Capítulo 20

En un embotellamiento en el cruce de Asok con Sukhumvit —ese agujero negro donde el tiempo se pierde— le pido al taxista que apague su CD de música pop tailandesa para que Lek y yo podamos escuchar Rod Tit FM. Pisit ha invitado al programa nada menos que a mi madre en su calidad de la más famosa y vociferante ex prostituta de Tailandia.

Son tiempos tristes para la sordidez, farang. Nuestro Gobierno está atravesando una de sus fases puritanas y ha decidido imponer un toque de queda más temprano. A partir del próximo mes, todos los bares tendrán que cerrar a medianoche. Naturalmente, la industria de la carne está indignada, todo Soi Cowboy se ha movilizado y no se permite la entrada a ningún farang que no firme una petición. El primer invitado de Pisit es un katoey que trabaja en los bares. Lek escucha, fascinado.

El katoey de voz profunda mantiene que tiene intención de demandar al Gobierno por el coste de su operación y la destrucción de su vida. Se hizo cortar todo el tinglado puramente por razones comerciales. Se crió como un niño en Isikiert, una de las regiones más pobres de la parte del nordeste, con cinco hermanas y un hermano. Su madre tiene cataratas y está ciega, su padre tiene la salud destrozada por cultivar arroz bajo el calor tropical doce horas al día, sus hermanas son todas madres de hijos de tailandeses borrachos que no les pagan la manutención de los niños y, de todas formas, no era probable que ninguna de ellas hiciera una fortuna en el mercado de la carne de Bangkok por motivos estéticos. Su único hermano padece el síndrome de Down y requiere supervisión constante. Como era el más mono de toda la prole lo eligieron (de forma unánime) para ser quien resolviera los problemas económicos de la familia en la gran ciudad. Pidieron todo el dinero que pudieron, hicieron un fondo común con todo lo que tenían y a duras penas lograron reunir lo suficiente para la operación que lo convirtió en una de las prostitutas más sexys de la profesión. Fue una inversión de capital excepcional y de alto riesgo que, tras un doloroso periodo de introducción, finalmente empezó a producir un rendimiento razonable, y ahora el Gobierno está saboteando la industria artesanal en ciernes con esa tontería de cerrar temprano. Todo el mundo sabe que la gran mayoría de los negocios de la profesión se realizan entre la media noche y las dos de la madrugada, cuando la resistencia de los clientes ha sido debidamente aplastada por el alcohol y las atenciones de jóvenes (o de unos katoey) casi desnudas. ¿Quién fue el maniaco del Gobierno que tuvo esta brillante idea? Está claro que no les importan nada los pobres. ¿Acaso el ministro del Interior va a hacerse cargo de su familia si ella no tiene dinero para mandar a casa?

Pisit se dirige a mi madre, que no necesita que la animen demasiado:

NONG El Gobierno no solamente está matando a la gallina de los huevos de oro, sino que además está arruinando el único sistema de distribución de riqueza que tenemos en esta sociedad feudal. Este Gobierno carece totalmente de sentido común. ¿En serio piensan que nos haremos ricos convirtiéndonos en algo tan estéril como Occidente? Yo he estado en París, Florida, Munich, Londres, y esos lugares son museos poblados por fantasmas. Lo esencial es que durante más de tres décadas la gente de Isaan se ha mantenido con vida gracias al poco dinero que sus hijas han logrado mandar a casa desde Bangkok. Hay ciudades enteras, calles, tiendas, granjas, búfalos de agua, automóviles, motocicletas, garajes, industrias enteras que deben su existencia a nuestras prostitutas. Estas jóvenes valientes son la esencia misma de la habilidad femenina para sustentar, nutrir, honrar a la vida con la vida, y también representan todo aquello que el alma tailandesa tiene de grandiosa, con su desinteresada devoción y sacrificio no piden ayuda ni gratitud, no esperan admiración, hace décadas que han dejado de esperar respeto, pero son el corazón de nuestro país.

PISIT ¿Hasta qué punto piensa usted que la actitud de nuestro Gobierno está influenciada por los medios de comunicación occidentales?

NONG Bueno, debo decir que no sé qué harían las cadenas de televisión occidentales sin un burdel en el sudeste de Asia hacia el que enfocar sus cámaras. Por supuesto que nuestro Gobierno recibe influencias, pero no es más que una cuestión de que las cadenas de televisión mejoren sus índices de audiencia. Nunca se preocupan por comprendernos realmente. ¿Y qué puedes hacer tú? Ésta es la falsa moralidad de Occidente.

PISIT ¿Las enérgicas medidas anuncian el fin de la industria del sexo en Tailandia?

NONG No lo creo. Al fin y al cabo lleva siendo ilegal casi cien años y mira lo que hemos conseguido. Además, actualmente se invierte mucho desde Occidente porque el alza potencial de una inversión en un bar de gogós bien dirigido es mucho mayor en mi opinión que, pongamos por caso, en la General Motors. Nuestras chicas cobran mucho menos por hora que en la mayoría de sociedades y al mismo tiempo están entre las mujeres más buscadas de la Tierra. Los precios no han aumentado en términos reales desde que yo misma estaba en activo.

El corazón se me hincha de orgullo ante el dominio que tiene mi madre del vocabulario, que por norma general está reservado a las clases dirigentes, pero el taxista gira la cabeza.

—¿Ésa es tu madre? En su época debió de ser toda una calentorra.

—Ahora puedes volver a poner tu CD de pop tailandés —le ordeno.

Cuando por fin el atasco empieza a descongestionarse, Lek dice:

—¿Has visto el nuevo material de YSL? Está en el Emporium, hay unos vestidos alucinantes.

—Este año no me he mantenido al tanto de la moda.

—Sin embargo, Armani y Versace siguen teniendo los mejores colores.

—Los italianos son los que tienen mejor ojo para los colores.

—Pero yo sigo prefiriendo los diseñadores japoneses. La ropa de Junya Watanabe de esta temporada es fantástica. Tonos grisáceos en satén y terciopelo. Al principio impresiona, ¿sabes?, luego piensas: es perfecto. Así pues, ¿hablaste con tu madre?

Trago saliva y echo una mirada a su cabello negro como la tinta, al color de juventud que todavía tiene su carne, al brillo mantecoso de esas mejillas altas, a la inocencia que aún albergan sus ojos. Llevo días meditando sobre el asunto, dándole vueltas en la cabeza, preguntándome si la sabiduría de mi madre la ha abandonado a su mediana edad. Casi parece contranatural presentarle este ángel a Fátima. Entonces lo veo claro. Se llama: iniciación. Mi madre tiene razón, como siempre. Fátima no solamente será buena para él, sino que es exactamente lo que necesita para adquirir experiencia y para sobrevivir. Además, Fátima es muy rica. Si decide adoptarlo, tendrá el porvenir asegurado.

—De hecho sugirió a una amiga mía en quien no se me ocurrió pensar en relación contigo. No la he visto desde hace más de un año, pero no será difícil encontrarla. Veré lo que puedo hacer.

Lek sonríe encantado y me lanza una de esas miradas suyas de agradecimiento que hacen que te derritas.

—Vuélvemelo a recordar, ¿adónde vamos?

—Vamos a ver a Khun Mu, Lek.