ONANISMO Y MASTURBACIÓN
Un oyente me pregunta si estas dos palabras significan lo mismo. Según el Diccionario de la Real Academia Española son sinónimas.
Efectivamente, en el citado diccionario se dice —edición de 1970, que es la que uso—:
Onanismo (de Onán, personaje bíblico): vicio sexual solitario, masturbación.
Masturbación: acción y efecto de masturbarse.
Masturbarse: procurarse solitariamente goce sensual.
Creo que son una sarta de disparates. Este «solitariamente» es absurdo, pues de todos es sabido que se puede efectuar el acto en grupo o se puede masturbar a otra persona del propio sexo o del contrario. «Sensual» es otro error. Debería decir «sexual», pues la sensualidad no precisa necesariamente del sexo para manifestarse. Ante una buena música, una buena comida, un buen vino, puede gozarse sensualmente; ¡y cómo! Pero ¿es que cuando oigo a Mozart a solas en mi casa puede alguien decir que me estoy masturbando?
No olvidemos que el Diccionario de la Academia no contiene todas las acepciones de una palabra. A veces las recoge con retraso. Piensen mis lectores que la palabra «masturbación» no entra en él hasta 1899, cuando ya Montaigne la usaba en francés en 1570.
Por otra parte, y aunque sea apartándonos un momento del cogollo de la pregunta, recordemos que si un extranjero lee que el aire de Madrid o de Barcelona está muy polucionado y recurre al diccionario, se encontrará con la definición siguiente:
Polución: Efusión del semen.
Con lo cual obtendrá una idea bastante rara de la manera de comportarse de barceloneses y madrileños. Esta definición ya la daba el doctor Francisco López de Villalobos en su Sumario de la Medicina en 1498. Deriva del latín polluere, manchar, ensucia/. En el latín eclesiástico antiguo se hablaba de la polución de una iglesia cuando se profanaba ésta. En francés continúa la palabra polution con el mismo significado, y de ahí nos ha venido a nosotros con el que ahora le damos.
Pero continuemos con nuestro tema. Ya he dicho que onanismo dice el Diccionario Académico que deriva del personaje bíblico Onán. Veamos, pues, lo que dice la Biblia en el Génesis, cap. 38 versículos 1-10:
«Sucedió por entonces que bajó Judá, apartándose de sus hermanos, y llegó hasta un adulamita, de nombre Jira. Vio allí a una cananea llamada Sué, y la tomó por mujer y entró a ella, que concibió y parió un hijo, al que llamó Er. Concibió de nuevo y parió un hijo, a quien llamó Onán; volvió a concebir y parió un hijo a quien llamó Sela; cuando parió éste, hallábase en Quizib. Tomó Judá para Er, su primogénito una mujer llamada Tamar. Er, primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé le mató. Entonces dijo Judá a Onán: “Entra a la mujer de tu hermano, y tómala como cuñado que eres, para suscitar prole a tu hermano”. Pero Onán, sabiendo que la prole no sería suya, cuando entraba a la mujer de su hermano se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano. Era malo a los ojos de Yahvé lo que hacía Onán, y le mató también a él».
Es decir, que lo que hizo Onán no fue masturbarse, sino usar el coitus interruptus, marcha atrás o retirada a tiempo, que con estas palabras se conoce al método anticonceptivo más fácil, más usado y menos seguro.
Parece un poco raro que un padre le diga a su hijo que se una sexualmente a su cuñada viuda, pero ésta era la llamada ley del levirato, de levir —cuñado—, seguida por los hebreos de aquel tiempo. Se encuentra en el Deuteronomio cap^-25, versículos 5-10:
«Cuando dos hermanos habitan uno junto al otro y uno de los dos muere sin dejar hijos, la mujer del muerto no se casará fuera con un extraño; su cuñado irá a ella y la tomará por mujer, y el primogénito que de ella tenga llevará el nombre del hermano muerto, para que su nombre no desaparezca de Israel. Si el hermano se negase a tomar por mujer a su cuñada, subirá ésta a la Puerta, a los ancianos y les dirá: “Mi cuñado se niega a suscitar en Israel el nombre de su hermano; no quiere cumplir su obligación de cuñado, tomándome por mujer”. Los ancianos de la ciudad le harán venir y le hablarán. Si persiste en la negativa y dice: “No me agrada tomarla por mujer”, su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará del pie un zapato y le escupirá en la cara, diciendo: “Esto se hace con el hombre que no sostiene la casa de su hermano”. Y su casa será llamada en Israel la casa del descalzado».
Debo hacer algunas aclaraciones. La viuda debía no tener hijo varón, aunque los tuviera hembras, pues la heredad y el nombre de la tribu se transmitía por línea de varón. Quien debía cohabitar con la citada viuda había de ser precisamente el hermano del muerto, hijo del padre, aunque fuera de distinta madre. El fruto de esta cohabitación se consideraba hijo del difunto y heredaba sus bienes y su nombre. Tal vez por ello Onán procedió tal como lo hizo.
En el libro de Rut, Noemí se excusa ante Rut y su otra nuera por no tener hijos que darles en sustitución de los difuntos.
Así pues, queda claro la diferencia entre masturbación y onanismo que confunde en sus definiciones el Diccionario de la Real Academia Española.
Y aunque aquí queda explicado, según creo, lo que se me pedía, estimo que es interesante seguir con la historia de la pobre Tamar. Continúa el Génesis en el mismo capítulo 38, versículos 11-26.
«Dijo entonces Judá a Tamar, su nuera: “Quédate como viuda en casa de tu padre hasta que sea grande mi hijo Sela”. Pues se decía: “No vaya a morir también éste como sus hermanos”. Fuese, pues, Tamar y habitaba en casa de su padre. Pasó mucho tiempo, y murió la hija de Sué, mujer de Judá. Pasado el duelo por ella, subió Judá con su amigo Jira, el adulamita, al esquileo de su ganado a Tamna. Hiciéronselo saber a Tamar diciéndole: “Mira, tu suegro ha ido a Tamna al esquileo de su ganado”. Despojose ella de sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo, y cubierta se sentó a la entrada de Enaím, en el camino de Tamna, pues veía que Sela era ya mayor y no le había sido dada por mujer. Judá, al verla, la tomó por una meretriz, pues tenía tapada la cara. Dirigiose adonde estaba, y le dijo: “Déjame entrar a ti”, pues no conoció que era su nuera. Ella le respondió: “¿Qué vas a darme por entrar a mí?”, y él contestó: “Te mandaré un cabrito del rebaño”. Ella le dijo: “Si me das una prenda hasta que lo mandes…” “¿Qué prenda quieres que te dé?”, le dijo él. Ella contestó: “Tu sello, el cordón de que cuelga y el báculo que llevas en la mano”. Él se los dio, y entró a ella, que concibió de él. Luego se levantó, se fue, y quitándose el velo volvió a vestirse sus ropas de viuda. Mandó Judá el cabrito por medio de su amigo el adulamita para que retirase la prenda de manos de la mujer; pero éste no la halló. Preguntó a las gentes del lugar, diciendo: “¿Dónde está la meretriz que se sienta en Enaím a la vera del camino?” Y ellos le respondieron: “No ha habido ahí nunca ninguna meretriz”. Volvió, pues, a Judá, y le dijo: “No la he hallado, y las gentes del lugar me han dicho que no ha habido allí ninguna meretriz”. Y dijo Judá: “Que se quede con ello, no vaya a burlarse de nosotros; yo ya he mandado el cabrito y tú no la has hallado”. Al cabo de unos tres meses hicieron saber a Judá la cosa, diciéndole: “Tamar, tu nuera, se ha prostituido y de sus prostituciones está encinta”. Judá contestó: “Sacadla y quemadla”. Cuando se la llevaban mandó ella decir a su suegro: “Del hombre cuyas son estas cosas estoy yo encinta. Mira a ver de quién son ese anillo, ese cordón y ese báculo”. Los reconoció Judá, y dijo: “Mejor que yo es ella, pues no se la he dado a Sela, mi hijo”. Pero no volvió a conocerla más».
Judá, el suegro de Tamar, la manda a su casa paterna, la de ella, prometiéndole que cuando su hijo menor sea hombre la unirá a él; pero en el fondo algo de superstición había en su decisión, pues al decir: «No sea que muera él como sus hermanos», ello hace un poco más comprensible, teniendo siempre en cuenta el espíritu de la época, la conducta posterior de Tamar. Ésta se encuentra en una posición ambigua de viuda, no repudiada, prometida, sin hijos y esto, sobre todo, es lo que más le dolía, pues sólo las verdaderas viudas repudiadas y sin hijos podían ser devueltas a casa de sus padres. Por ello, dispuesta a todo, se hace pasar por una prostituta, pero cuida a hacerse con una prenda que asegure al futuro posible hijo el reconocimiento por parte de Judá. Le pide, pues, como arras el sello que en Oriente se usaba para cerrar un contrato, el cordón con el que el sello se colgaba al cuello y el bastón de jefe de familia o de tribu.
En caso de adulterio, la adúltera era quemada, más tarde lapidada. Recuérdese el célebre episodio narrado en el Evangelio. Pero cuando Judá reconoce sus prendas reconoce también al hijo como continuador de su estirpe. No vuelve a tener más relación matrimonial con Tamar, pero carga con las responsabilidades de padre, suegro, esposo y jefe de tribu.