CAPÍTULO 19

El ataque a Arkania empezó con bastante silencio. Las alarmas de algunos sensores tintinearon, y la sedosa voz de un controlador táctico proporcionó las coordenadas de la flota invasora. Un círculo de oscuridad, más pequeño que la uña de un dedo, apareció en el lugar indicado y bloqueó la luz de las estrellas lejanas. La zona oscura creció rápidamente hasta adquirir el tamaño de una mano humana, luego de una cabeza. Las estrellas reaparecieron, apareciendo y desapareciendo de la vista cuando miles de naves de coral yorik pasaron ante ellas.

Una lluvia de puntos luminosos brotó de la flota, aumentando de tamaño hasta ser los puntos blanquiazules de las bolas de plasma. Pasaron inofensivamente por el campo de minas, ya que los cerebros droides estaban programados para ignorar las armas, y al chocar con los escudos planetarios se incendiaron dejando de existir. Siguió una andanada de proyectiles de magma. Una tormenta de parpadeantes láseres de baja potencia brotó de las nuevas plataformas defensivas de Armas Balmorran de Arkania para interceptar y destruir los proyectiles al otro lado del campo de minas. Cuando los disparos acertaron y detonaron una mina, el campo se realineó para máxima cobertura.

Al final, lo que parecía todo un cinturón de asteroides estalló a la luz azul del sol de Arkania. Docenas de grandes naves limpiadoras salieron a por las minas y abrieron sus morros en punta, escupiendo simulacros de piedra. El resto de la flota giró para rodear el planeta, escupiendo a las plataformas orbitales grutchins y proyectiles de magma.

—Naves de guardia, pónganse a cubierto tras sus plataformas —dijo la sedosa voz del ConTac a través del canal de comunicaciones del bombardero—. Los turboláseres empezarán a disparar en tres segundos.

El castigado bombardero se deslizó dentro del paraguas de sensores de la plataforma asignada a los Caballeros Salvajes, y las lecturas de Danni bajaron a cero. Golpeó su consola con la palma de la mano.

—¿Y ahora cómo correlaciono nada desde aquí?

—Tendrás tu oportunidad, Danni Quee —su plataforma abrió fuego con sus turboláseres de pulso variable, llenando la oscuridad con ristras de luz coloreada. Saba, en el asiento de mando, se volvió para fijar un ojo reptilesco en Danni—. Utiliza la ezpera para calmarte. Es peligrozo entrar en una pelea enfadado.

—No estoy enfadada.

—Estás enfadada conmigo —retumbó Wonetun desde el asiento del piloto—. Y acabará pagándolo alguien. Cálmate o cállate.

—Te enfadazte cuando Mara vino a contarnos el plan de Anakin —dijo Saba—. ¿Acazo no querías haber ido con él?

—Eres más lista que eso —replicó Danni—, o este montón de trampas para grutchins no habrían durado tanto. El último sitio en el que quiero acabar es una celda yuuzhan vong.

—Cierto, no está enfadada —comentó Wonetun con sarcasmo.

—Está molesta con el Maestro Skywalker —dijo Izal, sentado en la torreta superior, pasándose la larga lengua por la pálida costra salina que se había formado en su labio superior—. Cree que él debería habérselo pedido.

Danni miró al arcona.

—No te metas en mi mente.

—Se te nota en la cara, no en la mente.

Danni no sabía si creerlo; Izal podía ser un tanto retorcido cuando tenía mono de sal, pero no podía negar la irritación que le había producido esa idea.

—No debió dejar que Anakin lo convenciera —dijo Danni—. Esos crios no saben dónde se meten.

—Los voxyn deben ser exterminados —dijo Saba—. El Maestro Skywalker habrá tenido en cuenta los riezgos.

—El Maestro Skywalker no ha presenciado una ruptura —replicó Danni—. No tiene ni idea.

—El ezcuadrón de ataque se apoderará de la nave antes de que sean sometidos a la ruptura —dijo Saba.

—Seguro que sí —repuso Danni.

La cola escamosa de Saba golpeó el suelo.

—¿Qué quieres que hagamos? ¿Ir tras ellos?

La repentina aprensión que notó en la Fuerza recordó a Danni de lo que estaba hablando. El rostro de Saba se mostraba tan estoico y con un aspecto tan terrible que era fácil olvidar que también tenía emociones, y que su hijo y sus aprendices participaban en esa misión. Al saber que la barabel no entendía el concepto de disculpa, y que probablemente la habría encontrado poco sincera de entenderlo, Danni ni se molestó en disculparse. Se limitó a asentir con la cabeza.

—Es justo lo que haría si pudiéramos encontrarlos, Saba. Iría tras ellos.

Saba la estudió por un momento con un ojo oscuro y entonces se oyó la voz del ConTac.

—Naves de guardia adelante. No olviden cuál es su zona y no se aparten de sus plataformas.

—Hagamos antes nueztro trabajo —Saba hizo un gesto en dirección al panel de instrumentos de Danni—. Saber cómo se comunican los yammosk no nos sirve de nada mientras no entendamos su lenguaje. ¿No dijizte tú ezo?

La barabel se volvió sin esperar una respuesta y ordenó al escuadrón que avanzase. Aunque Danni ya no estaba enfadada, la Fuerza estaba llena de aprensión e indignación, y no sólo procedía de Saba. Aunque la conversación del bombardero no se había transmitido por los canales de comunicación, los demás Caballeros Salvajes habían sentido la ansiedad de su líder. Danni se avergonzó al instante de su enfado y lamentó sus imprudentes palabras aún más que antes. Las emociones desbocadas podían acabar matando a alguien en un escuadrón que dependía de la empatía para mantenerse unido.

Danni centró su atención en los instrumentos y se prometió estrujar en la batalla hasta el último bit de información. Era la única disculpa que entendería Saba Sebatyne.

Salieron de detrás de los escudos de la plataforma, pero no en el maelstrom de cazas de combate que esperaba Danni, sino en un entretejido de estelas de proyectiles y resplandecientes rayos láser.

Tras entrar en el campo de minas, las naves capitales yuuzhan vong estaban atacando las plataformas defensivas orbitales, lanzando andanadas de plasma y proyectiles de magma. Una de las plataformas, un viejo sistema KDY diseñado para los combates con turboláser de la era de la Rebelión, expulsaba al espacio un largo chorro de refrigerante boram. Aparte de esto, los ataques enemigos estaban resultando notablemente ineficaces.

Por otra parte, el variopinto grupo de defensores de Arkania, compuesto por el ejército del planeta, escuadrones voluntarios como el de Saba y un pequeño contingente de la Nueva República que había acudido para ayudar a retrasar el ataque, se estaba portando bastante bien. Las lentas pero potentes plataformas KDY estaban rompiendo la concentración de naves enemigas e impidiendo que los invasores organizaran cualquier clase de ataque al planeta. Las plataformas de Armas Balmorran, de menor tamaño pero más modernas, utilizaban sus láseres intermitentes de largo alcance para destruir las oleadas de proyectiles y castigar las naves capitales yuuzhan vong con un granizo de ataque de intensidad variable. Cada vez que un disparo de baja potencia tocaba coral yorik, un sensor detectaba el impacto y disparaba automáticamente un par de devastadoras descargas desde los turboláseres de alta potencia de la plataforma. El sistema era tan letal como eficaz, y ya había decenas de pecios girando y perdiéndose en el espacio.

Lo que Danni seguía sin ver era un enjambre de coralitas precipitándose a inutilizar las plataformas. Examinó todos sus instrumentos y descubrió que los gráficos seguían en la parte baja.

—¿A qué esperan? —gruñó Wonetun—. Veo los coris en la pantalla de mis sensores; enjambres enteros.

—Igual temen a las plataformas bélicas —dijo Saba.

—No —dijo Danni, repentinamente aliviada—. Nunca pensaron atacar. Esto es una finta.

—¿Una finta? —Se volvió para mirar a Danni—. Ezo no puedes saberlo.

—¿Que no puedo? —Danni hizo un gesto hacia sus instrumentos, donde todos los gráficos seguían en la parte inferior—. ¿No crees que el yammosk ya habría enloquecido si el ataque estuviera fracasando?

Saba abandonó su asiento y miró largo rato por encima del hombro de Danni.

—Ezto no tiene sentido —dijo—. Ganarían con la mitad de ezas fuerzas.

—Pero no sin un precio. Puede que sus recursos no sean tan ilimitados como creemos.

Saba meditó eso por un momento y se volvió hacia Wonetun.

—Calcula un rumbo para Eclizpze.

—¿Qué pasa con los yuuzhan vong? —preguntó Wonetum—. No nos dejarán irnos.

—Los yuuzhan vong pienzan retirase. Rezervan su flota para otra coza, y debemos avisar de ello al Maestro Skywalker.