XXVI

C L E T A

DESPUES de separarme de Santos, camine hasta que llegue a un monte como a veinte cuadras al este de la carretera, y atravesandolo examine el paisaje al otro lado. La unica habitacion en la vecindad era el solitario rancho de un pastor, situado en un Ilano abierto y poblado de amarillentos pastos, en el que pacia una majada deovejas, esparcidas aqui y alla, y algunos caballos. Resolve quedarme en el monte hasta mediodia, en seguida ir al rancho a almorzar, y ponerme a buscar, en las cercanias, un caballo y una silla de mujer. Despues de desensillar mi caballo y de atarle a un arbol en cuyo rededor crecia algun pasto y otras hierbas, encendi un cigarro y me tendi comodamente a la sombra sobre mi poncho. Luego llego de visita una bandada de urracas, ave graciosa y locuaz, semejante a la urraca europea, pero de cola mas larga y pico rojo abultado. Estas aves mal criadas se ocultaron entre las ramas sobre mi cabeza todo el tiempo que permaneci en el monte. Me rineron tan incesantemente con sus agudas notas ensordecedoras, que se alternaban con estridentes pifias y quejidos que apenas pude oirme ni aun pensar Luego, lograron atraer al lugar a todas las otras aves al alcance del oido para que tomasen parte en la demostracion. Esto era, por poco decir, sumamente desrazonable de parte de ellas, pues era ya bien pasada la epoca en que se crian, de modo que no podia alegarse, en defensa de su gros era conducta, la solicitud maternal.

Los otros pajaros -tangaras, mixtos y tiranos rojos, blancos, azules, grises, amarillos y de mezclados colores- eran, debe confesarse, menos fastidiosos, por que despues de dar algunos saltitos, gritos, chirridos y gorjeos, ellos muy atinadamente se alejaron, pensando, sin duda, que sus amigas las urracas estaban metiendo demasiada bulla sin haber para que. Mi unica visita mamifera fue un mataco que vino caminando muy de prisa en mi direccion; semejaba singularmente a un caballerito anciano, cargado de espaldas, en una vieja leva, trotando activamente, aqui y alli afanado en algun negocio muy importante. Avanzo hasta unos tres metros de mis pies; entonces, se detuvo, y parecio estar asombrado sobremanera de mi presencia; me examino, pestaneando con sus ojuelos leganosos y semejando, aun mas que antes, un caballero anciano y andrajoso. En seguida se fue al trote por entre los arboles para luego volver otra vez y hacer una segunda inspeccion; despues de eso estuvo yendo y viniendo hasta que, inadvertidamente prorrumpi en una fuerte carcajada; asi que sucedio esto, se escabuIlo alarmadisimo y no volvio mas Senti haber asustado a este tipo, tan divertido y original, pero me hallaba en ese estado de animo excesivamente jovial en que uno revienta de risa a la menor provocacion.?Y sin embargo, aquella misma manana, la suplica de la pobre Demetria me habia conmovido hasta el fondo el alma, y en ese preciso momento estaba embarcado en una aventura sumamente quijotesca y, quizas, aun hasta peligrosa!?Acaso el hecho mismo de tener por delante aquella aventura me habria producido en la mente un efecto estimulador, e impedia que estuviese triste o que aun me portara con circunspecta seriedad!

Despues de pasar un par de horas a la amena sombra, el humo azulino que ascendia desde el rancho me anuncio que se aproximaba la hora del almuerzo. Ensille mi caballo y fui a hacer mi visita de manana, aclamando las urracas mi partida con estrepitosas y burlonas pifias y silbidos, como para avisarles a sus otros amigos emplumados que, por ultimo habian logrado hacerme insoportable su querencia.

En el rancho me recibio un moceton de aspecto un tanto arisco, de pelo largo y bigotes negros, con un panuelo morado de coton canido en la frente, en vez de sombrero. No parecia estar muy contento con mi visita, y me convido a que me apeara con cierta aspereza. Le segui a la cocina, donde su morena mujercita estaba preparando el almuerzo, y luego que la vi, colegi que fuera su hermosura la que motivaba su manera inhospitalaria para, con un extrano Era extraordinariamente bonita, con una piel morena suave y seductora, y unos labios de boton de rosa entreabiertos, de un rico color purpureo y cuando reia que era a menudo, sus dientes relucian come perlas. Su pelo crespo de negro azabache colgaba suelto y en desorden, pues parecia una lindura muy descuidada; pero cuando me vio entrar en la pieza se sonrojo sacudio su abundante cabellera y en seguida, se toco cuidadosamente los aros que pendian de sus orejas, como para cerciorarse de que se hallaban bien seguros, y quizas fuera para atraer mi atencion hacia ellos. Las miradas frecuentes que me lanzaban sus rientes ojos oscuros luego me convencieron, de que era una de aquellas encantadoras mujercitas -encantadoras, eso es, cuando son la esposa de otro- que jamas estan conformes con solo la admiracion del marido.

Habia acertado muy bien la hora de mi Ilegada, pues el cordero asado sobre las brasas comenzaba a adquirir un color dorado oscuro, y estababa despidiendo una deliciosisima fragancia. Durante el almuerzo, que. se sirvi6 en seguida, entretuve a mis oyentes, como asi a mi mismo, contandoles algunas inocentes mentiras, y comence por decirles que venia de vuelta de Montevideo a Rocha.

El pastor me advirtio sospechosamente, que no me haIlaba en el camino a Rocha. Repuse que lo sabia y les explique que habia tenido un percance la noche anterior, trayendo como resultado el que me extraviara del camino. Hacia muy pocos dias prosegui, que me habia casado; al decir yo esto el pastor se mostro muy aliviado mientras que la picaruela de su mujercita, parecia perder, de repente todo su interes en mi.

- Como mi mujer es sumamente aficionada a andar a. caballo -continue-, ha estado muy empenada en que le compre una silla de montar; asi que teniendo que ir a la ciudad por negocios, le compre una. Ayer por la noche volvia con la silla puesta sobre un caballo de tiro que conducia -el de mi mujer, desgraciadamente-, cuando me detuve a comer algo en una pulperia por el camino. Mientras comia un pedazo de pan con salchichon, un borracho que alli se ballaba, empezo muy imprudentemente a prenderles fuego a unos cohetes, asi que algunos de los caballos atados al palenque se espantaron, rompieron las riendas y escaparon. Con ellos, escapo, tambien con la silla puesta, el de mi mujer, asi que montando en el acto mi caballo, sali tras e1 a escape, pero no logre alcanzarlo. Por ultimo se junto con una caballada y espantandose esta huyo con ellos; le segui algunas leguas, hasta que le perdi de vista en la oscuridad.

- Si su mujer, amigo, tiene la mesma disposicion que la mia -dijo, con una tristona sonrisa-, uste habria seguido a ese caballo con la montura de mujer, hasta el mesrno infierno.

- Lo que si puedo decir -repuse, gravemente-, es esto: que sin silla de mujer, buena o mala, no me presentare delante de ella. Pienso preguntar en cada casa por el camino de aqui a Lomas de Rocha, hasta que encuentre una que este en venta.

- Y cuanto daria uste? -presento el. pastor, empezando a interesarse.

- Eso depende del estado en que se encuentre. Si esta como nueva, daria lo que costo y otros dos pesos encima.

- Yo se de un recao de mujer que Costo diez pesos hace un ano y que jamas ha sido, usao. Pertenece a una vecina nuestra que vive como a tres leguas de aqui. y me parece que lo venderia.

- Digame donde seta la casa e ire directamente y le ofrecere doce pesos por e1. -?Hablas vos del recao de na Petrona, Antonio? -le presento su mujercita-. Ella lo venderia por lo que pago…, tal vez hasta por ocho pesos.;Ay, cabecita de chorlo!?Por que no pensaste vos en ganarte tuita. esa comision? lEntonces, podria haberme comprao yo un par de zapatillas y mil otras cosas! -!Vos nunca estas Contenta, Cleta! -repuso su marido-.?No tenes puestas las zapatillas?

Levanto y mostro un bonito pie encerrado en una zapatillita un tanto estropeada. Entonces, sonriendo, la lanzo con un movimiento de pie en su direccion. -?Toma! -dijo-, colgatela del pescuezo y guardala… ?tiene tanto valor!… Y cuando vayas otra vez a Montevideo, y queras lucirte ante todo el mundo, ponetela en el dedo gordo del pie. -?Quien espera oir razon de una mujer? -dijo Antonio encogiendose de hombros. -!Razonl Vos no tenes mas sesos que un pato, Antonio! Podrias haberte ganao esa plata, pero vos nunca podras ganar plata como otros hombres, y por eso te hallaras siempre pobre como]as aranas.

Yo ya he dicho esto muchas veces y solo espero que no lo olvides, porque en adelante pienso hablar de otras cosas. -?De ande podria haber sacao yo los diez patacones y pagarle el recao a na Petrona? -repuso su marido, enojandose.

- Amigo -dije-, si usted me puede conseguir la silla, es justo que usted gane algo. Aqui tiene los diez pesos, y si me]a compra, le dare dos pesos mas para usted.

Quedo felicisimo con esa oferta, y Cleta, la Volatil dio palmadas de regocijo. Mientras Antonio se preparaba para ir donde su vecina en busca de la montura, Sali en direccion de un solitario algarrobo como a unos cincuenta pasos del rancho y tendiendo mi poncbo en el suelo a]a sombra, me acoste a dormir la siesta.

No bien se hubo alejado el pastor, cuando seni un gran ruido que venia de la casa, como si estuvieran dando golpes a una puerta y a pailas de cobre, pero no hice caso, suponiendo que fuese Cleta, ocupada en algun quehacer domestico excepcionalmente ruidoso. Por ultimo oi una voz que me llamaba:!Senor!!Senor!

Me levante y me dirigi a la cocina, pero no habia nadie De subito, alguien golpeo fuertemente a la puerta de comunicacion que daba a]a pieza contigua. -Ay, amiguito mio! -exclamo la voz de Cleta, detras de la puerta-, mi bribon de marido me ha encerrado aqui…?cree uste que podria sacarme? -?Y por que te ha encerrado? -le pregunte. -?Que pregunta!?Por que ha de ser sino de lo puro bruto que es? Siempre que sale lo, hace…?no le parece a uste una barbaridad?

- Solo prueba lo mucho que te quiere -repuse. -?Es tan cruel uste que vaya a defenderlo? Y yo que creiba que uste tenia guen corazon…!y tan guen mozo tambien! Apenas lo vide, dije yo pa mis adentros:!Ay!!Si mi hubiese casao con ese hombre que feliz habria sido mi vida!

- Te doy las gracias por tu buena opinion, Cleta. Siento en el alma que estes encerrada alla adentro, porque me impide ver tu bonita cara. -?Ah!?Uste la encuentra bonita? Entonces, tiene que sacarme de aqui dentro. Aura me he hecho un mono y me veo mas bonita que cuando uste me vio. -?No, no! Te veo mas bonita con el pelo suelto! -?Pues, me lo soltare otra vez! -exclamo-!Si!!Tiene uste razon, ansi se ve mejor! Es lo mesmo que seda, no? ?Lo dejare que lo toque pa. que vea, cuando me saque de aqui!

- Pero eso no puedo hacerlo, Cletita mia. Tu Antonio se ha Ilevao la llave. -!Oh, que hombre tan brutol No me ha dejao ni una sola gota de agua aqui dentro y me estoy muriendo de se.?Que hago? iMire! Le pasare la mano por aqui debajito de la puerta pa que uste sienta. lo caliente que esta; estoy que me quemo viva en este horno del calor y la se que tengo.

Luego aparecio a mis pies su manita morena, habiendo entre el piso y la puerta suficiente espacio por donde pasarla. Me incline y la tome en la mia, encontrandola humeda y caliente, con el pulso latiendo con suma rapidez. -?Pobrecita! -dije-, ehare un poco de agua en un plato y te lo pasare por debajo de la puerta. -!Que malo es uste pa insultarme de esa manera! -exclamo-.?Es que me toma uste por un gato?

Estoy que me ahogo… no puedo respirar. jPodria Ilorar a mares!-; aqui se oyeron algunos sollozos-.

Ademas -continuo, de subito- es aire fresco lo que me hace falta y no agua. Estoy sofocandome… no puedo respirar. jAy, amiguito lindo de mi alma, saqueme de aqui antes de que me desmaye! ;Rempuje la puerta hasta que salte la chapa! -?No, no, Cleta! No es posible hacerlo! -?Que??Con su juerza? Hasta yo mesma casi podria hacerlo con mis pobres manitas. jAy, abra! iAbra! Abra! Antes de que me desmaye!

Despues de esta suplica, parecio haberse dejado caer al suelo y sollozaba; mirando alrededor en busca de algun utensilio del que me pudiera servir, encontre el asador y un trozo de madera dura en forma de cuna Introduje estos por arriba y debajo del cerrojo, y forzando la puerta para adentro luego, tuve la satisfaccion de ver saltar la chapa.

- Cleta se precipito fuera con sus mejillas vivamente encendidas, sus ojos anegados en lagrimas y los cabellos todos revueltos, pero riendose alegremente al haber recobrado su libertad. -?Oh, amiguito, lindo, yo creiba que uste me iba a dojar encerra! -exclamo-. jAy, que agitada estoy… pongame la mano aqui no mas y sienta como me palpita el corazon! iNo importa, aura me la va a pagar ese miserable!?No le parece a uste que sera dulce vengarse?

- Bueno, pues, Cleta -dije-, toma ahora tres buenos resuellos de aire fresco y un trago do agua, y en seguida dejame encerrarte otra vez.

Se rio burlonamente y sacudio su cabellera, como un bagual sacude sus crines. -iAh!, uste esta diciendo eso por broma…?Cree uste quo yo no se? -exclamo-. Sus ojos me lo dicen tuito. Y, ademas, aunque quisiera hacerlo, no podra encerrarme otra vez-. Aqui se lanzo de repente hacia la puerta, pero la agarre y sujete estrechamente. _iSuelteme, monstruo! No! No! No! Uste no es un monstruo, sino mi amiguito lindo como… lindo como la… luna, el sol y las estrellas! Ah, que me muero por un poco, de aire? Tendre que meterme otra vez en el horno antes de que Ilegue de guelta mi marido. iSi me pillara. aqui ajuera, guena la soba que me daria! iVenga!, vamos, a sentarnos juntitos debajo del arbol.

- Eso seria desobedecer a tu marido -dije, tratando de poner una cara severa. _iQue importa se lo confesare tuito al padre confesor algun dia, y entonces sera como si no hubiese sucedido.!Pufl jque marido! Si uste no juese hombre casao…?De verita que es casao uste! Que lastima!?Mire, digame otra vez!?De veras que me encuentra. bonita?

- Mira, Cleta, dime primero:?tienes tu un caballo que lo pueda montar una mujer? Y si lo tienes, ?quieres vendernelo? -iVaya si tengo uno! Y es el mejor flete do tuita la Banda Oriental. Dicen que vale seis pesos…?Me pagaria usted seis pesos por el??No! No quiero venderlo!… Ni tampoco le dire si tengo caballo mientras uste no me conteste. Digame, senor, soy bonita yo?

- Dime primero del caballo, y luego podras preguntarme lo que quieras.

- No le digo nada mas tampoco, ni una palabra.!Vaya, le dire tuito! iOiga! Cuando guelva Antonio, pidale que le venda un caballo que pueda montar su mujer. Con sigurida que el tratara de venderle uno propio, un demonio tan lleno de manas como su mesmo patron; manco en el encuentro, viejo como el viento sur y tropezon. jRicuerde que ese es un overo negro! Pidale que le venda el malacara. Ese es mi flete. Ofrezcale seis pesos. Aura, digame, soy bonita?

- Eres lindisima, Cleta; tus ojos parecen estrellas, y tu boca es un boton de rosa mil veces mas dulce que la miel.

- Aura si que esta hablando como un hombre inteligente -dijo riendo, y tomandome de la mano, me condujo al arbol y se sento sobre el poncho, a mi lado.

- Que edad tienes, nina? -le pregunte.

- Catorce…?es eso muy vieja? jAy, que tonta yo pa decirle mi eda! Una mujer nunca. debe hacer eso?Por que no le diria trece? Hace seis meses que estoy casada. jQue tiempo tan largo, por Dios!

Estoy sigura que ya me han de estar saliendo pelos verdes, azules, amarillos y blancos por tuita]a cabeza. iY mi pelo, senor; entoavia no me ha dicho que le parece, y -eso que me lo baje especialmente pa uste!?No lo encuentra muy lindo y muy suave?

- De veras, Cleta, que es muy lindo y suave, y te cubre como un nubarron. ?No es cierto?!Mire! Me tapare la cara con el. Aura estoy escondida como cuando esta la luna detras de una nube, y aura,!mire sale la luna otra vez! Me gusta mucho la luna. Digame, santo padre, me parezco a la luna?

- Dime, labios de almibar, por que me llamas santo padre?

- Digame primero, santo padre, soy yo como la luna?

- No, Cleta, no eres como, la luna, aunque ambas son mujeres casadas; tu con Antonio. -?Pobrecita de mi!

- Y la luna con el sol. -?Dichosa la luna que esta tan lejos de el!

- La luna es una mujer sosegada, pero tu disparatas como una cotorra.

- Mire, me quedare tan sosegaita como la luna -ni una palabra, ni un resuello-. Entonces se tendio sobre el poncho; luego se hizo la dormida, con los brazos extendidos sobre la cabeza y el pelo suelto alrededor; uno que otro rizo sombreaba su encendido rostro y el redondo y palpitante pecho que se negaba a sosegarse. Asomaba a sus labios la sospecha de una burlona sonrisa, y chispeaba un relumbre de los ojos por debajo de]as pestanas medio cerradas, pues no podia dejar de observarme la cara para ver si la estaba admirando. En tal postura. la tentadora y picara hechicera bien podria haber hecho hervir la tibia sangre de un ascetico.

Asi pasaron volando dos o tres horas mientras escuchaba su animada platica, que, como el canto de la alondra apenas tenia una pausa; su esfuerzo por estarse tranquila como la luna habia fracasado desastrosamente. Por ultimo, haciendo pucheritos con sus lindos labios y quejandose de su triste destino, dijo que era tiempo que volviera a su prision; pero todo el tiempo que estuve tratando de volver a meter el pestillo en su lugar, no dejo por un solo momento de chacharear. !Adios, sol, marido de la lunal jAdios, amiguito lindo, comprador de monturas de mujer! -?Fueron tuitas mentiras esas!…!A mi naides me engana! Uste quere un caballo y una montura de mujer pa arrancarse con alguna nina esta noche iDichosa ella! Aura tengo que quedarme en la escurida, solita mi alma, hasta que ese burro de Antonio venga a sacarme con su vieja llave de fierro…!Ay, tonta de mi!

Antes de que hubiese esperado mucho tiempo bajo el arbol, se aparecio Antonio a caballo trayendo triunfalmente por delante, la silla. Despues de entrar en el rancho para soltar a su mujer, vino adonde yo estaba y me convido a tomar un cimarron. Entonces le dije que me gustaria comprar un buen caballo: claro que estaba muy deseoso de venderme uno, y a los pocos minutos arreo sus caballos donde yo estaba, para que escogiera. Primero me ofrecio el overo negro, animal muy hermoso, sosegado y, al parecer enteramente sano. Repare que el malacara era huesudo, de lomo largo, Ojos medio dormidos y el cuello como el de un carnero.?Seria posible que aquella hechicera de Cleta estuviese enganandome? Pero en el acto rechace tal sopecha con el desden que merecia.

Por muy falsa que sea una mujer y aunque pueda enganar a su marido a su gusto, siempre sera, en comparacion con el hombre que quiera vender un caballo, la franqueza y la verdad personificada.

Examine criticamente al overo, haciendole caminar y trotar; le mire]a dentadura, luego los cascos y las articulaciones entre la rodilla y la cuartilla, tan propensas a las aventaduras; le observe atentamente los ojos, y le di, de repente, un rebencazo en el lomo.

- No le encontrara ningun defeuto, senor -dijo el embustero de Antonio, quien era, con seguridad, el mayor pecador de los tres de nosotros alli presentes-. Es el mejor flete que tengo, tiene solo cuatro anos es manso como un cordero y enteramente sano. Nunca tropieza, senor, y tiene un paso tan suavecito que lo puede galopiar Ilevando un vaso de agua en la mano sin desparramar una sola gota. iVaya! Se lo doy regalao por diez pesos, porque uste ha sido tan generoso en eso del recao y quero mucho servirlo bien.

- Muchas gracias, amigo -le dije-. Su overo tiene quince anos, esta manco del encuentro, es corto de resuello y tiene mas manas que cualesquiera otros fletes en toda la Banda Oriental. Por nada permitiria que mi mujer montase en un bruto tan peligroso como este, pues, como le he dicho, no hace mucho que estoy casado.

Antonio fingio una expresion de sorpresa como quien ha recibido una injuria; entonces, con la punta de su facon, rasguno una cruz en la tierra; estaba a punto de jurar solemnemente sobre ella que yo estaba enteramente equivocado y que su mancarron era una especie de angel equino, o por lo menos un Pegaso, cuando le interrumpi:

- Digame todas las mentiras que usted quiera, amigo, y le escuchare con el mayor interes; pero no jure sobre la cruz aquello que es falso, pues entonces los cinco o seis pesos que se ha ganado con la silla apenas bastaran para comprar su absolucion de un pecado tan grande.

Se encogio de hombros y envaino otra vez el sacrilego facon.

- Ay estan mis caballos -dijo Antonio, con tono ofendido-. Son animales a los que uste parece estar muy avezao; escoja uno y enganese si quere. Yo solo he tratao de servirlo; pero hay alguna gente que no conoce a un amigo cuando lo ve.

Entonces examine minuciosamente los otros caballos, y por ultimo termine la farsa escogiendo el malacara, y me complacio reparar la expresion contrariada que anublo el rostro de mi buen pastor.

- Sus caballos no me convienen -dije-, de modo que no puedo comprar uno a mi gusto; sin embargo, le compra- esta vaca vieja; porque es el unico animal en el cual confiaria a mi mujer. Le doy siete pesos por el, ni un centesimo mas, pues como el emperador de la China, solo hablo una vez.

Se quito el panuelo morado y se rasco la cabeza, y en seguida me condujo a la cocina para consultar con su mujer. -Pues, senor -dijo-, por alguna curiosa fatalida uste ha escogido el flete de mi mujer-. Cuando oyo Cleta que yo habla ofrecido siete pesos por su caballo, se rio alegremente. -!Mira, Antonio, vos sabes que solo vale seis pesos! Si, senor, sera suyo y puede pagarme a mi los siete pesos, no a mi marido. Que se atreva alguien aura a decir que no puedo ganar plata. Y aura, Antonio, no tengo flete, ansina que podes darme el bayo con]as patas blancas. -?Que te has imaginao vos?- exclamo su marido.

Despues de tomar un mate, les deje que arreglaran sus asuntos ellos mismos, no dudando por un momento cual de los dos saldria ganando en una prueba de inteligencia. Cuando llegue a la vista de los arboles de la estancia de Peralta, desensille y ate los caballos a un arbusto y en seguida me tendi sobre mi poncho y recado. Despues de las zozobras y los placeres de aquel dia que me habian privado de dormir la siesta, me quede muy profundamente dormido.