Capítulo IV
El Oriente en el año 400 a. C.
EN EL momento en que el siglo V llega a su término, el Oriente se manifesta a la luz de la historia escrita por los griegos. Entre los pueblos cuyas obras literarias conocemos, fueron los griegos los primeros en demostrar curiosidad por el mundo en que vivían, y en tener la suficiente conciencia de la curiosidad de otros como para registrar los resultados dé sus pesquisas. Antes de nuestra presente fecha, los griegos habían averiguado mucho sobre el Oriente, y no sólo sobre los orientales. Sus propios funcionarios, militares y civiles, sus hombres de ciencia, sus hombres de letras, sus mercaderes en número desconocido, aun sus millares de soldados, habían penetrado en el interior de Asia y habían vuelto. Atenienses principales, Solón, Hipias y Temístocles, habían sido recibidos en las cortes orientales o habían acompañado a la guerra a soberanos orientales, y uno todavía más famoso, Alcibíades, había vivido poco antes con un gobernador persa. Médicos griegos, Democedes de Crotona, Apolónides de Cos, Ctesias de Cnido, habían cuidado de reyes y reinas de Persia en sus palacios. Heródoto de Halicarnaso había visto probablemente Babilonia, y con seguridad parte de la Siria; Ctesias había vivido en Susa y recopilado notas para una historia del imperio persa; Jenofonte de Ática había marchado del Mediterráneo al Tigris y del Tigris al mar Negro, y con él más de diez mil griegos. No sólo han sobrevivido obras de estos tres hombres de letras, completas o en parte, sino también muchas notas sobre el Oriente tal como era antes del año 400 a. C., que se han conservado en citas, paráfrasis y epítomes de autores posteriores. Y todavía nos quedan algunos documentos arqueológicos en que apoyarnos. Si los registros cuneiformes del imperio persa son menos abundantes que los de fines del imperio asirio, incluyen sin embargo inscripciones históricas inapreciables, como la grabada por Darío, hijo de Histaspes, en la roca de Behistún. También hay textos jeroglíficos, hieráticos y demóticos del Egipto persa, inscripciones de la Siria semítica y unos cuantos de la Grecia arcaica, y gran copia de material arqueológico misceláneo de varias partes del Oriente, que, aun cuando carece de inscripciones, puede darnos informes sobre la sociedad y la vida local.