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Lunes, 14 de Noviembre
Jose entraba en su despacho con el cuarto café del día. Esa mañana había estado con Carlos investigando en la calle, habían ido a hablar con la familia y vecinos del chico muerto. Todos decían que era un buen chico, que no entendían cómo le había podido ocurrir a él, que la vida era injusta, etc, etc, lo que solían decir en esos casos, pero esta vez Jose estaba de acuerdo con ellos.
Había dejado a Carlos con Andrade, ambos se iban a hablar con los compañeros del instituto del chaval antes que salieran de clase.
Ya delante del ordenador se puso al día con el correo. Tenía varios correos electrónicos pendientes de contestar y que la herramienta marcaba como urgentes, así que fue con los que comenzó. Cuando terminó de revisar todos, ya era hora de irse a casa, pero antes tenía que leer el último informe que le había dejado su equipo encima de la mesa, así que antes de empezar, había ido a por otro café.
Ya de vuelta en su despacho, comenzó a sonar su teléfono fijo. Se acercó rápidamente a cogerlo dejando el café encima de la mesa, el cable se enredó y el café acabó desparramado por toda la mesa.
—Mierda. —Jose cogió unos pañuelos de papel que tenía en una repisa de la estantería y se puso a secar el café mientras sujetaba el auricular entre la cabeza y el hombro. No había empezado a analizar los informes, por lo que los tenía colocados en una montaña en la esquina de la mesa, y el café no había llegado hasta allí. Sólo se había manchado la alfombrilla del ratón.
—Olalla, soy Rollón. ¿Puedes atenderme o hablamos luego? —A Jose le sorprendió oír a Rollón al otro lado de la línea.
—No, tranquilo. Es que acabo de tirar el café encima de la mesa. Cuéntame. —Jose tenía un montón de pañuelos de papel absorbiendo el café, el vaso lo acababa de tirar a la papelera al tiempo que se acomodaba en su silla para escuchar lo que Rollón tenía que decirle.
—Es sobre el caso de Lorenzo Blair. —Jose ya se lo suponía—. Como sabes, lo hemos reabierto. —Rollón, no sabía cómo continuar, así que fue sincero—. Empezamos a tener serias dudas de la culpabilidad de Tanya Petrova. —Jose sonrió—. No me digas ya te lo dije.
—No pensaba hacerlo.
—Aunque la Fiscalía aún mantiene lo cargos contra ella. Hasta que no tengamos otro sospechoso y pruebas de culpabilidad suficientes, van a continuar con la acusación por asesinato. —Jose ya se lo imaginaba.
—¿Para qué me necesitas? —Jose suponía que no estaba llamando únicamente para saludar.
—Lo primero, quería agradecerte los informes que me enviaste de vuestra investigación. Me he leído vuestro dosier sobre Sandrine, Clara Lázaro y Manuela Lozano, es como un culebrón. También he revisado la información de Javier Cámara, y el email que me has enviado hoy sobre Julio Cerezo. Por lo que veo, das una patada a una piedra y sale gente que lo odiaba y que tiene motivos para el asesinato.
—Sí, era una persona influyente, eso crea muchos enemigos.
—Pues apunta otro. —Jose se tensó en la silla a la espera de nueva información—. Alberto Sáez, ¿te suena?
—Me suena el nombre, pero ahora mismo no sé quién puede ser. —Pensó que quizás era alguna de las personas que había conocido en la fiesta.
—Es el jefe de tu novia. —Entonces recordó alguna anécdota que Laura le había contado y lo ubicó.
—Ahora caigo, es el productor del programa en el que trabaja Laura.
—Efectivamente.
—¿Y qué motivos tiene para asesinar a Lorenzo? —Jose ya se imaginaba cualquier cosa.
—Espera que te resumo toda la historia. —Rollón hizo una breve pausa, y Jose se acomodó en la silla a la espera de que se explayara con todo lo que habían descubierto—. Ambos fueron juntos a la Universidad. Allí se conocieron y se hicieron amigos, o por lo menos salían en el mismo grupo. Ya sabes, copas, cervezas y horas de estudio compartido en la biblioteca.
—¿En qué Universidad? —Por lo que Jose sabía, Blair había estudiado en Inglaterra.
—En Oxford. —Jose levantó las cejas sorprendido. Se imaginaba que al jefe de Laura debió costarle un gran esfuerzo poder acceder a esa Universidad—. Cuando terminaron los estudios, Blair se quedó allí, y Alberto Sáez regresó a España. Cada uno desarrolló carreras laborales independientes y por lo que sabemos no tuvieron contacto en muchos años. Hasta que Blair llegó a MediaCorp España. —En ese momento llamaron a la puerta del despacho de Jose, por la que ya asomaba Joaquín Villa, una nueva incorporación en su equipo. Llevaba trabajando con ellos unos meses, y Jose estaba muy satisfecho por su gran labor. Iba a ser el sustituto de Carlos cuando éste se jubilara.
—Un momento Rollón. —Jose miró a Joaquín—. ¿Es urgente? ¿Podemos vernos en diez minutos? —Joaquin asintió y cerró la puerta al salir—. Perdona, continúa.
—Como te iba diciendo, cuando Blair llegó a España para llevar esta compañía, se enteró que Sáez estaba trabajando en la televisión pública. Era productor de varios programas que tenían mucho éxito. Así que le ofreció un contrato que no pudo rechazar, y se lo llevó a MediaCorp. Al principio, todo iba muy bien, los programas de Sáez tenían un buen índice de audiencia, y MediaCorp empezaba a tener canales con cierto renombre entre el público, por lo que se estaban convirtiendo en una competencia a tener en cuenta para algunas corporaciones de medios de comunicación ya establecidas en España. —Volvió a hacer una pausa—. Por lo visto, un día Sáez le propuso una idea para un nuevo programa, específicamente para una serie de ficción. En ese momento, estaban sopesando varias propuestas que tenían encima de la mesa para una nueva producción en CanalFicción. Blair debió de ver el potencial y se apropió de la idea.
—¿Y a Blair qué más le daba? Era el dueño de MediaCorp.
—No tengo ni idea, prestigio, reputación, respeto.
—No creo que necesitara ninguna de esas cosas. —Dijo Jose sinceramente—. Yo empiezo a tener mi propia teoría. Creo que simplemente disfrutaba destruyendo a los que tenía a su alrededor. —Rollón soltó una carcajada.
—Puede que tengas razón. El caso es que la nueva serie se convirtió en un éxito de audiencia. Actualmente, están grabando la quinta temporada, y Alberto Sáez no se ha llevado nada.
—¿Tenéis pruebas?
—Hemos encontrado una carpeta con la propuesta de Sáez entre los papeles de Blair. Nos llamó la atención porque no estaba con el resto de carpetas de trabajo, estaba en la caja fuerte de su despacho. Así que rascando un poco, nos hemos dado de bruces con este descubrimiento.
—¿Habéis hablado con Alberto Sáez?
—Por supuesto. Al principio ha parecido bastante sorprendido porque tuviéramos conocimiento de ello, pero lo ha confirmado. Supongo que ahora te estarás preguntando por qué no se fue de la empresa o por qué no le denunció. —Jose asentía al otro lado de la línea—. Pensaba hacerlo. Ambas cosas, irse y denunciar a Blair. Pero en ese momento, le descubrieron a su mujer un tumor, parece que algo bastante chungo, y dejó aparcado todo eso para apoyar a su mujer en su lucha contra el cáncer. Murió hace seis meses.
Ambos se quedaron en silencio. Jose estaba pensando que tenía motivo y oportunidad, no le hubiera sido difícil acceder al despacho de Blair sin que nadie lo viera y poner el veneno en el interior de la botella.
—Supongo que estás pensando que es viable que él pudiera poner el veneno en la Angostura.
—Eso mismo es lo que estaba pensando.
—Y lo mismo que hemos pensado nosotros. —Sonrió Rollón—. Te lo he contado en agradecimiento a toda la información que me has enviado, espero que sigamos cooperando como hasta ahora. Yo por mi parte pienso seguir así.
—Gracias. —Le dijo Jose completamente en serio. Si trabajaban juntos seguro que sería más fácil esclarecer la muerte de Blair.
—De hecho, acabo de enviarte una copia del informe sobre Alberto Sáez. Como te digo, espero la misma transparencia por tu parte.
—¿Acaso lo dudas?
—No, desde luego que no. No tengo nada que objetar, he recibido mucha información gracias a tus pesquisas. —Rollón se percató de que parecía haberse puesto a la defensiva, cosa que no quería. Sabía que Olalla siempre era una fuente de información fiable que no se podía desperdiciar. Además, también sabía, que él no se iba a poner la medalla, aunque se la mereciera—. Perdona, si he parecido…
—No te preocupes. —Jose comprendía a Rollón, siempre iba con pies de plomo, puesto que había algunas personas que le habían fallado con implicaciones importantes en su proyección laboral.
En cuanto colgaron, Jose llamó a su despacho a Joaquín Villa para ver qué quería.
Estaban cenando tranquilamente en casa, puesto que al final Jose había llegado tarde y ya no les había apetecido ir a cenar fuera. Él le estaba detallando su conversación con Rollón mientras comían una pizza. Laura estaba muy sorprendida, no tenía ni idea de la muerte de la mujer de Alberto, y eso no podía ser un secreto en la oficina, le parecía extraño que nadie se lo hubiera comentado con todos los chismes que le contaban a diario. Y estaba pasmada porque tuviera razones reales para asesinar a Blair, le había robado una gran idea para una serie que había triunfado. Alberto no parecía un asesino, pero realmente quién lo parecía, pensó.
—Esto es como buscar una aguja en un pajar. Hay mucha gente que odiaba a Blair y tenía motivos más que suficientes para asesinarlo. —Laura empezaba a pensar que la lista era infinita.
—Está claro que llegar a donde ha llegado implica hacerse muchos enemigos por el camino. Y encima parece ser que no era una persona con remilgos, no le costaba deshacerse de cualquiera que le molestara lo más mínimo. Y eso sin tener en cuenta que se tiraba a todo lo que se le ponía por delante, sin importarle su estado sentimental, lo que habrá cabreado a muchos hombres. —Ella asintió.
—Todo esto no hace más que acrecentar el número de sospechosos. —Lo dijo con voz casina, empezaba a sentirse desesperada.
—Yo no creo para nada que sea así. Las personas que realmente tuvieron oportunidad de matarlo, son las que tuvieron acceso a su despacho y a la botella en la que se encontró el veneno. —Laura prestaba atención al análisis de Jose—. Yo creo que los posibles sospechosos son los que tenías inicialmente en la pizarra, con la única salvedad que ahora tendríamos que incluir a tu jefe. El asesino es alguien de tu alrededor, alguien que trabaja en MediaCorp y que pudo entrar en el despacho sin ser visto. Sólo tenían llave Tanya y la secretaria de Blair, pero como ya hemos comprobado cualquiera pudo cogerla del cajón de la secretaria. Así que yo creo que tenemos que centrarnos en eso. —Cuanto más pensaba en su propia teoría, más se daba cuenta de que Laura se encontraba en peligro, ella estaba realizando una investigación del asesinato de Blair, que no era ningún secreto para nadie, y lo más probable es que el asesino fuera alguien de su alrededor, quizás, incluso alguien cercano a ella.
—Supongo que tienes razón. —Laura coincidía con Jose y su teoría.
—También es posible que el asesino esté intentando despistarnos, mostrándonos personas que tenían algo en contra de Blair para que no nos centremos en los sospechosos reales.
—¿Te refieres a Daniel?
—Es un ejemplo. Para nosotros es viable que pudiera acceder al despacho en algún momento en que la secretaria no estuviera en su puesto. Y el motivo, claramente es Tanya.
—Berta también nos ha dado pistas de gente que no tuvo oportunidad. —Se quedó pensándolo un momento—. No sé qué estoy diciendo, para salvar a una amiga estoy acusando a otra. —Jose le sonrió.
—Vamos a la pizarra y centrémonos en lo que realmente tenemos. —Ya habían terminado de cenar, así que se levantaron y se colocaron frente al tablero, mirando todo lo que había apuntado.
Jose se encargó de eliminar los nombres de la gente que no estaba trabajando en MediaCorp. Borró a Julio Cerezo y a Javier Cámara. Marcel y Blair aparecían como víctimas.
—Centrémonos en los posibles sospechosos. Tanya, heredera de un imperio por la muerte de Blair. Tony, incómodo en su actual puesto, pero realmente no ha ganado nada con su muerte, sigue en el mismo puesto, luego para mí no es un sospechoso viable. —Laura asintió, Jose cambió la foto de la parte alta de la pizarra al esquinazo inferior—. Alberto Sáez, venganza por quitarle una brillante idea con la que podía haber ganado mucho dinero. Manuela, venganza por el aborto sufrido hace tanto tiempo. Daniel Valcárcel, con la muerte de Blair se queda con la chica y el dinero. —Cogió la foto de Sandrine y la puso en la esquina, con la de Tony—. Sandrine sólo ha perdido con la muerte de Blair, no ha llegado a conocer a su padre. Y si quisiera la herencia, sólo tendría que ir a un juez y presentar pruebas de que es hija legítima de Blair, y ambos sabemos que las tiene, y llevarse lo que por ley le corresponde. Así que tampoco la considero culpable.
—Estoy de acuerdo. —Corroboró Laura. Todavía se sentía incómoda por haber acusado falsamente a Sandrine de ser la amante.
—Oscar Murcia, con la muerte de Blair ha conseguido su puesto. Motivo, el poder. —Continuó Jose—. Por lo menos, la mayoría de interrogaciones que estaban escritas han sido eliminadas, así que hemos avanzado bastante. —Intentó animar a Laura.
—Supongo que sí, pero no lo suficiente. —Ella estaba algo decepcionada por los escasos avances. Mientras ellos iban a paso tortuga seguía muriendo gente, como era el caso de Marcel, pensó tristemente. Jose escribió en lo alto de la pizarra el nombre de Alberto Sáez, al lado del resto de sospechosos.
—Si no se nos escapa algo, uno de ellos tuvo que ser el asesino. —Laura no estaba segura, los conocía a todos y le parecía imposible que alguno fuera capaz de matar a alguien. Ni siquiera Oscar Murcia, al que apenas conocía, pero que en la fiesta le pareció una buena persona—. También puede que nos falten sospechosos. —Jose le había leído el pensamiento—. Pero nosotros solos no podemos investigar a todos los empleados de MediaCorp, necesitaríamos muchos recursos y sólo somos nosotros dos. Rollón está investigándolos con su equipo, nos avisará en cuanto encuentre algo. Tampoco creo que tenga recursos suficientes para investigar a todos los empleados, pero por lo menos tiene un equipo trabajando en el caso. —Dijo Jose animado puesto que ya no estaban solos.
—Es que no puedo creerme que uno de ellos sea el asesino.
—Por lo menos nos hemos deshecho de la morralla.
—¿Y qué opinas de Marcel? ¿Crees que averiguó quién era el asesino y por eso lo mataron? ¿O quizás el asesino iba tanto a por Blair como a por Marcel, y por eso desapareció después de la muerte de Blair, y no porque lo estaba chantajeando como suponíamos? —Jose se quedó unos segundos pensando antes de contestarle.
—Esa es una buena pregunta. Si es porque descubrió al culpable, estamos enfocando bien el caso. Pero si el asesino quería matar a ambos, tenemos que encontrar a alguien que tuviera un motivo para el asesinato de ambos, y la verdad, es que no hemos encontrado ninguna relación entre ellos, aparte del chantaje.
—Lo cual no es poco. —Zanjó Laura.