CARTA A LA MARGA
Horta, 13 d’abril de 2009
Plaisir d’amour
Ne dure qu’un moment
Chagrin d’amour
Dure toute la vie.
Estimada Marga,
Atrás quedan muchas cosas, cuyas llamas se han estremecido más de una vez. A ambos lados del largo, larguísimo camino, pasan retablos ensombrecidos por el tiempo, recuerdos apagados en sus tintes. A veces reina un silencio tan ignorante de todo tráfago urbano. El eco de alguna campana lejana suena como música evocadora de otro mundo. Hay un verso de Dante: «Nada te digo, para que busques en ti mismo».
Yo combato frente a mí misma. Todo esto para decirte que me imagino cómo has vivido y cómo vives. Tú pensarás, a veces, en los amigos, a los que tal vez deseas continuar viendo. Tienes una dulzura punzante y lo que quieres es vivir. Que te dejes de puñetas, que soy amiga tuya.
Aún tengo deseos, brutales y concretos deseos de cosas. He aprendido a golpes en la calle larga y seca, sin briznas, sin sombra, sin esperanzas falsas, sin sueños, sin lágrimas inútiles.
Y tú, con una boca infantil, de labios anchos, una boca que aún pide cosas: voraz y limpia, insatisfecha y tranquila a la vez, vales mucho. Vales como madre, hermana y amiga.
En momentos de soledad, cuando uno se aísla y que suene el teléfono, oír una voz cálida te hace salir del cielo pálido y oscuro. Obedecemos a algo mágico, incomprensible y dominante. Ya no tengo sed porque no puedo beber, pero el cigarrillo, blanco, con la punta roja, breve, no es algo absurdo en mi mano. Solo la voluntad nos salva. A ti por tu lado y a mí por el mío. Luego la elección de seguir reconstruyendo la vida.
Nosotras no abandonamos y caminamos detrás, siempre detrás, con nuestras esperanzas a cuestas. Que las cosas de los sentimientos —voluntad y miedo, ternura, libertad y sueño—, como las mentiras, la ceguera y el olvido, tienen precios concretos e ineludibles. Que la vida se paga. Y lo sabemos. Gracias por estar allí tú también, a mi lado.
T’estimo molt.
Giovanna