¿UN BUFÓN O ALGO MÁS?
En los claustros de la catedral de Barcelona se encuentra el sepulcro de un tal mossén Borra que es objeto de curiosidad popular. El sepulcro, o por lo menos la lápida, es de bronce; en él, o ella, está representado un bufón en lujoso traje terminado con unos flecos con cascabeles. A sus pies se halla un perro, símbolo de la fidelidad. En el sepulcro se lee esta inscripción latina: Hic jacet Dominus Borra miles gloriosus. Facía fuit sepultura ista anno domini MCCCCXXXIII. Lo cual, traducido, significa: Aquí yace el señor Borra, gran fanfarrón[16]. Fue hecha esta sepultura el año del Señor de 1433.
¿Quién era este individuo singular? Mossén Borra era, según parece, caballero, pero al mismo tiempo bufón de Alfonso V de Aragón, el Sabio o el Magnánimo, que concedió sus favores a Antonio Tallander, que tal era el nombre del protagonista de nuestra historia. Mossén equivale a «mi señor» y, aunque ahora está reservado a los eclesiásticos, era título que se daba a caballeros de la corona de Aragón y aun de la de Navarra —recuérdese a mossén Pierres de Peralta, de tanta importancia en la época de doña Blanca de Navarra.
Según se dice, el tal mossén Borra prestó sus servicios como serio diplomático al rey, que le tuvo en gran aprecio. De ello da muestra la concesión que le otorgó y que transcribo a continuación:
«Don Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Aragón y de Sicilia, de una y otra parte del faro de Valencia, de Jerusalén, de Hungría, de Mayorcas, de Cerdeña, de Córcega, conde de Barcelona, duque de Atenas y Neopatria, y también conde del Rosellón y Cerdeña. Por cuanto vuestra virtud de vos el magnífico, noble y amado nuestro mossén Borra, caballero, y la jocosa sabiduría, que tanto agrada a los príncipes, pueblos y hombres, como que es la delicia del género humano, pide que nuestra Magestad, de quien sois tan estimado, provea de modo que vuestra salud, esto es, la alegría de los hombres se conserve cuanto sea posible, y principalmente habiendo prometido, bajo juramento, a la ciudad de Barcelona, que ni aquí, ni en el camino moriríais, sino que regresaríais a ella vivo, queriendo Dios; y aunque es verdac que la vida del hombre se sostiene con la comida o bebida, viendo que os halláis privado casi del todo del auxilio de la primera de estas dos cosas, porque os faltan los dientes, de suerte que apenas podéis comer, y habéis vuelto a la niñez en que se carece de ellos; hemos juzgado con afecto maternal, que como niño debéis de ser mantenido con la bebida solamente. Así pues, no pudiendo alimentaros de otra leche, es preciso uséis del vino, que siendo bueno se llama leche de viejos, a causa de que les alarga mucho la vida. En esta atención, por el tenor de las presentes concedemos licencia y plena facultad a vos el dicho noble mossén Borra, en esta Nuestra Carta, para que por todo el tiempo que viváis, podáis libre y seguramente y sin incurrir en pena alguna beber y echar tragos, una, muchas, muchísimas y repetidas veces, y aun más d» lo que conviene, de día y de noche, en cualquier lugar y a todas horas en do os diere la gana y fuese de vuestro gusto, aunque no tengáis sed, de toda especie de vinos, ya sea vino dulce, griego y latino, malvasía titoténica, montanasi, bonacia, garnatzia, vino especial de Calabria, y de Santo Nocheto, Resás, Marnano, Noseja, Masitea, moscatel del Fanello, de Terracina, del Pilo, Falso amico amabili, Moancentobono, vino del Eli y de Eiano, Moscata, de Claryana y de Madramaña, vino de Madrigal, de Coca, de Yepes, de Ocaña, de San-Martín de Valle-Iglesias, de Toro, de las Lomas de Madrid y también de Cariñena, ó ya sea lo que se llama Clareya y Procás, u otras cualesquiera especies de vinos, con tal que no sea agrio, ni mezclado con agua, sino puro, y de aquellos que tienen por excelentes nuestros aforadores y cuyos nombres os son ya bien conocidos. Y para que vos, el dicho noble mossén Borra podáis usar más libremente de Nuestra Gracia, os conferimos y damos facultad absoluta para que podáis crear y construir uno o más procuradores o sustitutos, que en vuestro nombre y por vos, cuando estaréis ya harto de beber, que creemos sucederá rara vez, apuren y beban en la mejor forma, de los vinos expresados y mejores. Mandando por esta Nuestra Carta a nuestro bodegonero mayor, a los demás dependientes de nuestra bodega a los venteros, cocineros, ayudantes y otros cualesquiera que tengan jurisdicción en los vinos o sean sus dependientes, a todos y a cada uno en particular, bajo la pena de dos mil florines, de que sólo podáis perdonar los mil, y de privación de oficio y del vino, que vistas las presentes y por sola su simple manifestación os den por fuerza a gustar, y si conviniere a beber todos los vinos que queráis o que no han de hacer lo contrario, si quieren evitar estas penas, antes bien os asistan con obra, consejo y auxilios oportunos.
En testimonio de lo cual mandamos expedir las presentes, autorizadas con todos los sellos de Nuestra Curia. — Dadas en Castellnovo de Nápoles a 31 de diciembre del año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo 1426. — Yo el Rey don Alfonso. — Vista por el bodegonero mayor. — Nuestro Señor el Rey mandó que la escribiese a mí. — Francisco Martorell».
He copiado esta carta de la traducción —el original está en latín— de la obra El Trivio y el cuadrivio, de Bastús.
Quiero añadir algo. El nombre mossén se conserva en Cataluña en algunos sitios de Aragón y Valencia reservado a los sacerdotes; el de misser, en las Baleares reservado a los abogados. Ambos, en su origen, significan lo mismo.
Y otra cosa, ¿no creen ustedes que un privilegio de tal monta corresponde a algo más que a un bufón? Para mí tengo que Tallander o Borra, según ustedes prefieran, debía ser un agente secreto del rey. Algo así como un miembro de la CIA, las KGB, el Intelligence Service o el Segunda bis de antaño. ¿Verdad?