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Miércoles, 12 de Octubre

 

Jose llegó esa mañana temprano al trabajo, quería hacer una llamada. Estaba preocupado por Tanya, como Laura, no creía que ella hubiera matado a su marido, él solía tener instinto para reconocer a los asesinos, podía equivocarse, pero no creía que éste fuera el caso. Conociendo a Laura, que se había quedado muy afectada con el arresto de Tanya, sabía que no se iba a quedar quieta, seguro que empezaba a investigar por su cuenta para ayudar a su amiga.

Miró el reloj, eran poco más de las ocho, a esas horas sabía que el Dr. Torres, el médico forense que había realizado la autopsia de Lorenzo Blair, habría llegado al Instituto Anatómico Forense. Solía llegar muy temprano, le gustaba realizar los informes a primera hora, cuando aún no había nadie y podía hacerlo tranquilamente, sin interrupciones. Cogió el teléfono y marcó su número.

—Dr. Torres. —Dijo de forma automática una voz somnolienta al otro lado.

—Hola Jesús, soy Jose Olalla.

—Hombre, ¡cuánto tiempo sin saber de ti! Te eché de menos en el último torneo. Tuve que jugar con Paco y ya sabes que no es muy bueno, nos eliminaron en la segunda ronda. —Jose rio.

Ambos se conocían desde hacía muchos años. Habían coincidido, poco después de que Jose comenzara su labor de inspector en la policía, en uno de sus primeros casos. Posteriormente, en otra de sus habituales colaboraciones, se enteraron de su afición mutua al mus. Así que, se inscribieron como pareja en el campeonato de mus que organiza la Policía Municipal de Madrid, con motivo de la festividad de San Juan Bautista, su patrón.

Ese año, Jose no había podido participar, puesto que después de todo lo ocurrido antes del verano, cuando casi asesinan a Laura en varias ocasiones, decidieron irse de vacaciones a desconectar unos días, coincidiendo con las fechas en que se celebraba el campeonato. Recordaba lo decepcionado que se había quedado Jesús cuando se lo dijo, contaba con él, formaban una buena pareja, solían quedar en buena posición en el campeonato, incluso lo habían ganado alguna vez.

—No te preocupes, que el siguiente no me lo pierdo. —Ambos rieron—. Mira Jesús, yo te llamaba para otra cosa. —Al otro lado del teléfono, Jesús asentía, esperando que su amigo le dijera para qué lo necesitaba—. ¿Tú le hiciste la autopsia a Lorenzo Blair, verdad?

—Efectivamente. —Confirmó, aunque no sabía qué interés podría tener Jose en esa autopsia, puesto que su departamento no estaba involucrado en el caso.

—Me gustaría que me contaras qué encontraste. Como un pequeño favor personal. —Jesús, se quedó un poco sorprendido por la petición de su amigo, pero tampoco era secreto lo que había en el informe, así que no lo dudó, si le pedía dicha información, por algo sería.

—Como ya sabrás, fue envenenado con cianuro. —Jose asentía en el otro lado de la línea, y se preparaba para tomar notas de toda la información relevante que le contara Jesús. Él sabía que a su amigo le gustaba explayarse, por lo que le contaría bastante detalladamente lo que había encontrado—. El cianuro es un veneno mortal, y a veces, no es fácil de detectar, aunque actualmente, con una analítica es posible hallar su rastro. El olor, la coloración del líquido sanguíneo y determinadas lesiones estomacales, son indicios para pensar que en un cadáver hay restos de este veneno. —Tenía el informe sobre la mesa, y lo estaba ojeando mientras hablaba para que no se le escapara ningún detalle que pudiera resultarle importante a Jose—. Cuando abrí el cuerpo, olía a almendra amarga, además, su sangre presentaba un aspecto brillante y rojizo, por lo que empecé a sospechar que su muerte se había producido por la ingesta de dicho tóxico. De todas formas, para cerciorarme, analicé la sangre, la orina, y determinadas vísceras del cuerpo, donde es posible encontrar restos de esta sustancia, como el riñón o la vesícula. —Hizo una pequeña pausa, como haría un profesor que comprueba que sus alumnos están atendiendo a su disertación—. Como confirmamos posteriormente, el veneno fue añadido en la botella de Angostura que se encontraba en su despacho. Por lo visto, —Jesús bajo el tono de voz para hablar con su amigo en tono confidencial— era la única persona que tocaba esa bebida, la solía añadir a sus cócteles, según la información obtenida en los interrogatorios. —Jose anotó en su libreta que el asesino conocía las costumbres de Lorenzo Blair, además de saber, que nadie más que él sería envenenado. Al lado pintó unas grandes interrogaciones—. El sabor amargo de la Angostura, elimina el sabor de almendra amarga que tiene el cianuro, por lo que probablemente, el Sr. Blair no notó nada raro al beberlo.

—¿Es fácil de conseguir un veneno de este tipo? —Aunque Jose creía conocer la respuesta, prefirió que se lo confirmara.

—Adquirir cianuro o compuestos químicos que incluyan una de sus variedades, es bastante fácil. Puedes encontrarlo en cualquier droguería o tienda dedicada a la comercialización de productos agrarios. Por ejemplo, los matarratas contienen esta letal sustancia. —Hizo otra breve pausa pensando en lo que iba a decir a continuación—. Dependiendo de la dosis, la muerte se puede producir en pocos minutos, como en este caso. El cianuro forma un complejo estable de citocromo oxidasa, una enzima que bloquea el traspaso de electrones a las mitocondrias de las células, y con ello, la síntesis del trifosfato de adenosina, ATP, por lo que se impide aprovechar el oxígeno del torrente sanguíneo, lo que genera la asfixia celular. —Jose se empezaba a perder en las explicaciones—. Se producen convulsiones, dilatación de pupilas, piel fría y húmeda, se acelera el ritmo cardiaco y se produce un paro respiratorio. La sensación es de quemazón interna y ahogo. Al final, las pulsaciones se vuelven lentas e irregulares, la temperatura corporal comienza a descender. Los labios, la cara y las extremidades adquieren un color azulado, lo que provoca que el individuo caiga en coma y muera. —Jose estaba prestando atención a todo lo que estaba escuchando, aunque ya no tomaba notas. Tenía la información que necesitaba.

—Muchas gracias Jesús. Me has sido de gran ayuda. —Se despidieron con la promesa de quedar pronto para jugar alguna partida. Solían hacer timbas en su casa con otra pareja de compañeros, más o menos del mismo nivel, y así, no estar desentrenados para el siguiente campeonato.

 

 

Esa noche, cuando Jose llegó a casa, se encontró a Laura contemplando una pizarra. Entre el salón y el comedor, había colocado una gran pizarra blanca sobre un caballete. Se acercó por detrás de ella, la abrazó, le dio un beso en el cuello y dejó apoyada su cabeza en su hombro de forma que se quedó observando todo lo que había escrito. Laura estaba tan concentrada, que no le había oído y se sobresaltó al sentirle detrás.

—¿Qué haces? —Preguntó Jose sin dejar de mirar la pizarra.

—Organizando mis ideas. —Dijo sin mirar a Jose, aún concentrada en lo que tenía delante.

En la parte de arriba de la pizarra había fotos de algunos compañeros del programa de Laura, y debajo anotaciones escritas por ella. Jose la soltó y se situó a su lado para estudiar el organigrama que había dibujado y todas las notas que había redactado.

La primera fotografía del tablero, realmente no era una foto, era un gran signo de interrogación. Debajo se indicaba que el interrogante hacía referencia a la persona que estaba haciendo chantaje a Lorenzo Blair. Jose dedujo que se refería a la persona con la que mantuvo una conversación privada mientras ellos estaban a hurtadillas en el cuarto de baño de su despacho.

La siguiente foto era de Tanya, debajo estaba escrito culpable entre interrogaciones, infiel y en la calle si se divorciaba.

A continuación, estaba la foto de Daniel Valcárcel, en ella se indicaba que era el amante de Tanya y que su motivo podían ser los celos.

Otra foto de una tal Sandrine, según se reflejaba en la pizarra. Jose la reconoció como la chica que estaba llorando apartada en el entierro de Lorenzo Blair. Notó un cierto parecido con Tanya, ahora que podía verla mejor. Debajo de la foto, podía leer el comentario escrito por Laura, amante de Lorenzo Blair entre interrogaciones.

Oscar Murcia, subdirector de MediaCorp, actualmente director en funciones. El motivo también estaba claramente escrito, ambición y poder. Laura pensaba que podía haberlo asesinado para ocupar su puesto en la empresa.

Había otra foto de una rubia demasiado maquillada. Según lo anotado en la pizarra, su nombre era Manuela, había sido amante de Lorenzo Blair hacía algunos años, se había quedado embarazada y lo había perdido. Laura le explicó lo que le habían contado, en el tablero no se reflejaba el detalle, únicamente palabras sueltas que sólo entendía ella. Al lado, entre interrogaciones, había anotado dos palabras, aborto o accidente.

Por último, aparecía la foto de Tony, el cámara al que Jose había conocido comprando muebles con ella en el desembalaje de Cuenca. Debajo se indicaba que había sido relegado de las noticias, y entre interrogaciones, escrito como motivo, la venganza.

Y en el centro, una gran foto de Lorenzo Blair en la que se indicaba que era rico, director de MediaCorp y mujeriego, además de una palabra subrayada, envenenado.

—Parece que tienes muchos sospechosos. —Jose rompió el silencio que se había formado en la habitación y Laura por fin se concentró en él.

—La verdad, es que están todos cogidos por alfileres. —Le dijo girándose para mirarlo a los ojos.

—Por algo se empieza, y creo que es un buen análisis con el conocimiento que tienes. Ya lo iremos completando. —Ella asintió sin mucha convicción—. ¿Cuándo has comprado la pizarra?

—Esta tarde. He salido pronto de la tienda y me he ido a por ella y a por el caballete. Me ha parecido una buena forma de manejar un diagrama y exponer todas mis ideas a simple vista. —Había pensado que un croquis de este tipo le resultaría de gran ayuda para la investigación. Por lo menos en las películas lo utilizaban y parecía una buena forma de organizarse, así que pensó que le sería útil. De hecho, en la comisaría donde trabajaba Jose, recordaba que antiguamente también utilizaban una pizarra muy similar.

—Déjame que me cambie y te ayudo. —Jose se volvió para dirigirse al piso de arriba a quitarse el traje—. Por cierto, yo también he investigado un poco. —Laura lo miró extrañada—. He hablado con el forense que le ha practicado la autopsia a Lorenzo Blair. Ahora te cuento lo que he averiguado.

Laura lo observaba mientras subía las escaleras, sabía que la ayudaría, estaba convencida de que él tampoco se creía que Tanya fuese la autora del asesinato de su marido. Entre los dos formaban un buen equipo, seguro que juntos encontrarían alguna pista que ayudara a su amiga, juntos podrían sacar a Tanya de la cárcel. Eso le dio esperanzas y sonrió sólo de pensarlo. Se dio la vuelta y siguió mirando la pizarra, revisando todo lo que había apuntado en ella.

Por ahora, ninguno de los motivos de los sospechosos que tenía en la pizarra se sostenía. Quién iba a matar porque le hubieran trasladado de las noticias a un programa de decoración, por ejemplo, se supone que en ese caso buscas otro trabajo, no asesinas al director, quizás al jefe, pero no al director. Rio por sus ideas de bombero.

En lo referente a Manuela, si no había sido un aborto natural, tenía un buen móvil, pero por qué ahora, después de tanto tiempo. Una venganza se suele hacer en caliente, a no ser claro, que tengas la sangre fría de esperar años mientras preparas un gran plan. Aunque envenenar a tu víctima, no parece ser un plan que hayas tenido que preparar durante años precisamente. Tampoco le cuadraba, no tenía sentido.

Esperaba que poco a poco fuera descubriendo algo más. Por ahora, su principal sospechoso era el chantajista, pero no tenía ni una pista de quién podía ser, ni tampoco por qué Blair estaba siendo chantajeado.

Laura se sentía muy confusa, tenía mucha información, pero pensaba que la mayoría de ella era paja, que no había nada interesante. Aunque también tenía claro, que cualquier cosa por pequeña y absurda que pareciera, podía ser la clave para descubrir algo importante.

Cuando Jose bajó, la puso al día de todo lo que le había contado el Dr. Jesús Torres. Ambos llegaron a la misma conclusión, el asesino o asesina conocía perfectamente la rutina de Lorenzo Blair, sabía que se solía preparar un cóctel al terminar su jornada laboral los días que asistía a la oficina, también sabía que las personas que accedían a su despacho no tomaban Angostura, por lo que el único envenenado sería él. Eso implicaba que el veneno podría llevar en la botella algún tiempo, puesto que Lorenzo Blair no pasaba muy a menudo por el despacho que tenía en los estudios de grabación, solía trabajar en su oficina de la sede.

Todo esto, les llevaba a pensar que el asesino sería alguien de la cadena que tuviera acceso a su despacho, lo cual les volvía a llevar a Tanya.

Después de analizar lo poco que tenían durante horas, se dieron cuenta de lo tarde que se les había hecho. Decidieron dejarlo e irse a dormir, al día siguiente ambos tenían que madrugar para trabajar y seguramente, después de descansar, verían las cosas más claras, se dijeron a sí mismos, porque se daban perfecta cuenta de que no estaban llegando a nada.

Lo único que habían sacado en claro, después de todo ese tiempo, es que su sospechoso número uno era el chantajista. Esperaban no haber malentendido la conversación de Lorenzo Blair con quién estuviera al otro lado de la línea. Pero ambos estaban convencidos que estaba siendo chantajeado por el contenido de unas fotos, y que Lorenzo Blair había decidido no seguir pagando ni un céntimo más.

También tenían claro, que a un chantajista no le venía bien que su víctima fuera asesinada, puesto que dejaría de recibir dinero. Pero como en este caso, se suponía que ya no iba a recibir más, y Lorenzo Blair parecía estar pensando en denunciarlo, se había convertido en su sospechoso número uno.

Incluso se les pasó por la cabeza que las fotos de las que hablaba por teléfono Lorenzo Blair, fuesen las de Tanya y Daniel Valcárcel, pero desecharon la idea enseguida, por qué iba a ser chantajeado Blair por esas fotos, hubieran chantajeado a Tanya siguiendo un poco de lógica.

Estaban agarrotados, de su cabeza salía humo de tanto darle vueltas al asunto, habían llegado a un punto de no retorno, en el que sus argumentos comenzaban a ser cada vez más ridículos. Así que se fueron a dormir, pero con un objetivo en mente, tenían que encontrar a la persona que chantajeaba a Lorenzo Blair.

Asesinato en antena
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