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Viernes, 14 de Octubre

 

En cuanto Laura llegó a la oficina, después de dejar el bolso en su mesa, se fue directa al Departamento de Maquillaje y Peluquería para hablar con Marcel. Todavía estaba muy impresionada con el nuevo descubrimiento, no se hubiera imaginado ni en un millón de años que Marcel era la persona que estaba chantajeando a Blair. No tenía claro qué le iba a decir o preguntar, esperaba que cuando lo tuviera delante se le ocurriera algo.

Cuando abrió la puerta, ya había bastante movimiento en la sala. Casi todos los que estaban sentados en los cómodos sillones, eran presentadores del telediario preparándose para el programa de la mañana, que estaba a punto de comenzar. Las esteticistas estaban con el pelo y el maquillaje de todos ellos, había mucho ruido de secadores, se hablaban prácticamente a gritos.

Marisa, al verla en la entrada, se acercó a ella. Marcel había dejado de peinarla y maquillarla, puesto que él quería cortarle el pelo, teñirlo y algunas cosas más, y Laura, por su parte, se lo negaba tajantemente. Así que finalmente, Marcel algo frustrado, había dejado que Marisa se ocupara de ella, era demasiado orgulloso para no hacer lo que le viniera en gana.

Laura, a pesar de cómo Marisa había llegado a su vida, estaba encantada con la chica, era más joven que ella y tenía muy buenas manos, siempre le dejaba el pelo precioso y con un estilo más moderno al que ella solía llevar. Y como Laura, sobre maquillaje pensaba que había que ir lo más natural posible, maquillarse para simular no estar maquillada, efecto de no makeup, decía siempre.

—Hola Laura. Hoy no te esperaba. —Marisa parecía un poco nerviosa, seguramente pensaba que no darían abasto si venía gente con la que no contaban.

—Hola Marisa. Venía buscando a Marcel. —La cara que puso la chica de sorpresa no le pasó desapercibida a Laura.

—Marcel ya no trabaja aquí. ¿No lo sabías? —Ahora fue Laura la sorprendida. Con la mirada le pidió más información—. La verdad, es que nadie sabe exactamente qué pasó. Llegó el lunes, después de la muerte de Lorenzo Blair, y se despidió de todos. Nos resultó, cuanto menos, chocante. Hasta alguien comentó en broma que se iba porque era el asesino. —Rio algo nerviosa—. Pero no tenemos ninguna información más. —Laura asintió impotente. Ni si quiera se había dado cuenta de que Marcel ya no estaba por allí rondando. Menuda investigación iba a realizar por su amiga si no se daba cuenta de esos detalles que no eran ningún secreto para nadie. Tenía que estar más atenta.

—Muchas gracias Marisa. No tenía ni idea.

—Si quieres que te ayude yo en algo. —Marisa le sonrió con dulzura, más tranquila al ver que no necesitaba ser maquillada y peinada.

—Muchas gracias. No hace falta, era una tontería… —Laura no sabía ni qué decir, no se le ocurría nada. Menos mal que Marisa ya no le prestaba la más mínima atención, alguien la había llamado y ya se había dado la vuelta a atender a la persona en cuestión.

Se fue pensando en lo que le acabada de decir Marisa, Marcel se había ido, ¿lo habrían despedido? ¿quizás lo echaron cuando la policía descubrió que estaba chantajeando a Lorenzo Blair? ¿o quizás se había ido él antes de que todo saliera a la luz? Ya todo eso daba igual. Laura pensaba que realmente no iba a sacar nada más de él que lo que le había contado Jose.

Se acababa de sentar en su mesa, algo deprimida por no haber obtenido ninguna información, cuando Berta se sentó enfrente de ella.

—Hola Laura, ¿recuerdas de lo que estuvimos hablando el otro día? —Laura se la quedó mirando con las cejas levantadas, no sabía a qué se refería. Berta sonrió—. Sobre ayudarme con los muebles de mi casa.

—Claro, no hay problema. —Dijo relajándose.

—Si te parece, ¿os apetece veniros el domingo, Jose y tú, a comer a mi casa? Así ves los pocos muebles que tengo, por ahora son todos regalos o préstamos de amigos y familiares, ya sabes, muebles que iban a tirar a la basura, y al final, han acabado en mi casa. —Berta se encogió de hombros resignada.

—Anda, que no será para tanto. Seguro que con alguno de ellos se puede hacer algo interesante, y sino, no te preocupes, ya verás cómo encontramos algo para tu casa en cualquiera de los mercadillos a los que asistimos con regularidad. —Laura le sonrió. No le apetecía nada quedar el domingo a comer, ella lo que quería era descansar, llevaba unos días de locos. Por un lado, la televisión desde la muerte de Lorenzo Blair era un caos, y por otro lado, ella seguía trabajando en la tienda y entrenando cuando podía. Por si todo eso fuera poco, no dormía bien, seguía teniendo pesadillas, y sino, estaba pensando en su amiga Tanya. Necesitaba descansar. Pero como se había ofrecido, tampoco iba a cambiar ahora de opinión. Quizás le sirviera para desconectar un rato—. Hablo con Jose y te confirmo.

—De acuerdo, quedo a la espera de que me digas algo. —Se levantó de la silla y se dirigió a su puesto de trabajo. Laura observaba cómo se iba, le llamó la atención lo pequeña y frágil que parecía y lo imponente que resultaba cuando hablaba, con tanta confianza en sí misma.

Laura se concentró en la pantalla de su ordenador, abstrayéndose de su alrededor para centrarse en el trabajo. Unos días antes, Tony la había grabado en una tienda del rastro comprando un precioso armario de estilo japonés, que estaba en muy buen estado, lo único que había que hacerle era lijarlo y pintarlo después, lo que no tenía todavía decidido era si iba a lacarlo o decaparlo. Pensaba convertirlo en un armario para la televisión, de forma que ésta quedara oculta en su interior, y abriendo las puertas se pudiera disfrutar del aparato.

Estaba buscando en Internet información interesante sobre este tipo de muebles, de estilo japonés, para contárselo a los espectadores. Cuando encontraba algo que consideraba de utilidad, lo anotaba en su cuaderno. Escribía de forma esquemática los puntos sobre los que pensaba hablar en el programa, para luego ponerlos en orden y ampliarlos, de forma que delante de la cámara quedara toda la información clara.

Apuntó las etiquetas básicas del estilo japonés, la imaginación, la creación y la eficiencia. Esto, no estaba segura de cómo introducirlo, ya lo revisaría más adelante.

Lo que sí tenía claro es que tenía que hablar de los cinco principios básicos del diseño japonés, en cuanto a decoración se refería.

Kanketsu, la simplicidad, el diseño japonés busca la creación de productos simples, evitando todo adorno innecesario.

Iki, la sobriedad, es elegante y exquisito, pero sin sobresalir.

Mono no aware, “empatía hacia las cosas”, lograr con un diseño sentir alguna emoción hacia el objeto.

Wabi-sabi, la belleza de la imperfección, el desgaste de las cosas produce armonía, el uso de la naturaleza como inspiración, creando formas suaves y orgánicas.

Ma, el vacío, como el famoso principio de diseño “menos es más” que estableció Le Courbusier, el espacio en blanco es el ma.

Con todos estos datos y el propio tratamiento sobre el mueble que iba a realizar, pensaba que el programa estaba completo. Sólo tendría que organizarlos e introducirlos para que resultaran amenos e interesantes. Quizás con alguna imagen, para que los televidentes entendieran a lo que se refería, pensó.

Cuando terminó de ordenar sus ideas y de buscar fotografías que sirvieran para su explicación, se dio cuenta de que ya era la hora de comer, por lo que tenía que irse corriendo a su tienda. Esa tarde se había organizado de forma que Andrea se ocupara de los clientes, porque ella iba a desaparecer en el taller a terminar algunos trabajos que tenía a medias.

 

 

Jose subía con Carlos de comer, pensando en que Rollón aún no le había enviado las fotos, que se suponía, le iba a enviar a primera hora de la mañana. No le había llamado de nuevo porque no quería resultar demasiado pesado, pero empezaba a ponerse nervioso, estaba convencido que esas fotos les darían alguna pista.

—¿Te preocupa algo? —Carlos le sacó de sus reflexiones.

—Perdona. —Carlos le estaba hablando del caso del asesinato de la prostituta y en algún momento había dejado de escucharle—. Estaba pensando en el caso de Lorenzo Blair.

Carlos se quedó mirando a su compañero y amigo de tanto tiempo, le conocía lo suficiente para saber que cuando le daba tantas vueltas a la cabeza a algún caso, es porque algo no le encajaba, y su instinto nunca fallaba. Él, como el resto, estaba convencido que su mujer era culpable, pero confiaba demasiado en Jose para no hacer caso a sus preocupaciones.

—¿Habéis encontrado algo nuevo? —Sabía que Laura estaba tan metida en la investigación como él.

—No, todavía no. Bueno, sabemos quién es el chantajista, pero es un camino sin salida. No es el asesino, según Rollón. Y creo que tiene razón. —Carlos escuchaba a su amigo con interés—. Estoy esperando a recibir las fotos por las que era chantajeado Blair. Rollón me dijo que me las enviaba hoy. A ver si encontramos algo en ellas que nos dé alguna pista.

En cuanto llegó a su despacho, lo primero que hizo fue mirar si tenía el correo electrónico tan esperado de Rollón, y efectivamente, ahí estaba, con varios archivos adjuntos.

Abrió los ficheros, cada uno era una fotografía de Lorenzo Blair con la modelo. En ninguna había nada del otro mundo. Estaban cenando y se mostraban en actitud cariñosa, como dos amigos íntimos. Eran fotografías muy inocentes, no tenían nada que ver con las fotos de Tanya y Daniel Valcárcel. Esto hacía que entendiera aún menos por qué Lorenzo no quería que salieran a la luz. Se preguntó si Rollón sabría lo que a él se le escapaba, así que le llamó.

—Hombre Olalla, esperaba tu llamada. Supongo que has visto las fotos. —Rollón se lo estaba pasando en grande, sabía que Jose estaría tan sorprendido por las fotografías como lo había estado él cuando las vio. No parecía haber nada en ellas con lo que chantajear a alguien, y menos a Blair que cenaba con diferentes mujeres de forma habitual.

—Efectivamente, y no veo nada en ellas. ¿Están todas? —Jose pensaba que quizás faltara alguna importante.

—Sí, te he mandado todas. Nosotros tampoco vimos nada en ellas. Así que, hablamos con Marcelo Guerra sobre esta misma cuestión. —Jose se imaginaba que habrían llegado a la misma conclusión que él, y esperaba que hubieran hablado con Marcel, tal y como había sucedido. Se quedó a la espera de que le contara lo que habían averiguado. Rollón hizo una larga pausa, Jose empezaba a estar cansado de tanta teatralidad.

—¿Y? —Preguntó exasperado.

—Y nada. Marcelo Guerra tampoco sabía por qué le afectaban tanto estas fotos a Lorenzo Blair. —A Jose le sorprendió esa afirmación.

—Y si a Guerra no le parecieron de ningún interés ¿se puede saber cómo demonios empezó a chantajear a Blair? —Rollón soltó una carcajada al otro lado de la línea, le hizo gracia la reacción de Jose.

—Por lo visto fue una casualidad. —Empezó a relatarle todo lo que Marcelo Guerra les había contado—. Guerra hizo estas fotos en una fiesta, mientras cenaban antes del baile. Fue mesa por mesa haciendo las instantáneas, en algunas se ve a los comensales posar, en otras no se dieron cuenta de estar siendo fotografiados, como fue el caso de Blair. Marcelo imprimió unas cuantas para regalarlas. —Hizo una breve pausa para ordenar la información en su cabeza y que no se le escapara algún detalle que pudiera resultar interesante—. Cuando Blair vio las fotos impresas en las que aparecía, se puso como un energúmeno, las rompió y le echó una buena bronca. Éste se cabreó tanto con él que empezó a chantajearle, pensó que si se había alterado tanto era porque tenía algo que esconder. Obviamente, en su ordenador en casa y en la cámara tenía copia de todas ellas. —Respiró profundamente para tomar aire—. Según Guerra, Lorenzo Blair no estaba seguro de quién le chantajeaba. Suponía que era él porque al fin y al cabo las fotos eran las mismas que le había hecho, pero él siempre lo negó alegando que cualquiera había podido tener acceso a ellas. Las llamadas las hacía utilizando un aparato de esos que distorsionan la voz, había creado una cuenta con datos falsos, etc, etc. —Jose pensaba que todo sonaba a broma—. Según nuestras investigaciones era un friki de la informática. Cuando era joven era hacker, uno de esos piratas informáticos. Se metió en algún asunto turbio del que salió escaldado y lo dejó para convertirse en esteticista.

—Menudo cambio. —Rio Jose.

—Sí, toda una sorpresa. —Rollón también rio—. La pluma que mostraba era falsa, no era gay ni nada. Simplemente era un papel que estaba interpretando. Tenía a todo el mundo engañado.

—¿Y estáis seguros de que no es el asesino? Por lo que cuentas es un mentiroso compulsivo que disfruta inventándose personalidades.

—Tenía coartada y está confirmada. —Se oyó como Rollón escribía algo en el teclado de su ordenador—. Espera un momento porque no recuerdo muy bien.

—No hay problema. —Mientras, Jose empezó a tomar notas de todo lo que le había contado Rollón en la conversación.

—Sí, aquí está. Estuvo en una obra de teatro infantil del colegio. Su sobrino actuaba en ella y se ofreció a ayudar a maquillar a todos los niños. Hay muchos padres y niños que pueden confirmar que estuvo allí.

—Pero eso no quiere decir nada. —Jose volvía a pensar que podía ser él—. Pudo poner el veneno en la botella en cualquier otro momento.

—Lo sabemos. Pero el despacho de Lorenzo Blair está siempre cerrado con llave. Sólo estaba abierto cuando él se encontraba en su interior.

—¿Quién tenía copia de la llave?

—Únicamente Tanya y su secretaria. —Rollón fue tajante. Estaba seguro de que Marcelo Guerra era un chantajista y un timador, pero no un asesino—. Creemos que dijo la verdad. No tiene motivo.

—Sobre la llave pudo cogerla y devolverla sin que nadie se diera cuenta. —Jose empezaba a pensar que la investigación había sido una chapuza. Tenían como cabeza de turco a Tanya y no habían dado oportunidad a otras vías de investigación—. Y claro que tenía un motivo. Lorenzo Blair le había dicho que no le iba a pagar un céntimo más, y muy probablemente estaba pensando en denunciarle.

—Olalla, no me vengas con cuentos, sabes que eso no son más que suposiciones. —Jose respiró profundamente para tranquilizarse, no quería cabrearse con Rollón puesto que era la persona que le estaba transmitiendo toda la investigación. No podía perder a su fuente.

—De acuerdo. Puede que tengas razón, pero es que hay cosas que no me cuadran. —Dio por terminada la conversación, no pensaba que Rollón tuviera más información que pudiera serle útil—. Muchas gracias por todo. Ya te contaré si encuentro algo que os pueda interesar.

—No creo que encuentres nada, pero tú mismo. —Rollón seguía relajado, no le había afectado lo que le había dicho Jose, y eso que le había insinuado que no habían hecho bien su trabajo. Sabía que la investigación había sido realizada correctamente, y todos en su departamento estaban de acuerdo con los resultados obtenidos. Todo se había tenido en cuenta y se había tratado de forma adecuada, siguiendo las pautas de actuación policial en una investigación de homicidio. Se despidieron amistosamente y colgaron.

Jose continuó observando un rato más las imágenes, pero no encontró nada que le llamara la atención. Decidió enviárselas a casa para verlas con Laura, quizás ella viera algo. Había que empezar a investigar a esa tal Sandrine, ¿qué tendría con Lorenzo Blair para que éste fuera chantajeado por unas fotos de lo más inocentes?

Pero eso tendría que analizarlo en casa, ahora tenía que continuar con todo el papeleo que aún tenía pendiente y que tenía que terminar antes de marcharse. Así que se puso a rellenar y completar informes.

Un par de horas después, Carlos llamaba a su puerta y entraba a toda velocidad.

—Buenas noticias. Tenemos al cabrón que mató a la prostituta. —Jose levantó las cejas con gesto interrogante—. Acaba de dar una paliza a otra prostituta, pero ésta le ha clavado un cuchillo. Ambos están en urgencias.

—¿Ella está bien? —Preguntó preocupado.

—Creo que sí, algunas contusiones por todo el cuerpo, pero nada grave.

—¿Y él?

—No estoy seguro. Creo que ha perdido mucha sangre. Está en el quirófano.

—Vete para allá y mantenme informado. —Jose estaba contento, últimamente parecía que los asesinos se lo estaban poniendo fácil. Cometían el error de pegar a mujeres que tomaban cartas en el asunto, se defendían.

Eso le hizo volver a pensar en el caso de Lorenzo Blair, éste no iba a ser tan sencillo de resolver. Estaba seguro de que les faltaba mucha información. Sólo pensar en la pizarra que Laura había colocado en casa y que ya tenía casi llena de anotaciones, le daba unas cuantas pistas de toda la gente que había involucrada, y seguro que faltaban personas de las que aún no conocían su existencia. No se podía negar que mucha gente ganaba con la muerte de Lorenzo Blair, era un hombre poderoso, no sólo salía beneficiada su mujer, había mucha más gente que salía favorecida con su muerte y ninguno de ellos había sido investigado. Negó con la cabeza, si tenía razón, la chapucera investigación llevada a cabo iba a aparecer en todos los medios. Había mucho revuelo alrededor del caso, todavía seguían apareciendo artículos en los periódicos, aun cuando se había dado por cerrado.

Volvió a retomar su trabajo. Hoy no quería irse muy tarde a casa, tenía muchas cosas que contarle a Laura, y seguramente ella también habría conseguido alguna información nueva.

 

Asesinato en antena
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