X

ASUNTOS RELACIONADOS CON LA REPUBLICA

DESPUES del almuerzo dije adios de muy mala gana a la carinosa pareja en cuyo rancho me habia cobijado y con una ultima, larga y codiciosa mirada a la hermosa Margarita, monte mi caballo. No bien me hube sentado en la silla, Marcos Marco, que tambien estaba de viaje en el nuevo caballo que le hablan prestado, dijo: -?Uste va a Montevideo, amigo!; yo tambien voy en esa direccion y lo llevare por el camino mas corto.

- El mismo camino me servira de guia -dije secamente.

- El camino es como un pleito; muchos rodeos, trampas y muy largo. Solo sirve pa los viejos que apenas ven y pa los carreteros con sus carretas.

Vacile entre si aceptar o no, como guia, a este extrano individuo que mostraba tanta agudeza bajo su lerdo y rustico exterior. La combinacion de humildad y desprecio en su lenguaje, cada vez que me dirigia la palabra, me tenia receloso; ademas, su aspecto de indigencia y sus furtivas miradas tambien eran muy sospechosas. Mire a Batata, que estaba parado a un lado, pensando que me dejaria guiar por la expresion de su semblante; pero tenia aquella inexpresiva cara oriental que jamas revela nada. Una antigua regla del whist consiste en jugar triunfo cuando se esta en duda y cuando tengo que escoger entre uno de dos rumbos y estoy indeciso, mi norma es tomar el mas aventurado. Obrando con arreglo a este principio, resolvi ir con Marcos, y, de consiguiente, juntos nos pusimos en marcha.

Luego, mi guia empezo a travesar el campo, alejandose mas y mas de la carretera y llevandome por sitios tan solitarios, que por ultimo comence a sospechar que debia tener algun proposito malintencionado contra mi persona, puesto que no llevaba nada de valor que mereciese robarse.

Despues me sorprendio, diciendome: -;Tuvo mucha razon, mi joven amigo, de desechar aquellos vanos temores y aceptar mi compania!?Por que permite uste que aura guelvan turbarlo? Los hombres de su pais jamas me han hecho ningun dano que yo tenga que vengar.?Podria yo hacerme joven derramando su sangre o Sacaria algun provecho cambiando estos trapos que llevo puestos por su ropa que tambien esta vieja y gastada??No, no, senor ingles! Esta ropa que visto con pacencia en mis sufrimientos y destierro, que me cubre de dia y en la cama de noche, luego sera trocada por un traje mas vistoso que el que uste lleva puesto.

Sus palabras me aliviaron bastante, y me hizo sonreir el ambicioso sueno del pobre diablo de vestir la mugrienta casaca colorada del soldado, pues suponia que fuera a eso a lo que se referia. No obstante, seguia intrigandome considerablemente su camino mas corto a Montevideo. Durante dos o tres horas habiamos estado caminando casi paralelamente a una cuchilla que se extendia a mano izquierda hacia el sudeste; pero, poco a poco, nos ibamos acercando a ella y desviandonos adrede de nuestro camino, con el solo intento, al parecer, de atravesar un campo sumamente dificil y solitario. A nuestra derecha, muy en lontananza, veianse empingorotadas sobre los mas altos sitios de aquella vasta soledad, las casas de las pocas estancias que pasabamos. Por donde ibamos no habla viviendas de ninguna especie, ni aun siquiera el puesto de un pastor; el terreno seco y pedregoso estaba cubierto de un ralo algarrobal y pasto quemado por los calores del verano; y en medio de esta arida region, descollaban las cuchillas, viendose sus desnudas laderas de color de cafe, singularmente agrestes y solitarias bajo el sol abrasador del mediodia.

Apuntando al campo raso a nuestra derecha, donde divisaba el azulino reflejo del agua de algun rio, dije:

- Amigo, puedo asegurarle que no lo digo por miedo, pero no puedo comprender por que sigue caminando atracado a estas cuchillas, cuando aquella canada de alla habria sido tanto mas agradable para nosotros y, al mismo tiempo, mas facil para nuestros caballos.

- No hago nada sin tener una razon, dijo Marcos, con una curiosa sonrisa-; el agua que uste ve alla es el rio de las Canas4 , y los que bajan a sus canadas envejecen antes de tiempo.

Conversando de rato en rato, pero las mas de las veces en silencio, caminamos al trotecito hasta eso de las tres de la tarde, cuando de repente, al orillar un aspero monte, salio de el una cuadrilla de seis hombres armados, y torciendo, vinieron directamente hacia nosotros. Una mirada basto para imponemos que eran soldados o policia montada, que recorrian el campo buscando reclutas, o, por mejor decir, desertores, criminales y vagabundos de toda especie. Yo no tenia nada que temer, pero una exclamacion de furia escapo de los labios de mi companero, y, volviendome a el, note la palidez cenicienta de su semblante. Me rei, porque la venganza es dulce, y todavia me picaba la manera desdenosa con que me habia tratado un poco antes, aquella misma manana. -?Es tanto el miedo que les tiene? -?No sabe lo que uste dice, nino! -repuso ferozmente-.?Cuando haigas pasao por el infierno que he pasao, y dormido tan tranquilamente como yo, con un cadaver de almohada, aprenderas a sujetar tu impertinente lengua cuando le hablas a un hombre!

Una mordaz respuesta estuvo a punto de salir de mis labios, pero al fijarme en el rostro de Marcos, me quede callado… tenia la expresion de algun animal salvaje acosado por los perros.

Al momento llegaron los hombres a medio galope, y uno de ellos, el jefe, dirigiendome la palabra, me pidio mi pasaporte.

4 El rio al que el autor se refiere es indudablemente el arroyo de las Canas. Hudson, desde los quince anos, acostumbro llevar un libro de apuntes, y probablemente, al pasar por dicho arroyo creyo que el rio se llamaba de las Canas y asi lo anoto, dando lugar a que figurase en esta novela el mencionado incidente. - N. del T.

- No traigo pasaporte -repuse-. Mi nacionalidad es proteccion suficiente; pues, como usted ve, soy ingles.

- En cuanto a eso, amigo, solo tenemos su palabra -dijo el hombre-. Hay un consul ingles en la capital que provee a todos los subditos ingleses de pasaportes para su proteccion. Si uste no tiene uno, tendra que sufrir las consecuencias y nadie tendra la culpa sino uste mismo. Lo unico que yo veo es a un joven, con todos sus miembros intactos, y de tales ha menester la republica. Ademas, uste habla como uno que ha nacido bajo este cielo. Tiene que venir con nosotros.

- No pienso ir con ustedes.

- No diga eso, patroncito -dijo Marcos, sorprendiendome sobremanera el cambio de tono y conducta que ahora mostraba para conmigo-; ricuerdese que le dije, hace un mes, que era muy imprudente salir de Montevideo sin nuestros pasaportes. Este oficial esta cumpliendo las ordenes que ha recibido, pero podria ver que somos lo que decimos. -?Vaya! -exclamo el oficial, volviendose a Marcos-. Conque vos sos, supongo, tambien un ingles sin pasaporte,?eh? Por lo menos, podrias haberte provisto de un par de ojos azules de porcelana y una barba rubia para disfrazarte un poco mejor.

- Yo soy un pobre hijo del pais, nomas -dijo Marcos humildemente-. Este joven ingles anda buscando una estancia que quere comprar, y yo vine con el de la capital en calida de pion. Jue un descuido muy grande de nuestra parte no haber otenido nuestros pasaportes antes de venir.

- Entonces, por supuesto, este joven ha de tener bastante dinero en los bolsillos -dijo el oficial.

No me hacian maldita gracia las mentiras que se habia permitido decir Marcos respecto de mi, pero, al mismo tiempo, no sabia cual pudiera ser el resultado si las desmintiera. Por lo tanto, dije que no era tan leso para viajar por un pais como la Banda Oriental, con plata en los bolsillos, anadiendo: -Tengo mas o menos lo suficiente para comprar el pan con queso que necesite hasta llegar al fin de mi viaje.

- El Gobierno de este pais es muy generoso -dijo el oficial sarcasticamente- pagara todo el pan con queso que usted necesite. Tambien le dara carne. Ahora es preciso que ustedes dos vengan conmigo al juzgado de Las Cuevas.

Viendo que no habia remedio, acompanamos a nuestros aprehensores al galope por el aspero y ondulante campo, un pueblucho sucio y miserable, que consistia en unos cuantos ranchos alrededor de una gran plaza poblada de maleza. A un lado de la plaza se hallaba la iglesia, y al otro, un cuadrado edificio de piedra con un asta de bandera sobre la puerta de calle. Este era el juzgado; sus puertas estaban cerradas y no habia otra sena de vida mas que un viejo que no parecia tener donde caerse muerto, arrimado a una de las puertas, con sus piernas desnudas color de caoba estiradas al sol abrasador. -?Esto si que esta bueno! -exclamo el oficial, echando maldiciones-. Estoy por soltar a los presos. -?Nada perdera haciendolo, a menos que sea una jaqueca! -dijo Marcos.

- Callate!?Que te mete a vos a dar tu opinion! -dijo el oficial, reventando de rabia.

- Encierrelos en el calabozo, teniente, hasta que venga el juez manana -sugirio el viejo arrimado a la puerta, Saliendo su voz de entre una matosa barba y una nube de humo de su cigarrillo. -?Que no sabes vos, viejo tonto, que la puerta esta rota? -dijo el oficial-.?De mucho nos serviria encerrarlos! Aqui estoy yo descuidando mis propios intereses para servir al pais, y asi es como me tratan. No hay mas remedio que llevarlos a la casa del juez y que el los atienda. ?Adelante, muchachos!

Nos llevaron, entonces, a una media legua de Las Cuevas, donde vivia el juez con su familia. Su residencia era una casa de estancia, sucia y muy descuidada, con numerosos perros, gallinas y chiquillos en rededor. Nos desmontamos y se nos condujo inmediatamente a una gran sala en la que encontramos al magistrado sentado a una mesa cubierta de papeles. Dios sabra de que trataban!

El juez era un hombrecillo de escasa talla, de enjutas facciones, bigotes y barbas encanecidos, tiesos como cerdas y erizados como los mostachos de un gato; y sus ojos, o, por mejor decir, uno de ellos -pues sobre el otro llevaba atado un panuelo de algodon- chispeaba de rabia. No bien hubimos entrado, se abalanzo a la pieza en pos de nosotros una gallina seguida por su cria de una docena de pollitos; estos se distribuyeron inmediatamente por el suelo en busca de migas, mientras que la madre, mas ambiciosa, volo sobre la mesa, desparramando los papeles a derecha y a izquierda con el viento que produjo. -?Que mil demonios se lleven a estas malditas aves! grito el juez, levantandose enfurecido-. ?Mira, hombre!?Anda a buscar a tu patrona y traela paca en el acto!?Decile que yo mando que venga!

Esta orden fue cumplida por la persona que nos habia anunciado, un tipo mugriento, de cara atezada, vestido con un andrajoso uniforme de soldado; y en dos o tres minutos volvio seguido por una mujer gordinflona muy desalinada, apareciendo, sin embargo, de muy buen humor, y que en llegando, se dejo caer enteramente rendida en una silla. -?Que pasa, Femando? -pregunto, respirando con dificultad. -?Que pasa??Como podes tener la desfachatez, Toribia, de hacerme esa pregunta??Mira nomas el revoltijo que han hecho tus malditas gallinas con mis papeles!…?Papeles que atanen a la seguridad de la Republica!?Que medidas vas a tomar,?mujer!, para que esto no se vuelva a repetir antes que yo haga matar a todas tus gallinas? -?Pero, Fernando!?Que queres vos que yo haga, hijo??Tendran hambre, supongo! Yo que creia que me habrias hecho llamar para pedirme mi opinion respecto a estos prisioneros…?Pobres infelices!?Y aqui me traes vos con tus gallinas!

La apacibilidad de Dona Toribia obro como aceite sobre las llamas del furor de su marido. Este se abalanzo por la sala aqui y alla, volteando las sillas a patadas, y lanzandoles a los pollos reglas y pisapapeles, con intento, al parecer, de matarlos, pero con pesima punteria, gritando, alzandole la mano a su mujer, y cuando ella se reia, amenazandola con meterla en el cepo por contumacia. Por ultimo, despues de grandes dificultades, se consiguio hacer salir a todos los pollitos, y se puso al sirviente que guardara la puerta, con ordenes terminantes de degollar al primero que procurase entrar mientras se tomaban las medidas del caso. Habiendose restablecido el orden, el juez encendio un cigarrillo y empezo a serenarse. -?Proceda!-dijo al oficial desde su silla al lado de la mesa. -?Senor juez! -dijo el oficial-. Cumpliendo con mi deber, he prendido a estos dos forasteros que andan sin pasaporte u otro documento cualquiera que compruebe lo que dicen. Segun lo que cuentan, el joven este es un millonario ingles que anda por el pais comprando estancias, y el otro, su pion. Hay veinticinco razones para no creerles jota de lo que dicen; pero no tengo el tiempo ahora para darselas a conocer. Habiendo encontrado cerradas las puertas del juzgado, los he traido para aca a costa de grandes inconvenientes; y ahora solo estoy esperando que uste despache este asunto, sin mas demora, para tener un poco de tiempo y atender a mis propios asuntos. -?No me trate uste tan perentoriamente, senor oficial!?Que se figura uste que yo no tengo tambien asuntos particulares que atender, o que el Gobierno les da de comer y viste a mi mujer y a mis hijos??No, senor!?Sere el sirviente de la republica, pero no el esclavo!; y permitame hacerle presente, senor oficial, que los asuntos oficiales deben despacharse durante las horas de oficina y en su propio lugar. -?Senor juez! -dijo el oficial-. Soy de opinion que un magistrado civil nunca debiera meterse en asuntos que incumben mas propiamente a las autoridades militares; pero ya que estos asuntos se arreglan de otro modo, y que tengo la obligacion de venir, en primer lugar, con mis informes a uste, estoy aqui solo para saber -sin meterme en ninguna discusion acerca del puesto que ocupe uste en la republica-?que es lo que debe hacerse con estos dos hombres que le he traido? -?Que debe hacerse con ellos??Mandelos al mismo diablo si quiere!?Deguellelos, sueltelos, haga lo que le de la gana, puesto que uste es el responsable de ellos y no yo! Y tenga la mas completa seguridad, senor oficial, que no dejare de pasar un informe respecto al lenguaje insubordinado que uste se ha permitido usar con sus superiores. -?No me asustan de ningun modo sus amenazas, senor Juez! -respondio el oficial-; porque no es posible ser culpable de insubordinacion contra una persona a quien no se le tiene la menor obligacion de obedecer. Y ahora, senores -anadio el oficial-dirigiendose a nosotros-, me han aconsejado que los ponga en libertad;?pueden seguir viaje!

Marcos se puso apresuradamente de pie. -?Sentate, hombre -grito el enfurecido magistrado, y el pobre Marcos, muy cabizbajo, volvio a sentarse-. Senor teniente -continuo el iracundo viejo-: puede uste retirarse. La republica que uste pretende servir, estaria, quizas, igualmente bien servida sin su valiosa cooperacion.?Vayase, senor, a atender sus asuntos particulares y deje aqui a sus hombres para que cumplan mis ordenes!

Se levanto el oficial, y despues de hacer una profunda e ironica reverencia, giro sobre los talones y salio de la pieza.

- Lleven a estos dos hombres y metanlos en el cepo-prosiguio el pequeno despota-, pues los interrogare manana.

Dos de los soldados llevaron a Marcos para afuera, pues habia en un galpon cerca de la casa uno de aquellos aparatos de madera en el que encepaban a los presos durante la noche. Pero cuando los otros me agarraron los brazos, me repuse del asombro que me habia producido la orden del juez, y los empuje bruscamente a un lado. -?Senor juez -dije, dirigiendome a el-, permitame aconsejarle que piense muy bien lo que esta haciendo. Mi acento debiera convencer seguramente a cualquier ser razonable de que no soy natural de este pais. No tengo el menor inconveniente en quedar bajo su custodia, o en ir adonde quiera mandarme; pero sera preciso que sus hombres me hagan anicos antes que me obliguen a pasar por la humillacion de meterme en el cepo. Si usted me maltrata de cualquier modo, le advierto que el Gobierno que usted sirve, solo le reprendera, y quiza le arruine por su imprudente celo.

Antes que pudiese contestar, su rolliza esposa, a quien, al parecer, yo habia caido muy en gracia, intervino, y persuadio al pequeno salvaje de su marido que no me encepara. -?Muy bien! -dijo-; por ahora puede considerarse mi huesped; si uste me ha dicho la verdad respecto a quien es, un dia de detencion no puede hacerle ningun dano.

Mi amable intercesora, entonces, me condujo a la cocina, donde todos nos sentamos a tomar mate y a conversar hasta ponernos de buen humor.

Empece a compadecerme del pobre Marcos, pues hasta un inutil vagabundo, segun lo parecia ser, se hace objeto de compasion una vez que le sobreviene alguna desgracia, y, por lo tanto, pedi permiso para ir a verle. Este me fue concedido muy voluntariamente. Le encontre encerrado en un gran galpon desocupado cerca de la casa; estaba provisto de un mate y una pava con agua caliente, y chupaba su cimarron con aire de estoica impasibilidad. Las piernas, metidas en el cepo, las tenia estiradas por delante; pero supongo que estaria acostumbrado a posturas incomodas, porque no parecia importarle gran cosa. Despues de expresarle mi simpatia de un modo general, le pregunte si realmente podria dormir en esa posicion. -?No! -repuso indiferentemente-, pero ha de saber, nino, que no me importa que me haigan tomao preso. Supongo que me mandaran a la comendancia y despues de unos cuantos dias me pondran en liberta. Soy gueno pa trabajar a caballo, y no ha de faltar algun estanciero que necesite un pion, que me saque.?Quiere hacerme un pequeno servicio, amigo, antes dirse a acostar?

- Como no -repuse-, si es que puedo.

Medio se rio y me miro con. una curiosa y penetrante mirada y tomandome la mano le dio un fuerte apreton. -?No, no mi amigo! No voy a incomodarlo pidiendole que haga algo por mi -dijo-. Tengo un genio del demonio, y hoy dia, en un momento de rabia, lo insulte a uste. Por consiguiente, me sorprendio cuando lo vi dentrar aqui y hablarme tan amablemente. Le hice esa pregunta solo porque queria saber si la simpatia que me ha mostrao era solo por encima; porque los hombres con que uno se encuentra son generalmente como el ganao vacuno. Cuando cai uno de ellos, sus companeros del potrero solo se acuerdan de sus ofensas pasadas y corren a aporrearlo.

Me sorprendio su manera; no parecia ahora el mismo.Marcos con el que habia viajado aquel dia.

Impresionado por sus palabras, me sente en el cepo frente a el y le pedi que me dijera en que podia servirle. -?Pues amigo repuso-, uste ve que el cepo esta asegurao con un candao. Si uste consiguiese la llave y me sacara de aqui, podria dormir muy bien; entonces, tempranito por la manana, antes que se levante aquel viejo loco, tuerto de un ojo, uste podria venir y echarle llave al cepo otra vez.

Naides lo sabria. -?Y usted no procurara escaparse? -?Escaparme yo? No tengo e! menor deseo de escaparme…-Y en todo caso, aunque quisiera, no podria hacerlo, porque naturalmente la pieza quedara con llave. Pero aunque yo estuviera dispuesto a hacer lo que usted me pide,?como podria conseguir la llave?

- Eso es un asunto muy facil: pidasela nomas a la senora que se la de.?Cree uste que no vi con que ojos se lo comia? Sin duda la haria recordar a algun pariente ausente, tal vez a algun sobrino favorito. Estoy seguro que no le negara nada que sea razonable; y una buena accion. amigo, aunque sea al hombre mas pobre, jamas se pierde.

- Lo pensare -dije, y luego le deje.

Era una noche sofocante de calor, y haciendose inaguantable la atmosfera pesada y llena de humo de la cocina, sali afuera y me sente sobre un tronco de arbol. Aqui pronto me siguio el viejo juez en su caracter de amable dueno de casa, y platico durante una media hora sobre encumbrados asuntos de la republica. Despues salio su mujer, v diciendole a su marido que el aire de la noche podria hacerle dano al ojo irritado, lo persuadio a que entrase. Entonces ella se sento a mi lado, y empezo a hablarme del genio tan endemoniado de Fernando y de las muchas penas que tenia que pasar. -?Pero que joven tan serio es uste! -dijo, cambiando subitamente de tono-.?Reserva uste todos sus requiebros y chistes solo para las senoritas jovenes y bonitas? -?Ay, senora! -repuse-; usted misma es joven y bonita a mis ojos; pero no tengo el animo de estar alegre cuando mi pobre companero de viaje esta metido alla en el cepo, donde su despiadado marido me habria puesto, a no ser por su muy oportuna intervencion. Usted que tiene tan buen corazon, senora,?no podria conseguir que le saquen a Marcos sus adoloridas piernas del cepo, para que asi pase una buena noche? -?Ay, amiguito de mi alma! -respondio-, eso si que no me atrevo a hacer. Fernando es un monstruo de crueldad y me arrancaria los ojos de la cara sin el menor remordimiento.?Ay, pobre de mi!?Lo que tengo que sufrir! -y aqui puso su rolliza mano en la mia.

Retire la mano con cierta tiesura; un diplomatico hecho y derecho no podria haber manejado la cosa con mas tino.

- Senora -agregue-, usted se burla de mi. Despues de haberme hecho aquel senalado servicio, ?es posible que me vaya a negar esta pequenez que le pido ahora? Si su marido es el tirano tan terrible que me dice que es, seguramente podria hacer esto sin contarselo a el. Permitame sacar a mi pobre Marcos del cepo, y le doy mi palabra de honor que el juez jamas lo sabra; porque me levantare manana de madrugada y yo mismo le echare llave al candado antes que su marido se haya levantado de la cama. -?Y cual va a ser la recompensa? -pregunto, colocando otra vez su mano en la mia.

- La profunda gratitud y devocion eterna de este corazon, senora -repuse, sin retirar esta vez, la mano. -?Como podria negarle lo que quiera a mi nino lindo? -murmuro-. Despues de la cena le pasare la llave a escondidas; ire ahora mismo a buscarla a su pieza. Antes que se acueste Fernando, pidale permiso para ver a su Marcos, y digale que quiere llevarle un poncho con que abrigarse, o tabaco, o cualquier cosa; y no deje que el sirviente vea lo que esta haciendo, porque el estara esperando a la puerta para echarle llave al galpon cuando uste salga.

Despues de cenar, me paso disimuladamente la llave, y no tuve la menor dificultad en librar a mi infortunado amigo. Por Suerte, el sujeto que me condujo donde Marcos, nos dejo solos un buen rato y tuve tiempo de referirle mi conversacion con la mujer gorda.

Se puso de pie, y, tomandome la mano, me dio un fuerte apreton que casi me hizo gritar de dolor. ? Mi buen amigo! Uste tiene un alma noble y generosa, y me ha hecho el servicio mas grande que un hombre podria hacerle a otro. En realidad, uste me…me ha puesto aura en condicion de…de gozar del reposo de esta noche. Muy guenas noches y que los angeles del cielo me permitan algun dia pagarle su guena acion.

Me parecio que el sujeto exageraba un poco; cuando vi que estaba encerrado seguramente bajo llave, volvi a la cocina caminando muy depacio y pensativo.