PERDER PESO. SIEMPRE BAJO CRITERIO MÉDICO
Si después de tratar de mantener el peso no lo hemos conseguido, no tenemos más remedio que intentar corregirlo lo antes posible. Por supuesto, siempre bajo el criterio de valoración que hemos repetido a lo largo del libro: por parte de un médico especialista en nutrición.
A estas alturas podemos tener una idea clara de lo que hemos estado haciendo mal. Si hemos acumulado algo más de grasa ha sido, sin lugar a dudas, porque, o bien hemos aumentado la cantidad de comida, o hemos distorsionado el equilibrio de lo que comemos, o hemos alterado nuestros hábitos o hemos abandonado el ejercicio. A alguna de estas cosas o a las cuatro al mismo tiempo hemos dejado de prestar atención.
Hay que ser sinceros y objetivos con lo que se come o se ha comido. Muchas veces no nos acordamos de todo lo que hemos ingerido en una temporada. Es lo mismo que suele pasar cuando nos pasan los gastos de las compras que hemos hecho con una tarjeta de crédito, que siempre hay cosas que creemos que no son nuestras o que ha habido un error, y que después de ir al banco a preguntar hacemos memoria y recordamos que efectivamente las compras eran todas nuestras.
En cualquier caso, y hay que decirlo una vez más, nunca, jamás, se debe llevar a cabo un «recorte» en la alimentación sin estar supervisado por el médico. Es fundamental conocer cuál es nuestra composición corporal y precisar cuál es el porcentaje de grasa que tenemos y cuál es el óptimo para nosotros. Valorar la localización de la grasa, la masa muscular, la cantidad de agua, etc., lo que evita prescripciones interesadas basadas en falsas interpretaciones. Todo ajustado a nuestra fisiología y nuestras características, y con la valoración endocrinológica que esto lleva consigo —hormonas tiroideas, glucosa sanguínea, insulina, etc.— calcular cuál es el metabolismo basal mediante consumo de O2 y no simplemente estimándolo con un software, una tabla o según lo que nos de un pulsómetro, que solo aproxima los datos, pero no los mide. Las calorías que gasta concretamente una persona, es decir, su metabolismo basal, únicamente se puede medir determinando el consumo de oxígeno y esto solo se puede llevar a cabo con la tecnología específica de la que ya hemos hablado, analizando su respiración y la cantidad de O2 que consume.
El sobrepeso y la obesidad se infravaloran como un problema a la hora de acudir al médico Cuando el especialista prescribe una dieta lo que hace en realidad es diseñar una estrategia de alimentación para que se siga durante un tiempo con los reajustes correspondientes en función de la cantidad de grasa que haya que perder, el tiempo que se puede tardar y teniendo en cuenta que no se altere la ingesta de los macro y micronutrientes necesarios para que —mientras se pierde peso— no se trastoquen las funciones fisiológicas esenciales.
Cuando se elabora una alimentación determinada para una persona que presenta problemas o situaciones específicas —como puede ser diabetes, cardiopatías, enfermedades renales, osteoporosis, menopausia, alteraciones digestivas, embarazo, lactancia, etc.—, la situación es mucho más compleja, ya que en esas ocasiones se puede ser más sensible a la falta de algún principio inmediato, una vitamina o un mineral en concreto que se pierde o se acumula en esa enfermedad, y si eso no se sabe y se tiene en cuenta se puede agravar la patología o complicarla con otra sobrevenida. Pero a veces incluso tratándose de personas que no padecen ninguna enfermedad hay que valorar determinadas tendencias familiares o predisposiciones patológicas que en muchos casos una dieta mal orientada les puede desencadenar.