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Viernes, 23 de Diciembre

 

Estaba apagando el ordenador de la tienda y recogiendo sus cosas. Sara y Andrea ya se habían ido hacía un buen rato. Le habían dicho que se iban a comer al griego al que solía ir ella con Jose, por si las quería acompañar, pero tuvo que rechazar la oferta puesto que le habían surgido otros planes.

Había decidido cerrar la tienda esa tarde y el día siguiente, para descansar un poco esos días. Las ventas habían sido buenas, por lo que podía permitirse no abrir durante un par de días.

Se sentía muy animada, las Fiestas Navideñas siempre la ponían de buen humor. Además, Jose había llamado en cuanto el médico se hubo ido de la habitación de Carlos, para confirmarle que hoy le daban el alta. Les había dicho que en cuanto tuviera el alta firmada y demás, se podía ir a casa, aunque todo eso se iba a demorar todavía unas horas. Así que ella se disponía a ir al hospital para disfrutar de las buenas noticias con todos.

Cuando llegó a la habitación del hospital, se encontró con Andrade y Villa esperando en el pasillo.

—Justo a tiempo. Estábamos a punto de irnos. —Le dijo Andrade en cuanto la vio. Ambos policías estaban contentos, Laura pensó que no era para menos. Carlos se había recuperado y ellos habían descubierto una gran trama que les vendría muy bien en sus carreras.

—Por cierto, no os he felicitado por el descubrimiento de la red de tráfico de coches. ¡Enhorabuena! —Les dio un par de besos a ambos. Villa se ruborizó.

—La verdad Laura, es que hemos tenido un golpe de suerte. —Dijo Andrade mientras Villa se recomponía de su bochorno, no estaba acostumbrado a las felicitaciones.

—Pero eso nadie lo sabe. —Ella les guiñó un ojo y se dispuso a atravesar la puerta de la habitación.

En el interior, se encontró a Carlos ya vestido y preparado para irse a casa. Jose y María estaban guardando en una bolsa de deporte todos los libros y demás objetos que le habían ido trayendo entre todos para que se entretuviera. Carlitos estaba a un lado, un poco incómodo, porque no sabía cómo ayudar. Fue el primero en percatarse de la presencia de Laura en la habitación.

—Hola Laura. —Le dijo mientras se acercaba a saludarla.

—Hola a todos. Ya me han contado que te vas a casa. —Dijo muy alegre mirando directamente a Carlos.

—¡Por fin! —Le contestó con un gran suspiro.

—Recuerda lo que te ha dicho el médico. Te vas a casa, sí, pero nada de trabajo, ni de sobresaltos. Y recuerda que aún tienes que estar unos días en cama hasta que respires perfectamente. —A María se le notaba la preocupación, y al mismo tiempo, el gran alivio que sentía porque finalmente todo había salido bien.

—A sus órdenes mi sargento. —Se escuchó decir a Carlos mientras hacía el gesto militar de saludo. Todos rieron, aunque sabían que María tenía toda la razón.

—Tú haz caso a tu mujer si quieres volver a encontrarte como antes. O quizás hasta mejor que antes, porque la comida del hospital te ha hecho mucho bien. —Le dijo Jose bromeando y tocándole suavemente la barriga. Carlos había perdido algo de peso durante esos días, lo que le había hecho perder casi toda la barriga.

—¡Pero qué dices! ¿Tú sabes lo que me costó llegar a tener mi barriga? Ahora voy a tener que trabajármelo de nuevo. —Carlos estaba muy contento, por fin volvía a casa y no podía dejar de bromear.

—Anda dejaros de tonterías y vámonos de aquí. —María levantaba la mano ignorando las bromas entre ambos y salía por la puerta. Estaba deseando dejar atrás la habitación del hospital en la que prácticamente había estado viviendo junto con su marido los últimos días.

 

 

Asesinato en antena
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