Capítulo 22

Las diez ideas falsas más comunes sobre la música clásica

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En este capítulo

image Ni es aburrida ni es para esnobs

image La música del siglo XX no es tan fiera como la pintan

image Un concierto no es un acto social

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Circulan por ahí muchos cuentos y rumores sobre la música clásica a los que no debes hacer el menor caso. En parte se entiende que existan, pues cualquier actividad de la que se habla sin parar desde hace muchos siglos es proclive a suscitar celos y habladurías. Pero, con la venia, vamos a refutarlos en seguida.

La música clásica es aburrida

image Pero ¡si la música clásica puede ser la cosa más estimulante del mundo! Si tienes la más leve sospecha acerca de compartir la idea falsa número uno, tenemos la receta adecuada para su cura: escucha el último movimiento de la Sinfonía n.o 4 de Chaikovski. Esta música es apasionada, romántica y desborda un efervescente amor por la vida. Apostaríamos a que tiene un real e inmediato efecto sobre tu ritmo cardíaco. De verdad.

Podríamos nombrar docenas de obras así, tan interesantes como esta sinfonía. Y tenemos la lista. Escucha las obras que mencionamos en el apéndice A y dinos después lo que piensas.

La música clásica es para esnobs

La música clásica es para todo el mundo, incluidos los esnobs. En todas las disciplinas artísticas existen algunas personas que se creen superiores al resto, sólo porque saben más. Desarrollan su propia terminología y la utilizan como si fuera el santo y seña para entrar a un exclusivo club. Se encuentran en los cócteles y se recrean en su propia erudición. Hasta se visten igual.

image El mundo de la música no es diferente. Sólo abrigamos la esperanza de que esta gente, desde su inmensa superioridad, se acuerde de escuchar, sentir y disfrutar de vez en cuando. De otra manera no gozarán la música ni la mitad de lo que tú la disfrutas.

Es más, estamos convencidos de que los compositores escribieron sus maravillosas obras para gente como tú, no para satisfacer complejo alguno de superioridad de otros.

Toda la música contemporánea de concierto es difícil de escuchar

Es probable que hayas escuchado algunos trozos de música “del siglo XX y xxi”, esto es, música de vanguardia, extraña, disonante, aleatoria e inabordable. Mucha gente del público se siente intimidada al escuchar cualquier música compuesta después de 1900.

Pero es un prejuicio. Te explicaremos un caso real como la vida misma: un día fuimos a un concierto porque un violonchelista que nos gusta mucho venía a tocar a nuestra ciudad el Concierto para violonchelo n.o 1 de Dmitri Shostakóvich, un compositor soviético nada sospechoso de aventuras sonoras extremas (te hablamos con más detalle de él en el capítulo 7). Pues bien, estábamos ya instalados en nuestras localidades cuando escuchamos que las dos señoras sentadas detrás nuestro comentaban: “Uy, mira, este compositor [Shostakóvich] ha nacido en 1906, seguro que suena raro y no nos gustará”. Un prejuicio, porque luego sonó la obra, y las mismas señoras dijeron: “Pues no estaba mal...”.

Es verdad que en el siglo XX se escribieron muchas obras violentamente disonantes, que representan el equivalente de las corrientes expresionistas, surrealistas y modernistas del llamado “arte moderno”. Algunas de ellas son en realidad experimentos con un interés más histórico que otra cosa. Pero si miras cualquier temporada de conciertos encontrarás que gran parte de las obras interpretadas son de aquella centuria. Y que de extrañas nada, antes al contrario: son brillantes, expresivas, originales...

Nos referimos a la obra de compositores como Richard Strauss, Igor Stravinski, Serguéi Rajmáninov, Serguéi Prokófiev, George Gershwin, Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo, Joaquín Turina, Jean Sibelius, Béla Bartók, Paul Hindemith, Maurice Ravel, Francis Poulenc, Benjamin Britten... ¿Qué sería una temporada de conciertos sin sus obras? Incluso autores con lenguajes más “avanzados”, como Alban Berg, Arnold Schoenberg u Olivier Messiaen, se escuchan hoy bien.

Sería una lástima que, por una cuestión de fecha de nacimiento de un compositor, te perdieras todas estas creaciones. Y lo mismo muchas de las que escriben los compositores de hoy mismo. Las hay difíciles, sí, pero ¡piensa que tampoco para sus contemporáneos fue fácil escuchar la música de Claudio Monteverdi o la de Richard Wagner!

Hombre del siglo XXI, concédele, pues, una oportunidad al denostado siglo XX.

Ya no se escribe música clásica

El mundo de la composición de música clásica goza de buena salud. Los conservatorios ofrecen cursos de composición, así como de ejecución instrumental, y cada día aparecen en escena nuevos y muy interesantes compositores.

Muchos de ellos han hecho grandes esfuerzos por crear obras que sean a la vez melódicas y divertidas. Esta tendencia podría ser una reacción contra la mala crítica que ha recibido la música del siglo XX. También puede ser una respuesta a las muy lucrativas carreras que algunos compositores de éxito, como el cinematográfico John Williams (quien, por cierto, también tiene en su haber sinfonías y conciertos), han hecho en el negocio del espectáculo.

No hay que olvidar que Beethoven vivió en una época en la que muchos compositores, algunos de ellos más afamados entonces que él, escribían música de veras mediocre. Los hemos olvidado por completo, pero estamos dichosos de que Beethoven haya existido. En alguna parte de nuestro mundo actual puede estar surgiendo un futuro Beethoven.

Tengo que vestirme con elegancia para ir al concierto

Esta idea equivocada ha impedido que muchos potenciales aficionados a la música clásica hayan puesto siquiera un pie en la sala de conciertos. Si te provoca sarpullidos vestirte con elegancia, perfecto. Pero que eso no sea una excusa para no ir a un concierto clásico, porque a él puedes ir como quieras. Ir elegante no es, ni mucho menos, una obligación.

Eso sí, como en todo en la vida, hay conciertos y conciertos, y es posible que alguno sea de gala, por lo que unas bermudas y sandalias playeras a lo mejor no son el atavío más adecuado. Pero estos programas son una excepción.

Si no he oído hablar del artista invitado, es que debe de ser malo

En el mundo de los conciertos abundan los músicos excelentes, aunque sólo unos cuantos llegan a ser famosos, estrellas rutilantes del firmamento musical. Aquellos cuyos nombres hayas oído mencionar, en particular pianistas, violinistas y directores de orquesta, sopranos y tenores, pueden cobrar una millonada por representación. Por tanto, son escasas las organizaciones musicales que pueden permitirse el lujo de contratar un solista de tal calibre para cada concierto, de ahí que recurran a ejecutantes menos conocidos, a veces jóvenes promesas que dan sus primeros pasos en la profesión.

Dicho sea entre nosotros, y que no salga de aquí, algunos de estos músicos tocan y cantan mucho mejor que las figuras consagradas. En primer lugar son jóvenes y rebosan talento y energía. Además, necesitan hacerlo bien para ir adquiriendo notoriedad y que les vuelvan a llamar. En contraste, algunas de las figuras reconocidas dejaron de practicar hace tiempo. Poseen tanta experiencia y tienen unas agendas tan apretadas que no les queda otra.

Si la orquesta de tu ciudad programa un solista desconocido para ti, existe una gran probabilidad de que sea excelente. De otro modo no hubiera sido escogido entre los miles que se encuentran disponibles.

La vida de los músicos profesionales es fácil

No hace mucho, en una reunión, le preguntaron a un pianista amigo nuestro si no le apetecería sentarse al piano y tocar una melodía. Se sentó a tocar de mala gana. Su falta de entusiasmo sorprendió a los asistentes.

¿Por qué razón un músico habría de negarse a tocar? ¿Acaso los músicos no hacen todo el día lo que les gusta?

La verdad es que tienen que trabajar todo el día. Los músicos profesionales, en su mayoría, deben tener varios trabajos para poder vivir: uno de tiempo completo en una buena orquesta, otro de tiempo parcial, como sustituto, en otra orquesta no tan buena, además de actuaciones como solista, contratos con un cuarteto y horas, horas y más horas de estudio y enseñanza.

Los músicos profesionales comienzan a estudiar desde la niñez. ¡A veces desde los tres años! Pero aunque el músico clásico profesional promedio emplea más tiempo en sus estudios intensivos que cualquier médico o abogado, la sociedad no valora lo mismo su preparación. Sólo en las más prestigiosas orquestas sinfónicas o de ópera puede un músico vivir de un único trabajo.

Por ello hay que entender que nuestro amigo pianista no esté ansioso por sentarse y tocar durante sus horas de descanso. Ya tiene que tocar todo el día como buen profesional que es. Pedirle: “Tócanos unas melodías” es como pedirle a un dentista: “Sácanos unas muelas”.

Las mejores localidades son las de delante

image En el 99 % de los auditorios del mundo, las peores localidades son las del centro de la primera fila. Los mejores son las que quedan atrás, en el fondo de la sala.

Si te sientas en las primeras filas de la platea, tus oídos quedarán por debajo del nivel del escenario o a su mismo nivel. Los músicos, sentados en el escenario, enviarán su hermosa música por encima de tu cabeza, hacia las sillas más baratas. En el fondo de la sala los sonidos han tenido la oportunidad de mezclarse y los que allí se encuentren los oirán en todo su esplendor. (Si quieres más información sobre este curioso fenómeno, vuelve al capítulo 10.)

Mozart escribió “Campanita del lugar”

En una reunión de gente que tomó lecciones de piano en la infancia nunca falta quien afirme que Wolfgang Amadeus Mozart escribió la canción infantil “Campanita del lugar”, conocida en inglés como “Twinkle, Twinkle, Little Star” y en francés “Ah! vous dirai-je, maman”.

Todos levantan la mirada del plato y dicen: “¿De verdad?”, porque piensan que está muy bien que una melodía tan sencilla y conocida haya sido en realidad compuesta por alguien famoso.

Sin embargo, se equivocan. Lo que hizo Mozart fue componer, hacia 1781, 12 deliciosas variaciones para piano sobre esta melodía, pero ésta ya existía antes de que él la utilizara.

La música clásica no puede cambiar mi vida

Ésta es la idea más falsa de todas. Si la gente supiera la verdad, como nosotros, todo el mundo sería un amante de la música clásica.

La razón por la cual la música clásica se convierte en una obsesión para muchos, incluyéndonos a nosotros, reside en su gran fuerza, que puede compararse con las fuerzas de la naturaleza, el poder de la religión o incluso con la influencia de una personalidad avasalladora y magnética. Si conectas con la música, simplemente ya no puedes permanecer indiferente.

Abrigamos la esperanza de que este libro te ayudará a encontrar esa conexión con la fuerza vital de la música clásica. Confiamos en que desearás experimentar más y estamos seguros de que este noble arte continuará motivándote para el resto de tus días.