XI

 

 

 

 

 

Alix se metió en el baño de la habitación y encendió el grifo del agua caliente. Mientras esperaba a que alcanzara la temperatura adecuada preparó todo lo necesario para darse una ducha. Su neceser estaba sobre el lavabo y las toallas y jabones no fueron muy difíciles de encontrar. El baño era muy elegante, tenía el aspecto de una sauna romana, pero no gozaba de muy buen humor y no quiso distraerse en los detalles. Había dudado entre probar el gran jacuzzi o darse una simple ducha, finalmente decidió que lo último era la mejor opción. Quería sentir el agua correr sobre su piel llevándose todos los nervios y el estrés acumulado. Odiaba pelearse con Yvan. Pero la situación era tan voluble que una pequeña chispa desataba todo un incendio. Se metió bajo el chorro de agua caliente e intentó, en vano, quedarse en blanco. Posiblemente él tenía razón y ella no conseguía escuchar claramente lo que le decía. En ninguno de sus encuentros le había hecho daño. Al contrario: se preocupaba por ella, la consolaba, ¡joder la había alimentado! Ella era la que normalmente lo asfixiaba y provocaba. Él se limitaba a huir cuando se notaba fuera de control. Por supuesto no le otorgaría la aureola de santo pero ¿por qué no podía darle tiempo? Comprendía la situación, alguien como ella le arrebató la vida y eso lo atormentaba desde entonces. No paraba de decirle que lo entendía y respetaría sus ritmos y en realidad no lo hacía.

«Mente en blanco, mente en blanco»

Necesitaba contarle su historia. El miedo a perderle por los motivos equivocados la estaba convirtiendo en exigente e intolerante. Si Yvan aceptase escucharla ella se sentiría más capaz de esperar. Necesitaba esa pequeña garantía. Solo le pondría esa condición. Tarde o temprano lo demás llegaría.

«Mente en blanco, mente en blanco»

Unos acordes interrumpieron su intento de relajación.

«¿Eso es música, tenemos música? ¡Ya ha vuelto!»

El impulso de salir corriendo hacia él se apoderó de todo su cuerpo. Lo controló de inmediato. Necesitaba estar solo así que le daría más tiempo. Volvió a cerrar los ojos y se detuvo a escuchar el tema. No podía creérselo era “Lost” de Coldplay. Le encantaba ese grupo, uno de sus preferidos sin duda. Entusiasmada, empezó a lavarse el pelo, disfrutando de cada nota y palabra. Al terminar de enjabonarse y aclarase todo el cuerpo empezó a sonar otra canción.

«Vaya, vaya a ti también te gustan»

Resultaba increíble que la primera cosa que conocía tener en común con él fuera un grupo musical. Se envolvió con la toalla y fue hacia el armario. Eligió un vaquero y una camiseta negra al azar y empezó a peinarse mientras tarareaba.

―«And the hardest part, was letting go not taking part. Was the hardest part… And the strangest thing was waiting for that bell to ring It was the strangest start»[1]

Ni siquiera se miró en el espejo al terminar. Sentada en la cama escuchó atentamente otra de las canciones. Esta vez sonaba “Trouble”. Los temas no se reproducían de manera correlativa, estaban programados así. Diferentes años, diferentes discos… ¿Intentaba mandarle un mensaje? ¿Por qué este jueguecito? Tal vez se sentía más relajado en la distancia.

«¿Que intentas decirme?»

A Alix se le rompió el corazón, ese hombre intentaba expresarse con aquel absurdo juego. Realmente se sentía mal por herirla, por no comunicarse bien con ella. Un nuevo tema volvió a sonar. ¡Green eyes!. Oh eso era demasiado. ¿Cuánto tiempo llevaba preparándolo? Se proyectó en el salón y caminó hasta el reproductor de música. Observó sorprendida lo pequeño que era y a pesar de eso lo bien que sonaba. Trasteó en él, ella también podía jugar a ese juego. Era infantil y absurdo, y aun así le pareció una buena forma de relajar el ambiente. No se entretuvo a buscar mucho. Colocó “In my place” a la cola de la lista de reproducción y esperó. Iba a darle de su propia medicina.

 

El aire fresco del atardecer le había sentado bien. No había ido muy lejos, tan solo un pequeño vuelo por la zona para liberar adrenalina. Ahora, sentado en el tejado, intentaba imaginar cómo sería conocer el pasado de Alix. No tenía ningún dato sobre ella. Tal vez la juzgaba mal. Ridículo, las pruebas eran evidentes en sus ojos, él mismo lo presenció en directo. ¿Cómo pudo consentirlo?

Se sentía tan culpable. Su ánimo empezó a desmoronarse de nuevo.

Tomó un trago de vino y respiró profundamente.

«Es pasado, empezamos de cero»

Sonrío al detectar su aroma más cerca, no podía oír lo que hacía, era muy sigilosa.

«Petit panthère»

Salió al porche y vio como lo buscaba. Se quedó totalmente quieto. Era gracioso verla así de confusa. Al verla dar la vuelta para regresar dentro soltó una carcajada.

―¡Aquí arriba! ―levantó la copa y una botella de vino― ¿Quieres?

Ella no le contestó. Desapareció en el interior del salón. Justo cuando iba a incorporarse para seguirla notó un cambio en el aire. Al instante la enfocó sentada sobre él con la cabeza pegada en su pecho.

―¿Cómo puedes hacer esto con tanta precisión? No creo que pueda acostumbrarme nunca.

Para su sorpresa Alix le contestó susurrando la letra de la canción que había empezado a sonar.

― «In my place, in my place. Were lines that I couldn’t change. I was lost, oh yeah. I was lost. I was lost. Crossed lines shouldn't have crossed. I was lost, oh yeah…»[2]

Se quedó paralizado al escucharla y notar el surco húmedo de sus lágrimas en la camiseta. No la dejó empezar la siguiente estrofa, él ya se sabía la canción. Besó tiernamente sus labios y le secó las lágrimas con los pulgares.

―Yo también se jugar ―le dijo forzando una sonrisa―. Siento que sea tan complicado.

―Estás completamente majara. Solo es música, canciones que me hacen sentir mejor.

―A lo mejor es porque expresan lo que no te atreves a decir en voz alta. Solo quiero que sepas que te entiendo. No quiero ni imaginar lo que debes sentir. No conozco nada de ti pero no es difícil saber que no elegiste esta situación. Odias lo que eres y odias al vampiro que te transformó. Sé que sueñas con poder matarlo cada día. Juro que lo entiendo y que te ayudaré cuando llegue el gran día, pero te pido que no me lo hagas pagar a mí. Puedes confiar en mí. Yo no soy como él.

―Aunque me confunda con frecuencia ―la apretó entre sus brazos―, eso ya lo sé.

Yvan le tendió una copa de vino. La noche había caído y la luna brillaba sobre ellos iluminando sus blancas pieles.

―Eres tan hermosa ―le rozó la mejilla con el dorso de la mano―. No quiero hablar más. Estoy cansado. Quiero abrazarte y besarte toda la noche. Disfrutar de ti.

―Estoy de acuerdo ―lo abrazó y se proyectaron sobre la cama.

 

 

 

PARÍS, LOCAL SANG CHAUD

 

 

―En serio Jules, estoy preocupado. Lleva sin pasar por casa un par de días y no coge el móvil.

―Quizá está por ahí con alguien. Es responsable y trabajador pero de vez en cuando se da algún capricho, ya sabes que no es ningún santo.

―¿Estando en plena misión?―Jon negó seriamente―. Sabes que no es posible.

―Tienes razón pero no quiero ni pensar en la posibilidad…

―Algo le pasa. No he averiguado el motivo pero las últimas semanas estaba muy tenso.

―¿Dónde crees que fue?

―Lo hizo tan precipitadamente que solo se me ocurre que recordara algo urgente, no le di mucha importancia en su momento pero que no responda a mis llamadas… él nunca me deja en la estacada Jules y desde esta mañana tiene el teléfono apagado. Creo que por alguna razón no puede cargarlo y tal y como está la situación solo se me ocurre…

―Bueno no vamos a ponernos en lo peor todavía. Organiza un grupo y empieza a buscarlo. Esté donde esté estará bien, sabe apañárselas.

―Eso espero. Aunque el modo en el que han aparecido los cuerpos del demonio y el vampiro… la decapitación, y el desangrado no pinta nada bueno, esta gente no está jugando leader.

Jon se levantó rápidamente y se dirigió a la salida. No quería perder ni un segundo más. Conocía a su amigo y estaba convencido de que algo pasaba. Algo gordo. No iba a contarle nada a Jules sobre sus idas y venidas de las últimas semanas, ni de las bolsas de sangre que se llevó de casa sin explicación alguna. Al principio pensó en la posibilidad de que hubiese encontrado a su Novia pero su estado de ánimo no era muy positivo así que descartó la teoría inmediatamente. Barajaba la idea de que estaba detrás de alguna pista. Seguramente sentía que era personal, se habría aventurado él solo y algo había fallado. Rezaba para que estuviese relacionado con la Nosferatus porque el cazador o cazadores eran una espantosa opción.

―¡Jon, usa a todos los hombres que necesites, dale máxima prioridad!

Ni siquiera se tomó la molestia de mirarle y contestar, hizo un asentimiento con la cabeza que Jules observó sin problemas.

Ya en la planta superior buscó con la mirada a los que formarían parte de la búsqueda. Sentados en una mesa cerca de la puerta charlaban apasionadamente con unas humanas.

Sacó el móvil. Un nuevo intento de localizarlo no haría mal a nadie. Recorrió la distancia que los separaba. Nada.

―Vamos, tenemos trabajo que hacer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Soy quien soy
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