CAPÍTULO 23

El gemido de un wookiee aturdido reverberó en la gélida cala del Muerte Exquisita. Anakin giró cuidadosamente la cabeza. Lowbacca y otros muchos estaban ocultos tras un pequeño bosque de árboles con ysalamiris que los yuuzhan vong habían hecho entrar en la cala, pero podía ver a Jaina y Eryl ante él, y a Jovan y los barabeles en el muro adyacente. Todos seguían sujetos al suelo con las manos entre las rodillas, y todos se removían, intentando aliviar la tensión en piernas y espalda. Los barabeles parecían especialmente incómodos, con las gruesas colas estiradas tras ellos, la punta sujeta con gelatina blorash.

Anakin miró a Zekk y a su hermano y alzó las cejas. Zekk asintió impaciente, pero Jacen cerró los ojos y miró a otro lado. Anakin no sabía qué le preocupaba a su taciturno hermano, y no estaba seguro de si le importaba, por lo que se limitó a bajar la barbilla hacia la axila izquierda.

—Activar escapada —susurró.

Notó un cosquilleo caliente cuando el implante subcutáneo transmitió el mensaje, y un pesado pie raspó el suelo tras él. Anakin se encogió y encajó el esperado ataque en su muy castigada espalda.

—Silencio, Jeedai —dijo el guardia—. Una palabra más y te llenaré la boca de gelatina blorash.

Anakin fijó la mirada en el suelo, inseguro del tiempo que necesitarían los droides bélicos, incluso de si seguían o no sujetos a la nave. El guardia se demoró a su lado otros treinta segundos antes de irse.

Muchos minutos después, una serie de golpes distantes sonaron dirigiéndose hacia ellos. De la parte trasera de la cala contigua les llegó el ruido de un golpe más sonoro, seguido del rugido amortiguado de una descompresión explosiva y el chirrido y el chillido de equipo y criaturas cayendo al vacío. Las puertas membrana del final de la cala donde estaban los Jedi se abombaron peligrosamente hacia fuera, pero aguantaron lo bastante como para volverse opacas y rígidas como paneles de duracero.

El subalterno ladró algo en yuuzhan vong. Al no recibir respuesta alguna por el villip del hombro, envió dos guardias a investigar, asignó ocho más a vigilar a los prisioneros Jedi y se llevó a los dos últimos al final de la cala. Anakin sabía que en esos momentos 2-1S estaría haciendo guardia mientras 2-4S sellaba la abertura con espuma de parchear para emergencias, fusionando la cápsula de equipamiento abierta al casco externo del Muerte. Estudió cuidadosamente a los guardias, alertas a cualquier posible orden que pudiera llegarles por los villip de sus hombros.

El subalterno acercó la cara a la puerta como si fuera a respirar sobre ella, pero entonces un disparo de cañón se abrió paso por la membrana opaca dispersando tripas negras por todas partes. A Anakin le zumbaron los oídos mientras se igualaba la presión de ambas calas, y una serie de fogonazos estroboscópicos de un arma redujeron a carne humeante a los dos escoltas del subalterno.

Los demás yuuzhan vong se llevaron la mano a los insectos aturdidores y los anfibastones. Algunos se volvieron para atacar al grupo de asalto y cayeron blanco de aulladores rayos verdes al entrar 2-1S en la cala. En su armadura, fría como el espacio, se estaba formando una capa de hielo, y tenía los fotorreceptores nublados; Anakin temía que el droide se quedara quieto sin hacer nada mientras se estabilizaba la temperatura de su superficie. En vez de eso, 2-1S activó su antiniebla térmico y acabó con dos enemigos que intentaban ponerse a cubierto. Alzó la otra mano y empezó a derribar ysalamiris de los árboles con un descargador de electrorrayos opcional.

El guardia de Anakin gritó algo sobre Jeedai y giró sobre sus talones para atacarlo, quedando partido por la mitad al encajar un torrente de disparos de fuego rápido. La descarga barrió la pared atravesando un árbol de ysalamiris y desmembrando a otro yuuzhan vong que atacaba a Jacen. 2-1S hacía todo esto al tiempo que entraba en la cala, encajaba el ataque de los insectos aturdidores y quemaba con electrorrayos a los dos guerreros que había junto a Jaina. A nadie se le escapó que los droides estaban protegiendo a los tres Solo, en un ajuste de su programación que Lando descuidó mencionar, pero los demás no tuvieron motivo de queja.

CYV 2-4S entró en la cala pisándole los talones a 2-1S, disparando un cañón láser con un brazo y minicohetes con el otro. Traspasó los codos de un yuuzhan vong que intentaba decapitar a Jovan Drark, y apartó a otro de Tekli con un minicohete autoguiado.

Sólo Tesar tuvo que defenderse solo, arrancando la cola de la gelatina blorash y, tras dejar atrás la punta, barrer los pies del atacante con ella. El yuuzhan vong cayó aparatosamente, pero alzó el anfibastón hacia el tronco de Tesar, para ver como la cola de Bela, sin punta, le sujetaba los brazos contra el suelo. Krasov remató la pelea golpeándolo en la traquea con su cola, también sin punta.

—¡Sorpresa! —repuso Tesar con voz rasposa.

Esto sumió a los tres barabeles en un desconcertante ataque de risa. Tesar utilizó el extremo descarnado de su cola sin punta para abrir la bolsa que el yuuzhan vong llevaba a la cintura y echar escarabajos al blorash que sujetaba al suelo a los Jedi más cercanos.

Anakin miró a 2-1S al otro lado de la cala.

—Asegura las puertas —ordenó.

Un escarabajo aterrizó junto a su tobillo, y luego otros más entre Jacen y él, por lo que no tardaron en estar libres. Asignó a un grupo a recuperar las armas y el equipo de la cápsula, a otro a deshacerse de los ysalamiri y a los demás a evaluar el estado médico del grupo y atender a Ulaha. Sólo entonces se unió a 2-1S en la puerta delantera, donde el droide miraba por la membrana translúcida hacia un largo pasillo de acceso.

—Informa.

—Señor, vamos quince segundos por delante de lo previsto. Dos-Cuatro-Ese atravesó el casco con diez contenedores de gas coma, de efectividad indeterminada por el momento. Se detectaron tres voxyn en la cala de popa y se les atacó con detonadores térmicos de clase C; una barrida de los sensores tras la explosión no detectó formas de vida supervivientes.

—¿Y la nave en sí? —preguntó Anakin. Tekli apareció a su lado, su gordezuelo morro de chadra-fan se agitaba de forma incesante mientras le rociaba un antiséptico calmante en la espalda en carne viva. Asintió para dar las gracias, pero siguió mirando fijamente a 2-1S—. ¿Habéis podido hacer un mapeo interno?

—Señor, estamos a bordo de una nave guía semejante a una corbeta, con una eslora de ciento veintidós metros y una tripulación estimada en noventa y ocho individuos. El sonar ultrasónico sugiere un diseño de dos plantas con cubiertas contiguas que comparten un mismo suelo, cuatro pasillos de acceso principales, tres calas a proa junto al puente y una red importante de conductos que no aparece en los diagramas.

Anakin gruñó para sus adentros; los conductos facilitarían al enemigo poder moverse sin ser detectados. Los barabeles se situaron detrás de él cargados con armas, equipo y abultados monos.

—Uno-Uno-A pescó estas cosas del sumidero —dijo Tesar, entregando a Anakin su sable láser.

Cuando Anakin lo cogió, el cristal lambent de su interior lo abrió a la presencia de los yuuzhan vong: una furia imprecisa en la parte delantera de la nave.

Bela señaló un pegote de mugre del mango.

—¿Quieres esa carne?

—Esto… pues no.

Anakin limpió el mango de basura y enganchó el arma al arnés del equipo que le pasaba Tesar. Los barabeles intercambiaron inexpresivas miradas reptilescas, y Krasov recuperó el pegote y lo dividió en tres partes iguales. Anakin puso los ojos en blanco y cogió una pistola láser y media docena de granadas aturdidoras del pequeño arsenal con el que cargaba Tesar, el cual había insistido en sustituir a Tekli en esa tarea, mientras ella se envolvía la espalda en vendajes de bacta.

Bela repartió monos entre los que aún no estaban vestidos y al cabo de unos momentos todos los miembros del grupo de ataque vestían el sencillo uniforme marrón que hacía que los Caballeros Jedi parecieran tan eficientes como intimidadores. Los monos también hacían las veces de armadura ligera al estar forrados de las mismas capas alternas de molytex y fibra cuántica que hacían tan impenetrable el blindaje de laminanium de los droides CYV. En un aprieto podían hasta hacer las veces de trajes de vacío; habían sido diseñados para funcionar con los trajes de emergencia que se llevaban en Eclipse, pero sus sujeciones independientes permitían un aislamiento hermético.

Anakin dividió al grupo en dos escuadrones, de asalto y de apoyo, y trazó un plan. Tras conceder a todos unos momentos para meditar y revitalizar con la Fuerza sus doloridos cuerpos, abrieron sus emociones unos a otros.

Cuando Jacen formó la fusión de combate, Anakin sintió ciertas reservas en su hermano, un recelo que produjo incómodas ondas en todo el grupo de ataque. Lamentó al instante no haber hecho volver a Jacen con Lando, pero se tragó la irritación y se centró en la tarea que tenían entre manos. El grupo percibiría su resentimiento a través del lazo emocional, y esa distracción era lo último que necesitaban en ese momento.

Anakin se puso una máscara en nariz y boca y fijó la capucha de su mono para que le protegiera la cabeza. Cuando los demás hicieron lo mismo, le impresionó tanto el efecto que producían que se sintió mejor al instante.

—¡Astral! —exclamó—. Actuemos ya.

CYV 2-1S abrió el codo y disparó dos granadas luminosas al pasillo, cruzando luego la rasgada puerta membrana. Insectos aturdidores empezaron a teñir de rosa su armadura de laminanium. Silenció la fuente con una ráfaga de disparos láser y los Jedi lo siguieron hacia delante. El interior de la nave tenía un extraño aspecto cavernoso y sucio, con difusos círculos de liquen bioluminiscente en las paredes, nubes de gas coma girando en el aire y válvulas de puertas abiertas cada dos metros.

Anakin avanzó sable láser en mano y pistola en cartuchera. Tras él iba Tesar Sebatyne, acunando en ambos brazos un potente rifle B-100, seguido de Alema Rar y el resto del escuadrón de asalto. Jacen iba en el medio, con Tenel Ka, seguido por una indignada Tahiri que quería ir delante con Anakin, y Bela y Krasov Hara. El último era 2-4S, ocupado en cubrir a Lowbacca que estaba usando un taladrador láser para insertar minas de flecha en los conductos del sistema. Jaina se quedó atrás con Ulaha y el escuadrón de apoyo, cubriendo los demás pasillos con potentes minicañones láser.

A medida que Anakin y los demás se desplazaban hacia el puente cada vez fue más evidente que el gas coma había hecho su trabajo. Había yuuzhan vong inconscientes sobre combadas válvulas de puertas, encogidos en sus bancos nidos, derribados en sus puestos en nodulos de escudos y torretas de armamento. Varios habían caído al suelo ante sus gnullith, su equivalente a las máscaras de oxígeno, y un tripulante hasta se las había arreglado para ponerse la cosa en la cara antes de caer presa de los efectos neuronales del gas.

El escuadrón de asalto sólo fue atacado una vez, cuando Anakin sintió un repentino ramalazo de ansiedad enemiga tras la válvula semiabierta de una puerta. Para cuando se volvió para avisar a los demás, el guerrero protegido por un gnullith ya había lanzado dos insectos aturdidores contra el hombro de Bela. Los proyectiles se estrellaron inofensivos contra el forro blindado del mono, y la barabel apenas reaccionó antes de arrancar al atacante de su escondrijo y ensartarlo en el sable láser de su hermana.

A medida que se acercaban a la proa, el grupo fue perdiendo contacto con la Fuerza, sin duda debido a la cercanía de ysalamiris. Anakin también perdió la capacidad de sentir a los yuuzhan vong, algo que indicaba que el cristal lambent estaba conectado a la Fuerza de algún modo. Era bueno saberlo, se dijo, pero en realidad no le importaba mientras funcionase cuando recuperasen la Fuerza.

Diez metros delante de ellos, el pasillo terminaba en un mamparo vertical, donde un yuuzhan vong inconsciente parecía clavado a la pared. La extraña visión no extrañó a nadie; el enemigo había aprovechado al máximo el espacio de la nave, tal como haría cualquier buen ingeniero, y utilizaban los dovin basal para orientar la gravedad en la dirección que más les conviniera. El mamparo parecía una pared desde la perspectiva del escuadrón de asalto, pero sería un suelo en cuanto cruzaran esa distancia y pusieran un pie en él.

Un golpe acolchado hizo temblar el pasillo detrás de ellos.

—Dos-Cuatro-Ese informa de la detonación de una mina en el principal conducto de eliminación —dijo 2-1S—. El sonar sugiere que el agente que la detonó era un voxyn, que ha resultado herido, pero no tullido.

—¿Un voxyn? —preguntó Anakin tras su máscara respiradora—. ¡Creía que Dos-Cuatro-Ese los había desintegrado!

—Había un cero coma ocho por ciento de posibilidades de que sobreviviera uno —replicó 2-1S—. Dos-Cuatro-Ese está calculando las probabilidades de una supervivencia doble…

—No me lo digas —dijo Anakin alzando una mano—. De verdad que no quiero saberlo.

Usó el comunicador para avisar a Jaina sobre el voxyn y envió atrás a 2-4S para que vigilase los conductos con ella, pidiendo luego a 2-1S que usara el sensor de transparencia.

—En el puente inferior hay once guerreros conscientes. Esperan en un camarote adyacente al mamparo que hay delante —informó el droide—. El análisis táctico sugiere la posibilidad de una emboscada.

—No me digas —repuso Anakin—. ¿Y Ganner?

—La triangulación del implante sitúa a Ganner Rhysode cinco metros a estribor y moviéndose hacia delante. La acústica pasiva sugiere la compañía de varios guardias. Lecturas vitales satisfactorias, el ritmo del corazón y de la respiración indican un sueño profundo.

—Dormido por el gas coma pero en movimiento —dedujo Anakin—. Deben estar atajando de un compartimento a otro, o el escuadrón de Jaina los habría visto.

—Y tienen ysalamiris —dijo Alema Rar, posando una mano en el brazo de Anakin y hablando tan bajo que éste tuvo que acercar el oído a la máscara respiradora de ella—. Los yuuzhan vong nos creen blandos. Pretenden usarlo contra nosotros.

—¿Contra nosotros? —Anakin se encontró mirando casi hipnóticamente a los pálidos ojos de la twi’leko—. ¿De cebo?

Cuando ella asintió, Anakin se apartó de ella y conectó su sable láser. Hundió la hoja en el suelo, cuidándose mucho de no traspasar al otro lado, y empezó a abrir un círculo. No tenía un plan concreto aparte de evitar la emboscada, pero a Ganner tampoco le ayudaría que se metieran de cabeza en una trampa. El coral yorik era más fácil de cortar que el duracero, pero saltaba y se agrietaba sonoramente al fundirse, y a Anakin le preocupó pillar al enemigo menos por sorpresa de lo que esperaba.

Jacen se adelantó hasta ponerse al lado de Anakin.

—¿Qué haces? —la decepción era evidente en su rostro, y Anakin sabía que los demás también podían verla—. Deberíamos ir a por Ganner.

—No, antes hay que acabar con los que quieren emboscarnos —dijo Alema—. Esto es mejor.

—¿Cómo mejor? —preguntó Jacen—. Anakin no puede seguir sacrificando a los demás para hacer funcionar sus planes. Eso lleva al Lado Oscuro.

—¿Sacrificar a los demás? —Anakin no apartó la mirada de lo que hacía—. ¿De qué estás hablando?

—Primero Ulaha y ahora Ganner —dijo Jacen—. Le dijiste a Ulaha que atacase al voxyn, y ahora abandonas a Ganner.

La acusación golpeó a Anakin de forma casi física. Se le escapó el sable láser y abrió un profundo surco en el suelo, y se encontró mirando a su hermano, enfermo de ira y de dolor.

—¿Cómo puedes pensar eso? Ulaha desobedeció mi orden. Quería que le dijese a Duman Yaght el nombre de la base. ¡No le dije que atacase!

Las mejillas de Jacen se sonrojaron, y se quedó boquiabierto, quedándose un largo rato sin saber qué decir.

—Anakin, yo… lo siento —consiguió tartamudear al fin—. Cuando Ulaha atacó, yo pensé… Supuse…

—Sé lo que supusiste —dijo Anakin. Aunque el pesar de su hermano era evidente en su rostro encarnado, ninguna disculpa podría borrar la duda que había expresado acerca de su carácter, ni el hecho de haberse apresurado a creer lo peor, tal como hizo su padre en la muerte de Chewbacca. Volvió a hundir el sable láser en el suelo y continuó cortando—. Apártate de mi lado. Sólo retrasas las cosas.

Jacen empezó a replicar, pero Tenel Ka lo cogió del brazo y lo apartó.

—Esto no puede resolverse ahora, Jacen. Debes dejarlo para más tarde.

Anakin cortó el círculo con ayuda de Alema, hasta dejarlo a escasos milímetros del otro lado, y activó el comunicador para avisar a Jaina de lo que iban a hacer. 2-4S y ella estaban muy ocupados manteniendo al voxyn herido atrapado en los conductos del sistema, pero hizo una pausa para avisar a Zekk y a Raynar de que no disparasen cuando vieran aparecer figuras por su pasillo.

Bela y Krasov remataron el círculo de una patada, se tumbaron sobre el vientre y desaparecieron por el suelo una tras otra. Por el agujero les llegó el tintineo amortiguado de sus rifles repetidores. Después pasó Alema, saltando de cabeza, seguida por Anakin, con un sable láser en una mano y una granada de concusión en la otra. Al otro lado, redujo su caída y aterrizó de pie en lo que parecía el techo.

El chirrido de las pistolas láser y el zumbido de los insectos aturdidores empujaron a Anakin contra la pared. Luchó por reorientarse mientras armaba la granada con el pulgar. Al final del pasillo había un trío de presuntos emboscadores, vistiendo armaduras de cangrejo vonduun cosidas de agujeros producidos por los láseres repetidores de las hermanas barabel.

Los insectos aturdidores procedían de la puerta abierta del compartimento de los emboscadores, y del mismo mamparo, donde dos guardias con gnullith les atacaban desde el puente por un agujero recién fundido. No veía ni rastro de Ganner, pero tampoco lo esperaba.

Anakin hizo una seña con la cabeza a Alema, situada al otro lado del pasillo. Ella armó su propia granada y los dos las lanzaron al compartimento de la emboscada. Dos fogonazos luminosos, un grito gutural, y al pasillo brotó una lengua de fuego que apestaba a carne quemada.

Anakin hizo una señal a los demás para que le siguieran y cargó hacia delante, al otro lado de la cortina de llamas. Una hilera de insectos aturdidores se estrelló contra la pared, y uno lo alcanzó en el pecho haciéndole caer de espaldas. Bela y Krasov pasaron por su lado, disparando contra el mamparo, seguidas por Alema, que se detuvo para ayudarle a ponerse en pie. Le dolía respirar e igual tenía una costilla rota, pero el forro blindado de su mono le había salvado de una herida o un dolor más profundos. Activó el comunicador.

—Dos-Uno-Ese, asegura el mamparo.

El droide apareció al final del pasillo y se dejó caer en el mamparo, ahora perpendicular a Anakin. Los guardias del puente le lanzaron un enjambre de insectos aturdidores y guijarros de magma, abriendo en su blindaje llameantes agujeros del tamaño de un pulgar. Contraatacó con disparos láser y electrorrayos guiados por sensores, y el fuego enemigo disminuyó.

Un chorreo esporádico de insectos aturdidores cayó sobre 2-1S desde la cubierta donde habían localizado a Ganner. El droide ignoró esa molestia y se dejó caer de rodillas junto a los agujeros fundidos para disparar hacia el mismo puente. Anakin envió a Alema y a las hermanas barabel a apoyar al droide, y volvió al agujero del suelo para dejarse caer al otro lado.

Tesar y Lowbacca estaban en el compartimento delantero, dibujando una nueva puerta con detonita elástica. Cuando Anakin se acercó, los dos se apretaron contra la pared y encendieron la carga con la punta del sable láser de Lowie. Se oyó un crujido cortante y el repiquetear de la metralla, el humo llenó el aire y la nueva puerta continuó cerrada. Tesar se apartó de la pared y saltó contra el coral yorik con los pies por delante.

El pedazo voló al compartimento contiguo, estrellándose contra algo grande, y arrancando una sorprendida maldición yuuzhan vong. Tesar silenció la voz con el rugido constante de su rifle láser, y Lowbacca cargó tras él. Anakin conectó su sable láser y… oyó el eructo demasiado familiar de un voxyn escupiendo ácido.

Los pensamientos de Anakin fueron a Lowbacca; no soportaba la idea de decirle a la familia de Chewbacca que otro miembro había muerto a su lado. Entonces el moco marrón brotó de la puerta improvisada y salpicó la pared de enfrente. En el interior se oyó el gruñido de un wookiee y el siseo agudo de un sable láser intentando cortar algo, seguidos de un fantasmal chillido de dolor que se moduló rápidamente en el estallido inicial de un aullido de ataque.

El rifle de Tesar volvió a rugir.

El aullido se ahogó e interrumpió. Anakin cruzó el umbral y se encontró dentro de una gran sala de oficiales, donde un voxyn chamuscado por un disparo láser correteaba hacia un agujero en la pared trasera. A la cosa le faltaba al menos una cola y dos patas traseras, pero seguía siendo lo bastante rápido como para esquivar un disparo láser.

En el suelo había casi una docena de yuuzhan vong víctimas del gas coma, y dos despiertos se refugiaban tras los restos de un árbol de ysalamiri destrozado por unas garras, con el rostro medio oculto por los gnullith, con el anfibastón preparado. Tesar se deshizo del castigado árbol del ysalamiri con un disparo rápido de su láser, y los guerreros yuuzhan vong se lanzaron al combate.

Tesar movió el rifle y abrió un agujero en el peto del primero, arrojándolo contra la pared. Anakin interceptó al segundo, permitiendo que Lowbacca hiciera un último disparo contra el voxyn en fuga.

El yuuzhan vong intentó atrapar a Anakin contra la pared, pasando el anfibastón a látigo y lanzando contra sus ojos la cabeza con colmillos. Era una táctica conocida, casi irrespetuosa. Anakin simuló trastabillar y cayó en postura agazapada, atrapando el ataque con la ardiente hoja de su sable láser.

La serpiente retrocedió. Anakin apoyó su mano libre, giró las piernas en redondo y atrapó las rodillas del yuuzhan vong en una presa de tijera. El guerrero gritó y cayó al suelo como un fardo. El anfibastón volvió a atacar. Anakin lo paró, arrojó la cosa lejos y le cortó el cuello a su enemigo con la hoja.

Mientras la cabeza se alejaba rodando, giró hacia la pared trasera y sintió un gran alivio al ver que Lowbacca sostenía otra pata de voxyn. Los gruñidos de decepción del wookiee no dejaban lugar a dudas de que la criatura se le había escapado, pero Anakin se contentaba con verlo ileso. Se puso en pie y, como temía, no vio ni rastro de Ganner en la sala.

Anakin sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral y se dio cuenta de que volvía a percibir a los yuuzhan vong. Entonces sintió que Jacen le tocaba la mente. También percibía otra sensación, la del ansia familiar del voxyn, herido y hambriento, acechando en alguna parte de los conductos. Ya le darían caza luego, una vez controlaran la nave. Agitó el sable láser al otro lado de la puerta para no quedar reventado por el disparo de un minicañón amigo, hizo señas a Tesar y Lowbacca para que lo siguieran y salió al pasillo.

Por el comunicador le llegó la voz de Jaina.

—¿Qué es lo que he sentido? No puede ser un voxyn. Dos-Cuatro-Ese y yo lo hemos matado. Ahora mismo estamos buscando su cuerpo.

—Tú vigila los conductos —dijo Anakin, resistiéndose al deseo de preguntar a 2-1S cuáles eran las probabilidades de que los tres escapasen al detonador térmico—. Hay otro más.

Se volvió hacia el mamparo y encontró a 2-1S arrodillado sobre la destrozada válvula puerta, disparando al puente un chorreo de rayos no letales, intimidadores pero relativamente inofensivos. Nadie le devolvía el fuego, pero el droide tenía la armadura agujereada y humeante de pies a cabeza, con varios cráteres profundos como un puño allí donde el enemigo había conseguido concentrar sus ataques. Desde luego había presencia yuuzhan vong en el puente, pero la sensación era demasiado borrosa como para decir cuántos eran o en qué estado estaban.

CYV 2-1S se volvió hacia él.

—Mamparo asegurado, pero el enemigo tiene un cautivo en el puente, el Jedi Rhysode —tenía los fotorreceptores rotos y manchados de jugo de insecto aturdidor—. Vamos dos minutos once segundos por delante de lo previsto.

—¿Esperabas otra cosa? —Anakin quiso que eso sonase a chulería, como las de su padre, pero el efecto quedó estropeado cuando una punzada de sus magulladas costillas le hizo chillar las dos últimas palabras. Miró al puente—. No tienes buen aspecto, Dos-Uno-Ese. Acabaremos sin ti.

—Afirmativo —respondió el droide—. Sistema de sensores inestable.

En vez de arriesgarse a meterse en una trampa al entrar por la castigada válvula de entrada al puente, Anakin se tumbó junto a los fundidos agujeros y miró por ellos. Al otro lado había más de una docena de yuuzhan vong, la mayoría sumidos en el sueño del gas coma. Algunos con gnullith en la cara, sin duda puestos allí por camaradas bien intencionados que no sabían que se requeriría un antídoto para despertar a sus compañeros. Había un puñado de guerreros muertos en extravagantes posturas, sus heridas humeando todavía por el calor de los fatales disparos láser.

La capucha de cognición que se usaba para guiar la nave colgaba a pocos centímetros del rostro inexpresivo del piloto comatoso, mientras que los guantes de interfaz neuronal con los que se regulaban los sistemas de la nave estaban en diferentes consolas de control, normalmente en manos de un yuuzhan vong dormido que seguía teniéndolos puestos. Anakin se sintió decepcionado al encontrar vacío el asiento del comandante y a nadie a menos de tres metros de él. Duman Yaght había escapado al gas.

—No parece que ahí dentro esté pasando gran cosa —dijo Anakin, dirigiéndose a Lowbacca, Tesar y el resto del escuadrón de asalto—. Pero tened cuidado. No queremos ser descuidados y darle a Ganner por error.

—¿Seguro que no? —preguntó Tahiri, arrancando una carcajada a los demás.

Anakin se permitió una risita, pero dijo:

—Al menos de momento.

Conectó el sable láser y se zambulló de cabeza por el agujero, entonces sintió un ataque y movió el arma para bloquearlo. El insecto aturdidor se incineró con un siseo cortante, y Anakin giró en dirección al asalto, avanzando para proteger a los que le seguirían.

—Muy impresionante, Jeedai.

Anakin miró hacia la voz y encontró a Duman Yaght llevando un gnullith y parado tras una consola de instrumentos, sosteniendo ante él la inerte forma de Ganner Rhysode, apuntando con un coufee a su garganta.

—Aquí estás —Anakin miró a su alrededor—. Y parece que solo.

—Deponed las armas —dijo con cuidado el comandante—, y vuestro líder vivirá para conocer a nuestro Maestro Bélico.

Anakin apagó el sable láser y desenfundó la pistola láser mientras Lowbacca y Tesar entraban en el puente.

—No conoces a Ganner, ¿verdad? —preguntó Anakin—. ¿Qué te hace pensar que es tan importante?

—Has venido a por él, ¿no? —Duman Yaght retrocedió unos pasos, llevándose a Ganner para que le sirviera de escudo contra los tres Jedi—. Os hemos estudiado, Jeedai. Sois blandos cuando se trata de la muerte de uno de los vuestros.

—No tan blandos —Anakin alzó la pistola hacia la cabeza del comandante, y Tesar hizo lo propio con su rifle—. Pero te ofrezco un trato. Si te rindes, te pondremos en la lanzadera con el resto de tu tripulación.

Los ojos del yuuzhan vong se endurecieron.

—¿Y deshonrar a Duman Yaght? —Pasó suavemente el coufee por el cuello de Ganner, provocando una gota de sangre de dos centímetros de largo—. Los yuuzhan vong no nos rendimos.

—¿De verdad?

Anakin buscó en la Fuerza y la usó para apartar el coufee del cuello de Ganner. Duman Yaght abrió mucho los ojos y forcejeó un momento para llevar el cuchillo otra vez al cuello de su cautivo, luego ladró algo en su lengua y dejó que volara de su mano.

Cuando la otra mano se movió, su cabeza desapareció en la convergencia de los disparos láser.

—¡Por la cola rota de éste! —Tesar se llevó el rifle al hombro y avanzó para recoger a Ganner—. No se rinden.