CAPÍTULO 12

El CYV-Uno es un droide bélico de primera con un sistema impecable de búsqueda e identificación, la fuerza de impacto de un tanque de cuatro plazas y, gracias a su blindaje opcional de laminanium, con la resistencia necesaria para sobrevivir en los entornos más hostiles. Damas y caballeros, les presento la respuesta definitiva a la invasión de la Nueva República: el Cazador de yuuzhan vong Uno de Armamentos Tendrando.

El enorme droide bélico apareció ante ellos, un borrón de camuflaje negro y gris con cabeza de cráneo que daba saltos por todo el lugar en una vertiginosa exhibición de volteretas evasivas y giros en pleno aire. Atravesó una pared de ferrocemento que parecía haberse levantado precisamente con ese fin, saltó sobre un deslizador en marcha y acabó situándose justo a la entrada del campo de pruebas. Giró a la izquierda noventa grados exactos y se puso firmes con un sonido metálico ante el aerotrineo de los espectadores, golpeándose luego el brazo láser contra el pecho a modo de saludo.

Con la cabeza de calavera y los fotorreceptores rojos brillando en cuencas tan profundas como una quemadura láser, el droide tenía un ligero parecido de pesadilla con el enemigo para el que había sido diseñado a destruir. El torso en forma de cuña, las enormes proporciones de las extremidades llenas de sensores, y hasta la forma en que su armadura se solapaba en las articulaciones, recordaron a Leia a un guerrero yuuzhan vong atrapado bajo la piel de un droide. Se preguntó si los diseñadores de Lando habían buscado esa semejanza, quizá para enfurecer a sus enemigos y reducir su capacidad de juicio, o si el insulto sólo había sido una afortunada coincidencia.

El droide habló con una versión ultragrave y ultramasculina de la voz de Lando.

—CYV Uno-Uno-A informando de que todos sus sistemas son funcionales. Listo para pasar al modo demostración.

Leia puso los ojos en blanco ante esa demostración de la típica vanidad de Lando, y miró a Han, que había vuelto a Coruscant inmediatamente después de dejar a los voxyn en Eclipse.

—No sé por qué tengo que estar aquí.

—Considéralo un favor —Han señaló con la cabeza la parte delantera del aerotrineo, donde estaba Borsk Fey’lya flanqueado por dos generales, Garm Bel Iblis y Wedge Antilles—. Borsk no se habría reunido con Lando si no venías tú.

—¿Y que hace el Jefe de Estado reuniéndose con un fabricante de armas? —preguntó Leia—. Ya sabes lo que es esto.

—Son buenos droides —repuso Han, encogiéndose de hombros.

—Como si aquí hubiera alguien cualificado para juzgarlo —Leia guardó silencio por un instante antes de decir—: Quiere que yo vuelva.

—Mira, lo único que quiere Lando es vender unos droides y contribuir a que ganemos la guerra —dijo Han.

—Me refería a Borsk.

—Lo sé. Pero ¿qué tiene de malo que nosotros lo utilicemos a él para variar?

—Todo eso es política. Y he acabado con eso.

Guardó silencio mientras Lando explicaba que iba a demostrar la capacidad del CYV en el entorno de combate más peligroso de todos: el de combate en ciudad. El CYV 1-1A dio media vuelta y empezó a recorrer el laberinto simulado de una moderna ciudad de cristacero. El aerotrineo le siguió a una docena de metros de altura, desde donde los ocupantes podrían tener una visión clara de la acción. Adarakh y Meewalh seguían en los tanques bacta recuperándose de las quemaduras de ácido, o habrían insistido en alejarse aún más de la acción, como bien sabía Leia. Las demostraciones de los droides bélicos eran famosas por tener consecuencias trágicas.

La primera prueba tuvo lugar cuando lo que parecían yuuzhan vong entraron en un callejón a la vuelta de la esquina de donde estaba el 1-1 A. Iban armados con anfibastones y bandoleras de insectos aturdidores.

—No hay nada de lo que preocuparse —dijo Lando—. Son droides de entrenamiento, construidos con el mismo armazón que el CYV, pero programados con tácticas de combate yuuzhan vong y equipados con emisores que imitan sus latidos de corazón, signaturas de calor y características odoríferas.

—Yuuzhandroides, la abominación definitiva —dijo Bel Iblis sonriendo—. Admiro a los hombres que confían en sus propios productos.

—Tengo confianza en todo lo que yo fabrico —dijo Lando, devolviéndole la sonrisa al general—. Pero, ¿por qué lo encuentra tan admirable en este caso?

—Por nada en particular —repuso Bel Iblis encogiéndose de hombros—. Sólo pensaba en lo que hará el enemigo cuando sepa que has empezado a fabricarlos.

La sonrisa de Lando se volvió insegura.

Los yuuzhandroides sólo dieron dos pasos por el callejón antes de que 1-1A cruzara de un salto la esquina para encontrarse con ellos, los servomotores de sus piernas con repulsores sisearon ligeramente al propulsar su enorme masa. Un yuuzhandroide cometió el error de alzar el anfibastón y fue inmediatamente abatido por un disparo láser color verde. El otro era más listo y se lanzó de cabeza contra él mientras se llevaba la mano a la bandolera de insectos aturdidores. Tuvo uno en la mano antes de que el disparo láser de 1-1A lo dejara inconsciente.

—A efectos de esta demostración, el cañón láser de Uno-Uno-A ha sido graduado a un nivel no letal modulado específicamente para paralizar los circuitos de los yuuzhandroides —explicó Lando—. En un combate real, el Uno-Uno-A seleccionaría automáticamente el nivel de energía necesario para aniquilar cualquier objetivo del tamaño de un coralita o menor que eso. En la segunda parte de la demostración veremos cuáles son sus capacidades destructoras.

El CYV 1-1A hizo una pausa mientras un escaneo de sus sensores le confirmaba que había «acabado» con sus objetivos, y continuó avanzando por la avenida principal. A lo largo de la siguiente hora, Leia y los demás miraron cómo el droide bélico se abría camino a lo largo de diversos problemas de combate, localizando yuuzhandroides escondidos a través de sólido duracero, rastreando a múltiples fugitivos, y lo que resultó más impresionante para Leia, capturando a un trío de infiltrados con máscaras ooglith sin dañar a nadie del grupo de viandantes en el que estaban. El final tuvo lugar cuando se ordenó al 1-1A que se metiera en una supuesta emboscada, supuesta porque los sensores le habían alertado antes y Lando le ordenó que entrara en ella de todos modos. De la media docena de yuuzhandroides que quedaron atrapados con él en ese callejón sin salida, cuatro lo atacaron con insectos aturdidores. Sólo uno de ellos consiguió atacar una segunda vez antes de quedar inconsciente. Los agujeros que hicieron los insectos en su blindaje de laminanium ya se estaban rellenando solos para cuando los sensores del 1-1A confirmaron que había derribado a los seis objetivos.

—Metales autorregeneradores —observó el general Bel Iblis—. Bonito.

—Sólo es una más de las muchas innovaciones de diseño del CYV —la sonrisa de Lando era de auténtico orgullo, la más sincera que le había visto Leia en décadas—. Por supuesto, aquí es imposible simular una batalla a gran escala. Los yuuzhan vong tienen armas más pesadas que no podemos usar en una exhibición, pero esto proporciona alguna idea de las capacidades del CYV. Es completamente inmune a agentes biológicos, se aisla herméticamente en presencia de productos corrosivos y el blindaje de laminanium le permite encajar en el pecho la bola de plasma de un coralita sin quedar fuera de combate.

—¿Cuánto tardaría en repararse eso? —preguntó Wedge.

—Menos de un día estándar, pero para ello necesitaría recargarse de energía y reemplazar el lingote de laminanium —Lando le hizo una seña al 1-1A, que provocó un murmullo de aprobación por parte de los generales al usar los repulsores de los pies para subir a la cubierta del aerotrineo—. Si nos acercamos al túnel de pruebas, Uno-Uno-A nos mostrará cuál es su capacidad destructora.

Fey’lya hizo un gesto al piloto droide y sobrevolaron la falsa ciudad hasta un distante túnel.

—La principal arma del CYV es el cañón láser variable del brazo derecho —dijo Lando—, pero el brazo izquierdo acepta una gran variedad de armas, incluida una batería de cincuenta proyectiles localizadores, rifles sónicos, láseres pesados…

Mientras Lando enumeraba estas opciones, Fey’lya le hizo un gesto para que siguiera con los generales, y se unió a Han y Leia en la parte de atrás.

—Impresionante —dijo, dirigiéndose a Han y Leia como si fuera una conversación casual—. Puedo imaginar a un ejército de esos droides defendiendo a la Nueva República. ¿Cuántos harían falta? ¿Un millón?

—Tres millones sería mejor —contestó Han, pasando inmediatamente al modo de comerciante en beneficio de su amigo—. Hay muchos yuuzhan vong, y esas cosas los van a cabrear mucho. Sólo eso ya tiene un precio.

—¿Tres millones? —Fey’lya meditó el número y miro a Leia—. Eso es mucho laminanium. Necesitaré muchos apoyos para conseguir que lo aprueben.

Leia tenía una sensación de vacío en el estómago. Sabía que llegaría este momento desde que vio el holograma de Borsk Fey’lya humillando a Nom Anor ante todo el Senado y, para variar, casi tenía ganas de conceder al bothano lo que pedía. Desde la destrucción del Reina Veloz, los Jedi estaban siendo más criticados que nunca en el Senado. El apoyo del Jefe de Estado aliviaría mucho la presión, pero la sensación que tuvo el día en que abandonó la sala de situación del CSMNR fue inconfundible. La Fuerza la guiaba lejos de la política, y no tenía ninguna duda de que el bothano esperaba poder llevarla de vuelta al Senado como aliada, algo que aumentaría sus apoyos al tiempo que proporcionaba un portavoz a los Jedi.

Era un sacrificio que ya no podía hacer. La sensación había sido demasiado clara.

—Estoy seguro de que conseguirás el apoyo que buscas, si de verdad crees que es lo correcto.

El vello que cubría el cuello de Fey’lya se erizó inseguro.

—¿Qué importa lo que yo crea? Estamos hablando del Senado.

—El Senado que has creado —dijo Leia—. Tú y los que son como tú. Yo no soy parte de eso.

Fey’lya aplanó las orejas y Leia oyó a su marido murmurar algo entre dientes. Lo habían hablado antes de ir. Han comprendía su decisión de no volver a tener que ver con el Senado, pero como era típico en él, creía que bastaría con que lo simulase, que sólo tendría que sonreír un par de veces y hacer unas cuantas apariciones públicas con Fey’lya. Entonces los Jedi dejarían de ser un objetivo, Lando ganaría créditos suficientes para comprarse un sector entero y la Nueva República dispondría del mejor ejército droide en una docena de galaxias. Han no podía entender que seguirle el juego a Fey’lya era tolerar la forma en que hacía las cosas, era ser parte de la podredumbre que había convertido a la Nueva República en un objetivo fácil para los yuuzhan vong.

Tras una larga pausa, Fey’lya dirigió una mirada significativa al sable láser que pendía del cinto de Leia.

—Vamos, princesa. Ya sabe cómo funciona esto. No puedo apoyar a los Jedi a menos que ellos me apoyen a mí.

—Haga lo correcto y tendrá su apoyo —dijo Leia. Tanto Lando como los generales habían dejado de simular que discutían los méritos del CYV y ahora escuchaban abiertamente—. He dejado el negocio de hacer tratos entre bambalinas.

—Una lástima, cuando se necesita tanto para mantener unida la Nueva República.

Lando abrió mucho los ojos ante el tono ácido de Fey’lya, y dirigió a Han una mirada pidiéndole ayuda.

Han se limitó a encogerse de hombros.

—Lo siento, amigo. Prometí que vendría, no qué diría.

El aerotrineo aminoró y empezó a descender hacia el túnel de pruebas, donde varios técnicos de Tendrando descargaban dos enormes cajas de municiones para el CYV.

Lando reaccionó con una de sus sonrisas más elaboradas.

—No es problema, Han. Este pequeñín se vende solo —señaló con el pulgar a un grupo de grandes humanos guardaespaldas que se precipitaban a hacer segura la plataforma de aterrizaje del aerotrineo—. Cuando el Jefe de Estado vea lo que le hacen las balas de baradium empobrecido al coral yorik, querrá una docena para sustituir a esos inútiles.

De detrás de ellos les llegó la voz ultramasculina del 1-1A.

—Conserven la calma. Busquen refugio de inmediato —el aerotrineo se estremeció bajo los pesados pasos del droide bélico—. Esto es una emergencia militar. Busquen refugio de inmediato.

Era la misma advertencia que había hecho el droide en la demostración de búsqueda e identificación justo antes de inutilizar a los «infiltrados» yuuzhandroides que intentaban confundirse con un grupo de «viandantes». Leia miró a Lando frunciendo el ceño.

Éste negó con la cabeza y avanzó para interceptar al droide.

—Uno-Uno-A, la demostración ha concluido —dijo.

—Afirmativo, demostración completada —replicó el droide—. Por favor, busque refugio. Hay yuuzhan vong presentes.

El CYV 1-1A echó a Lando a un lado y apartó al droide piloto de la columna de control para insertarse él mismo en la conexión. El trineo estaba tan cerca de la zona de aterrizaje que Leia se tuvo que asomar por la barandilla de seguridad para ver a los guardaespaldas abajo. Estaban colocados a ambos lados de la plataforma, mirando hacia fuera como debe hacerse. En cuando el trineo descendiera, sólo se necesitaría un instante para que los guardaespaldas se dieran la vuelta y sorprendieran en un letal fuego cruzado al grupo que iba a bordo.

El droide bélico desvió el aerotrineo y lo alejó de la zona de aterrizaje.

—¡Calrissian! —ladró el general Bel Iblis—. Ya vale.

Leia buscó con la Fuerza y no sintió nada en los guardias.

—No, Garm. Son impostores.

El CYV alargó el brazo por encima de la barandilla y soltó una lluvia de disparos láser. Dos yuuzhan vong se soltaron las mangas de la armadura, volvieron los hombros hacia el aerotrineo y algo negro y alado salió disparado del brazo del primer guerrero. El CYV 1-1A continuó alejándose.

La cosa, fuera lo que fuera, se estrelló contra el aerotrineo y estuvo a punto de volcarlo. Cuatro pinzas atravesaron el suelo de duracero, abriendo un agujero, y por él empezó a pasar un insecto semejante a un escarabajo del tamaño del brazo de Leia. Han, Bel Iblis y Wedge lo vaporizaron con las pistolas láser.

Otra sacudida. El aerotrineo se escoró en dirección al simulacro de ciudad.

—Impacto inminente —avisó 1-1A—. Agárrense…

El golpe fue enloquecido y confuso pese a estar amortiguado por los motores repulsores. Leia rebotó en el duracero y cayó de cara en el ferrocemento, mientras los cuerpos caían a su alrededor. El aerotrineo había chocado contra una pared, y se quedó allí volcado, apoyado en ella. Han la llamó. Ella lo buscó con la Fuerza y sintió en él más preocupación que dolor.

—Estoy bien —dijo ella—. ¿Y los demás?

Fey’lya respondió primero.

—Doy gracias, estoy ileso.

—Sano y salvo —informó Bel Iblis.

—Yo igual —dijo Wedge.

El único que no respondió fue Lando. Leia se incorporó y lo encontró agachado tras el volcado trineo, observando cómo el 1-1A disparaba por una calle de una manzana de largo. El sonido del cañón láser del droide resultaba algo suave.

—¿Lando? —Leia cogió el sable láser del cinto. El mango le resultó familiar, pero el arma seguía siendo una cosa en su mano, no la extensión de sí misma que debería ser—. Dile a Uno-Uno-A que utilice la artillería pesada.

—No puedo. Sus sistemas de armamento tienen un limitador de potencia —Lando parecía casi mareado—. No quise arriesgarme a un error de programación teniendo aquí a dos generales y un Jefe de Estado.

—¿Un limitador de potencia? —dijeron Han y Fey’lya a la vez.

—¿Crees que no me molesta? —retrucó Lando—. ¿Con una oportunidad como esta?

Los insectos aturdidores empezaron a golpear la parte inferior del trineo.

—¿Y qué iba a hacer en el túnel de pruebas? —preguntó Han—. ¿Un número de juegos artificiales?

—Sólo se necesita un segundo para cambiar una tarjeta de programación —dijo Lando—. Está con las municiones.

Leia se asomó por el borde de la plataforma. El CYV 1-1A aguantaba terreno en medio de una tormenta de insectos aturdidores lanzando contra los asesinos un chorreo de disparos láser sin conseguir mellar sus armaduras robadas. Al final, profirió un bramido electrónico y corrió calle abajo.

Dos yuuzhan vong se metieron por un portal y se abrieron la placa del pecho, sacándose cada uno de debajo de la armadura una larga criatura semejante a una anguila y arrojándosela al 1-1A. Las cosas se pusieron rígidas y volaron como centellas hacia el droide, las cabezas latiendo con energía blanca y las colas disparando llamaradas.

El CYV 1-1A disparó dos veces mientras corría hacia los guerreros. Las anguilas explotaron. Disparó dos veces más y cayeron.

Entonces el droide embistió a los enemigos. Dos de ellos cayeron ante sus brazos que se agitaban frenéticamente, pero los demás escaparon. Han, Lando y los generales acabaron con dos más usando sus pistolas. Wedge dejó de disparar sólo lo suficiente para empujar a Han y Leia hacia Fey’lya.

—Lleváoslo. Nosotros aguantaremos aquí.

Han empezó a objetar algo, pero Fey’lya ya estaba huyendo, gritando por su comunicador que le contestara alguien. A juzgar por el pánico de su voz, nadie lo hacía.

Leia agarró a Han y echó a correr tras el bothano. Le gustara o no, Fey’lya seguía siendo el Jefe de Estado. Otro asesino cayó tras ellos. Wedge encajó un insecto aturdidor en el hombro y se desplomó sobre los otros. El último trío de yuuzhan vong cargó pasando bajo el aerotrineo sin detenerse, seguidos por el 1-1A disparándoles todavía con sus inútiles láseres. El droide tenía el blindaje de laminanium agujereado hasta el endoesqueleto y se le veían los circuitos, pero siguió avanzando, siguió disparando pese a tener a sus aliados delante. Disparaba con precisión.

Leia encendió el sable láser al ver cómo estaba la situación.

—Es hora de luchar.

—¡Demasiado peligroso! —el casi pánico que reflejaba la voz de Han sorprendió a Leia—. Tú sigue corriendo.

La empujó para que siguiera a Fey’lya, estuvo a punto de perder la mano al alargarla más allá del sable láser y derribó al yuuzhan vong más cercano con un impresionante disparo a la axila. En mal momento. Un disparo láser, uno de los rayos verdes no letales del 1-1A, le dio de lleno en el pecho, arrojándolo contra Leia. Cayó inconsciente, no muerto, según pudo ver Leia, pero muy, muy inconsciente. Ella recuperó el equilibrio y se volvió con torpeza para enfrentarse a los dos últimos yuuzhan vong, uno de ellos la atacó a la cabeza, mientras el otro pasaba de largo para alcanzar a Fey’lya.

Leia se agachó e hizo un molinete hacia atrás, empleando la Fuerza para impulsarse. Una voltereta en el aire habría sido mejor, pero no era una Maestra. Cayó de pie y giró, agarrando por la espalda al presunto asesino de Borsk. La hoja rubí del sable láser casi lo partió en dos. El olor era mareante.

Leia continuó el giro para encontrarse con el último yuuzhan vong justo donde esperaba, atacando sus piernas con el anfibastón, como también esperaba. Bloqueó el ataque. Él soltó el arma y se llevó la mano a la cartuchera.

Algo golpeó a Leia en la rodilla. Lo cogió con el sable láser, vio que el anfibastón había recuperado la forma de serpiente y lo arrojó lejos. La mano del yuuzhan vong ya estaba dentro de la cartuchera. Leia invocó a la Fuerza y golpeó con todas sus fuerzas El golpe dio al asesino de lleno e hizo que se tambaleara hacia atrás.

El guerrero sonrió y sacó la mano de la cartuchera. Leia juró por milésima vez dedicar más tiempo a practicar sus habilidades Jedi y lanzó el sable contra el brazo de su contrincante. Éste siguió sonriendo y giró para dejarlo pasar… y se vio de pronto atrapado ente los brazos de laminanium del 1-1A.

El droide aplastó la armadura robada como si fuera de cáscara de nuevo, derramando tripas negras al suelo.

—Los láseres no servían —dijo, aturdido y confuso—. Se requerían tácticas alternativas.