CAPÍTULO

10

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Las paredes temblaron por las vibraciones del rugido de Nick. Rome y X compartieron una mirada cómplice y entraron en la vivienda de los padres de su amigo de todas formas. Nick no había ido a la santa casa, donde se habían reunido todos para cenar y discutir lo que les pasaría a los Serino. De hecho, los Serino tampoco.

Rome y X sabían qué le pasaba a Nick, porque a ellos les pasaba lo mismo. La traición de Davi y el peligro en que por su culpa se encontraban eran motivos suficientes de preocupación; pero sospechaban que había algo más, que Nick sabía algo que no les había revelado. Y aunque Rome estaba completamente a favor de darle tiempo a su amigo y esperar a que estuviera preparado para compartir su preocupación con ellos, también creía que si era algo que podía afectar a la difícil situación que estaban viviendo debía decírselo ya. El tiempo era primordial, y Nick no podía ocultar una información que podía serles útil.

—¿Vas a redecorar la casa? —preguntó X mientras caminaban por la vivienda, donde reinaba un absoluto desorden: los muebles de mimbre estaban tirados de cualquier manera y había arañazos en las paredes llenas de barro.

Nick se dio la vuelta. No sabía que sus amigos lo habían seguido, pero no se sorprendió al verlos.

—Estoy intentando no salir y matar a alguien. Siguiendo tus órdenes. —Hizo un gesto con la cabeza en dirección a Rome.

Rome cogió una silla que estaba tirada en el suelo y se sentó. X optó por quedarse de pie, cruzar los brazos sobre su enorme pecho y lanzar una mirada asesina a Nick. Parecía bastante tranquilo y Rome supuso que había sido él quien había provocado todo este desastre antes de encontrar a Ary.

—No has venido a la santa casa —dijo Rome.

—No quería ir —respondió Nick.

Rome continuó.

—Los veteranos están intentando decidir qué hacer con Davi.

—Matar al cabrón y quemar sus restos. ¿Qué te parece?

X se rio entre dientes.

—De hecho, yo estoy de acuerdo con eso —dijo.

Rome negó con la cabeza.

—No. No mataremos a uno de los nuestros. Les he dado algunas ideas para controlar a Davi y prevenir cualquier otro tipo de traición a la tribu.

—Siempre tan diplomático —replicó Nick.

—Si tienes algo que decir, Nick, dilo y ya está. —Ese no era el Nick que conocía; no era el Nick con el que había crecido, con el que trabajaba. Definitivamente tenía algún problema, algo lo estaba carcomiendo.

—He dicho lo que tenía que decir. Matamos a Davi. Luego buscamos a Sabar y matamos a ese miserable.

Rome asintió con la cabeza. Nick lo estaba poniendo de los nervios, pero se contuvo.

—¿Y luego qué? ¿A quién quieres matar después? ¿Vas a estar de mejor humor una vez que estén todos muertos?

—Joder, pues claro —contestó Nick mientras se pasaba la mano por la cara.

Nick entendía la preocupación de Rome. Era probable que su amigo de toda la vida pensara que estaba exagerando cuando tendría que estar contento. Por supuesto que Nick estaba aliviado porque Ary se encontraba a salvo, más que aliviado si era del todo sincero consigo mismo. No había palabras para describir cómo se sintió cuando la cogió entre sus brazos y huyó con ella de aquella casucha. Ella era muy importante para él. Eso no iba a cambiar.

Pero mientras conservara la cabeza sobre los hombros, Sabar era un peligro para Ary. Por eso tenían que ser muy precavidos.

—¿Qué quieres que te diga, Rome? Vendió a su única hija… ¿por qué?, ¿por un poco de dinero extra en el bolsillo? Davi siempre ha sido pérfido y conspirador. Por eso no estaba aquí cuando llegamos. Sabía dónde tenía Sabar a Ary y consintió que ese cerdo secuestrara a su hija. Siempre ha tenido secretos, siempre ha intentado controlar la situación.

—¿Por eso te fuiste hace todos esos años y nunca regresaste? ¿Porque Davi intentaba controlar la situación? —Rome sintió que por fin estaban llegando a la raíz del problema. Observó a Nick con detenimiento.

Nick se quedó callado y le dio la espalda a Rome. No era de eso de lo que quería hablar, aunque había sido incapaz de pensar en otra cosa, sobre todo desde que Ary le había vuelto a recordar una vez más lo que pasó aquella noche hacía tanto tiempo. Nick sabía que si regresaba al bosque se desencadenarían los recuerdos. Sabía que no iba a resultarle fácil volver a verla. Y la había visto, la había tocado, la había sentido. No, joder, eso no era nada fácil para él. Era con toda seguridad lo más difícil que había tenido que hacer en toda su vida, aparte de la noche en que se alejó de ella.

—Davi y mi padre pensaron que lo mejor era que me fuera y no volviera nunca. Pensaron que… —Nick paró, respiró hondo.

¿Cuánto quería contarles? Todo, decidió. Se lo había callado durante demasiado tiempo. Los recuerdos de aquella noche lo habían perseguido muchos años. Entonces no fue consciente de ello, pero ahora, después de lo que había pasado, estaba seguro de que Davi Serino estaba detrás de los extraños sucesos de aquella noche. Lo que pasó, lo que vio en el bosque la noche que Ary y él hicieron el amor, aquella noche de hacía tantos años… Todo estaba relacionado con Davi. No era una coincidencia.

—Aunque nos marchamos del bosque cuando yo era aún muy pequeño, mis padres siguieron obsesionados con crear una vida mejor para los shifters. Así que, cuando Caprise llegó a la edad de experimentar el acordado, mi padre aprovechó la situación para organizar un viaje de vuelta todos juntos. Dijo que sería bueno para Caprise ver de dónde venía, ya que había nacido en Estados Unidos. Yo me lo tomé como unas vacaciones. Resumiendo, conocí a Ary. Hicimos buenas migas… Y pasamos una noche juntos. Al día siguiente su padre se puso todo territorial y exigió una disculpa de mis padres porque había desflorado a su hija y se suponía que los curanderos no podían emparejarse con shifters normales. Era una gilipollez —dijo Nick con los dientes apretados. El recuerdo de esa conversación ocurrida hacía tantos años aún le dolía.

—Los curanderos son los verdaderos esclavos de la tribu —dijo X con indignación—. Necesitamos leyes por aquí.

Rome asintió con la cabeza.

—En eso estamos trabajando.

—Sí, pero nosotros trabajamos en ello desde Estados Unidos —prosiguó X—. Y no es lo mismo vivir aquí, donde, mientras las cosas cambian, hay que acatar esas leyes injustas. ¿Por qué tiene que quedarse Ary en esa casa con un padre que le da órdenes y luego se la sirve en bandeja al mejor postor?

X tenía razón, y Nick se alegró de que otro en lugar de él hablara sobre cambios drásticos.

—¿Así que Davi quería que te fueras porque te acostaste con Ary? —preguntó Rome.

Nick negó con la cabeza.

—No creo que esa fuera la única razón.

—¿Qué más?

—Esa mañana, muy temprano, antes de que Davi se presentara en mi casa a acusarme de haber deshonrado a su hija, mis padres y yo salimos a correr. Yo percibí el olor de los rogues y seguí su rastro.

—Tú siempre cazando —dijo X a Nick con un gesto de aprobación.

—Cuando los encontré, parecían forasteros, no shifters. Estaban haciendo algún tipo de intercambio. Había cajas marcadas con símbolos negros, como una especie de escudo, y las cargaron en un jeep. Vi unas bolsas marrones y me imaginé que dentro estaba el dinero con el que les estaban pagando. Más tarde, cuando se lo pregunté a mi padre, me dijo que ya había causado bastantes problemas y que olvidara lo que había visto.

Rome se encogió de hombros.

—Supongo que lo hiciste, porque es la primera vez que escucho esa historia.

—No me gusta hablar del pasado. —Lo cual era verdad: la filosofía de Nick siempre había sido vivir en el presente, hacer lo que se pudiera hacer aquí y ahora. El pasado ya estaba hecho.

—¿Cuándo fue eso…? ¿Hace dieciséis años? Justo cuando Sabar fue secuestrado por Boden. Entonces, ¿qué era esa pequeña transacción? —preguntó Rome, y se frotó la perilla con la mano mientras analizaba la nueva información.

X se puso a caminar de un lado a otro, algo que hacía mucho cuando cavilaba.

—Sabemos que ahora Sabar trafica con drogas, porque quería que Ary lo ayudara en su labor. Boden ya había abandonado el bosque, pero es probable que empezara con las drogas aquí y continuase en Estados Unidos. Le habrá enseñado a Sabar todo lo que sabe, lo cual no es bueno. Ahora la pregunta es: ¿cuánto tiempo lleva Serino ayudando a Sabar? ¿Está involucrado alguien más o es él el único?

—Creo que mi padre lo sabía —contestó Nick, que ahora recordaba aquella noche con más claridad—. Cuando le dije lo que había visto se puso muy nervioso y me hizo un montón de preguntas, sobre todo si había reconocido a alguien. Los Serino llegaron al final de la conversación y mi padre se calló en cuanto los vio, pero pudieron oír algo de lo que decíamos…

—No veo a tu padre como un traficante de drogas —dijo Rome.

Nick se encogió de hombros.

—Pero nunca se sabe. Nuestros padres a veces nos sorprenden… —añadió Rome, pensativo—. Mi padre tenía secretos incluso para la Asamblea.

Rome había descubierto que su padre, Loren Reynolds, también había incumplido una de las normas de la Ètica: le había hablado a un humano de los shadows. Al parecer, el humano en el que Loren decidió confiar era Julio Cortez, antiguo jefe del Cártel Cortez. El líder actual del cártel era el hijo de Julio, Raúl. ¿Y si Boden se había enterado y había pensado que Loren y el padre de Nick estaban trabajando con un cártel de drogas de la competencia? En ese caso, quizá hubiera decidido tomar represalias y emprenderla contra todos los shifters… Pero todo eran especulaciones. No se sabía nada de Boden desde hacía años. Hasta donde ellos sabían, Sabar era el nuevo líder rogue.

—Si Serino ya vendía los suministros de la tribu en aquel entonces y pensó que habías visto algo que no debías… Piénsalo, esa pudo ser una razón de peso para querer que te marcharas —dijo X.

—El hecho de que te acostaras con su hija le vino fenomenal; necesitaba una excusa y no habría podido encontrar una mejor —aportó Rome.

—Y yo hice justo lo que ellos querían que hiciera. Me fui y nunca miré atrás. —Nick maldijo, sintiéndose tan utilizado y traicionado como suponía que se sintió Ary.

Una mano fuerte le dio una palmada en el hombro, pero Nick no se dio la vuelta.

—Hiciste lo que pensabas que era lo mejor en aquel momento. No te castigues por ello.

—Le hice daño —admitió él en un susurro.

—Eso es algo que tienes que arreglar —dijo Rome—. Sobre todo porque es obvio que ella es tu companheira.

 

 

—Me alegro de que estés bien —le dijo Sheena Serino a su hija en voz baja.

Ary no volvió la cabeza para mirar a su madre. Estaba sentada en el borde de su cama, observando por la ventana, y allí llevaba horas, desde que había vuelto a su casa. Elisa, una de las mujeres shifters, había ido a hablarles de los veteranos y de su reunión con los shifters estadounidenses para tratar su secuestro. El padre de Ary se había negado a ir. Ary simplemente no quería que la molestaran.

En realidad, no quería volver a ver a Nick.

—Ahora seguiremos con nuestras vidas —continuó Sheena—. Padre cree que deberíamos tener un centro médico más grande, y quizá más cerca de la frontera para que podamos recibir los cargamentos con más facilidad. Puede que tengamos que pedirles a las demás mujeres que nos ayuden a encontrar una ubicación y empezar con el edificio.

—Yo no soy constructora —dijo Ary de forma brusca.

Detrás de ella Sheena recogía con nerviosismo los objetos que se habían caído al suelo cuando Ary pasó la mano con fuerza sobre su escritorio. Fue su primer acto de violencia cuando entró en casa, y no estaba muy orgullosa de sí misma. Pero necesitaba descargar toda su frustración y no se le ocurrió otra manera.

—Hacemos lo que debemos hacer, Aryiola.

Esa afirmación pronunciada en un tono tan suave hizo que Ary se diese la vuelta enseguida.

—¡Eso no es verdad! Hacemos lo que él dice. ¡Y estoy harta!

Sheena parecía sorprendida.

—No levantes la voz.

—¿Por qué? ¿Porque está durmiendo? —Ary levantó aún más la voz y se puso de pie—. ¿Porque ahora no quiere que le molesten?

—Padre ha estado muy preocupado. Ha estado muy angustiado estos últimos días.

—¡Eso es porque ha estado mintiendo y robando! ¿Te lo ha dicho, madre? ¿Te ha dicho que ha estado quedándose con el dinero que los shifters estadounidenses nos mandaban y con parte de los suministros?

Sheena se arregló su larga melena y continuó recogiendo los tampones de tinta y los folios del suelo.

—Yo no hago preguntas. Y tú no deberías hablar de esas cosas. No eres más que una curandera.

—¡Soy una persona, madre! Igual que tú. No tenemos por qué vivir así —dijo ella.

Su madre hizo una pausa en su trabajo. De rodillas en el suelo, levantó la vista hacia Ary.

—¿De qué otra forma deseas vivir? Esta es nuestra vida.

Ary negó con la cabeza de forma rotunda.

—Es tu vida. Yo quiero algo más.

Ahora Sheena negó con la cabeza con tanta fuerza que su pelo se movió alrededor de sus frágiles hombros.

—No es verdad.

—Sí que lo es.

Sheena temblaba cuando se puso de pie y dejó caer los papeles en el escritorio de Ary.

—No pienso hablar del tema.

—Nunca lo haces —respondió Ary—. Pero eso no cambia lo que siento. No cambia lo que quiero.

—Lo único que tú tienes que querer es ser una buena curandera para ayudar a tu tribu. —Ahora Sheena se retorcía las manos y miraba hacia abajo, nerviosa.

A Ary se le revolvió el estómago. Así era como recordaría siempre a su madre: con la cabeza gacha, la voz suave y sin voluntad.

—Quiero ayudar y sanar a las personas, no solo a los shifters. Y tú deberías apoyarme —le dijo con sinceridad—. Eso es lo que se supone que hacen los padres, ¿no?

—Te quedarás aquí, donde perteneces.

La mirada de Ary se desplazó hasta Davi, que estaba de pie en la puerta. La cálida luz de las velas iluminaba el fondo detrás de él como si fuera el diablo saliendo del ardiente foso del infierno. Quería decirle muchas cosas, pero no quería hablar con él. Las palabras no podían expresar lo que sentía por ese hombre que se hacía llamar su padre.

—No me voy a quedar aquí a seguir ayudando a ese animal —le dijo Ary en tono desafiante.

Él entró en la habitación.

—Harás lo que yo te diga.

—Se quedará aquí. Será una curandera igual que nosotros —dijo Sheena, y se colocó entre Ary y Davi.

—No. ¡No lo haré!

Davi intentó alcanzarla, pero Sheena le bloqueó el paso.

—Está cansada y no sabe lo que dice.

—Soy una mujer adulta y hablaré cuando quiera. No tienes que protegerme de él —le advirtió Ary a su madre.

Davi negó con la cabeza.

—No tienes ni idea de lo que dices. Sabar conseguirá lo que quiere sin nosotros, y en ese caso estaremos muertos.

A Ary no le importaba. Simplemente no le importaba nada de lo que decía su padre. De ninguna manera se iba a quedar allí a trabajar de forma voluntaria para Sabar. Por supuesto, no tenía ni idea de adónde iría. No tenía dinero, así que viajar a Estados Unidos estaba descartado. Los humanos tenían un poblado fuera del bosque; tal vez podría trabajar allí.

Pero no hubo tiempo para pensarlo bien porque Davi agarró a Sheena por los hombros y la echó a un lado.

—¡No nos pondrás en peligro! ¡Harás lo que yo te diga! —gritó mientras trataba de alcanzar a Ary, pero ella se echó a un lado y se apartó de su camino—. ¡No huyas de mí!

Cuando su padre gritó una vez más, Ary se paró en seco. Ella no era su madre y no iba a huir de él. Se quedó quieta, se puso recta y miró a Davi a sus ojos casi negros.

—No puedes controlarme —le dijo.

—Entonces acabaré contigo.

Ary creyó ver lágrimas en los ojos de su padre cuando dijo esas palabras, pero la ira pudo más que ese pensamiento y arremetió contra él. Lo empujó y trató de zarandearlo, pero él era bastante más alto que ella, y mucho más fuerte; le dio una bofetada y Ary retrocedió por la fuerza del golpe. Su padre llevaba algo en la mano cuando se acercó a ella, pero no tuvo la oportunidad de ver lo que era.

Entonces todo se volvió borroso, vio una serie de movimientos difuminados y oyó, como en un sueño, gritos y el estruendo que hizo el escritorio al romperse; los objetos que su madre acababa de recoger del suelo se volvieron a desparramar. Sheena se puso a gritar y a llorar, un sonido desgarrador que hacía daño en los oídos. Pero los ojos de Ary estaban centrados en los dos hombres que se estaban peleando contra la pared de su habitación.

Nick estaba allí con las manos alrededor del cuello de Davi.

—Hijo de puta. ¡Te advertí que no le volvieras a poner las manos encima! —le gritó Nick a la cara.

—Es mi hija. Tú eres un forastero —dijo Davi asfixiado y entre jadeos.

—Suéltalo —gritó Ary. Le pareció que Nick iba a matar a Davi en ese preciso momento.

—Coge tus cosas, Aryiola. Nos vamos —le dijo Nick, que aún tenía a Davi agarrado.

—Lo digo en serio, Nick. ¡Suéltalo! —repitió ella.

—¡Coge tus cosas para que nos podamos ir!

Dos hombres le estaban diciendo lo que tenía que hacer. Dos hombres le estaban gritando como si ella no tuviese cerebro. Ary estaba muy cansada de esas tonterías.

—¡Bien! Mataos el uno al otro. Mirad lo que me importa.

Abandonó la habitación y dejó atrás a esa pandilla de locos, pero cuando llegó ante la puerta principal de su casa se quedó sin palabras.

Allí, en la entrada, de pie, se encontraba el shifter llamado Franco, el que estaba con Sabar. Ary dio un grito ahogado y un paso atrás. Franco parecía trastornado. Sus ojos de felino eran de un espeluznante color naranja y estaban vidriosos, como si los cubriera un cristal. Caminaba tambaleándose y parecía no poder hablar, ya que su boca se abría y se cerraba una y otra vez.

—Matar… —fue la palabra que al final se escapó de la garganta de ese hombre. Ary sabía lo que tenía que hacer. Correr.

Pero él la cogió antes de que pudiera huir. Se movía sorprendentemente rápido teniendo en cuenta que parecía un enfermo, o un zombi…

—Matar… —dijo otra vez.

El hombre la agarró por las piernas y los dos cayeron al suelo. Ary comenzó a dar patadas sin cesar y sus pies aterrizaron primero en la cara y luego en los hombros y en la nuca de ese ser. Se revolvió, se alejó de él y tiró una silla en su dirección. Él se puso de pie justo a tiempo para coger la silla con una mano y romperla con la otra. Levantó la mesa e hizo lo mismo, su fuerza parecía infinita.

Franco iba a por ella otra vez cuando unos disparos resonaron en sus oídos. Alarmada, Ary se cubrió la cabeza y se agachó; no sabía de dónde procedían los disparos, pero sus ojos no podían apartarse del espectáculo que ofrecía Franco, que se agitaba furioso bajo una lluvia de balas. Se agitaba con frenesí y daba furiosas sacudidas, pero no se caía. Parecía que alguien estuviera haciendo prácticas de tiro con su cuerpo ya que los disparos no cesaban. Por fin pararon, y el cuerpo acribillado del shifter cayó al suelo boca abajo.

Entonces comenzaron a entrar felinos por la puerta principal y por el dormitorio hasta que hubo al menos siete shifters peleando en la sala de estar de lo que Ary conocía como su hogar.

—Vamos, tenemos que salir de aquí —escuchó decir a una voz femenina mientras miraba atenta y en silencio la escena que se desarrollaba ante ella.

Hizo falta que alguien le sacudiera de nuevo el brazo y gritara su nombre para que Ary volviera en sí. Fue Kalina.

—Vámonos. ¡Rome quiere que salgamos de aquí ahora mismo!

Ary asintió con la cabeza y siguió a Kalina. Las dos se encorvaron y se dirigieron a la parte de atrás de la casa donde se escabulleron por la puerta, gateando por el suelo mojado hasta que estuvieron resguardadas por unos arbustos.

—Tenemos que volver a ayudarlos —dijo Ary.

—¡No! —Kalina la agarró del brazo—. Rome ha dicho que nos quedemos aquí y los esperemos. Ellos se ocuparán de todo, luego nos vamos.

—¿Qué? No. Esa es mi casa. Mi madre está ahí dentro. Yo voy.

Ary trató de escaparse, pero Kalina la tiró al suelo y la sujetó con fuerza por los hombros.

—Tus padres están conchabados con Sabar. Ese rogue que ha entrado por la puerta principal es uno de los hombres de Sabar. A él y a otros cuatro los han mandado al Gungi a entregar el mensaje de que Sabar ha abandonado el bosque, pero volverá a matar a los shifters que no cumplan sus órdenes. Tú eras la primera de la lista. Por eso Nick ha venido a buscarte.

A juzgar por el nerviosismo que se reflejaba en los ojos dorados y felinos de Kalina, Ary supo que decía de la verdad.

—No… —susurró—. Mi madre.

—Lo siento. Es demasiado tarde para ella —dijo Kalina en un tono más suave. Se apartó de Ary para sentarse, y negó con la cabeza—. Tu madre sabía lo que estaban haciendo, Ary. Lo sabía desde el principio.

Las lágrimas cayeron de golpe de los ojos de Ary sin su consentimiento. Odiaba llorar tanto como odiaba la debilidad, pero en este momento no sabía cómo vencer ninguna de las dos cosas. Era todo demasiado abrumador. Todo lo que había pasado en los últimos días era más de lo que se habría imaginado nunca, más de lo que ningún shifter debería tener que soportar.

Su pecho estaba oprimido, pero el llanto se escapó, y cuando Kalina la abrazó, se dejó llevar y dio la bienvenida al consuelo de alguien que parecía entenderla. Porque en la distancia, esa casa en la que había crecido y aprendido a ser una curandera estaba siendo destruida. Todo lo que había sido su vida había desaparecido.