XXIX

DE VUELTA A BUENOS AIRES

AL siguiente dia mis companeros de viaje se encontraron a bordo, siendo nosotros tres los unicos pasajeros de primera. Cuando bajamos al saloncito, encontre a Demetria esperandonos, considerablemente hermoseada por el nuevo vestido, pero muy palida e inquieta; hallaba, probablemente, muy dificil esta primera entrevista. Las dos mujeres se miraron una a otra seriamente, pero el semblante de Demetria -supongo, que lo haria para disimular su nerviosidadhabia, tomado aquella expresion impasible, casi fria, que observaba cuando, recien la conoci. Esto le choco a Paquita, de manera que despues de un saludo algo seco, se sentaron y hablaron solo de trivialidades. Habria sido dificil encontrar a dos mujeres mas desemejantes de figura, caracter y educacion; no obstante la esperanza que abrigara, de que se hiciesen amigas, el resultado de este su primer encuentro habia sido un amargo desengano Despues de un rato desagradable, todos nos pusimos de pie. Estaba a punto de subir sobre cubierta, y ellas de entrar en sus respectivos camarotes, cuando Paquita, sin prevencion alguna, prorrumpio de repente en lagrimas y estrecho a Demetria entre sus brazos. -?Oh, querida. Demetria, que vida tan triste la suya! -exclamo. ?Eso fue muy de ella, tan impulsiva y con un instinto tan certero que siempre la llevaba a hacer precisamente lo que era debido! La otra respondio gustosa a su abrazo; me retire apresuradamente y las deje besandose y mezcIando sus lagrimas.

Cuando pise sobre cubierta, encontre que ya nos habiamos hecho a la vela y que un viento fresco nos estaba impeliendo rapidamente sobre las olas. Habia cinco pasajeros de proa, tipos despreciables, de poncho y sombrero guarapon, haraganeando sobre cubierta y fumando cigarriIlos; pero cuando salimos de la bahia y el buque empezo a menearse un poco luego, tiraron sus cigarrillos, escupieron ignominiosamente y desaparecieron seguidos por las risas burlonas de los marinos. Quedo solo un pasajero, quien se mantuvo firme en su asiento a popa, como si estuviese resuelto a ver hasta el ultimo "The Mount", como los ingleses en esta parte del mundo apodan a la hermosa ciudad que descansa a los pies del cerro de Magallanes.

Para asegurarme de que ninguno de estos individuos venia persiguiendo a Demetria, le pregunte a nuestro capitan, un italiano, quienes eran y cuanto tiempo habian estado a bordo, y me alivio mucho saber que eran profugos -probablemente rebeldes- y que todos ellos habian estado escondidos en el buque durante los tres o cuatro dias, esperando salir de Montevideo.

Al caer la tarde el mar se puso bravisimo, virando el viento en direccion al sur y soplando muy fuerte; esto favorecio nuestra travesia del feo "Mar del Plata", pues asi insisten en llamarlo los poetas del Plata, a pesar de sus malvadas y agitadas olas de color de ladrillo, tan aborrecidas de los malos navegantes. Paquita, y Demetria sufrieron horriblemente, tanto, que tuve que quedarme con ellas la mayor parte del tiempo. Les dije, con suma imprudencia, que no se alarmasen, que no era nada -solo mareo-, y creo, en verdad, que, en consecuencia, me aborrecieron durante un rato de todo corazon. Por fortuna, habia previsto estas escenas desgarradoras, y me habia provisto, para el caso de una botella de champana; y despues que me bebi dos a tres copas para animarlas, mostrandoles lo facil que era tomar esta medicina, consegui que se bebieran el resto. Por fin, como a eso de las diez de la noche, comenzaron a persuadirse de que la enfermedad no tendria fatales resultados, y viendolas tan aliviadas, subi sobre cubierta, a tomar un poco de aire. Todavia estaba el viejo y estoico gaucho sentado en la popa, por lo visto muy infeliz. -?Buenas noches, companero! -dije-.?Puedo ofrecerle un cigarro?

- Patroncito, uste parece tener guen corazon. -repuso, rechazando el cigarro con un movimiento de cabeza-. Por el amor de Dios, consigame un poquito de cana. Me muero por falta de algo que me caliente por dentro y que me pare la cabeza de darse guelta como un trompo; no he podido conseguir nada de estos bachichas brutos a bordo, con su jerga que naides les compriende. ?Como no, amigo!?Por que no? -repuse, y dirigiendome al Capitan, consegui que me diera un medio litro.

El viejo agarro la botella con avido placer y tomo un buen trago. -?Ah… -dijo, acariciando primero la botella. y despues el estomago-, esto si que le pone nueva vida a un hombre!?Que no ira a acabar nunca esta travesia, patroncito? Cuando estoy montao en mi flete, puedo olvidarme que soy un viejo, pero estas malditas olas me hacen recordar que he vivido muchos anos.

Encendi un cigarro y me sente a conversar con el. -?Ah, pa ustedes los extranjeros es tuito lo mesmo… el mar o la tierra! -continuo-. Hasta fumar pueden…?Que cabeza mas tranquila y estomago mas reposao no han de tener! Pero lo que mas me tiene intrigao es esto, senor?Como pasa que uste que es extranjero, esta viajando con esas dos senoras orientales?, me pregunto yo. Ay tiene a esa lindura de senorita de ojos de violeta…,?Quien podra ser? -?Esa es mi mujer, viejo! -repuse, riendo y entreteniendome su curiosidad. -?Ah!?Es uste casao, entonces??Y tan joven! Su mujer es linda, graciosa, bien educada; se ve que es hija de padres ricos, pero es delicada. senor, muy delicada; y algun dia no muy lejano… Pero, ?por que de predecir cosas tristes a un corazon lleno de alegria como el suyo? Pero la cara, senor me es desconocida; no me ricuerda las faciones de ninguna familia oriental que yo conozca.

- Eso se explica muy facilmente -dije, sorprendiendome su astucia-, ella no es oriental, sino argentina. -?Ah, por eso! -repuso, empinando, otra vez la botella y tomando un largo trago- En cuanto a la otra senora que va con ustedes,?pa que preguntarle quen es ella? -?Por que dice usted eso??Quien es ella? -?Vaya! Una Peralta, naturalmente -repuso-, si es que ha habido una!

No dejo de inquietarme su respuesta, pues a pesar de todas mis precauciones, tal vez este viejo habria sido mandado para seguir a Demetria. -?Si! -continuo como preciandose de su conocimiento de las familias orientales y sus diferentes tipos, y que sirvio al mismo tiempo, para apaciguar mis sospechas-; una Peralta y no una Madariaga, ni tampoco es una Sanchez, ni Zelaya, ni Ibarra.?Como no he de conocer una Peralta cuando la veo? -y al decir esto se rio desdenosamente de lo absurdo de tal ocurrencia.

- Cuenteme -dije-,?como sabe usted que es una Peralta? -?La pregunta suya! -exclamo-. Uste es un frances o aleman del otro lado del mar y no entiende de estas cosas. ?Habre cargao armas en el servicio de mi pais cuarenta anos pa no conocer a un Peralta? Aqui en este mundo estan conmigo; si me voy al otro, ay tambien los encontrare y si no, los vere en el infierno;?pues cuando en mi perra vida he cargao yo al enemigo ande la lucha estaba mas renida, sin encontrar ay a un Peralta antes de mi? Pero senor, yo hablo del pasao; pues aura yo tambien soy como esos a quienes han dejao olvidao en el campo de batalla… pa que se lo coman los zorros y caranchos. Ya no los encontrara andando en el mundo; solo ande se han apinao los hombres con sable en mano, hallara uste sus guesos.?Ay, amigo! -y aqui, abrumado por sus tristes recuerdos, el viejo guerrero empino otra vez la botella.

- Pero no es posible que esten todos muertos -dije-, si como usted se ha imaginado, esa senorita que viaja con nosotros es una Peralta. -?Como yo me he imaginao? -repitio desdenosamente. -?No sabre yo, patroncito, lo que estoy diciendo? Estan tuitos muertos, le digo. muertos como el pasao, muertos como la independcncia y el honor oriental.?No tomaria yo parte en la batalla de Gil de los Medanos con el ultimo Peralta, como el mesmo Calisto, cuando recibio su bautismo de sangre? iDe quince anos senor! Ese muchacho solo tenia quince anos cuando galopio su pingo en medio de la pelea! Pues, senor, Calisto tenia el corazon liviano, y el arrojo y la mano rapida de un Peralta pa dar sablazos. Y despues de la pelea, nuestro coronel Santa Coloma, a quen mataron el otro dia en San Pablo, abrazo al muchacho delante tuita la tropa. Esta muerto, senor, y con Calisto se acabo la familia Peralta. -?Entonces usted conocio a Santa Coloma? -pregunte-. Pero usted esta equivocado, amigo, pues no lo mataron en San Pablo:?se escapo!

- Asi dicen los… inorantes -repuso-, pero yo le digo que esta muerto, porque amaba a su pais, y tuitos los que amaban a su pais estan muertos.?Como podria haberse escapado el?

- Pues yo le aseguro que no esta muerto -repeti fastidiado con su porfia-. Yo tambien lo conoci, viejo, y estuve con el en San Pablo.

Me miro un buen rato y entonces empino otra vez la botella. -?Senor! -dijo-, no me gusta hacer bromas de estas cosas. Mejor sera que hablemos de otro asunto.

Lo que yo me pregunto es:?que estara haciendo aqui a bordo la hermana de Calisto??Por que ha dejao ella a su pais?

No recibiendo respuesta a su pregunta, prosiguio: -?No tiene ella hacienda??Como no! Tiene una gran estancia, arruinada si uste quiere, pero de todos modos tiene mucha estension. Cuando el enemigo ya no nos teme, entonces deja de perseguirnos.?A un pobre viejo loco… con sigurida que no lo estorbaran?No! Debe de estar dejando el pais por otros motivos.?Ha de haber alguna conspiracion contra ella; tal vez algun intento de arrancarse con ella, o aun de matarla y agarrarle su propieda. Claro que en tal caso ella se iria a Buenos Aires pa que la protegieran, donde vive un caballero, -pariente suyo, que puede portegerla a ella y su hacienda.

Me sorprendio mucho oirle hablar de esa manera, y me intrigaron sus ultimas palabras.

- No hay nadie en Buenos Aires que la proteja -dije-; solo estare yo para protegerla, y si como usted cree, tiene algun enemigo, tendra que haberselas conmigo…, con uno que, como aquel Calixto de quien hablo usted, tambien tiene una mano rapida para pegar. -?Ay hablo el corazon de un Blanco! -dijo, agarrandome el brazo al estremecerse el buque en ese momento, y casi arrastrandome al suelo en sus esfuerzos por mantener el equilibrio. Despues de tomar otro trago de cana, continuo: -Pero,?quere decirme quien es uste, senor, si no es una indiscrecion??Es uste rico, tiene influencia o amigos poderosos pa que pueda hacerse cargo de esta senorita??Tiene uste la juerza suficiente pa poder frustar y aplastar a su enemigo o enemigos, pa proteger no s6lo su persona, sino tambien su hacienda, que estando ella ausente, le robaran? -?Y quien es usted, viejo? -le pregunte, no pudiendo contestar satisfactoriamente ninguna de sus preguntas-.?Y por que me hace usted estas preguntas??Y quien es esta persona influyente en Buenos Aires, pariente suyo, a quien ella no parece conocer?

Meneo la cabeza en silencio y luego saco deliberadamente un cigarrillo del bolsillo y lo encendio.

Fumo con un apacible solaz que me hizo pensar que el haber rehusado mi cigarro y el quejarse tan amargamente de los malos efectos que le producia el movimiento del buque solo habia sido un pretexto para sacarme la botella de cana y nada mas. Evidentemente, era veterano en mas de un sentido, y hallando ahora que no iba a decirle mas secretos, se nego a contestar mis preguntas.

Pensando que ya habia sido demasiado indiscreto al contarle todo eso, por ultimo lo deje y me fui a mi camarote.

A la manana siguiente llegamos; a Buenos Aires y anclamos como a unas veinte cuadras de la costa, no pudiendo el buque acercarse mas a tierra. Luego, llego a bordo un empleado de la Aduana, y durante un rato estuve ocupado en sacar nuestro equipaje y tratando con el capitan para que nos llevase a tierra. Una vez hecho esto, me sorprendio mucho ver al astuto veterano, con quien habia estado conversando la noche antes, sentado tranquilamente en el bote de la Aduana, que precisamente en ese momento se alejaba del buque. Cuando el viejo desembarco, estaba Demetria sobre cubierta, y ahora vino ella hacia mi, mostrandose muy excitada. -?Ricardo! -dijo-,?te fijaste en ese pasajero que acaba de irse en el bote de la Aduana??Es Santa.Coloma! -iQue cosa mas ridicula! -exclame-. Pues estuve conversando con ese viejo, anoche, mas de una hora; ese es un gaucho de barba canosa y no se parece mas a Santa Coloma que aquel marinero que esta parado ahi.

- Pero yo se que es el. El general ha visitado a mi padre en la estancia muchas veces y lo conozco muy bien. Claro que esta disfrazado de gaucho, pero cuando bajaba la escala me miro de frente; lo conoci en el acto y me sobrecogi, y el se sonrio, porque vio que lo habia reconocido.

El hecho mismo de que este viejo pobre hubiese ido a tierra en el bote de]a Aduana probaba que era alguna persona de importancia, disfrazada, y no pude dudar que Demetria habia tenido razon.

Me senti humillado por no haberlo reconocido bajo su disfraz; porque algo en su modo de hablar, que hacia recordar a Marcos Marco, debio habermelo avisado, si yo hubiese sido mas listo.

Tambien estaba muy preocupado con motivo de Demetria misma, pues parecia que habia perdido la oportunidad de averiguar algo muy ventajoso para ella. No me atrevi, de pura verguenza,,a contarle de aquella conversacion tocante a un pariente suyo en Buenos Aires, pero resorvi tratar de encontrar a Santa Coloma y hacer que me contara todo lo que sabia.

Despues de desembarcar, metimos nuestro poco equipaje en un coche y nos dirigimos a un hotel que pertenecia a un aleman en una calle algo apartada, la calle de Lima; sabia que la casa era tranquila, muy respetable y que sus precios eran modicos.

Como a las cinco de la tarde, estando nosotros tres asomados. a la ventana del saloncito del primer piso del hotel, mirando a la calle, se paro frente a la puerta un elegante coche particular con un caballero y dos senoritas ?Oh, Ricardo! -exclamo Paquita, muy excitada-, es don Pantaleon Villaverde con sus hijas y estan bajando del coche. -?Quien es el senor Villaverde? -Pregunte. -?Como!?No sabes? Es el juez de primera instancia, y sus hijas son mis mis intimas amigas.?No te parece muy raro encontrarlas aqui de este modo??Oh, tengo que hablarles y preguntarles por mi papa y mama -y agui prorrumpio en lagrimas.

Subio el mozo con una tarjeta del senor Villaverde pidiendo una entrevista con la senorita Peralta.

Demetria, que habia tratado de calmar la intensa emocion de Paquita de infundirle un poco de valor, quedo demasiado asombrada para hablar aun; y en otro momento las visitas habian entrado en el salon. Paquita se puso de pie, los ojos llenos de lagrimas y temblando; entonces sus dos jovenes amigas, despues de mirarla fijamente un par de segundos, dieron un grito de sorpresa y se precipitaron en sus brazos, quedando las tres entrelazadas durante algun tiempo en un apretado abrazo triangular.

Cuando el alborozo de este imprevisto encuentro se hubo un tanto disipado, el senor Villaverde, quien permanecio de pie, mirando con cara grave e impasible, le habIo a Demetria, diciendole que su viejo amigo el general Santa Coloma acababa de avisarle su llegada a Buenos Aires, y le habia dado el nombre del hotel en que estaba alojado. Probablemente que ella ni sabria quien era el; era su pariente; su madre de el era una Peralta, prima de su malogrado padre, el coronel Peralta. Habia venido con sus hijas para invitarla a que hiciera suya su casa, mientras se quedara en Buenos Aires.

Tambien deseaba ayudarle en sus asuntos, los que, segun le habia dicho, su amigo el general, estaban algo embarullados. Tenia, continuo, muchos amigos influyentes en Ia ciudad hermana, quienes estarian prontos a ayudarle a ponerlos en orden.

Demetria, reponiendose de la nerviosidad que sintio al descubrir que las amigas intimas de Paquita eran parientas suyas, agradecio calurosamente al senor Villaverde y acepto la oferta de su casa y ayuda; entonces, con una dignidad y cortesania que apenas se hubiera esperado de una joven que se encontraba por primera vez entre personas de alta sociedad, saludo a sus nuevas primas y les agradecio su visita.

Como insistieran en llevarse inmediatamente a Demetria, salio ella de la pieza para hacer sus preparativos, mientras que Paquita se quedo conversando con sus amigas, teniendo muchas preguntas que hacerles. Estaba consumida de ansiedad por saber como su familia, y sobre todo su padre, cuyo dictamen era ley en su casa, miraban ahora,despues de tantos meses, su fuga y matrimonio conmigo. Sus amigas, sin embargo, no sabian nada, o no quisieron decir lo que sabian. ?Pobre Demetria! Sin darsele tiempo para reflexionar, habia decidido, con mucho tino, aceptar al instante la oferta de su influyente y circunspecto pariente; pero le costo separarse de sus amigos de un modo tan desprevenido, y cuando volvio, pronta para irse, la separacion la afligio mucho. Con los ojos arrasados en lagrimas, le dijo adios a Paquita, pero cuando me tomo la mano, sus temblorosos labios guardaron silencio. Por ultimo dirigiendose a las visitas y venciendo con un gran esfuerzo su emocion, balbuceo: -Le debo a este joven amigo, quien ha sido como un hermano conmigo, el haberme escapado de una triste y dificilisima situacion y el estar aqui entre parientes.

El senor Villaverde escucho e inclino Ia cabeza en mi direccion, pero sin que su severa y placida cara tomara una expresion mas suave, mientras que sus frios ojos grises parecian atraversarme y estar mirando a algo detras de mi.

Su comportamiento para conmigo me desesperaba,?pues que grande debia de ser su desaprobacion de mi conducta,al fugarme con la hija de su amigo, cuando no le permitia sonreirme ni dirigirme una carinosa palabra para agradecerme todo lo que habia hecho por su parienta! iY esto era solo un reflejo de la indignacion de mi suegro!

Fuimos hasta el coche para despedirlos, y entonces, en contrandome por un momento al lado de una de las jovenes trate de obtener algunas noticias.

- Hagame el favor, senorita -dije-, de decirme que es lo que usted sabe respecto a mi suegro. Si es algo muy grave, le prometo no decirle una palabra de ello a Paquita; pero seria mejor que yo supiese Ia verdad antes de enfrentarme con el.

Un sombra turbo su brillante y expresiva cara mientras miraba ansiosamente a Paquita; entonces, inclinandose hacia mi, me susurro: -?Ay, amigo mio es implacable! Lo siento en el alma por Paquita. -Luego anadio, con una sonrisa de incorregible coqueteria:- Y tambien por usted.

Se alejo el carruaje y los ojos de Demetria, al mirar en mi direccion, estaban anegados en lagrimas, mientras en los ojos del senor Villaverde, que tambien miraba para atras, habia una expresion que no me auguraba nada bueno. Tal vez su sentimiento fuese natural, por ser el padre de dos hijas muy lindas. ?Implacable!?Y ahora no habia un mar ni de color de Plata ni de color de ladrillo que nos separara!

Al volver a la Argentina, tendria que someterme a sus leyes que habia quebrantado, al casarme con una joven menor de edad sin el consentimiento de su padre. La persona que en Inglaterra se fuga con una menor bajo tutela no es mas delincuente de lo que lo era yo. Mi suegro me tenia ahora a su arbitrio: haria que se me castigara, encarcelandome por un tiempo indefinido, y si no pudiese amilanarme, podria por lo menos partirle el corazon a su desdichada hija. Aquellos agrestes y turbulentos dias en la Tierra Purpurea se me presentaban ahora como dias muy felices y apacibles, y los amargos dias sin ningun placer, estaban solo por empezar.?Implacable!

Levantando de repente la vista, encontre los ojos violetas de Paquita mirandome triste e interrogativarnente.

- Dime Ia verdad, Ricardo,?que has oido?

Fingi una sonrisa, y tomandole la. mano, le asegure que no habia oido nada que pudiese inquietarla.

- Ven -dije-, entremos y preparemonos para irnos de aqui manana mismo Volveremos a la estancia de tu padre, porque cuanto mas pronto se realice la entrevista que tu anhelas, tanto mejor sera para todos.

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25/04/2008