3. Imperio de los hatti
El imperio que hizo retroceder a los egipcios es el último, junto con Asiria, que tenemos que considerar antes del año 1000 a. C. Se ha sabido por mucho tiempo que los hetitas, llamados kheta por los egipcios y heth o hatti por los semitas y por ellos mismos, desarrollaron una potencia en el extremo occidental de Asia por lo menos ya en el siglo XV; pero no fué hasta el descubrimiento de sus archivos cuneiformes en 1907, en Boghas-Keui, al norte del Capadocia, cuando se aclaró la naturaleza imperial de su poder, el centro desde donde fué ejercido y la sucesión de gobernantes que lo ejercieron. Se recordará que fué una gran incursión hatti la que quebrantó el dominio imperial de la primera dinastía babilónica, alrededor del año 1800 a. C. Todavía tenemos que averiguar de dónde vinieron esos merodeadores. Pero, puesto que un pueblo hatti, lo suficientemente bien organizado para invadir, conquistar e imponer sus guarniciones, y (lo que es más significativo) su propia civilización en territorios distantes, estaba establecido en Boghas-Keui (es preferible utilizar este nombre moderno hasta que tengamos más seguro el antiguo) en el siglo XV, podemos suponer, con toda razón, que el Asia Menor occidental fué el punto de origen de los hatti tres siglos antes. Como potencia imperial, entran en la historia con un rey a quien sus propios archivos llaman Shubiluliuma (Sapararu, en los registros egipcios), y se desvanecen algo menos de dos siglos más tarde. La mitad norte de Siria, el norte de Mesopotamia, y probablemente casi toda el Asia Menor, fueron conquistados por los hatti antes del año 1350 a. C. y les obligaron a pagar tributo; el Egipto fué expulsado del Asia; las colonias semíticas en los ríos gemelos y las tribus en el desierto fueron obligadas a someterse o a defenderse. Siglo y medio más tarde los hatti habían vuelto a una oscuridad todavía más profunda que aquélla de donde salieron. El último rey de Boghas-Keui, alguna parte de cuyos archivos han visto la luz, es cierto Arnaunta, que reinó hacia fines del siglo XIII. Puede haber tenido sucesores cuyos documentos todavía pueden encontrarse; pero por otra parte, sabemos, por anales asirios, fechados un poco más tarde, que un pueblo, posiblemente emparentado con los hatti y ciertamente civilizado por éstos, aunque conocido por otro nombre, mushkaya o mushki (luego hablaremos más de ellos), invadieron la mayor parte, si no es que todo, del reino hatti hacia mediados del siglo XII. Y puesto que, además, las ruinas excavadas en Boghas-Keui, capital de los hatti, y en Karkhemish, su principal dependencia en el sur, muestran huellas inconfundibles de destrucción y de una reconstrucción general subsecuente, que, sobre bases arqueológicas, no puede fecharse muy posterior a la época de Arnaunta, parece probable que la historia del imperio hatti se cerró con ese rey. Dentro de poco, hablaremos de lo que sucedió después con los grupos supervivientes de su antiguo pueblo imperial, y con otras comunidades tan emparentadas con éste en sangre y civilización, que los asirios, cuando hablaban en general de enemigos o súbditos occidentales, siguieron llamándolos hatti durante mucho tiempo.