ACTIVIDAD FÍSICA, DEPORTE Y GASTO DE ENERGÍA
Naturalmente las personas que tienen un metabolismo mayor gastarán más cuando hacen una actividad física. Mover un objeto pesado requiere más energía que uno menos pesado. De ese modo, por ejemplo, una señora de edad y no de tamaño muy grande puede gastar en una hora andando unas doscientas sesenta calorías —y ya son muchas—, mientras que un muchacho joven puede pasar de sobra de las quinientas haciendo la misma distancia —o quizá algo más, al tener la zancada más amplia— y el mismo tiempo. Si esa señora cuando llega se toma simplemente un bocadillo con cincuenta gramos de pan y cien gramos de queso —que puede considerarlo una merienda ligera después de la «caminata que se ha dado»—, habrá «ingresado» unas quinientas setenta y cinco calorías, es decir, más del doble de las que ha gastado. Es como si sacáramos veinte euros del banco y posteriormente ingresáramos cincuenta; al final tenemos más que antes.
Muchas veces valoramos solo el hecho y no los números —porque no se conocen bien—. Intuimos que hemos «gastado» calorías con el ejercicio, pero no sabemos cuántas. Habitualmente creemos que son muchas más de las que son y luego valoramos a la «baja» los ingresos y pensamos que eso que hemos comido «en realidad no era tanto». Esta operación que hemos hecho no es ni mucho menos una ficción, es la realidad diaria, lo que ocurre es que la «caminata» supone un esfuerzo y la sobrevaloramos, y el bocadillo estaba riquísimo y no pensamos que puede engordar tanto.