GENÉTICA Y OBESIDAD
Últimamente existe la tendencia a relacionar la obesidad tan solo con factores genéticos. No obstante, esto no es así. Es evidente que hay factores de predisposición genética como, por ejemplo, en el metabolismo basal, que en su momento comentamos, y que en algunos aspectos con relación al metabolismo pueden presentar más o menos complejidad a la hora de perder peso o en la influencia de este en determinadas consecuencias patológicas. Pero eso no significa que se tenga obesidad por causas exclusivamente genéticas sin mediar otro factor. La genética puede determinar un grado mayor o menor de facilidad para ser obeso, lo mismo que determina la inteligencia, la capacidad de desarrollar trabajos intelectuales o la fuerza para los trabajos físicos. Pero aunque a alguien le cuesta más esfuerzo y más dosis de voluntad al final consigue lo mismo.
Soluciones quirúrgicas como la reducción de estómago están reservadas, en principio, a casos desesperados en los que se puede asumir ese riesgo, pero no olvidemos que con estos tratamientos lo que se pretende en realidad, de una manera forzada sobre todo, es reducir la cantidad de comida que ingerimos al tener limitada la capacidad del estómago, ya que cualitativamente nada impide que la persona intervenida coma alimentos que no debe. En todo caso, la mejor «reducción de estómago» es la que uno mismo puede hacer modificando sus hábitos.
En medicina hay predisposiciones genéticas que las podemos considerar «con llave» o «sin llave»; las que tienen llave van a entrar en nuestra vida en algún momento, puesto que pueden hacerlo sin más. Las que no tienen llave están detrás de la puerta de nuestro organismo y «llaman» con frecuencia, pero como no tiene llave entran si nosotros abrimos. Es cierto que a veces son pesadas y llaman insistentemente, pero si hacemos oídos sordos no van a poder entrar. Esto sucede en el caso de la obesidad, ya que la predisposición genética existe, pero con el esfuerzo suficiente las probabilidades de padecer esa enfermedad se reducen muchísimo.
En muchas ocasiones atiendo a gente relativamente joven que me refiere que en su familia existen antecedentes de una determinada enfermedad como la diabetes, la hipertensión, dislipemias, que son susceptibles de retrasar su aparición cuando se desarrolla un tipo de alimentación. Me preguntan sobre lo que pueden hacer para evitar su aparición y siempre les digo que coman como si ya la tuvieran, de esta forma podrán retrasar bastante la enfermedad o incluso se podrían librar de padecerla.
Hay personas a las que les cuesta más que a otras mantener su peso; eso es así y ya vemos que mucho puede radicar en su genética, pero sus hábitos son los que van a definir su futuro. Que tienen que tener más cuidado que otras, de acuerdo. Que deben estar más pendientes, por supuesto. Con más esfuerzo, con seguridad. Pero que lo puede conseguir, sin duda alguna.
La epigenética, que ya vimos, y la nutrigenómica, que valora la interacción entre genes y nutrientes, nos aportarán en el futuro más información sobre la importancia e influencia de lo que comemos y, de una forma más concreta, nos indicarán aspectos específicos de la acción y consecuencias de la alimentación. Estas ciencias van a ayudar muchísimo a todo lo relacionado con el sobrepeso, pero el esfuerzo metabólico y personal habrá que hacerlo siempre.