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Martes, 20 de Septiembre

 

Estaba concentrada trabajando en su puesto, revisando información en Internet, cuando notó que alguien se sentaba enfrente de ella. Levantó la mirada y se encontró con los brillantes ojos azules de Tanya que la observaban.

—Acabo de ver el montaje de tu sección del próximo sábado. —Laura lo había visto el día anterior. Era la restauración de la silla fernandina que había comprado en el desembalaje de Cuenca—. Me encanta el momento en que la estás comprando. Ha quedado fenomenal. ¿Alguien te ha dicho lo bien que funcionas en pantalla? —Laura notó cómo le subían los colores.

—Anda, no digas tonterías.

—Y, ¿alguien te ha dicho lo mucho que repites esa frase? —Laura lo sabía, aun así, le sacó la lengua.

—Deja de meterte conmigo. —Dijo bromeando.

—Por cierto, yo venía a otra cosa. —Laura la miró con interés—. Este sábado vamos a dar una fiesta en casa. Vendrá mucha gente del negocio, muchos famosos. Quisiera que vinieras. Seguro que ahí podrás conocer gente interesante, siempre viene bien tener contactos. —Laura estaba sorprendida, nunca había ido a una fiesta de ese tipo, no estaba segura de que pudiera encajar.

—Suena… —Laura no sabía cómo decirlo sin quedar mal, así que Tanya decidió ayudar a su amiga.

—Aburrido. —Ambas se echaron a reír, llamando la atención de las personas que había a su alrededor.

—Esa era la palabra que estaba buscando. —Admitió Laura.

—Lo sé. Son muy aburridas. Aunque es verdad que puedes conocer a gente interesante y que te puede ayudar en un futuro, profesionalmente hablando, claro. —Laura no estaba muy convencida—. De todas formas, realmente quiero que vengas, estoy segura de que lo pasaremos bien. Habrá comida y bebida a raudales. Por supuesto, Jose también está invitado. —Tanya parecía algo desesperada, necesitaba tener una amiga en esa fiesta. Casi todos los invitados eran amigos de Lorenzo y ella se solía sentir un poco fuera de lugar.

—De acuerdo. Déjame que lo hable con él y te confirmo. —Tanya suspiró aliviada y volvió a lucir una de sus grandes sonrisas.

—Genial, cuento con vosotros. —Se levantó de la mesa, y tal y como había venido, desapareció.

Laura sólo esperaba que Jose no pusiera objeciones, sabía que ese tipo de fiestas no le atraían, y él sí que había ido a algunas, aunque en aquellas ocasiones, había sido por trabajo. Jose le contó, que mientras estuvo en una excedencia de dos años del departamento de policía, había estado fuera de España trabajando de guardaespaldas, por lo que tenía que acompañar a sus clientes a grandes fiestas. Pero eso ya había sido hacía mucho tiempo.

Asesinato en antena
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