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INTROITO
En los albores del siglo XX, el primer mundo había pisado el acelerador de la industrialización convencido de que las naciones vencedoras de aquella agónica carrera serían las que se repartirían los futuros recursos del planeta. Con el fin de afrontar el reto, los gobiernos de las grandes potencias reclutaron a sus conciudadanos más preparados en todos los ámbitos del conocimiento.
Muchos de ellos eran masones.
Este período crucial de la historia es considerado por muchos la edad de oro de la masonería, dado que su influencia desde las sombras llegó a superar la que ejercían otros poderes fácticos sobre el Estado, como eran la Iglesia, la banca o las oligarquías aristocráticas. Y si se puede hablar de un país en el que la supremacía de la masonería era más que patente, ese fue Argentina, por aquel entonces una de las economías más fuertes y con más posibilidades de desarrollo.
En este contexto histórico y en el citado escenario tuvo lugar un hecho insólito que ha suscitado multitud de preguntas que todavía hoy carecen de respuesta. Se trata de la construcción de dos rascacielos gemelos en Buenos Aires y en Montevideo que debían comunicarse a través de sendos faros que coronaban sus más de cien metros de altura. Los dos proyectos fueron desarrollados por Mario Palanti, un prometedor arquitecto milanés influenciado por la imaginería de Dante y muy bien relacionado con la masonería, como lo estaban los dos exitosos empresarios, también de origen italiano, que financiaron ambas construcciones. Los patrocinadores Luis Barolo y José Salvo lograrían asociar sus apellidos a tan augustos edificios, pero tristemente ninguno de los dos disfrutaría en vida de ello, dado que tanto el uno como el otro encontrarían una muerte prematura en extrañas circunstancias.
Los hechos que a continuación se narran contienen algunas de esas respuestas basadas en datos reales puestos al servicio de la creatividad del autor. Por tal motivo, esta historia debemos considerarla dentro del ámbito de la ficción.
Aunque bien podría ser cierta.