XIV
Después de un largo y reparador baño Alix intentaba reconocer, una vez más, su reflejo en el espejo pero por más que lo intentaba no conseguía verse en él. Envuelta en una mullida toalla blanca y con el largo pelo chorreando agua a ambos lados de sus hombros creía ver un fantasma. Su aspecto no era exactamente un desastre. Se encontraba fuerte, la piel recuperaba su tono habitual, la sombra grisácea bajo sus ojos era casi inapreciable, pero sus ojos… sus ojos estaban tristes, vacíos. Y su boca era una línea fina, diminuta, creía que no podría abrirla nunca más. Ella que siempre estaba llena de jovialidad y optimismo se había convertido en la viva imagen de la amargura.
Pensaba que era un juego, que ambos lo estaban pasando bien. ¿Cómo podía Yvan confundirla tanto? Ese hombre tenía graves trastornos de personalidad.
¡Estúpido arrogante, cómo se atrevía a romper un trato!
Un trato era un trato. Ella no podía imaginar que en tan solo cuatro días se arrepentiría. Estaba todo tan bien entre ellos. Había jugado con fuego confiando en que empezaban a entenderse y ahora ahí estaba, sola, ante el espejo, observando como el miedo a perderlo y el miedo a que él se perdiera, la estaba cambiando.
Buscó en los cajones algo que ponerse y a pesar de todo lo que había traído y todo lo que Yvan había comprado no encontraba nada que encajara con su estado de ánimo. Al final se decidió por una camiseta gris de Yvan que encontró colgada del perchero.
Antes de ponérsela se la acercó a la nariz para olerla. El olor a Allure Sport de Channel la hizo sentirse más frágil todavía, ni rastro de otra esencia, era como si el cuerpo de Yvan se negase a ser completamente suyo. Totalmente derrotada se tumbó en la cama mirando al techo rogando que el sueño no tardará mucho en hacerla olvidar.
La sensación de ser observada la despertó. Abrió los ojos y se sentó rápidamente en la cama. Allí estaba Yvan, mirándola intensamente. Sentado a los pies de la cama con las rodillas rodeadas en un fuerte abrazo y la barbilla apoyada entre ambas.
En un ágil movimiento se acercó a él, sin tocarlo, dejándole espacio. No quería provocar otra huida de esas que tanto odiaba.
Miró el reloj de la mesita de noche, las cinco y cuarto de la mañana.
―Es tarde, ¿dónde has ido?
―¿Quieres que me vaya?
―¿Qué? Yvan no me escuchas, te estoy preguntando que donde has ido. Eso implica anhelo e inquietud. Has tardado mucho en volver y yo… estaba preocupada.
―¿Estás bien?
Alix intentó acercarse más pero retrocedió al notar que él estaba a punto de levantarse.
―No, no estoy bien. He pasado un miedo terrible, pensaba…
―Eso ya lo sé, por eso me he ido. No te haré daño, tranquila. Solo quiero que hablemos y dejemos las cosas claras. No consigo decidir qué dirección tomar.
―Yvan… ¿Me hablas en serio? ¿Cómo podría tenerte miedo? Yo tenía miedo de que no regresaras, pero ya has vuelto y estás bien. Lo demás no importa.
―¿Qué no importa, qué estoy bien?, ¿por qué iba a estar bien, cómo no va a importar? ―Yvan se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación―. ¿Sabes? en realidad no entiendo qué está pasando. Llevo horas dando vueltas por ahí intentando seguir en pie para poder venir a disculparme y llego y estás tan tranquila ¿de verdad no te importa lo que te he hecho? ―gritó.
―No has hecho nada malo, ¿por qué debería importarme?
―¡Te he tratado como a una cualquiera y te he desgarrado el cuello!
―Eso ha sido un accidente.
Yvan volvió a la cama y le apartó el pelo para ver mejor el cuello. Parecía querer decir algo pero se quedó callado y volvió a su recorrido por la habitación.
―¿Podrías venir a mi lado y mantenerte quieto? Conozco tu necesidad de quemar energía cuando estás nervioso pero me gustaría que hicieses algo por mí.
El agitado Forseker la miró sorprendido y después de pensarlo unos segundos se sentó a su lado. Alix le cogió la mano y se la llevó al cuello, justo encima de la fea herida.
―¿Ves? ya no sangra, no duele, ha cicatrizado. Ya sabes que me curo rápido ―trasladó la mano al lugar donde debería latir su corazón―. Yo no soy humana Yvan, no puedes tratarme como si lo fuera. Somos diferentes y estamos diseñados para actuar diferente. Solo era un juego… un juego sucio y excitante al que creía que jugábamos los dos. Lo único que me da miedo de ti es tu auto fustigación. No te tortures más por favor, todo sigue igual que antes.
―Lo siento Alix ―le besó el cuello con mucha ternura―, pero no es tan fácil. Yo no jugaba ni siquiera era consciente de que tú lo hacías ―Yvan se frotó la frente― ¡El mayor problema es que te he mordido! Alix he probado tu sangre, y eso no es un juego.
―¿Tan malo ha sido? ―sus palabras habían sido como una bofetada, como podía despreciarla así, su sangre debería ser lo más preciado para él.
―Peor.
―¿Y qué coño haces aquí? ―se apartó de él y se abrazó las rodillas.
―Te amo y necesito que solucionemos esto juntos.
Alix se levantó y se quitó la camiseta tirándosela a la cara.
La decisión estaba tomada se vestía y se iba. La situación era insostenible.
―¡Tú no me amas, no puedes quererme! Todo tu cuerpo me rechaza… no noto tu esencia, no te gusta mi sangre. Eso no es precisamente un Vínculo ―lo miró de frente poseída por la ira―. ¡Eres un hipócrita; me apetece volar, soy vampiro, tengo que vincularme a mi Novia, no soy vampiro! Solo eres vampiro para lo que te interesa.
―No me digas lo que siento o lo que no siento. ¿Crees que el Vínculo es lo único importante, y todo lo que he sacrificado, todo el esfuerzo que he realizado, eso no sirve?
Alix ya se había vestido y estaba terminando de atarse las playeras.
―¿Por qué crees que lo único válido son tus sentimientos? Esta noche he hecho algo destructivo para nosotros y a ti ni siquiera te importa. De hecho creo que querías verme así. ¡Era lo más importante para mí!―golpeó el aire con los puños cerrados― ¿Por qué no me has parado? Podrías a verlo hecho sin ningún problema.
―¿Por qué iba aparar algo completamente placentero para mí?
―¡Ese es el maldito problema! Siempre tú. Tenemos que escuchar tu historia, tenemos que aceptar tus costumbres, no podemos disfrutar de la luz del sol… ¡Y a mí cuando me vas a escuchar!
―Siempre te escucho…
―¡No me importa todo lo que he perdido hasta ahora, lo he hecho para estar contigo. Pero esta noche he perdido mi identidad Alix! No puedo volver a mi Facción, ni a mi casa y no sé si puedo quedarme aquí contigo ―se acercó y le acarició la rosada cicatriz del cuello―. Siempre veré esto aquí. Y aunque me duela más a mi decirlo que a ti escucharlo… tú podrías haberlo evitado si te hubieses tomado la molestia de escucharme y entenderme. Yo no soy hipócrita ni defectuoso, tan solo intento aprovecharme de los recursos que tengo en esta miserable existencia para facilitarle las cosas a otros, ¿pero tú como puedes saberlo, verdad?
―Yvan yo no sé qué puedo decirte…
―No importa, ya no importa.
Alix se quedó petrificada mientras Yvan se encerraba en el baño. Escuchó cómo se duchaba sin poder mover un solo músculo. Los minutos le parecieron horas. Al final sus rodillas cedieron y cayó al suelo. Sus mejillas ardían de vergüenza. Sus huesos y músculos eran gelatina. Yvan tenía razón en todo. Él siempre cedía y ella siempre exigía más. No se había tomado la molestia de preguntarle por sus creencias, por sus necesidades. Para ser sincera, él no se equivocaba al decir que para ella era un vampiro defectuoso. Toda esta historia de la sangre era verdaderamente importante para él, no era una pataleta, creía en ello. Con mucha tristeza pensó que no conocía el motivo. ¿A qué se debía tanto rechazo?
Se abrió la puerta del baño y vio unos pies descalzos a su lado. Siguió quieta, su gelatinoso cuerpo no podía ofrecerle mucha estabilidad. Sintió como Yvan la cogía en brazos y la llevaba a la cama recostándose con ella acurrucada en su pecho.
―Está a punto de amanecer deberíamos dormir un poco. La tumbó a su lado rodeándola por la espalda y notó como besaba y lamia la herida de su cuello. La saliva ayudaba a la cicatrización de las heridas, a esas alturas ya no serviría de mucho pero sí aceleraría un poco el proceso. Y lo más importante él se sentiría mejor.
―Lo siento, debería haberlo hecho antes. Esto estropeará tu bonita piel. Debería haber tenido más cuidado.
―Está bien Yvan no importa, de verdad, en pocas horas casi no se verá.
Yvan escondió la cara entre su pelo y pareció contener el llanto.
―No sé cómo voy a superar esto Alix, no encuentro las respuestas. Como voy a contarle al Leader lo que ha pasado. No creo poder volver pero necesito su consejo, aunque él no va a querer ni mirarme cuando se entere de lo que ha pasado esta noche.
―No tiene por qué enterarse nadie. Podemos considerarlo cosas de pareja, como esas cosas que se hacen en la intimidad y se quedan en ella.
―No sé si podré evitar que ocurra otra vez, es demasiado tentador, necesito ayuda de Jules…
Alix giró para mirarlo, su ego estaba un poquitín reforzado.
―Puedes contar conmigo, prometo noquearte la próxima vez que lo intentes.
―Siempre consigues quitarle hierro a todo ―sonrió discretamente.
―Te hablo enserio. No quiero verte así nunca más. Haré todo lo necesario.
―No tienes que hacer nada soy yo quien ha hecho lo que no quería.
―Yo te he provocado ―las lágrimas brotaron casi sin darse cuenta―. No era consciente de que no era un capricho, sino que forma parte de ti. Este eres tú de verdad, no importa el motivo, quizá ni lo hay. Siento haberlo estropeado.
Yvan recogió las rosadas lágrimas con el pulgar y se las llevó a la boca.
―Sabes tan bien… será muy duro contenerse. Vas a tener que ser paciente los próximos días, ya conoces mis cambios de humor. Las dudas e inseguridades tienen la culpa, así que imagina como estaré.
―Podré manejarlos ―besó fugazmente sus labios.
―No puedo prometerte nada Alix, hoy no. No sé cómo terminará esto. Solo puedo asegurarte que necesito estar aquí ahora y abrazarte. Necesito que sepas que te quiero, que no quiero hacerte daño.
―Con eso me basta. Eres un vampiro loco y desequilibrado pero no eres un monstruo, y voy a lograr que lo entiendas. Y sé que me quieres porque puedo sentirlo y verlo todos los días ―Alix usó todo el tono jovial que pudo acumular mientras rodaba encima de él y lo besaba.
Abrazada a él con la cara pegada a su pecho esperó a que Yvan se relajase y cerrase los ojos. A pesar de lo bien que se lo había pasado las primeras horas, la noche había resultado ser horrorosa, estaba agotada. Pero sentía la necesidad de asegurarse de que Yvan se dormía. Casi nunca lo veía dormir y sabía que se permitía muy pocas horas de sueño pero era evidente que necesitaba descansar. Acarició tiernamente su brazo y vio que él sonreía. Verlo así le hizo pensar en lo que le había dicho. Parecía convéncido de que lo que había hecho era una atrocidad y aunque en un principio, al verlo tan devastado pudo empatizar con él, en ese momento se sentía algo frustrada. No pensó que fuese a ser tan difícil hacerle ver la realidad. Él sería mucho más feliz si se dejase llevar por sus instintos, ella le guiaría y le ayudaría en todo. Acarició otra vez su brazo y lo miró. Parecía completamente dormido. Besó con dulzura su barbilla y apoyó la cabeza en su pecho. Tenía que tener paciencia. La paciencia era la clave.