CAPÍTULO

14

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En el instante en que Kalina entró en el apartamento supo lo que habían estado haciendo. Su calor era intenso e impregnaba el aire como el olor a incienso. Nick había abierto la puerta en pantalones de baloncesto y con una camiseta que aún se le pegaba a la espalda. Kalina lo siguió al interior de la casa y observó con interés cómo arreglaba la puerta del balcón.

—¿Y dónde está Ary? —preguntó mientras se sentaba en una de las sillas que miraba al balcón.

—Se está vistiendo —contestó él con la voz entrecortada.

—La llamé hace una hora, pensaba que ya estaría lista. —Kalina dio golpes con las uñas en el borde de una mesita auxiliar que estaba junto a la silla. Le pareció interesante que Nick no la mirara a la cara. Muy interesante.

—Ya sabes que las mujeres tardan mucho en arreglarse.

—Puede que las mujeres corrientes sí, pero Ary no es una mujer corriente, ¿verdad?

—No, no lo es.

—Es una shifter muy especial. Con un futuro especial, imagino.

—Supongo —fue su evasiva contestación.

Kalina casi se echó a reír. Él no la miró ni contestó a sus preguntas con determinación. Ese no era el Nick Delgado que conocía. No era el arrogante abogado o el valiente shifter que había conocido hacía un par de meses. No, definitivamente algo había cambiado en este shifter, y Kalina estaba dispuesta a apostar el anillo Ashoka de diez quilates de William Goldberg que Rome le había comprado a que ese algo era la mujer shifter de la habitación de al lado.

—¿Por qué la abandonaste? —le preguntó con tono serio y esperó su respuesta.

La espalda de Nick se puso rígida.

—Te he dicho que fue un acuerdo entre nuestros padres.

Kalina recordaba la historia que Nick les había contado en el Gungi y no dudaba que era cierta, sí, así fue como pasó. Pero algo le decía que había más. Llevaba muchos años interrogando a sospechosos, sabía interpretar el lenguaje corporal, podía leer en las personas. Y la tensa postura de Nick y sus forzadas respuestas le decían con claridad que estaba mintiendo, o al menos ocultando algo.

—El Nick que yo conozco nunca dejaría que nadie le dijera lo que hacer, en especial alguien como Davi Serino. Ese hombre era un cretino. Hasta yo me di cuenta de ello y solo le vi un día.

Entonces Nick se volvió hacia ella, con el ceño fruncido que tanto había lucido últimamente. Era gracioso lo bien que Kalina recordaba la primera vez que se conocieron. Nick Delgado tenía mucho encanto y Kalina se dio cuenta en cuanto él sonrió en el despacho de Rome. En aquel momento solo era un hombre normal para ella que había hecho el paripé de mirarla de arriba abajo para tratar de enfadar a Rome. Lo primero que pensó Kalina fue que encajaba con su perfil: rico, guapo, arrogante y muy seductor.

Seguía siendo todo eso, pero ahora lo había visto en acción, y sabía que era mucho más. Ese más incluía a Ary.

—¿Qué estás tratando de decir, Kalina?

—Solo quiero saber por qué te alejaste de la mujer que sabías que era tu companheira.

—¡Porque me importan una mierda esas gilipolleces! —dijo bruscamente—. Era una mujer como cualquier otra.

—Eso es una mentira muy cutre, abogado. —Mantuvo los ojos fijos en él y él en ella. Nick ya no iba a huir del interrogatorio, pensó Kalina. Vale, eso le parecía bien.

—Estabas enamorado de ella y te asustaste. Uno de los solteros de oro más deseados de Washington tenía miedo de una joven sanadora del bosque.

—Primero —dijo él mientras se cruzaba de brazos—, yo no era un soltero de oro cuando tenía diecinueve años. Y segundo, fue más que eso. No tienes ni idea de lo duro que fue.

—¿Cómo de duro? —preguntó Ary, mientras entraba en la habitación.

Algo le decía que habían estado hablando de ella, o de algo que no querían que ella supiera. La culpa desprendía un aroma que abría las vías respiratorias e hizo que Ary prestara atención.

—Bueno, estás monísima —dijo Kalina, mientras se levantaba para mirar a Ary.

Por un minuto Ary se sintió cohibida. Nick también la estaba mirando, y el vestidito que llevaba no era nada espectacular. No tenía muchas prendas normales, pero sí algo de ropa para aquellas ocasiones en las que iba al poblado humano. Este era uno de los vestidos que se ponía cuando tenía que hacerlo. Era de color naranja oscuro de manga corta y le apretaba en el pecho porque hacía años que lo tenía. Le llegaba hasta la mitad del muslo, y como los únicos zapatos que tenía eran unos botines, el conjunto resultaba un poco extraño. No era una imagen muy bonita, lo sabía.

—Un poco confundida —le dijo a Kalina. Luego su mirada se encontró con la de Nick.

—Kalina tiene razón, el vestido es muy mono —dijo Nick en un tono seco.

Sí, seguro. Ni siquiera la sonrisa que siguió a esa frase consiguió convencerla.

—Bueno, si pudieras hacerme un préstamo, me compraría ropa más apropiada. No sé cuándo podré devolvértelo, pero…

Ary se dirigía a Kalina. Nick la interrumpió.

—Toma, utiliza esto. Si te hacen alguna pregunta solo diles que me llamen.

Como Ary se quedó sin palabras mientras miraba absorta la tarjeta que Nick le ofrecía, fue Kalina la que se la quitó de la mano.

—Nunca rechaces la tarjeta de crédito de un hombre —le dijo mientras metía el trozo de plástico en su bolso—. Me temo que también necesitas un bolso. Vamos a pasárnoslo muy bien —dijo Kalina mientras sonreía a Nick.

—Te lo devolveré —le dijo ella seriamente.

Él negó con la cabeza.

—No te preocupes por eso.

—No. Quiero devolvértelo.

—Ary… —empezó él, pero luego paró—. Vale. Puedes devolvérmelo.

Ary asintió con la cabeza y volvió a sentirse incómoda otra vez. ¿Cómo se suponía que tenía que salir de la habitación? ¿Se tenían que besar o decir adiós o qué?

—La traeré de vuelta a casa a la hora de cenar —dijo Kalina.

—¿Cenar? —preguntó Ary.

Kalina asintió con la cabeza.

—Sí. Nick te va a llevar a cenar.

Nick parecía tan sorprendido como Ary. Luego se aclaró la garganta y le volvió a dedicar esa media sonrisa tan característica de él. La que hacía que a Ary se le parara el corazón, aunque sospechaba que él no lo hacía con esa intención.

—Nuestra reserva es para las siete —le dijo—. Compra algo sexy para ponerte esta noche —añadió. Las mejillas de Ary se encendieron.

—Compraré lo que necesito.

—Comprará todo lo que necesita —dijo Kalina, mientras cogía a Ary del brazo y la llevaba hacia la puerta—. Hasta luego —le dijo a Nick.

 

 

Casi seis horas después Ary quería gritar. Andar no era algo extraño para ella, estaba muy acostumbrada, pero no había podido quitarse las botas porque al parecer en ese país no estaba muy bien visto que la gente anduviera descalza por la calle. Eran unas botas muy cómodas, y se iba de maravilla con ellas, pero después de tantas horas, le dolían los pies como un demonio.

—Hubo un tiempo en que yo habría preferido caminar sobre el fuego que por un centro comercial. O dos en nuestro caso —dijo Kalina con una risita.

Habían tenido que ir al coche a dejar las bolsas, que eran demasiadas y pesaban mucho como para ir cargando con ellas. Ahora Ary llevaba otras tres bolsas con cajas de zapatos en un brazo y Kalina una bolsa enorme con dos bolsos que acababa de comprar.

—O sea, odiaba ir de compras —terminó.

—¿Qué ha cambiado? —Ary no pudo evitar preguntarlo porque, la verdad, llevaban de compras todo el día.

Kalina se encogió de hombros.

—En realidad no lo sé. Me he despertado esta mañana y he pensado que podríamos ir al centro comercial. Ha sido divertido, supongo.

Ary tuvo que reír. La pobre Kalina parecía estar sopesando si podía considerarse divertido todo ese trajín, ese andar de acá para allá, probándose ropa, zapatos y sombreros que quizá al final no se pusiera nunca.

—No sé si es divertido. Pero supongo que era necesario. —Ary pensó que lo único que podía hacer era ser sincera.

—No pareces muy contenta. ¿Querías algo que no hemos buscado?

Ary negó con la cabeza.

—Oh, no. No tenía ni idea de lo que tenía que comprar de todas formas. Ha sido genial por tu parte que te ofrecieras a venir conmigo. Solo me molesta que Nick lo esté pagando todo.

Kalina agitó la mano.

—Se lo puede permitir.

—Pero no quiero deberle nada, ni a él ni a nadie. Quiero ser independiente.

Kalina se acababa de meter en otra tienda. Ary la siguió como lo había estado haciendo todo el día.

—Mi madre de acogida solía decirme que tienes que gatear antes de andar. Tú acabas de salir gateando del bosque, de las garras de tu padre. La independencia no va a llegar de un día para otro.

—Lo sé —admitió Ary—. Es solo que con Nick… —Bajó la voz. Con movimientos mecánicos empujó las perchas de un lado a otro, imitando a Kalina y a las demás mujeres de la tienda.

—¿Qué pasa con Nick? —preguntó Kalina.

Cuando Ary volvió a mirarla vio que Kalina ya no estaba fijándose en la ropa, sino prestándole toda su atención a ella. Ary no sabía bien si su mirada era inquisitiva o cómplice, pero no le importaba mucho. En cualquiera de los dos casos era un poco molesta y la hacía sentirse muy incómoda.

—Eso es todo. No sé nada de Nick. Ni sé lo que hay entre Nick y yo.

Kalina asintió con la cabeza y sus labios esbozaron una sonrisa.

—¿Qué tiene eso de divertido?

—Es solo que me parece increíble que vosotros dos no podáis ver lo que todos los demás vemos con tanta claridad.

—¿Y qué es eso?

—Que estáis hechos el uno para el otro.

A Ary solo le sorprendió un poco esa respuesta.

—Supe que era mi companheiro la primera vez que lo vi. Eso no significa nada para él.

Kalina puso una cara que confundió a Ary aún más.

—No creo que a ninguno de ellos les guste escuchar esa palabra o ni siquiera considerar que tienen una pareja a la que tienen que reclamar.

—Yo no quiero que me reclame —respondió Ary enseguida—. Es decir, sí. Pero no. ¿Me entiendes?

Kalina se quedó callada.

—Creo que sí —contestó—. Esto es lo que te sugiero. Tienes que comprarte algo tan sexy y tan seductor que Nick no sea capaz de quitarte las manos de encima.

Y Kalina dirigió de nuevo toda su atención a los vestidos. Ary ni siquiera miraba las prendas.

—No tenemos ningún problema en ese sentido.

Kalina asintió con la cabeza.

—Lo sé. Rome y yo tampoco lo teníamos. Eran todos los pormenores los que nos liaban.

—Pormenores —repitió Ary. Se preguntó si era eso lo que la molestaba de Nick. ¿Eran los pormenores de los que no hablaban? ¿O era la arrogancia con la que él asumía lo que eran?

—Bueno, como te decía… —Kalina le enseñó un vestido que no parecía más que unos tirantes en unos retales—. Tienes que hacer que se caiga de espaldas. Dejarlo tan aturdido que no quiera hacer otra cosa más que estar contigo.

Ary ya estaba negando con la cabeza.

—No sé. ¿No debería quererlo sin necesidad de que yo tenga que animarlo? Es decir, ¿no debería saber a estas alturas que estamos hechos el uno para el otro?

—Mira, Ary. No digo que tenga mucha experiencia con los hombres. De hecho, tengo muy poca. Solo sigo mi instinto. Y ahora mi instinto me dice que tú y Nick solo necesitáis un empujoncito en la dirección correcta.

—Este vestido va a ser un fuerte empujón en una dirección que ya tenemos dominada —le dijo Ary a Kalina. Pero cogió el vestido y fue, obediente, al probador.

 

 

Estaban otra vez en la sala de conferencias de la casa de Rome; Nick y X a cada lado de Rome, que se encontraba sentado en la cabecera de la larga mesa de caoba. Eli y Ezra también estaban sentados, uno a cada lado de la mesa. No había más guardias ni oficiales en la reunión; necesitaban aunar fuerzas para cubrir las calles en busca de Sabar. Los dos altavoces del centro de la mesa estaban encendidos ya que Sebastian Perry, el líder de Facción de la Montaña, Jace Maybon, el líder de Facción del Pacífico, y Cole Linden, el líder de Facción Central, participaban en la reunión desde sus respectivas ubicaciones.

—Bas, ¿por qué no empiezas tú poniéndonos al día? —dijo Rome una vez que Baxter, su mayordomo, había dejado unas jarras de agua y dos termos de café en la mesa y se había marchado.

—Claro —dijo Bas.

Su voz sonaba un poco baja, así que Nick le hizo un gesto a Eli para que ajustara el altavoz. El guardián acercó uno de los altavoces al final de la mesa donde estaban sentados.

—He informado a X del cargamento que llegó hace dos días. Como le indiqué, uno de mis guardias siguió a uno de los conductores hasta una posición en Albuquerque. Hemos tenido hombres haciendo guardia en esa casa desde entonces. El primer día y medio fue tranquilo. Pero esta mañana se ha acercado un todoterreno, de alquiler, lo que ha alertado de inmediato a los guardias de que podría ser para sacar el cargamento. Teníamos razón. Una hora más tarde el todoterreno ha abandonado la casa con un montón de cajas en la parte trasera.

—¡Joder! Ahora están haciendo repartos —dijo X con el ceño fruncido.

—Aún no sabemos lo que hay en esas cajas —dijo Rome.

—Yo apuesto a que son drogas —dijo Nick.

—Tengo que darte la razón —aportó Bas a continuación—. También hemos tenido más movimiento del Cártel Cortez. La policía fronteriza ha tenido mucho trabajo con esos tíos.

—La competencia —dijo Cole—. Están viendo quién puede mover más producto.

—A este paso vamos a ser testigos de una guerra sin cuartel de narcotraficantes —añadió Jace—. Y hemos estado supervisando los informes policiales: tres sobredosis de éxtasis en la última semana.

—No creo que Sabar esté moviendo éxtasis —dijo Nick.

Rome lo miró.

—¿Qué crees que es?

—Quería que Ary lo ayudara a mezclar algo nuevo. La hierba que le dio, la damiana, tiene el mismo efecto afrodisíaco que el éxtasis. Así que, ¿por qué tratar de copiar un producto que ya estás vendiendo?

—Cierto —dijo X asintiendo con la cabeza.

—¿Qué crees que es? —preguntó Bas—. Es decir, tú conoces a la curandera. ¿Te ha dado su opinión sobre lo que Sabar podría estar intentando crear?

Ary era la única persona de la que Nick no quería hablar en esa reunión. Al entrar, sabía que no iba a ser posible evitarlo con todo lo que estaba pasando. Aun así, no le gustaba que de alguna forma la pudieran considerar una cómplice de Sabar.

—Solo me ha dicho que la damiana induce la relajación y despierta la libido, pero no creo que Sabar quiera usarla para eso. Él quiere un producto que le dé mucho dinero, y rápido. Yo creo que está intentado fabricar una nueva droga sintética, aunque no sé de qué características…

—Estoy de acuerdo —dijo X—. Bas, ¿pudisteis seguir al todoterreno?

—Fueron hasta una pista de aterrizaje privada. Aún estamos trabajando para conseguir las listas de embarque para ver a dónde iba el avión —le dijo Bas.

—Apuesto un millón de dólares a que viene a Washington —dijo Nick, mientras daba un manotazo en la mesa.

Rome asintió con la cabeza.

—¿Qué probabilidades hay de que Sabar consiga hacer esta nueva droga sin la ayuda de Ary? —le preguntó Rome a Nick.

Nick no sabía la respuesta.

—La quería a ella en concreto, así que tengo motivos para creer que hay algo que ella sabe y que los médicos ignoran.

—Averigua lo que es —le dijo Rome a Nick—. X, tú utiliza tu inteligencia del FBI para averiguar dónde se están vendiendo nuevas drogas. Haz que uno de los guardas se infiltre si es necesario. Tengo la sensación de que si seguimos las drogas, encontraremos a Sabar.

—Probablemente tengas razón —asintió Jace.

—¿Cuál es la posición de la Asamblea? ¿Tuviste la oportunidad de reunirte con ellos mientras estuviste en el Gungi? —le preguntó Cole a Rome.

—Así es. Neutralizar a Sabar es una prioridad, pero aún no hemos comenzado el proceso de nombrar a los líderes de la Asamblea Estadounidense. He pensado que estaría bien empezar buscando una sede central, un lugar donde reunirnos. En el Gungi los veteranos tienen sus Terrenos. Me gustaría que nosotros tuviésemos algo parecido aquí.

—Creo que tú deberías estar al frente de la Asamblea Estadounidense, Rome —sugirió Jace.

Jace era el comodín del grupo de líderes de Facción. Su reputación entre los humanos era la de un desenvuelto y obstinado representante artístico de Los Ángeles al que acudían todos los actores de primer nivel. Con los shifters, era un magnífico espécimen que podía matar con la misma fiereza despiadada que utilizaba para negociar un contrato para sus artistas.

Aun así, los demás no tardaron en darle la razón en este asunto. Rome era un líder nato. Era un excelente guerrero, y el único líder de Facción que estaba emparejado. Eso le daba un aspecto de estabilidad y compromiso con las tribus que era innegable. Así que él era la elección obvia.

Con una leve reticencia Rome aceptó la tarea.

—En ese caso le diré a Kalina que se ponga a trabajar en establecer un cuartel general para nosotros.

—Puede que ella tenga contactos en las calles que también podamos utilizar para seguir la droga —añadió X.

Rome miró a X. No fue una mirada agradable.

—No quiero que se meta en otra operación secreta.

X negó con la cabeza.

—Solo estoy diciendo que puede llamar a unas cuantas personas, poner la oreja en la calle para ver lo que se encuentra. Lo más probable es que ella saque más información a nivel local que yo buscando en la base de datos federal. Joder, Rome, es tu pareja. No voy a dejar que le pase nada.

Nick quería estar de acuerdo con X, pero una gran parte de él estaba del lado de Rome. Poner a Kalina de nuevo en el juego y hacerla participar en una investigación sobre drogas era peligroso. Nick no quería ni pensar en la posibilidad de que Ary se expusiera a ese tipo de peligro.

—Hablaremos de eso más tarde —fue la brusca respuesta de Rome.

—Entonces, ¿la curandera está con vosotros? —preguntó Cole.

Aunque la pregunta no iba dirigida a nadie en concreto, todos los ojos en la sala se volvieron hacia Nick.

Él se aclaró la garganta.

—Sí. Se está quedando en mi casa.

Silencio.

Ezra fue el primero en hablar.

—Deberíamos ponerle un guardia. Sabar no se rinde con facilidad.

—Estoy de acuerdo. Ella ahora está con Kalina, y Jax está asignado a Kalina de forma permanente, así que por el momento están seguras. Ezra, hazme saber a quién le asignas a Ary. Quiero que ese asunto esté resuelto en una hora —dijo Rome.

—Yo estaré con ella esta noche así que no hace falta apresurarse —dijo Nick. Se arrepintió en el momento en que lo dijo.

—Entonces no hay duda de que estará en buenas manos.

Esta frase y la primera tanda de risitas vinieron de Bas, un líder de Facción que había fundado su propia cadena de hoteles y resorts y ahora estaba trabajando en su nuevo resort en Sedona. Era muy estricto con los shifters de la Facción de la Montaña, y centraba la mayor parte de sus esfuerzos en entrenar a nuevos shifters para el servicio. También estaba muy en contra del ritual de emparejamiento. Seguramente porque la unión de sus padres no había acabado bien. Aun así, Nick no estaba de humor para sus ocurrencias.

X trató de disimular su sonrisa, pero Eli y Ezra se rieron abiertamente del comentario.

—Muy gracioso —dijo Nick con sarcasmo—. Lo que estoy diciendo es que estará segura.

—¿Quién va a protegerla de ti, Delgado? —bromeó Cole.

Cole era un bróker de inversiones que vivía en Dallas, rodeado de sus hermanas celestinas. Nick pensaba que ese hecho podría hacer que fuese más susceptible de encontrar pareja, pero él no parecía tener ninguna prisa. Su atención estaba centrada en asegurarse de que los shifters estadounidenses fueran económicamente estables.

—Apuesto a que la misma persona que te va a proteger a ti de la paliza que te tengo reservada —replicó Nick.

Al final Nick esbozó una sonrisa. Estos tíos eran su familia. Sabían muchas cosas sobre él. No todo, pero mucho. Y en su mayor parte confiaba en todos ellos. Pero no quería contarles lo que había entre Ary y él.

Porque, a decir verdad, ni siquiera él tenía una respuesta definitiva a esa pregunta.