XXV
A LA manana siguiente, como a las ocho, me despedi de los Peralta y continue mi muy retardado viaje, siempre montado en ese pingo adquirido deshonradamente, que tan bien me habia servido, pues habia rehusado el caballo que me ofreciera el buen Hilario. Aunque todos mis afanes, correrias y muchos servicios a la causa de la independencia (o por lo que sea que luchen en la Banda) no me habian ganado un solo centesimo, era algun consuelo pensar que la inolvidable generosidad de Candelaria me habia librado de estar sin dinero; volvia a Paquita bien vestido, en un esplendido caballo y con suficientes pesos en los bolsillos para abandonar el pais con toda comodidad. Santos me acompano ostensiblemente con el objeto de encaminarme en direccion a Montevideo; pero yo sabia, por supuesto, que era el portador de un importante recado de Demetria.
Habiendo caminado como una media legua sin que el, por su parte, aludiera al asunto, a pesar de las indirectas que le echara, le pregunte, sin mas rodeos, si no tenia un recado para mi.
Despues de reflexionar sobre la cuestion el tiempo suficiente para haber resuelto un dificil problema matematico, contesto que si.
- Pues, oigamoslo.
Sonrio burlonamente. -?Cree uste que este es un asunto del que se puede tratar en dos palabras?
Yo no he venido tuito este camino solo pa decirle que se ha dentrao de seca la luna, o que ayer, por ser viernes, na Demetria no comio carne. Es un cuento largo, senor. -?Cuantas leguas de largo??Que tienes la intencion de que dure todo el camino hasta Montevideo? Mientras mas largo es el cuento, mas pronto debieras empezarlo.
- Hay cosas, senor, que son faciles de contar y otras que no son tan faciles -contesto Santos-. ?Pero contar algo a caballo!?Quien hay que pueda hacer eso? -?Y por que no? -?Que pregunta!?No ha oservao uste cuando se saca licor de un barril -sea vino o jugo agrio de naranja pa hacer naranja, o aun la cana que es blanca y clara- que sale tuito turbio cuando se remece el barril? Es lo mesmo con nosotros, senor; nuestro entendimiento es el barril del que sacamos tuito cuanto decimos.
- Y el espiche…
- Por de contao -interrumpio, complacido de mi pronta penetracion-; la boca es el espiche.
- Yo diria mas bien que es la nariz la que se parece al espiche.
- No -repuso gravemente-. Uste puede meter mucho ruido con la nariz cuando ronca o se suena con un panuelo; pero esa no tiene puerta de comunicacion con el entendimiento. Las cosas que estan en el entendimiento salen por la boca.
- Muy bien -dije, impacientandome-, llama a la boca espiche, agujero o lo que quieras, y a la nariz solo un ador no. La cuestion es esta: dona Demetria te ha confiado un licor para que me lo entregues a mi; pues, entregamelo, claro o turbio, este como este.
- Turbio si que no -repuso testarudamente.
- Pues bien; damelo claro, entonces -grite.
- Pa darselo claro es preciso que se lo de a pie y no a caballo; sentao tranquilamente y no moviendome.
Deseando terminar cuanto antes el asunto, refrene mi caballo, me apee de un salto y me sente en el pasto sin decir otra palabra. El hizo lo mismo, y despues de arreglarse comodamente, saco su tabaquera y empezo a liar un cigarrillo. No podia enojarme con el por esta nueva demora, pues un oriental hallaria dificil concentrar sus pensamientos sin el consolador y estimulante cigarrillo.
Dejandole que cumpliese sus instrucciones a su propio y afanoso modo, desfogue mi irritacion en el pasto, arrancandolo a punados. -?Por que hace uste eso? -pregunto, sonriendo burlonamente. -?Que??Arrancar el pasto??La pregunta tuya! Cuando uno se sienta en el pasto,?que es lo primero que hace?
- Armar un cigarrillo -repuso.
- En mi pais uno comienza a arrancar el pasto.
- En la Banda Oriental dejamos el pasto pa que se lo coman las bestias.
Desisti inmediatamente de arrancar mas pasto, porque era evidente que le distraia, y encendiendo un cigarrillo, me puse a fumar tan apaciblemente como fuera posible.
Por fin, empezo: -No hay en tuita la Banda Oriental un individuo pior que yo pa espresarse.
- Esta diciendo la pura verdad, amigo. -?Pero que hemos de hacerle, senor? -continuo, con la mirada en el espacio y haciendo tanto caso de mi interrupcion como hiciera un hunter que va a saltar una alta valia, al oir comentar el tiempo-. Cuando uno no puede conseguir un facon, toma unas tijeras viejas de esquilar, las parte en dos, y con una de las hojas se hace un estrumento que tiene que servirle de facon. Lo mesmito pasa con na Demetria; no tiene a naides mas que a su pobre Santos que platique por ella. Si me hubiese pedido que espusiera mi vida en su servicio, lo podria haber hecho facilmente; pero hablar en su nombre a uno que puede leer el almanaque, y conoce los nombres de tuitas las estrellas en el cielo,?vaya, senor!, eso si que me mata.?Y quien mejor que mi patrona ha de saber eso, ya que me ha tratao intimamente dende que era una ninita, y que tantas veces he llevao en brazos? Solo puedo decirle esto, senor: cuando yo hablo, ricuerdese que soy pobre, y que na Demetria no tiene otro estrumento sino mi pobre lengua, pa decirle, lo que ella quiere.?Que palabras no me ha dicho que le diga! Pero mi memoria del diablo las ha olvidao tuitas.?Que puedo hacer en este trance, pues, senor? Si yo quisiera comprarle su flete a mi vecino, y juese ande el y le dijera:
"Vendame su pingo, vecino, porque me he enamorao de el y mi corazon esta enfermo de ganas de tenerlo, ansina que se lo compro cueste lo que cueste",?no seria eso una locura, senor? Pues yo tengo que hacer el mesmo papel de ese loco. He venido con uste pa algo, y tuitos los terminos de na Demetria, que eran como flores raras cortadas en un jardin, los he perdido por el camino. Ansina que solo puedo decirle esto que mi patrona quiere, poniendolo en mis palabras tan brutas, que son como las flores silvestres que yo mesmo he agarrao tantas veces en el llano, y que no tienen ni olor ni lindura que las recomiende.
Este curioso preambulo no avanzo mucho la cosa, pero tuvo el efecto de estimular mi curiosidad, y convencerme de que el mensaje que Demetria habia encomendado a Santos era de muy grave importancia. Este habia fumado su primer cigarrillo y ahora empezo lentamente a liarse otro, pero espere pacientemente que hablara, habiendo desaparecido mi irritacion, pues no carecian de cierta hermosura aquellas "flores silvestres", y su amor y fidelidad a su infortunada patrona las hacian muy olorosas.
Luego continuo: -Senor, uste le ha dicho a mi patrona que es un hombre pobre; que esta vida de campo le parece a uste muy feliz e independiente: que no hay cosa que le gustaria mas que tener una estancia ande pudiera criar animales y caballos de carrera y bolear avestruces. Pues, senor, ella ha dao guelta tuito esto en su cabeza, y como ella puede ofrecerle a uste estas cosas que uste quere, le pide aura que la ayude en sus alversidades. Y aura, senor, dejeme decirle esto. La propieda de los Peralta. se estiende hasta el lago de Rocha; cinco leguas de terreno, y no hay nada mejor en tuito este departamento. Antes tenia mucha hacienda. Teniamos millares de cabezas de ganao y yeguas; pues en ese tiempo gobernaba al pais el partido de mi patron; los Coloraos estaban encerraos en Montevideo, y aquel gran asesino degollador, Frutos Rivera, nunca se aparecia por estos laos. Del ganao solo queda una punta, pero el terreno es una fortuna pa cualquier hombre, y cuando muera mi patron, na Demetria lo hereda tuito. Hasta aura mesmo es de ella, dende que su padre ha perdido el mate como uste ha visto. Aura, dejeme contarle lo que paso hace anos. Don Hilario jue primero un pion…, un muchacho pobre a quen el patron favorecio. Cuando crecio, lo hizo capataz y despues, mayordomo. Mataron a don Calisto y el coronel se volvio loco y entonces don Hilario se hizo juerte, haciendo lo que queria con su patron y no haciendo caso de la autorida de na Demetria. ?Cree uste que cuido los intereses de la estancia? Al contrario, senor, estaba de parte de nuestros enemigos y cuando vinieron como perros pa agarrarse nuestra hacienda, el estaba con ellos. Esto lo hizo pa hacerse amigo del partido en el poder, cuando los Blancos habian perdido. Aura, el ouere casarse con na Demetria, pa hacerse dueno de la estancia. Don Calisto esta muerto y,?quien hay que le ponga cencerro al gato? Aura mesmo, hace como si juera el verdadero dueno y patron, compra y vende y la plata es suya. A mi patrona apenas le da pa comprarse un vestido; ella no tiene ni flete en que montar y esta como presa en su propia casa. La aguaita como un gato a un pajarito encerrao en un cuarto; si sospechara que ella tenia la intencion de arrancarse, la mataba. Le ha jurao que a menos que se case con el, la mata.?No es terrible esto??Pues, senor, ella le pide a uste que la libre de este hombre! He olvidao sus palabras, pero afigurese que la ve hincada de rodillas delante de uste, y que uste sabe lo que esta haciendo, y ve moverse sus labios, aunque no oiga sus palabras. -?Dime como puedo salvarla, Santos! -pregunte, habiendome conmovido profundamente lo que habia oido. -?Como? Llevandosela por la juerza, pues, senor;?compriende??No podria uste volver en unos cuantos dias con dos o tres amigos que lo ayudaran? Claro que uste debera venir disfrazao y armao.
Si me incuentro por ay cerca, hare lo que puedo pa proteger a na Demetria, pero uste podra voltearme facilmente y aturdirme…,?compriende? Don Hilario no debe saber que estamos metidos nosotros. No hay pa que tenerle miedo, pues aunque es bastante valiente pa amenazar a una mujer, cuando ve hombres armaos, es como un perro cuando oye tronar. Entonces uste puede llevarsela a Montevideo y la escuende alla. Lo demas sera muy facil. Don Hilario no podra hallarla; la Ramona y yo cuidaremos al coronel y cuando el no vea a su hija, tal vez la olvide. Entonces, senor, no habra ninguna dificulta en cuanto a la propieda,?pues quen puede ir en contra la ley? -?No te entiendo, Santos! Si dona Demetria quiere que yo haga lo que tu dices, y no hay otro medio de librarla de las persecuciones de don Hilario, lo hare. Hare cualquier cosa por servirla y no temo a ese canalla de Hilario. Pero cuando la haya escondido,?quien hay en Montevideo, donde no tiene amigos, que vele por sus intereses y vea que no le quiten su hacienda? Yo la puedo librar, pero eso es todo.
- Pero, senor, si es que la propieda sera lo mesmo que suya cuando se case con ella. ?Ni en suenos podria haberme imaginado con lo que salio Santos, y me sorprendio sobremanera! -?Quieres decirme, Santos, que dona Demetria te ha mandado para decirme esto??Cree que solo casandome con ella puedo yo librarla de ese ladron y salvar su propiedad?
- Pero si no hay otro modo, pues, senor. Si se pudiera hacer de otra laya,?cree uste que no le habria hablao ella mesma y esplicao tuito anoche? Piense, no mas, senor, que tuita esta gran propieda sera suya. Si no le gusta este departamento, entonces, por uste ella venderia todo, pa comprarle una estancia en cualquier otra parte, o pa hacer lo que le de gusto y gana. Y yo le pregunto esto a uste, senor:?podria un hombre casarse con una mujer mas guena? -?No!; pero, Santos, no puedo casarme con tu patrona. Entonces recorde, con bastante pena, que no le habia dicho a Demetria casi nada de mi mismo. Viendome tan joven, vagando por el pais, sin casa ni hogar, me habia tomado, naturalmente, por soltero; y pensando, quizas, que me cayera en gracia, habia sido impelida, en su desesperada situacion, a hacerme esta propuesta.?Pobre Demetria!?Seria posible que no hubiese salvacion para ella? -?Amigo! -dijo Santos, olvidando el ceremonioso senor, en su solicitud por servir a su patrona, no hable nunca sin pensar bien primero en tuitas las cosas. No hay mujer como ella. Si uste no la quere aura, la querra cuando la conozca mejor; ningun hombre gueno podria dejar de quererla. Uste la vio anoche en ese vestido de seda verde, con esa gran peineta de carey y aquellos aros de oro…, ?no le parecio que se via elegante, senor, y muy dina de ser su mujer? Uste ha estao en tuitas partes y habra visto a una porcion de mujeres, y tal vez en algun pais lejano habra visto una mas bonita que mi patrona.?Pero, senor, piense no mas en un momento en la haya de vida que ha llevao! Los sufrimientos la han puesto palida, flaca y ojerosa. Pero,?podran salir, me pregunto yo, la risa y la alegria de un corazon afligido? Otra vida cambiaria todo eso; seria una flor entre tuitas las mujeres.
El pobre viejo y simplote de Santos se habia menospreciado en exceso; el amor a su patrona habia inspirado en el una elocuencia que me habia llegado hasta el fondo del alma.?Y la pobre Demetria, impulsada por su triste y dificil situacion y atormentadores recelos, se habia visto precisada a hacer vanamente a un extrano esta propuesta tan ajena de una mujer. Pero, despues de todo, no era, que digamos, tan ajena; porque en todo pais donde la mujer no es una abyecta esclava, se le permite, en ciertas ocasiones, ofrecer su mano a un hombre. Es asi aun en Inglaterra, donde la sociedad es como un enorme Clapham Junction, con seres humanos que se mueven siempre como carros y vagones sobre los rieles inmutables impuestos por las conveniencias sociales, y que solo pueden abandonar exponiendose a una horrible colision, Y jamas fue tal declaracion mas justificable que en este caso de Demetria. Alejada, en su triste paramo, del trato de los hombres, perseguida por vagos temores, ofrecia dar su mano, junto con una gran fortuna, a un aventurero sin un centavo. Ni tampoco habla hecho esto antes de haber llegado a amarme, y de creer, tal vez, que el sentimiento fuera correspondido. Tambien habia esperado hasta el ultimo momento, solo declarandose cuando ya habia perdido toda esperanza de que la declaracion viniese de mi parte. Esto explicaba la recepcion de la noche anterior; el lujoso traje de otros tiempos que habia vestido par ganar favor a mis ojos; la expresion timida y pensativa de su mirada, la hesitacion que no podia vencer. Cuando me hube repuesto del primer sobresalto, solo podia sentir el mayor respeto y compasion por Demetria, deplorando amargamente que no le hubiese contado toda mi pasada historia, de modo que se hubiera evitado la verguenza y la pena que ahora tendria que pasar. Estos tristes pensamientos cruzaron por mi magin mientras Santos se dilataba en las ventajas que me aportaria tal alianza hasta que le interrumpi.
- No diga mas, amigo, pues le juro, Santos, que si por mi fuera, tomaria a Demetria con placer por esposa, siendo tanto lo que la admiro y aprecio; pero estoy casado.?Mira esto! Es el retrato de mi mujer -y sacando del pecho una miniatura que siempre llevaba colgada al cuello, se la pase.
Me miro fijamente durante un rato, sorprendido y en silencio, y tomo el medallon; mientras lo contemplaba embelesado, reflexione sobre lo que habia oido. No podia pensar por un momento en abandonar a esta pobre mujer que se me habia ofrecido con toda su fortuna, sin hacer algun esfuerzo por librarla de su triste situacion. Me habia cobijado bajo su techo, cuando yo estaba necesitado y en peligro, y el ofrecimiento que acababa de hacerme, acompanado de una prueba tan convincente de su confianza y carino, habria tocado el corazon del hombre mas empedernido sobre la tierra, y le habria hecho, a pesar de su indole, su ferviente paladin.
Por ultimo, Santos me devolvio la miniatura, con un suspiro.
- En mi vida han visto estos ojos una cara como esa.?No hay mas que decir, senor!
- Queda mucho que decir, Santos -repuse-. He pensado en un plan muy facil para ayudar a tu patrona. Cuando le des cuenta de nuestra conversacion, dile que se acuerde de la oferta que le hice anoche de ayudarla. Le dije que seria su hermano, y cumplire mi promesa. Ustedes tres no han podido pensar en un mejor plan para librar a dona Demetria que este que me acabas de decir; pero, despues de todo, es un plan muy malo y lleno de dificultades y peligros para ella. Mi plan es mucho mas sencillo, y tambien mas seguro. Dile que salga esta noche a las doce, despues que se haya entrado la luna, y que me encuentre debajo de los arboles detras de la casa. Yo estare alli, esperandola con un caballo para ella, y me la llevare a un lugar seguro donde pueda esconderse y donde don Hilario jamas la podra encontrar. Una vez fuera de su poder, habra tiempo de sobra para pensar en algun medio que le obligue a salir de la estancia y para poner todo en orden.?Vete, Santos!, y que no vaya a faltar dona Demetria a la cita; dile que lleve alguna ropa y un poco de dinero si lo tiene; tambien que no olvide sus alhajas, porque no seria seguro dejarlas, con don Hilario en la casa.
Santos quedo entusiasmadisimo con mi plan, que era tanto mas practico, aunque menos romantico, que el que habian fraguado aquellos tres ingenuos conspiradores. Estaba por dejarme, el corazon lleno de esperanzas, cuando exclamo de repente:
- Pero,?por Cristo, senor!?De ande va a sacar uste una silla de mujer pa na Demetria?
- Dejame todo eso a mi, Santos. -Entonces nos separamos, el para volver junto a su patrona, quien sin duda lo esperaba ansiosa por saber el resultado de nuestra conversacion, y yo para pasar lo mejor posible las proximas quince horas.