XIV
MONICA, la muchacha mentada, y la chiquilla llamada Anita eran, excepto yo, las unicas personas alli presentes que no fueron arrebatadas por el entusiasmo del momento. Monica, el rostro palido, silenciosa y casi apatica, estaba ocupada en cebar mate a las numerosas visitas; mientras que la chiquilla, al llegar la animacion y el griterio a su punto culminante, se asusto sobremanera y se agarro a la mujer de Alday, estremeciendose y llorando lastimeramente. Nadie hizo caso de la pobrecita, y, por ultimo, se escabullo a un rincon y se escondio detras de un monton de lena. Su escondite estaba cerca de mi asiento, y despues de rogaria un poco, la persuadi a que lo abandonara y se viniera adonde yo estaba. Daba compasion la pobrecita con su carita palida y delgada y sus tristes ojazos oscuros. Su pobre vestidito de percal solo la cubria hasta las rodillas, y sus piernecitas y pies estaban desnudos. Tendria unos siete u ocho anos de edad; era huerfana, y la mujer de Alday, no teniendo hijos propios, estaba criandola, o por mejor decir, permitiendole cobijarse bajo su techo. La atraje hacia mi y trate de apa-ciguar sus temores y hacerla hablar. Poco a poco fue tomando confianza conmigo y empezo a contestar a mis preguntas; entonces descubri que, a pesar de su tierna edad, era una pastorcita, y que pasaba la mayor parte de cada dia siguiendo, en su petiso, detras de las ovejas. Su petiso y la muchacha Monica, que era su parienta -prima, la chiquilla la llamaba-, eran los dos seres a los que parecia tener el mayor carino.
- Y cuando te resbalas del petiso,?como te subes otra vez? -le pregunte.
- El petiso es muy mansito y yo nunca me caigo. A veces me bajo y entonces me giielvo a montar. -?Y que haces todo el dia…, hablas y juegas?
- Le hablo a mi muneca; la llevo a caballo conmigo cuando salgo con las ovejas. -?Es muy bonita tu muneca?
Guardo silencio. -?Quieres permitirme ver tu muneca, Anita? Yo se que tu muneca me va a gustar, porque tu me gustas.
Me lanzo una ansiosa mirada. Evidentemente la muneca era para ella un ser muy precioso y no habia sido debidamente apreciada. Despues de cierto desasosiego, me dejo y salio en puntillas de la cocina; luego volvio otra vez, tratando, al parecer, de ocultar algo del vulgo con su corta pollerita.
Era su maravillosa muneca…, la cara companera de sus correrias y cabalgatas. Temblando y azorada, me permitio tomarla en las manos. Era, o por mejor decir, consistia en la pata delantera de un carnero, cortada por la rodilla, y encima, a guisa de cabeza, llevaba una bolita de madera forrada con un pedazo de trapo blanco; estaba envuelta en un trozo de franela colorada que hacia de vestido;?un muneco satiro con una pata peluda y el pie hendido! Alabe su apreciable rostro, su bonito vestido y sus monos zapatitos; y todo esto que dije, colmo a Anita del mas vivo placer. -?Nunca juegas con los perros y gatos, Anita, o con los corderitos?
- Con los perros y gatos, no. Cuando veo un corderito muy chiquitito durmiendo en el suelo, me apeo del petiso y me acerco a el muy, muy cayaita y lo agarro. El corderito trata de escaparse; entonces le meto el dedo en la boquita y el chupa que chupa, y luego se arranca. -?Y que es lo que mas te gusta comer, Anita? -?Azucar! Cuando el tio compra azucar, mi tia me da un terroncito. Hago que la muneca coma un poquito; tambien tomo un mordisquito y se lo doy a mi petiso en la boca. -?Que cosa te gustaria mas, Anita: una gran porcion de terrones de azucar, o un lindo, collar de cuentas, o una ninita con quien jugar?
Esta pregunta excedia de la comprension de su pequeno y atrofiado cerebro, siempre alimentado de cosas tan sencillas; asi que tuve que hacerle la pregunta de diferentes maneras, y, por ultimo, cuando comprendio que solo podria escoger una de las tres cosas, decidio a favor de una ninita con quien jugar.
Entonces le pregunte si le gustaban los cuentos; pero esto tampoco pudo comprenderlo, y despues de interrogarla un poco, descubri que jamas en su vida habia oido un cuento, y que ni aun sabia lo que significaba.
- Escucha, Anita, y te contare un cuento -le dije-.?Has visto alguna vez por la manana temprano. una neblina blanca sobre el rio Yi…, una neblina que desaparece cuando empieza a abrasar el sol?
Dijo que si, que muchas veces habia visto la neblina blanca por la manana.
- Pues te contare un cuento de la neblina blanca y de una ninita que se llamaba Alma.
"Esta ninita, Alma, vivia muy cerca del rio; pero muy, muy lejos de aqui, mucho mas alla de los arboles y de las azulinas cuchillas; pues has de saber, Anita, que el Yi es un rio muy largo. Vivia con su abuelita y sus seis tios, todos hombres altos, muy grandes y de largas barbas; y siempre hablaban de la guerra, del ganado, de carreras de caballos y de muchas otras cosas de importancia que Alma no podia comprender. No habia nadie que conversara con Alma, ni con quien ella pudiese jugar o hablar. Y cuando ella salia de la cocina donde toda la gente grande estaba conversando, oia cantar los gallos, ladrar los perros, gorjear las aves, balar las ovejas, y tambien oia el murmullo de las hojas de los arboles sobre su cabeza; pero no podia entender ni una sola palabra de todo lo que decian. Por ultimo, no teniendo a nadie con quien jugar o conversar, se sento en el suelo y se puso a llorar. Quiso la casualidad que cerca de donde estaba sentada, hubiese una vieja negra, arrebozada en un panuelo colorado, recogiendo lena para el fuego, y le pregunto a Alma por que estaba llorando.
"-Como no he de llorar -repuso Alma- cuando no tengo a nadie con quien jugar o conversar?
- Entonces la vieja negra saco un largo alfiler de bronce de su panuelo de rebozo, y diciendole que sacara y sujetara afuera la lengua, se la pincho con el alfiler.
"-Ahora -dijo la vieja- puedes ir a jugar y conversar con los perros, gatos, pajaros y arboles, pues entenderas todo lo que ellos digan y ellos tambien te entenderan a ti.
"Esto lleno a Alma de contento y corrio a su casa lo mas ligero que pudo a conversar con el gato.
"-?Ven aca, gato!?Quieres que conversemos y juguemos juntos?
"-?Oh, no! -dijo el gato-. Yo estoy demasiado ocupado aguaitando un pajarito, asi que andate al rio y juega con Nieblita, y la dejo, escabullendose en seguida por entre la maleza. Cuando les pregunto a los perros, tampoco pudieron jugar con ella porque "tenian que cuidar de la casa y ladrarle a la gente extrana". Ellos tambien le dijeron que fuera a jugar con Nieblita al lado del rio.
Por ultimo, Alma salio y agarro un patito, una cosita suave y redonda como una bola de algodon amarillo, y le dijo:
"-?Mira, patito, vamos a jugar y a conversar juntos!
"Pero el patito no quiso y trato de escaparse, gritando al mismo tiempo: "?Mamita!?Ay, mamita!
Ven a soltarme que esta Alma me tiene agarrado".
"Entonces llego la pata nadando a toda prisa, y dijo:
"-?Suelta inmediatamente a mi chiquillo y si quieres jugar, anda a jugar con Nieblita alla en el rio! ?Que te has figurado tu, que te atreves a agarrar a mi patito lindo en tus manos??Que iras a hacer en seguida?, me pregunto yo.
"Asi que Alma solto el patito, y, por ultimo, dijo: "Pues bien, me ire al rio y jugare con Nieblita".
"Espero hasta que diviso la neblina blanca, y entonces se fue corriendo hasta que llego al Yi, y se detuvo sobre la verde margen del rio, envuelta en la blanca neblina. Al poco rato, vio aparecer a una ninita muy linda que venia volando por entre la neblina. Llego la ninita, se paro sobre la banda del rio y miro a Alma. Era muy, muy linda; llevaba puesto un vestido blanco, mas blanco que la leche, mas blanco que la espuma, todo bordado con flores moradas; tambien tenia blancas medias de seda y zapatitos colorados, relucientes como las margaritas coloradas. Su larga y ondeada cabellera relumbraba como oro y llevaba al cuello un collar de grandes cuentas de oro. Entonces dijo Alma: "?Oh, ninita linda!,?como se llama usted?", a lo que respondio la ninita:
"-?Nieblita!
"-?Quiere que conversemos y juguemos juntas?
"-?Oh, no!?Como podria jugar yo con una ninita vestida como tu y con los pies desnudos?
"Pues has de saber que la pobre Alma solo tenia un vestidito viejo que le llegaba hasta las rodillas y no tenia ni medias ni zapatos. Entonces Nieblita se elevo en el aire, se alejo de la margen y se fue flotando rio abajo; y, por fin, cuando hubo desaparecido completamente en la neblina, Alma se puso a llorar. Luego, empezando a hacer mucho calor, se fue, siempre llorando, a sentarse bajo los arboles; habia dos enormes sauces que crecian en la margen del rio. Entonces los arboles, sus hojas azotadas por el viento, empezaron a susurrar y a conversar juntos, y Alma pudo comprender todo cuanto decian.
"-?Te parece que va a llover?
"-Si, creo que si…, uno de estos dias. -?Pero no hay nubes!
"-?No, no hay nubes hoy, pero las hubo anteayer!
"-?Tienes nidos en tus ramas?
"-?Si, tengo uno! Lo hizo un pajarito amarillo y hay cinco huevitos moteados dentro.
"-?Mira donde esta sentada Alma a nuestra sombra!?Sabes tu por que esta llorando?
"-Si; es porque no tiene a nadie con quien jugar. Nieblita, quien vive al lado del rio, no ha querido jugar con ella, porque Alma no tiene un vestido bonito que ponerse.
"-Entonces debiera ir a pedirle a la zorra que le de uno. La zorra siempre tiene muchas cosas muy bonitas en su cueva.
"Alma habia escuchado cada palabra de la conversacion. Entonces se acordo que habia una zorra que vivia no muy lejos, en la falda del cerro, pues la habia visto muchas veces tomando el sol con todos sus chicuelos mientras estos jugaban a su rededor, y se entretenian tirandole la cola. Asi que se levanto Alma y se fue corriendo hasta que encontro la cueva, y asomando la cabeza, grito:
"?Zorra!,?zorra!"; pero la zorra parecia estar de mal humor, y sin salir para afuera, contesto. "Vete, Alma, a conversar con Nieblita, que yo estoy muy ocupada preparandoles la comida a mis hijos y no tengo tiempo ahora para hablar contigo.
"Entonces Alma exclamo: "-Ay, zorra, Nieblita no quiere jugar conmigo porque no tengo cosas bonitas que ponerme.?No podria usted darme un bonito vestido, un par de zapatos, medias y tambien un collar de cuentas?"
"Al poco rato salio la zorra de su cueva trayendo un gran bulto envuelto en un panuelo colorado, y le dijo a Alma: "-Aqui estan las cosas, Alma, y espero que te queden bien. Pero has de saber, hija, que no debias venir a esta hora del dia, porque estoy sumamente ocupada preparando la comida - un peludo asado, un par de tinamues estofados con arroz, y una tortillita de huevos de pava… quiero decir huevos de chorlo, pues nunca pruebo los huevos de pava".
"Alma le pidio que la excusara por toda la molestia que le habia dado.
"-?Oh, no importa, hija! Y,?como esta tu abuelita? "-Muy bien, gracias -dijo Alma-, pero tiene una fuerte jaqueca.
"-?Vaya! -dijo la zorra-.?Cuanto lo siento! Dile que se pegue dos hojas de lampazo, recien cortadas, una en cada sien, y que tambien beba una infusion de centinodia -no muy fuerte-, y que por nada salga al sol. Me gustaria mucho ir a verla; pero tu sabes, nina, que no me gustan todos esos perros que andan siempre rondando por la casa. Y ahora, Alma, vete a tu casa y pruebate la ropa, y cuando pases por aqui otra vez, puedes devolverme el panuelo, por que siempre lo uso para vendarme la cabeza cuando tengo dolor de muelas.
"Alma agradecio mucho a la zorra y corrio a su casa lo mas de prisa que pudo, y cuando abrio el atado, encontro un lindisimo vestido blanco bordado con flores moradas, un par de zapatos colorados, medias de seda y tambien un collar de grandes cuentas de oro. Todo le sento a la perfeccion, y al dia siguiente, cuando se extendia la neblina sobre el Yi, se puso su lindo vestido nuevo y se fue al rio. Luego llego Nieblita volando, y cuando vio a Alma, fue donde ella, la beso y la tomo de la mano. Jugaron y conversaron juntas toda la manana, recogiendo flores y corriendo carrera sobre la orilla del rio; por ultimo, Nieblita le dijo "adios" y volo, pues toda la neblina estaba flotando rio abajo. Pero desde entonces en adelante Alma encontro a su amiguita todos los dias al borde del Yi, y era muy feliz, porque ahora tenia a alguien con quien jugar y hablar".
Despues de acabar el cuento, Anita se quedo mirandome con una expresion de embeleso en sus grandes ojos tristes. Parecia como asustada y al mismo tiempo encantada con lo que habia oido; pero luego, antes de que la chicuela hubiese dicho una sola palabra, vino Monica, quien hacia tiempo dirigia timidas y curiosas miradas en nuestra direccion, y tomandola de la mano, se la llevo a la cama.
Estaba ya dandome sueno, y como el vocerio y las preparaciones marciales no dieran senas de estar llegando a su termino, me alegre cuando me condujeron a otra pieza, donde me proporcionaron algunos pellones, mantas y un par de ponchos con que arreglarme una cama.
Durante la noche se fueron todos los hombres, pues a la manana siguiente, cuando fui a la cocina, solo encontre a la vieja y a la mujer de Alday, ambas tomando mate amargo. Me dijeron que hacia una hora que Anita habia desaparecido de la casa, y que Monica habia salido a buscarla. La mujer de Alday estaba sumamente fastidiada con la escapada de Anita, pues ya habia pasado el tiempo en que debia salir con las ovejas. Despues de tomar mi mate, sali y mire hacia el rio, que estaba velado por una plateada neblina, y divisando a Monica que traia a Anita de la mano, las fui a encontrar. La pobre Anita, con su carita surcada de lagrimas, sus piernecitas y pies cubiertos de barro y rasgunados en cincuenta puntos distintos por las cortantes espadanas, y el vestido empapado en la espesa neblina de la manana, hacia un cuadro sumamente conmovedor. -?Donde la encontro? -le pregunte a Monica, temiendo que yo fuera la causa indirecta de las desgracias de la pobrecita. -?A la orilla del rio buscando a Nieblita! Yo sabia que ay la encontraria cuando la eche de menos esta manana. -?Como sabia usted eso? -le pregunte-. Usted no oyo el cuento que le conte anoche.
- La hice repetirmelo todo -dijo Monica.
Despues de eso, retaron, remecieron, lavaron y secaron a la pobre Anita; en seguida le dieron su desayuno, y por ultimo la montaron en su petiso y la mandaron a cuidar de las ovejas. Mientras esto pasaba, Anita guardo el mas profundo silencio, aunque su carita hacia unos pucheros que presagiaban lagrimas. Sin embargo, no eran para el vulgo, y solo fue despues de estar montada en su petiso con las riendas en sus manecitas, cuando se abandono a su dolor y desengano por no haber encontrado a la hermosa ninita de la neblina.
Me asombro descubrir que Anita hubiese tomado tan a o serio el fantastico cuento que yo habia inventado para entretenerla; pero la pobrecita jamas habia leido libros u oido cuentos, y el de hadas que le contara, habia sido demasiado para su pobre y atrofiada imaginacion. Recuerdo que una vez, en otra ocasion, le conte un cuento lastimero de una ninita perdida en un desierto a una amiguita mia de mas o menos la edad de Anita, igualmente desacostumbrada a esta clase de alimento mental.
A la manana siguiente, me conto su madre que mi pequena amiguita habia pasado media noche llorando, pidiendole que le permitiera ir a buscar a esa ninita perdida, de la cual yo le habia contado.
Oyendo decir que Alday no estaria de vuelta hasta la noche, o la manana siguiente, le pedi a su mujer que me prestara o me diera un caballo para seguir mi viaje. Sin embargo, esto no pudo hacerlo; entonces anadio, muy afablemente, que mientras estuvieran los hombres ausentes, mi presencia en la casa le seria un consuelo, porque un hombre era siempre una gran proteccion. El arreglo no me parecio muy ventajoso para mi, pero como no fuera posible irme a pie a Montevideo, me vi obligado a quedarme tranquilo y esperar la vuelta de Alday.
Fue molesto tener que hablarles a esas dos mujeres en la cocina. Ambas eran grandes parlanchinas, y evidentemente habian llegado a un acuerdo de compartirme entre ellas como oyente, pues, primero una y en seguida la otra, hablaban con una monotonia capaz de volverle a uno loco. La mujer de Alday tenia seis palabras favoritas de retumbante sonido: elementos, superior, division, prolongacion, justificacion y desproporcion. De alguna manera u otra conseguia encajar una de estas palabras en cada frase, y, a veces, lograba encajar hasta dos. Siempre que esto sucedia, la hazana la enorgullecia de tal manera, que deliberadamente y con toda sangre fria repetia la frase entera, palabra por palabra. La especialidad de la vieja eran las fechas. No habia suceso que mencionase, ya fuese algun gran acontecimiento publico, ya algun trivial incidente casero, que no diese, al mismo tiempo, el ano, el mes y hasta el dia. El duo entre estos dos malditos organillos, primero la una con su retorica y en seguida la otra con sus fechas, continuo toda la manana, y con frecuencia me volvi a Monica sentada a su costura, esperando oir otra cancion de su mas melodioso instrumento; pero en vano, pues ni una sola silaba pronunciaron sus silenciosos labios. De vez en cuando levantaba sus brillantes ojos oscuros un instante, para bajarlos otra vez, confusos, al encontrar los mios.
Despues del almuerzo, hice una caminata a lo largo del rio Yi, donde pase varias horas buscando flores y fosiles, y entreteniendome lo mejor que pude. Habia miriadas de patos, gallaretas, espatulas y cisnes de cuello negro recreandose en el agua, y mucho me alegre no tener escopeta, pues asi no tuve la tentacion de espantarles con rudos sonidos y hacer que se alejaran lastimados a expirar paulatinamente entre los espadanales. Por ultimo, despues de un buen nado, me encamine hacia la estancia.
Mientras caminaba en direccion de la casa, y como a unas veinte cuadras de ellas, blandiendo mi baston y cantando a toda voz de puro alborozo, pase un grupo de sauces, y al levantar la vista, vi debajo de ellos a Monica observandome mientras me aproximaba. Estaba de pie, absolutamente inmovil, y cuando la divise, bajo modestamente la mirada para contemplar, al parecer, sus pies desnudos que se destacaban muy blancos en el espeso y verde cesped. En una mano empunaba un ramo de las grandes azucenas coloradas de Otono que empezaban a florecer justamente en ese tiempo. Ceso de pronto mi canto y me quede algunos momentos contemplando, lleno de admiracion, a la timida y rustica beldad. -?Que lejos has venido a buscar azucenas, Monica!-le dije, aproximandome a ella-.?Quieres darme uno de tus tallos?
- Las recogi pa la Virgen, ansi que no puedo darle de estos, pero si me espera aqui un ratito bajo los arboles, ire a buscarle uno.
Respondi que la esperaria; entonces, colocando el ramo que habia recogido, sobre el cesped, se alejo. Volvio al poco rato con un redondo pulido tallo, delgado como el tubo de una pipa, y coronado con su bohordo de tres hermosas flores encarnadas.
Despues de admirarlo y agradecerla suficientemente, le dije: -?Que favor le vas a pedir a la Virgen, Monica, cuando le hagas esta ofrenda??Que te cuide a tu novio en la guerra? -?No, senor! No tengo ninguna ofrenda que hacer ni favor que pedir. Son pa mi tia; le ofreci traerle algunas porque… yo queria encontrarlo a uste aqui. -?Encontrarme a mi, Monica…, para que?
- Pa pedirle que me contara un cuento, senor -dijo ruborizandose y mirandome timidamente la cara. -?Ay, Monica, me parece que ya hemos tenido bastantes cuentos! Acuerdate como la pobre Anita esta manana se arranco de la casa para ir a buscar a una companera en la neblina.
- Ella es una chiquilla; yo soy una mujer.
- Pero, Monica, seguramente has de tener algun novio que estaria celoso si llegase a saber que habias venido a este lugar solitario para oir cuentos de los labios de un extrano.
- Naides jamas sabra que yo lo he encontrao a uste aqui -repuso muy turbada, pero al mismo tiempo con insistencia.
- He olvidado todos mis cuentos, Monica…
Entonces, senor, ire a buscarle otro ramo de azucenas mientras uste piensa en uno pa contarme… -?No, Monica, no! No debes buscarme mas ramos de azucenas. Mira, te devolvere estas que me diste…; -y en diciendo esto, las arregle en su cabello, donde haciendo contraste con su negro pelo, se veian hermosisimas y le daban un nuevo encanto a la muchacha-.?Ay, Monica, te ponen demasiado linda!… Dejame quitartelas otra vez…
Pero por nada quiso permitir que se las sacara.
- Aura lo dejo pa que piense en algun cuento que contarme… -dijo, poniendose como una grana y volviendose para irse.
Entonces le tome las manos e hice que me volviera la cara. -?Escucha, Monica!?Sabes que estas azucenas estan llenas de algun misterioso encanto??Mira lo rojas que estan!; es el color de la pasion, porque han estado empapadas de ella, y me han vuelto fuego el corazon!…?Monica te prevengo que si me traes mas flores, te contare un cuento que te hara estremecer de susto…, estremecer corno las hojas de este sauce, y ponerte tan palida como las neblinas del Yi…
Sonrio a mis palabras; su sonrisa fue como un rayo de sol que atravesando el follaje banara su rostro. Entonces, con una voz que era casi un susurro, pregunto: -?De que sera el cuento, senor? ?Digame!, asi sabre si traerle azucenas o no…
- El cuento, Monica, sera de un joven extrano que se encuentra con una hermosa y palida muchacha bajo unos sauces; sus ojos oscuros clavados en el suelo y con un ramo de azucenas coloradas en la mano; y como esta muchacha le pidio al joven que le contase un cuento, y el no pudo hablarle sino de amor.., amor.., amor…
Cuando acabe de hablar, retiro sus manos suavemente de las mias y se alejo, desapareciendo entre los arboles, sin duda para escaparse de mi, temblando de susto a mis palabras, cual una gamita espantada del cazador.
Asi lo crei por el momento. Pero no!; alli a mis pies estaban las azucenas que habia recogido para la Virgen, y, ademas, cuando dirigio por un instante sus timidos ojos oscuros a los mios, no era reprensora su mirada; por el contrario, a pesar de precaveria, habia ido a buscar mas de aquellas peligrosas flores coloradas para darmelas a mi…
No fue entonces, mientras la esperaba con el corazon palpitante, sino despues, en momentos de mas calma, siendo ya Monica solo un bonito cuadro en la memoria, cuando compuse las siguientes lineas. No soy tan vanidoso para creer que posean algun merito literario, y has introduzco aqui principalmente para dar a conocer al lector el modo que se pronuncia el bonito nombre de aquel arroyo oriental, que hasta hoy lo conserva en recuerdo de una raza extinguida.
Palido el rostro y silenciosa Viendose tan hermosa Bajo los sauces me esperaba.
Sonriente, tremula y ruborosa,
Cual los sauces de graciosa.
Me esperaba la muchacha del Yi.
Como el sauce estremeciase,
Mas no huyo de mi. Sus ojos de paloma A sus blancos pies miraban Que por la hierba se asomaban.
Blancos eran tus pies, ?Oh muchacha del Yi!
En sus manos un ramo llevaba De encarnadas azucenas; con tres de ellas Sus negras trenzas adorne. ?Que brillantes se veian!
Alza a los mios tus ojos oscuros ?Porque te quiero!?Oh muchacha del Yi!