CAPÍTULO
34
Aunque las habitaciones no estaban amuebladas del todo, los baños estaban recién terminados. Nick suspiró cuando el agua caliente cayó por su piel llena de marcas. Sumergirse en la bañera de ese cuarto de baño minimalista con azulejos de piedra era justo lo que necesitaba tras la noche que había tenido.
El sol estaba saliendo. Finos rayos entraban en el baño a través de una ventana muy pequeña que había sido diseñada expresamente para algunas habitaciones de la mansión. No había forma de que un shifter entrase por esa ventana, ni cualquier otra persona, a decir verdad, pero ofrecía una vista del exterior lo suficientemente amplia como para que quien estuviera dentro no se sintiera enjaulado.
La bañera era más larga y ancha de lo que el cuerpo de Nick necesitaba, lo que era otro punto a favor. De hecho podía meter a dos personas más allí con él. Pero esa mañana necesitaba silencio. Dejó que su cabeza se apoyara en el borde de la bañera y cerró los ojos. Habían ocurrido tantas cosas esa noche…; sus emociones habían pasado de la inquietud a la adrenalina pura, a la ansiedad, a un miedo que nunca creyó que experimentaría, todo ello sin que lo abandonase la rabia que siempre lo acompañaba. Sin olvidar la mezcla de sentimientos por la noticia de Ary.
Estaba embarazada.
O al menos pensaba que lo estaba.
¿Cómo debía él tomarse la noticia?
Se frotó la cara con una mano húmeda y dejó que las gotas de agua corriesen por su piel mientras respiraba hondo. Sería padre. Y Ary sería la madre de su bebé. Volvería a ser parte de una familia, una que le pertenecería solo a él. El orgullo creció en su interior y resurgieron los recuerdos de todas las cosas que sus padres solían hacer con él. Las mañanas de Navidad, las interminables horas de entrenamientos, cenas en familia, vacaciones…, todo hizo que Nick se alegrara por dentro. La traición vino más tarde, pero empezaba a pensar que también había una explicación para eso. Una que él y Rome aún tenían que descubrir. No sabía qué hacían, pero era muy probable que sus padres actuaran por el bien de las tribus y que, en el camino, se vieran obligados a quebrantar algunas leyes, tanto humanas como de los shifters.
De repente esos pensamientos se desvanecieron y fueron reemplazados por el recuerdo de una cascada espumosa, el olor del bosque y la suavidad de la piel de Ary. Entonces abrió los ojos y ella estaba justo a su lado, con el cuerpo desnudo iluminado por los dorados rayos del sol. Sin decir una palabra, él le extendió una mano, ella la aceptó y se metió en la bañera junto a él.
—Kalina por fin se ha estabilizado —dijo Ary mientras Nick levantaba el brazo para tirar de ella y acercarla a él—. Incluso con los calmantes estaba histérica porque Rome había salido a luchar. Ahora que ha vuelto y está bien, ella se encuentra mucho mejor.
—Me alegra oír eso. Nos curamos muy rápido, así que pronto estará perfecta.
Ella le dio una juguetona palmadita en el pecho que salpicó agua sobre ambos.
—Yo soy la experta en medicina aquí. Yo haré el diagnóstico.
—Lo siento —contestó él entre risas.
—De acuerdo. Bueno, pues Kalina se recuperará muy rápido y volverá a la normalidad en breve —dijo sonriéndole ligeramente—. Las heridas de Rome eran superficiales y X se negó a que le echase un vistazo.
—Sí, no le gustan mucho los médicos.
—Y a ti tampoco, ya que pasaste de largo las instalaciones médicas y te metiste directamente aquí.
—Estoy bien —le dijo.
—Yo juzgaré eso —contestó ella mientras movía la mano por el agua y le tocaba la piel.
Ary le levantó el pie, lo sacó del agua y le recorrió toda la pierna con la mano hasta llegar al muslo. El simple tacto lo estaba volviendo loco, pero Nick luchó por mantener sus pensamientos a raya. Ella estaba haciendo su trabajo, no tratando de excitarlo. Cuando repitió el movimiento en la otra pierna, deseó que su improvisada revisión médica hubiese acabado. Se equivocaba.
Entonces se sentó a horcajadas sobre él y recorrió con sus dedos los golpes y raspones que tenía en los brazos.
—Son superficiales. Deberían curarse en un día o dos —le dijo.
—Te lo dije…
—Silencio —ordenó de forma cortante.
Ary le soltó los brazos, puso las manos debajo de sus axilas y, despacio, le fue recorriendo el pecho. Sus dedos abiertos le tocaron y a continuación presionaron sobre sus costillas. Él no se movió. Ella se echó hacia atrás y le miró el pecho y el estómago mientras sus ágiles dedos examinaban esa zona también. Para entonces estaba excitado y su miembro se adentró entre sus húmedas nalgas. Definitivamente ya no había modo de ocultar su erección.
Ary lo envolvió entre sus brazos y sus manos buscaron su espalda. Entonces tomó aire al sentir la embestida de él y trató de separarse para verlo mejor. Pero Nick la abrazó y la presionó contra él, disfrutando de la sensación de sus senos desnudos contra su pecho.
—Estoy bien, doctora, pero hay algo más que necesito que me curen —le susurró al oído segundos antes de que su lengua tocara su lóbulo.
Ella tomó aire.
—¿De verdad? ¿Dónde es la lesión?
Él la levantó con cuidado hasta que la punta de su pene tocó su abertura.
—Justo ahí. Necesita atención urgente. Le ha desestabilizado un poco luchar con rogues.
Ella le sonrió y sus ojos se encendieron de excitación.
—Creo que tengo lo que necesita —le dijo.
Nick llevó las manos a las caderas de Ary y sintió cómo se dejaba caer sobre él, de modo que su miembro se deslizó sin esfuerzo en su interior.
—¿Qué tal así? —preguntó ella cuando él ya estaba muy dentro. Sus carnosos pliegues hacían fricción contra su pelvis y su ano rozaba sus testículos.
Él gimió y un rugido resonó en su pecho.
—Justo lo que necesitaba.
—¿Cuándo sabrás si estás embarazada?
Estaban echados en la cama, que era, en su opinión, demasiado pequeña para acomodarlos bien a él y a su compañera. Compraría muebles nuevos, aunque no creía que fueran a quedarse mucho allí. Estaba seguro de que pronto volverían a su vida normal, pero no consentiría que Ary pasara estrecheces o estuviera incómoda, aunque fuera por poco tiempo.
—Ya lo sé —contestó ella girándose hacia él y apoyando la cabeza en la mano mientras lo miraba.
—¿Y…?
—Estoy embarazada —anunció con unos labios temblorosos que él supo que se volverían una sonrisa.
—Guau —fue lo único que se le ocurrió decir a él.
La expresión de ella se volvió seria. Estaba nerviosa y no sabía qué decir; solo quería hablar para dar salida a su ansiedad.
—Las hembras shifters están en celo cuatro veces al año, podría decirse que trimestralmente, dependiendo del ciclo de cada una. Cuando están en celo pueden ser fecundadas. Una gestación normal para un shifter es de doce a dieciocho semanas. Yo estoy de unas tres semanas y media. —Tomó aire y continuó—. Ya sabes que un jaguar normal pare de dos a cuatro cachorros, pero no te preocupes, las shifters suelen tener una media de uno, dos como mucho…
A Nick no le interesaba su conferencia, sino ella, por eso no había escuchado ni una palabra y se había deleitado contemplando su cuerpo. Adorando la curva de sus caderas, la caída natural de sus pechos, su sexo cubierto de rizos. Y ahora su mirada se centró en su estómago, la diminuta hendidura de su ombligo, el comienzo de un pequeño bulto en su barriga. Puso la palma de su mano sobre él y cerró los ojos.
—Baxter ha pedido un equipo de ultrasonidos y otros instrumentos de radiología que tal vez necesitemos. Por ahora hemos decidido que, además de yo misma, el doctor Papplin será mi médico. No sería inteligente ir a un hospital y decirles que voy a dar a luz tras dieciocho semanas.
Nick oía sus palabras, pero estaba concentrado en su barriga y en lo que en ese momento estaba creciendo dentro.
—Te quiero —dijo sin pensarlo ni un segundo.
—¿Qué?
Ella le agarró de la barbilla y le levantó la cara para poder mirarlo.
—¿Qué es lo que acabas de decir?
Él se incorporó sin apartar la mano de su estómago. Luego le acarició la mejilla y trazó una línea por sus cejas, sus ojos, debajo su nariz y sobre sus labios.
—Te quiero, Aryiola Serino.
Los ojos de Ary habían empezado a humedecerse y su labio superior a temblar justo antes de que una sonrisa manase de su interior y sus brazos rodearan a Nick, arrastrándolo hacia ella.
—Nunca creí que fueras a decirlo. Lo deseaba y moría por que lo hicieses. Caprise y Kalina dijeron que no me preocupase porque era obvio que me querías. Pero no lo decías. De hecho, parecía que no ibas a decirlo nunca, y ahora… Soy tan feliz. ¡Tan, tan feliz!
La voz de Ary era música para sus oídos, era justo lo que esperaba y deseaba que ella dijera. Entonces tomó las manos de Ary entre las suyas y se llevó los dedos a los labios para besarlos uno por uno. Luego, mirándola a los ojos, repitió:
—Te quiero, companheira.
Las lágrimas cayeron por las mejillas de Ary, pero sonreía. Oh, sonreía de un modo tan sincero que a Nick se le encogió el corazón.
—Te quiero, companheiro.
A cientos de kilómetros de allí, en una habitación con dos largas mesas de acero inoxidable, había sangre sobre el suelo de cemento.
—Eso no es lo que hago. Soy químico. Un investigador —gritaba Norbert de forma frenética. Sus manos sudorosas temblaron cuando se colocó las gafas sobre su nariz.
—Cállate —gritó Bianca—. Eres el único doctor aquí, así que haz algo. Ve allí y cúralos. A él primero —dijo apuntando a Sabar, que tenía un mordisco en el cuello.
Su cuerpo estaba acribillado de arañazos y heridas que sangraban a borbotones. Darel estaba en la otra mesa y parte de su costado estaba abierto, lleno de sangre y con los órganos a la vista.
Pero Sabar era su líder, él era el importante ahí. Tenía que sobrevivir; si no, todo por lo que Bianca había trabajado no habría servido de nada. Cuando Boden fue a buscarla ella estaba sola y se sentía vulnerable, pero gracias a Sabar… Bianca había acudido a él en busca de protección porque había visto algo en el chico que Boden les había llevado años atrás. Había una chispa en sus ojos que decía que algún día sería algo grande. Y como ese shifter ya se había hecho mayor y su cuerpo y su mente habían madurado, Bianca había estado observando y esperando con ansia el día en que pudiese alzarse junto a él y exigir el poder y el respecto que Boden no podía darle a nadie.
Así que mientras Norbert permanecía allí de pie, mirando cómo Sabar se desangraba, Bianca sacó sus garras y las llevó a la garganta de ese estúpido humano.
—Puedes hacer lo que te digo o morir aquí mismo.
Norbert se acercó a la mesa donde Sabar resollaba. Se puso unos guantes de látex y se acercó más.
—Necesitaré parte de esas gasas que hay ahí y un cubo de agua caliente. No puedo hacer nada si no veo lo que tiene.
Acostumbrada a ser la esclava de otro, Bianca se movió por la habitación y le consiguió al químico todo lo que decía necesitar, respirando nerviosa y observando cómo intentaba salvar a su nuevo amante, su salvador.