sin duda podrían aprender música para comprenderla mejor, pero son muy escasos los hombres a los que nuestra sociedad permite largos estudios que no aportan nada. Existen millones y millones de personas que necesitan la música en general, y a Beethoven en particular, para vivir, y que nunca tendrán tiempo de aprender lo que es un acorde de séptima disminuida, cuáles eran, en tiempos de Beethoven, las leyes de la modulación de una tonalidad a otra, ni cuántas especies de fugas diferentes existen, de contrapuntos, de escrituras fugadas…

Estos «beethovenianos profanos» tienen, sin embargo, el deseo de saber más sobre la historia de la obra y del hombre al que admiran; para ellos hemos querido trabajar, sin desdeñar que nuestro trabajo pueda serles útil a los conocedores de la música, ya que ninguna competencia técnica autoriza a ignorar impunemente la historia.

Hemos presentado estos textos tipográficamente, de forma que el lector pueda ver al primer golpe de vista si se trata de un texto salido con toda seguridad de la pluma de Beethoven o si se trata de frases suyas referidas por testigos y de anécdotas contadas por sus contemporáneos.

Ante la cantidad de documentos que se nos ofrecían se imponía una selección. Más exactamente, una serie de selecciones. En primer lugar, hemos preferido reproducir un gran número de extractos de textos antes que un pequeño número de documentos íntegros; la mayoría de la correspondencia de Beethoven en particular, y en ocasiones dos o tres frases de gran importancia que emergen de una larga discusión relativa a un proceso o a una edición de obras. Las indicaciones bibliográficas que se encuentran al final de la biografía permitirán encontrar el contexto, al menos en alemán.

En segundo lugar, hemos preferido mantener los textos que aclaraban los aspectos psicológicos o sociológicos de la vida de Beethoven, que arrojaban luz sobre sus ideales respecto al mundo, la vida, el arte, su existencia y su obra, más que sobre los textos que relataban peripecias sin gran significado. Hemos buscado reducir al mínimo los detalles relativos a las relaciones con sus editores, las disputas con sus hermanos, los procesos con los príncipes, las dificultades de la tutela, las búsquedas de personal doméstico, los gustos culinarios de Beethoven, etc., ya que para este tipo de temas podía bastar una narración breve y las controversias son mínimas.

Hemos tenido que elegir también entre la verosimilitud más o menos cierta de tradiciones inconciliables, tanto como entre las diferentes interpretaciones de un mismo texto. Otras opciones nos aguardaban todavía: sobre la fecha de una carta o sobre la autenticidad de una conversación contada, etc. En muchas ocasiones hemos estado indecisos.

Tratamos de ser lo más honestos posible en nuestras opciones, pero sobre todo hemos querido mencionar las hipótesis que rechazábamos y los argumentos de estas hipótesis, y hemos querido dar también, incluso por extenso, los argumentos de nuestras propias elecciones. La narración pierde así ligereza, sin duda, y la lectura facilidad; pero de este modo el lector podrá tener, datos en mano, su propia opinión. Después de todo, no faltan vidas de Beethoven que resultan muy agradables de leer, y tan perentorias que no se advierten al leerlas las ideas formadas de antemano por sus autores. Nuestro deseo era proporcionar un instrumento de trabajo y de reflexión; no hemos querido tampoco disimular las dificultades de nuestra investigación.

En la medida en que la palabra objetividad tiene un sentido en historia, esperamos haber sido objetivos. Y nos hemos impuesto abstenernos de cualquier efusión lírica en nuestros comentarios. Este libro es un libro lleno de amor sin límites y sin reservas hacia Beethoven; no intentamos ocultarlo. Pero de este lugar único que Beethoven ocupa en nuestros corazones y en nuestros actos no vamos a hablar aquí. No querríamos cansar al lector.

La mayor o menor extensión de cada nota, o la ausencia de comentario para alguna obra, no tiene nunca nada que ver con un juicio de valor por nuestra parte.

Hay composiciones sobre las que no hemos encontrado nada que decir, o muy pocas cosas, porque históricamente faltan esos datos: los contemporáneos han hablado poco de ellas o los cuadernos que contenían comentarios se han podido perder, etc. Algunas de las obras que más apreciamos no tienen casi historia; otras, que queremos menos, tienen una historia abundante; no es culpa nuestra si existen más documentos sobre La batalla de Vitoria que sobre el Concierto para violín.

Hemos pensado primero ordenar estas notas en el mismo orden de su número de opus (o de obra). Dos razones nos han hecho renunciar a ello. Por una parte, esta numeración no es enteramente obra de Beethoven; sus hermanos y sus editores han intervenido con frecuencia y resulta que el orden de los opus (no nos resignamos a utilizar el plural «opera») no corresponde ni al orden cronológico ni a la exacta intención de Beethoven. Por otra parte, numerosas obras, inéditas o publicadas en vida de Beethoven sin que éste les diera mucho valor, no han recibido número de opus; no nos parece bien relegarlas a un apéndice.

Tampoco hemos querido ordenar las notas según los géneros musicales (sinfonías, cuartetos, sonatas, etc.), pues tal clasificación habría roto la unidad de la evolución orgánica de la obra entera. Esto puede convenir a una investigación musicológica, pero no es posible en un trabajo histórico.

Hemos tratado de obtener una clasificación cronológica fundada en las fechas de composición y nunca en las fechas de ejecución o de publicación de las obras. No hemos disimulado y no queremos esconder al lector el carácter hipotético que a veces ofrece tal clasificación y el carácter aproximativo que presenta con más frecuencia todavía, sobre todo cuando la composición de una obra se escalona en varios años. Tal como ha sido, nos parece lo mejor para el conjunto y preferible a cualquier otro procedimiento.

Pero era indispensable hacer preceder estas notas de un triple catálogo, a saber: un catálogo según la numeración por opus, un catálogo según los instrumentos y los géneros musicales; y un catálogo cronológico, cuyo orden corresponde a la sucesión de las notas. Y hemos trasladado a los dos primeros catálogos las fechas de composición indicadas en el tercero y en la cabecera de cada página de notas.

De este modo, por dar un ejemplo, el oyente que escucha anunciar por la radio la Sonata opus 109 no tiene más que remitirse al primer catálogo (por opus) que le indica la fecha de 1820; si, por el contrario, oye anunciar la Cuarta Sinfonía o la Sinfonía en si bemol mayor no tiene más que echar una mirada al segundo catálogo (por instrumentos y géneros) para obtener la fecha de 1806.

Descubrimiento, en primer lugar, de la importancia de cierto número de datos que los primeros historiadores de Beethoven han querido escamotear, más o menos deliberadamente; de pistas que han querido embrollar y que quizá los historiadores posteriores no hayan puesto suficientemente en claro. Descubrimiento posterior de la convergencia de cierta cantidad de textos que no han podido influenciarse mutuamente; cada uno, tomado aisladamente, no llevaba más que a débiles suposiciones; su acumulación, nos parece, impone ciertas evidencias.

Ha sucedido que, habiendo empezado con objeto de reunir los elementos de un dossier y para facilitar a otros el estudio del mismo, hemos terminado por proponer, si no las conclusiones definitivas de una investigación que no consideramos terminada, al menos nuestra primera tentativa de interpretación de este dossier. Hemos intentado hacerlo separando claramente el «Ensayo» de las dos primeras partes; de esta manera el lector que no comparta alguno de nuestros puntos de vista podrá utilizar libremente el resto del libro y formarse una opinión diferente de la nuestra partiendo de los mismos presupuestos.

No se ha utilizado en el «Ensayo» ningún descubrimiento que no figure ya en la «Biografía» o en la «Historia de las obras»; no hemos querido hacerlo más pesado aportando nuevas referencias y hemos dado por buenos los resultados de las opciones por las que nos habíamos decantado.

El «Ensayo» se apoya constantemente en la «Biografía y en la «Historia de las obras», pero estas últimas pueden muy bien pasarse sin el «Ensayo». Es lo que hemos querido; pues, si las interpretaciones pueden discutirse hasta el infinito, los hechos, por el contrario, son incuestionables.

Una vez más, tampoco nos consideramos al final de nuestra investigación. Y hemos recibido demasiado de Beethoven como para creernos en paz con él después de este primer trabajo.

J. y B. M.

31 de agosto de 1954

Ludwig van Beethoven
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