Termópilas
ESCRITO en el palacio de Susa, el lugar donde comienza la primavera, mi rey y señor.
Dudaba si escribir en el libro sobre derrotas, pero hay que descubrir las causas de la derrota y observarla para que así, una vez conocido el lugar de la pérdida, del error, se pueda avanzar.
¿Debe el hombre conocer toda la historia y saber de sus derrotas? Mi rey podría querer leer únicamente aquellas grandes batallas ganadas, la conquista de un gran territorio pollos antepasados; saber de la gloria no nos hace más poderosos, lo que de verdad puede hacer a un pueblo más grande, es decir más sabio, es enfrentarse a sus derrotas. Jerjes siguió una ruta hacia Grecia en busca de la gloria. Crisralla, C'ibistra, Barata, Iconio, Tyriaeum, Timbrio, Pisos, Melenas, Sardes, Esmirna, Cuma, Adarmito, Antrando, Abido, Sesto, Morisco, Estrina, Maronia, Therme, Termópilas, Tebas y Corinto. Un largo trayecto hacia la victoria. ¿Qué impulsó a Jerjes, a nuestros soberanos, a invadir esas tierras? La gloria, el poder de dominar el mundo. Hombres valientes que vivían en ese camino hacia la conquista.
Las Termópilas es un lugar estratégico. Su situación geográfica, un entrante entre la montaña y el mar, lo convierte en una brecha que se introduce en el mundo griego. Jerjes sabía por los espías y viajeros que era un espacio privilegiado. Le habían dicho que era guardado por los dioses de agua caliente, pero no podía detenerse allí. Eran muy numerosos. Un verdadero ejército de arqueros adiestrados que se protegía con escudos. Aprender de lo que no sabemos es la obligación de un rey, un rey sabio y soberano.
De los griegos creemos conocer todo; son unos potentes enemigos. Poseen armas de varias clases, pero la más poderosa de ellas es su mente. Las colonias que comenzaron las batallas mantienen una intensa relación con la Grecia continental, pero no somos capaces de comprender esos intensos lazos de unión. Resulta sorprendente e incluso extraño, son colonias pero también de alguna manera son conquistadas. Sin embargo, a pesar de que mantienen su autonomía, deciden sublevarse y pedir ayuda a su gente, es como un grito desesperado a la madre ante el miedo a perderse. Se niegan a dejar de ser griegos y a pesar de la distancia mantienen fuertemente su unión con el origen. Allí empieza su victoria. Luchan por una convicción de su pensamiento, no por una necesidad económica únicamente, ni por una creencia en sus dioses. No temen morir, luchan para defenderse de una muerte que consideran peor quizá que su muerte, por mantener vivas sus propias creencias y su pensamiento.
Sorprende ese arraigo y necesidad.