Catorce
Merche entro en la sala de video conferencia, en donde ya la esperaban Manuel Peña y Diego Sosa, el petulante Ministro de Defensa.
Bueno, ahora todos se apuntan a la foto —dijo para sí.
En la ingente pantalla del fondo, la Ministra pudo ver a Sir Edmund Glossvenor conversando con Valerio Bader (Ministro Francés de Sanidad). En los últimos días, también éste ultimo hubo de tragarse todos sus mordientes comentarios acerca de «la precaria situación sanitaria que aún en nuestros días tienen algunos países del sur de Europa». Francia había tenido que seguir los postulados de Reinier, saltándose la opinión de sus propios expertos del Instituto Pasteur. Merche se sentó en la mesa y la cámara ofreció un primer plano.
Cielos, ¡cuántas ojeras! —pensó.
Los periodistas inundaban la sala y volcaron sus flashes hacia ella. Las modernas cámaras de foto y video asociadas al teléfono móvil. En veinte segundos esas fotos estarían en las redacciones de sus periódicos. Se acercó al pequeño micrófono de la mesa.
—Buenos días. Les hemos pedido su asistencia a esta rueda de prensa conjunta con mis colegas europeos y de la Organización Mundial de la Salud, para comentarles nuestras últimas informaciones referentes a la epidemia. Para evitar repeticiones, les hemos facilitado un breve informe, cuya copia electrónica ya ha sido distribuida a las agencias y periódicos habituales y que puede ser consultada en la web del Ministerio. Quiero aprovechar la ocasión para que los restantes ponentes de esta rueda de prensa conjunta les pongan al día. «Monsieur Bader; avant s’il vous plaît».
El ministro francés no había tenido los mismos reflejos a la hora de tener preparado un informe detallado y actualizado a la disposición de la prensa y hubo de limitarse a leer, con fastidio, cifras y más cifras. No obstante, se le veía muy optimista, toda vez que la remisión de la enfermedad alejaba el fantasma de su destitución, tan anunciada tres días antes. Bader había repetido los mismos errores de los médicos españoles, solo que un mes más tarde, cuando ya sus colegas del sur habían puesto en marcha las medidas que luego se reconocieron como electivas.
Carvahlo, el colega portugués, tomó la palabra a continuación. Aunque los datos epidemiológicos provenían de la primera hora de la tarde del día anterior, mostraban una clara tendencia a la estabilización una vez que el consumo de antibióticos se había logrado controlar.
Sir Edmund iba a comenzar su intervención cuando se produjo un súbito alboroto en la sala española. Desde su ángulo, la cámara no podía recoger lo que estaba ocurriendo, pero cuando la Ministra se puso en pie y se sumó a los aplausos de todos los presentes, el Secretario General de la OMS supo que Mark Reinier había entrado en la sala.