Capítulo 22
Me siento bastante bien, farang. De hecho, me siento como un farang. La verdad es que no recuerdo haber preparado nunca concienzudamente un caso irrebatible ni, por regla general, haber recorrido las nueve yardas enteras en una investigación. Debo admitir que es algo que sólo querría hacer de vez en cuando, por la cantidad de tiempo que te lleva (lo que quiero decir es que nueve de cada diez veces ya sabes quién lo ha hecho, de modo que desarrollas las pruebas en este sentido; es una de esas eficientes técnicas asiáticas que tendréis que adoptar cuando la competición global se vaya poniendo reñida, no podéis tolerar que vuestras fuerzas de la ley cacen a menos delincuentes por policía que nosotros, ¿verdad?, sobre todo ahora que os habéis deshecho del imperio de la ley en todos los casos en los que resultaba inconveniente, ¿no es así?), pero esta vez Vikorn quiere ceñirse estrictamente a las normas. Vamos a filtrar las pruebas a los medios de comunicación y a divulgarlas por Internet, de modo que los jueces tendrán que trincar a Zinna o arriesgarse ellos mismos a una acusación, no habrá ningún gato encerrado entre bastidores como la última vez. De manera que estoy sentado a mi mesa haciendo una de esas listas que los polis como yo nunca hacemos.
Pruebas:
La droga. Bien, lo que llevaba Buckle es definitivamente morfina, nuestros muchachos de la forense realizaron todas las pruebas y Ruamsantiah los llamó por teléfono esta mañana: «Pues claro que es morfina, ¿es budista el Dalai Lama?». Están contentos de salir en la prensa, tendremos el informe esta noche.
Chaz Buckle, con un pequeño incentivo químico, está dispuesto a firmar su cada vez más detallada revelación sobre la operación Denise y su conexión con Zinna.
Khun Mu, con la seguridad garantizada por parte de Vikorn y una suma de dinero que éste no discutirá (pero que tendrá que ser suficiente para comprarle a Mu una nueva identidad y una nueva vida sin recortes en los servicios: calculo que bastante más de un millón de dólares ha cambiado de manos), testificará que la reunión entre Zinna, Denise y Chaz Buckle tuvo lugar, efectivamente, en su propiedad.
Lo único que tengo que hacer es encontrar a Denise, encerrarla durante una semana, aproximadamente, hasta que esté dispuesta a confesar todo lo que sabe sobre Zinna a cambio de una reducción espectacular en lo que de lo contrario sería una sentencia de muerte. Sólo eso, nada más ingenioso ni más satisfactorio, y estoy dispuesto a admitir que hay veces en que vuestro sistema tiene sus méritos, farang (ahí voy, ascenso).
Sin embargo, está sonando mi móvil y estoy teniendo una de esas visiones nada halagüeñas del futuro inmediato. Veo en la pantalla del teléfono que la llamada es de Ruamsantiah.
En tono deprimido:
—Tuvimos que soltar al farang Chaz Buckle.
—¿Qué?
—Nuestros chicos de la forense decidieron que la mierda que llevaba no era más que azúcar glasé después de todo. Afirman que en las primeras pruebas utilizaron instrumentos contaminados que les indujeron a error.
—¿Zinna les untó la mano?
—¿Acaso hay otra explicación? El general mandó a un enérgico abogado para que nos explicara que no tenemos ningún derecho legal para retener a Buckle. Entonces el director de la policía llamó a Vikorn para decirle que lo soltara.
—¿Cómo lo lleva Vikorn?
—Está en su despacho blandiendo su pistola.
Corto la comunicación con Ruamsantiah y respiro hondo antes de llamar a Vikorn al móvil.
Vikorn:
—¿Te has enterado?
—Sí. Tuvimos que soltarle.
—¿Tienes idea de lo que esto le supone a mi reputación?
—Sí.
—Seré el hazmerreír.
—No necesariamente. Podemos pedir una segunda opinión sobre la droga, tal vez mandarla a una agencia farang en el extranjero.
—Y así acabaremos con dos informes forenses contradictorios, que es toda la cancha que necesita.
—Ahora no puedes rendirte.
—Los tailandeses se ríen de los perdedores. Aquí yo parezco el perdedor. Le tiendo una trampa para incriminarlo y él se libra. Pillo a uno de sus correos y él lo saca de la cárcel.
¿Qué puedo decir? Todo es verdad.
—Ten cuidado, todavía no ha terminado —añade Vikorn con desánimo, y cuelga el teléfono.
Por la noche regreso al bar. Es una noche bastante floja y estoy pensando en cerrar temprano cuando empieza a sonar mi móvil. Es el coronel a cargo del distrito de Klong Toey. Al parecer han encontrado a un farang bajo y rechoncho, musculoso, desacostumbradamente feo y tatuado al que habían arrojado al río. Alguien le dijo que tal vez yo supiera algo al respecto. Llamo a Lek para decirle que pase a recogerme en un taxi.